Sigo con el relato...







“Me lo temía”





Me había costado decidirme…
¿Y ahora me iba a “achicopalar”…? ¡No!
Así que a pesar de todas mis bajas…
A pesar de que me estaban “achicharreando”   -por decirlo de esta forma-   Y de que me estaba quedando “en hueso”   ¡así como te lo estoy diciendo!
Sentía como iba entrando a un laberinto en donde todo estaba: ¡como un magma!
(De esas que se dan cuando desde el interior de la tierra… ¡Lanza las piedras en forma: liquidas!) 
No pude contemplar nada mas. Todo era así.
Mi pantufla que era de plástico…
¡Se me incendió! ¡Si en verdad aconteció de esta forma!
…La verdad es que muy poca gente me puede creer…Pero es la pura verdad.
Y es que no tengo nada mas que decir: ¡Es cierto!
Sentí como sus brasas ardientes penetraban mis carnes…Mis venas se desintegraban… ¡en huesos me estaba quedando! ¿Te podrías imaginar cómo me sentí en ese momento…?
…Pero no importa…Así llegué solamente con mis caderas…Aunque perdiera mis pies, mis rodillas y mis piernas… ¡No me detendría!
Al cabo de un tiempo   -¡una eternidad!-   logré llegar al marco de la puerta que daba con el patio.
Y al llegar… ¡Sentí una brisa salvadora!
-  ¡Triunfé! Grité emocionado.
Acto seguido comencé a chequear mis perdidas.
¡Y comprobé fehacientemente, que solamente había perdido todos mis pelos!
Estaba calvo, sin bigotes, sin barbas, ni pestañas y mis brazos   -ardientes aun-  estaba  ¡en cueros!
…Pero a pesar del intenso calor que mi cuerpo todavía soportaba…Mi visión volvió a mí  poder.
¡Y fue cuando con estupor lo pude contemplar!
- ¿A quién…A quién…?
- ¡Al demonio que venía del Averno!
¡A la bestia deforme y asfixiante jamás vista antes!
…Horroroso…Aterrador…Execrable…
Repugnante…
…Siniestro…Sombrío…Tétrico…Deforme…
Y todo eso tuve que enfrentarlo.
¡Ay Dios si yo contara todas las cosas por las que he tenido que pasar!
…Tenía la trompa de un dragón…Exhalaba fuego.
…Tenía patas de elefante…Altísimo  y repelente…Debía pesar: ¡Unas cien Toneladas!
Y me miraba con tanto odio…
¡Qué me devastó!
(He de informarte que: ¡Mis piernitas tiritaban!)
Y te confieso que nada me había detenido…Pero es que esa mirada era “ígnea” y su intensidad hirió mis propias carnes…
Mis vísceras se me han arrebolado…Parecían desfasarse…
¡Chillaron con intensidad! Temí descompensarme. ¡Estaba anonadado!
Y mientras estaba en mi caos interno, escucho  un rayo (¡Que caía con mucho estruendo!)  y casi al instante…Me tradujeron esto…
- ¿Quién eres tú que a mí te estás enfrentando? (Al principio estaba: ¡en shock! ¿Te imaginas un rayo que te caiga…?

¡A tus pies! Y lo peor: ¿Qué te interrogue…? ¿Has visto algo parecido…?)
... Seguiremos...

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