“No
es cómo tú quieres”
En vida es cuando se debe rendir los respetos...Porque cuando ya ha partido...Su espiritu se va y no volverá...
...Vida...vida te vas cuando menos lo pensamos.
- En efecto. Pero ya no
la tiene.
- ¿No? …No lo viste bien…Qué de cosas…
- Pude contemplar un
rostro…Como si fuese un rectángulo. Como explicarte mejor…Sus ojos están brotados.
Su mentón está caído. Su mirada ya no tiene el brillo de la vida. Su labio
inferior lo mantiene casi en todo momento, abierto. Respira como si estuviese
cansado.
Agotado y fastidiado.
Tiene poco pelo, ya no porta aquel corte que le era característico.
En verdad que está
muy…Cambiado. ¿Cambiado sería lo mas indicado…?
…En líneas generales tan
solo te puedo agregar que no es “el
mismo tipo” se le ve y se le nota que ya
no es el mismo.
Al principio pude ver,
que mi visita no era del todo de su agrado…
- Eso debe ser por su
enfermedad. Porque él no era así.
- No te voy a negar que
en un principio -así me pareció- pero me dije: ¡Vine a verlo y sé que no está
en su mejor momento! -por lo que decidí quedarme- pero
noté que él se sentía incómodo, hasta el punto que me dijo…
- ¡Le voy a ser sincero!
- ¿Y te trataba de
“usted”?
- En efecto.
- Esa quimio…
- Mire…Le voy a confesar
que en cuanto me cayeron todas esas desgracias en mi cuerpo y en mi
vida…Imagínese…
Primero…Estaba caminando
aquí mismo…Mire… - Y me señaló (pero siempre sentado ya que no tiene movilidad
digamos” propia”) un pedazo de piso en el cual se notaba que ya el cemento se
había vencido y comenzaba su patio…En tierra. Y cerca está una planta. No sé de
qué. Pero a mas o menos metro y medio de donde me encontraba sentado.
¿Ve esa área que está
destruida…? (Noté que señalaba con sus dedos y pude contemplar que poseía un
color blanco, pero muy opaco.)
- ¿Allí? – Le indiqué
posando mi pie derecho casi encima.
- ¡Allí mismo! ¡Me
resbalé, me doblé y caí! ¡Y se me ha partido una falange!
Me tuvieron que llevar de
urgencia. Y yo: ¡Ay! ¡Ay! -Porque era
que me dolía- y cuando me llegaron los
médicos me hicieron una revisión. ¡Se partió ese dedo!
- Te dijeron los médicos…
- Así es. ¡Y me enyesaron!
Mire…He pasado unos días… ¡De espanto!
Y en segundo lugar… ¡Me
salió como una verruga o una hinchazón en el ano!
¡Carajo! -me dije yo-
¡Me están cayendo todas las de Caín!
¡No me podía sentar!
Porque ese dolor no lo podía aguantar.
¡Duele y es que duele ese
condenado!
Nuevamente me llevaron al
hospital. ¡Habían pasado unos pocos días!
Y me estuvieron
¡junrugueándome por allí!
Ok. Me detectaron el problema. Pero entonces
uno de los médicos, fue mas “curioso” y comenzó a meterme el dedo. ¡…Y para qué
contarle…?
- ¿Y te contó todo eso?
- Si. Y en verdad, ese
nivel de franqueza, me dejó “espelucado” ya que como me habían contado los
vecinos, él no quería que mas nadie lo supiese.
- Es cierto. Pero pienso
que privó en él, esa confianza que siempre tuvieron ustedes dos.
- Yo me quedé pensando.
(Porque recuerda, que nos habían dicho mas o menos eso, pero que “ellos temían”
pero era que era él mismo que me lo contaba.)
- ¿y?
- Continúo con su relato:
Me metieron el dedo…Y encontraron: ¡Una pelota!
- La próstata. – Le
interrumpió ella.
- La próstata. -Me indicó Carlos- ¿Qué me le parece? – Y es que en verdad, no
encontré argumento para responderle. Mas bien le hice un gesto de impotencia
con mis manos.
Y él me entendió. Bajó su
cabeza. Comenzó a negar y a negar. Posó ambas manos sobre su cabeza…Me pareció
un ancianito… ¡Te lo juro!
Luego miró de inmediato
al mismo sitio en dónde según él, le habían comenzado todas sus desgracias.
Pasaron varios minutos en
los cuales, ninguno de nosotros habló.
Escuché ruidos adentro de
su casa y asumí que era su “ex” la cual, con toda seguridad estaba arreglándole
la habitación. Y digo esto, porque creí escuchar el ruido que hace la escoba
cuando es pasada contra el piso. Y porque creí escuchar que movía la cama.
