Los ricos y fértiles valles de Aragua - La Victoria - Edo. Aragua - Venezuela.
“Corto en
relatos”
“Fue una aparición”
Siendo
apenas un jovenzuelo, estaba en el frente de la casa, en donde vivía junto a mi
padre y en esa ocasión nos acompañaba mi hermano mayor Juan y su inseparable amigo: Dixon.
Estábamos
en uno de los ricos y fértiles valles del estado Aragua, en Venezuela.
Muy
cercano a: Zuata a pocos kilómetros de: La Victoria.
En
un parcelamiento cuyo vecino mas cercano estaba a unos trescientos o quizás
cuatrocientos metros distante de nosotros.
Nos
separaban esas cercas metálicas.
Por
música teníamos una diversidad asombrosa de sonidos, -¡Un
concierto por pocos escuchada! A un trepidante diapasón, seguidos por instantes
silenciosos- la mayoría de los cuales nunca he podido
identificar, pero de que era hermoso ¡lo era!
Una noche de cielo despejado. Se notaba a
plenitud todas y cada una de las estrellas en ese firmamento tan hermoso. Con
multicolores e intermitentes haz de luces, ¡hasta se podía “aspirar” a tocar cada uno de
esos astros tan encantadores!
Se
respiraba vida. Paz a plenitud.
Brisa
helada nos obligaba a cubrirnos con mantas. Los zancudos pululando por doquier.
No
teníamos bombillo en esa área, por lo que nos alumbraba esa luna tan
esplendorosa.
Pero
mi hermano -acostumbrado a la ciudad- no podía estar a oscuras, por lo que
encendimos una vela, la cual cuidábamos de que no se apagase, pues la brisa en
muchas ocasiones nos hacía tiritar del frío.
Cuando
de repente sentí una especie de tirón hacia mi lado derecho…Y pude contemplar
una visión -la cual aún me
acompaña- era un rostro angelical. La
mas hermosa de las creaciones de ese Dios tan bueno y sabio.
Me
contemplaba y en sus pupilas pude ver mi asombro. Una belleza muy serena. Su
mirada muy quieta, aunque no apartaba su visión de mí.
¡Temí
por instante perderla!
Ni
siquiera quise pestañear.
En
verdad, no sé el tiempo transcurrido.
Seguramente
fueron minutos…O segundos.
Traté
de grabar ese rostro. La plenitud de su existencia, me fue transferida.
Me
transporté a mundos inimaginables, en su búsqueda.
¡Esa
aparición fue rota cuando mi hermano, me habló! e insistentemente precisó mi
atención.
Cuando
le atendí, aproveché para volver al mismo sitio…Pero ya allí no estaba.
…Ahora
está en mis recuerdos.
Quizás
algún día la he de encontrar.
O
a lo mejor fue eso: Una visión…
© Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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