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“Me lo
temía”
- Pienso en ti…
- ¿Piensas en mí…Y por qué…?
- Porque si hubiese sucumbido en aquel entonces… ¿Cómo te
habría conocido mi linda nietecita…?
Pienso en mi hijo…Que es tú padre…
Y en todos tus primos…Que son mis nietos…Y en tus tíos…Que son
mis hijos… ¡Me debo a todos ustedes!
…Y pienso y pienso…Básicamente porque a esta (en la edad) en que
me estoy encontrando ¡no me queda nada mas por hacer…Sólo pensar! Recuerda que
ya estoy muy viejo. (¡Edad Divino Tesoro!)
Y no tengo trabajo, y ¡solo pensar es lo que me queda!
¡Bueno es el signo de mí tiempo! (Espero que logres
entenderme.)
Y pensando en estas cosas, me digo a mi mismo…
¿Hay que ver por las cantidad de vicisitudes por las que he
tenido que pasar…Para llegar hasta acá?
(¡Ay hijita mía…Si yo te contara…!)
…Y hoy mirando mi pasado…Contemplo en la lejanía todas estas
cosas…
- ¡Ay abueli…Me vas a hacer llorar en medio de esta dramática
experiencia por la cual ya la pasaste!
(…Y por otra parte…Trato de entenderte…Pero es que ¡soy muy
jovencita! ¿Me entiendes a mí…?) Le dijo con su forma muy propia de expresarse
y con toda su inocencia con la que portaba en su muy tierna edad.
El abuelo al parecer como que entendió ese tipo de lenguaje (en
su forma de expresarse…Con sus gestos y con su propio cuerpo. De la hija de su
hijo.) Aspiró profundamente y reconoció
que su nieta estaba en su edad…Y que era preciso seguir preservándole su
momento. Por lo que le agregó…
- ¡Pero bueno…Lo importante es que estamos vivos y nos
contamos!
¿No te parece…?
- ¡Así se habla! …Pero
me tienes en ascuas… ¿Podrías continuar con tu experiencia…?
- …Bueno… ¿Quedé en…? – Sonreía por dentro tratando de que su
descendiente no lo viera.
- ¡Que ya has descubierto! los cuerpecitos calcinados de tus
dos mascotas…Y entró ese fuego ¡espantoso! (Que debió haber sido: ¡Horroroso!)
- Ok. Ok. Pero antes debo reconocerte: …Qué me encontraba ¡petrificado!
Y que me dolían a rabiar… ¡Toda mi humanidad!
Mi sangre estaba ¡hecha
piedra, sí PIEDRA!
…Pero al contemplar lo que le había ocurrido a ese par de
criaturas que: ¿Qué mal le han hecho a alguien? ¡No es posible! ¡No lo tolero
mas!
- Ya. Ya. Abueli recuerda que estas cóleras en nada te ayudan.
Luego te pones alterado -tal como lo
estás en este momento- y nada bueno
puede salir.
Además recuerda: ¡Que eso sucedió hace muchísimos años!
¡Figúrate…! Ni mi padre conocía a mí madre. Así que es mejor que te serenes y
calmadamente…Vuelvas a echarme ese cuento que me mantienes como ya te lo dije:
¡En ascuas! …Por favor…
- ¡Tienes razón! Y… ¿Ya lo ves?
Tú dándome lecciones a mí… ¡Vaya mundo en el que estamos
viviendo!
Pero bueno. Me voy a serenar y ¡Ja! ¡Ja! (No te asuste…Es que
estoy tratando de sacar todo ese coraje que se me ha quedado rezagado…Je, je,
je, je…
Tenme paciencia. Que no es fácil…A mis larguísimos años….Je,
je, je, je…) - Tuvieron que pasar unos
minutos, en los cuales el viejo estiraba con fuerzas cada una de sus
extremidades. Se levantó y lanzó varias pataditas con cada una de sus piernas ya añejadas. Volvió a toser. Se
acercó a su ventanal que da hacia la calle, miró hacia la derecha y luego a la
izquierda. Algo lo entretuvo y mientras tanto su nieta lo seguía ya con
incomodidad y chequeando su reloj con suma insistencia y cuando ya no pudo
aguantar mas le dijo…
- Mira que se me está haciendo tarde.
¡Y no me quiero ir así como así!
Tienes que concentrarte y re comenzar con tu relato. ¡Plis!
- ¡Uy qué carácter! Te pareces a tu madre. ¡Brava y
dominante! …Pobrecito mi hijito…Con la
esposa que escogió…Y ahora contigo… ¡Pobrecillo!
- ¿Vas a continuar…Sí o no…?
- …Bueno si es así “por las buenas”
….Este
relato no ha concluido…
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