En la foto con mi hija: Cristina y mis nietas: Estefanny e Isabella
“Corto en
relatos”
“En la
despedida”
La verdad…Es que tenía mucho tiempo sin estar con un
ser querido. Cerca. A mi mano.
De sentir el calor de su cuerpo, de sus ansias de ver
lo que poco veo.
Pienso que en mas de un… ¡Ya ni me recuerdo! en el que no he
tenido este contacto tan importante.
Y en esta -exquisita ocasión- me ha venido a visitar mi hija. Y para ser
lo mas sincero posible… ¡No quepo ni en mi propio cuerpo!
¡Y es que anhelo lo que muy poco tengo!
¿Qué alegría tan propicia…Mi hija conmigo?
Y me ha traído para que compartiéramos, a sus dos hijitas…Toda una belleza.
Las conocí apenas al nacer. Pero luego me alejé de su
presencia. ¡Qué pesar!
No pude disfrutar de sus alegrías muy tempranas. Sus
ocurrencias, sus arranques…
De sus cositas infantiles.
Hoy al contemplarlas, veo el retrato de mi hija. (En mi
memoria…Añoro esos recuerdos.)
He disfrutado de sus travesuras. De esos procederes que
solos los bebecitos tienen.
Me enternecen. Ha renacido mi fibra de padre.
Blancas y rosaditas. Con esa angelical sonrisa y su
espontaneo proceder. Con ese toque de seres puros, con sus risas frescas.
Sin lugar a dudas
-y no es porque sea de mi propia sangre… ¡Pero es que…!- Me ufano ante los que me conocen y son mis
vecinos en la actualidad.
…Pero ya mi dicha está desapareciendo.
¡Cómo las ilusiones, mi hija se despide de mí!
…Se me vuelve a ir.
¡Y como toda esperanza…La albergo en mi corazón!
Procuro mirarla, observarla.
Con la esperanza de que su rostro se me quede grabado
como una piedra. Para que me sustente, alivie mis horas de suplicio.
¡Ah esta vida que estoy teniendo!
Y en este momento, la estoy despidiendo.
Veo como se escurre entre esa marejada de pasajeros.
¡Se me va como el viento en el horizonte! Pletórica de belleza y su frescura
alivia mis sinsabores. Y es que me transporta a ese pasado en el que disfrutaba
de la presencia de esos seres tan queridos.
¡Pero que ahora la vida me castiga con sus ausencias!
Y mientras desaparece en ese bus tan enorme. Cuando transitando
por esas calles de Dios…Los sigo con mí mirar. Con esa forma de ver, pero que
no se ve. Y de sentir, cuando el cuerpo se niega a seguir en esa sufridera que
te da, ese alejamiento sin cesar.
Esta forma de estar en que cada mañana nomas salir el
sol, y vuelves a funcionar tal como todos a tu alrededor aspiran de ti.
Mis lágrimas me atosigan. Su despedir, va arrancando
costras de mi poco vivir.
Siento que de repente…Comienzo a flotar.
A percibir, a experimentar esa sensación de estar y de
no sentir.
Me dejo ir, como lo hago cuando no quiero seguir
evocando esos recuerdos que me agujerean constantemente.
Y comienzan a emerger a mí alrededor, paisajes nunca
antes vistos. Me extasío en lo que jamás me he percatado.
Mundos insondables en medio de mis médanos de
pensamientos vacíos.
Mi libertad me deja profundas emociones, me embargo en
estas cosas, y sin entenderlas, como tampoco comprenderlas las hago mías…Porque
me retrato en ellas.
Mi espíritu arrastra mis carnes, mis huesos son hasta
mas livianos.
No siento ni calor, como tampoco frio.
Es como un andar, pero sin estar andando, como un vivir
que mas bien parece en un revivir.
El aire sopesa mis anhelos, su liberación está en
proceso.
Un respirar, pero mis pulmones nada tienen que ver en
esto. Un caminar, pero no con mis propios pies.
…Es un…Pero pareciera que fuese un…No sé explicar lo
que sé, como tampoco describir lo que estoy percibiendo.
¡Qué excelente me siento! Duda no hay.
…No quiero ni respirar. Me asusta salirme de esta condición,
de la cual me complace.
Respiro y renuevo mucho dentro de mí…Lo que nunca había percibido. Este mundo no conocido, como
tampoco imaginado…Es de mi gran agrado.
Me produce mucho placer. Sensaciones jamás sentidas.
Y a decir verdad…No lo quiero ni deseo soltar…Estas son
cosas que en mi querencia quisiera revertir.
© Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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