Y en ese preciso instante
pensé: “Cómo son las cosas. ¡Esa mujer fue su esposa! Y la madre de sus tres
hijos. Y ellos se habían dejado, hacía varios años atrás. ¡Y hasta eran
enemigos!
Y no se toleraban el uno
con el otro.
…Pero allí estaba ella.
Auxiliando al padre de sus hijos.
Y como bien lo sabes,
ella se había ido a vivir con su hija, allá en los Estados Unidos.
Creo que su hija vive en
Miami.
Y me enteré que su hija,
sus hijos y su marido, en unión de su madre, habían venido a verlo.
¡Quizás a despedirse!
Me dio cierta emoción. Y
hasta me hizo valorar que la situación del amigo enfermo…Como que es:
“terminal” pero que no se atrevían a confesárselo”
Bueno el caso es que
seguía en mis pensamientos viajeros, cuando fijé nuevamente mi mirada en su
cabeza aun gacha, y de repente me dijo…
- Alberto… ¡Todas estas
desgracias me han ocurrido en cuestión de días!
- ¿De verdad chico?
- ¡Me cayeron todas las
plagas! Definitivamente: ¡Me cayó la pava!
Y ahora me encuentro así
postrado. Y es que en verdad, no me gusta. No me siento bien.
Y en días pasados, le
dije a mis hijos… “¡Respeten mi decisión! No quiero que nadie mas me vea así.
¡Me da mucha pena! Y no quiero. ¡Respeten mi decisión!”
Yo estoy acostumbrado a
ser activo. ¡Y no un pelele, como lo estoy ahora!
Todos me han visto así.
Activo. Diligente.
…Y ahora me
encuentro…Enfermo. Degradado. Todo el tiempo echado en esa cama.
¡No soy yo!
…Mira…
- ¿Y ya comenzó a
tutearte…?
- Así es. Arrancó a
tratarme con confianza.
- Aja, continua.
- Mira. En mi cuarto
aparte del cerrojo, yo le mantengo una tranca de metal, la cual puedo atravesar
en el marco y de esa forma: ¡Jamás podrán abrir mi puerta!
Porque en verdad…No
quería que nadie me viera. Y ya te dije: Me da mucha pena.
…Pero mis hijos
comenzaron a hablarme y a hablarme…
…Y pensé…Ya mi hija está
por venir del norte. ¡Ella no tiene culpa de lo que me esté pasando! Y además
viene con sus hijos -mis nietos- y con su esposo, y traen a mi “ex” y todos ellos
pues se preocupan por mí…
…Y me ha entrado esas
cosas. Y comencé a pensar y pensar…Y decidí: ¡Ellos no tienen la culpa!
…Pero aun así y déjame
decírtelo…Me negaba a recibir a nadie mas.
…Un buen momento -ya que por efecto de las medicinas que me
están dando- no te puedo precisar
cuándo…Pero siento que ¡se me encaraman en mi cama…!
Uno…Dos… ¡y después muchas
personas! Y me despierto asombrado ¿y sabes quiénes eran?
¡Era mi hija y sus hijos!
Y es cuando me doy cuenta
que mi cuarto se llena de personas. ¡Y de vecinos! Los cuales antes me negaba a
recibir.
- ¡¿Ah y a esos “gringos”
no le pudiste decir: ¡No! Cierto?!
- ¡Cierto! – Y por
primera vez… ¡Lo vi sonreír! Su rostro se le enterneció.
Sus ojos se le aguaron.
Bajó su cabeza como señal de pena ante mí, y se auxilió con sus dedos las gotas
de lágrimas que emergieron de repente, y yo voltee mi cabeza a otro lado como
para darle ese instante de intimidad que lo había “rajado” en su posición de
hombre recio y de hablar fuerte.
- ¡Me alegraron mi
panorama! ¡Tanto tiempo que no la veía! Y el verla allí acostada encima de mí y
acariciándome la cabeza y mi cara. ¡Me partió en dos!
Sus hijos -que son mis nietos- me abrazaron y me besaron. Y allí nos
quedamos. Todos enternecidos por tan bello e inusual momento.
¡Y todos mis vecinos
gozaron nuestra alegría!
…El caso es que me hicieron
pararme.
Y en verdad, ¡no sé de
dónde salieron mis fuerzas! Pero cuando me di cuenta…Ya estaba andando -en esa andadera ¡que ves allí!- Y a escasos dos metros, estaba una andadera
para adultos mayores, que le servía para desplazarse en sus breves caminatas.
...Seguirá...
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