“Hoy es tu día:
¡Madre querida!”
Aunque trabajes
peor que una esclava,
y algunos no te lo
reconozcan…
Agotada llegues a
tu hogar,
siempre presta
estás para socorrer a los tuyos.
Hoy te lo han
dedicado.
Disfrútalo.
En el día de
hoy -cómo todos los días-
A mi memoria vienen
muchos
hechos que de ti me
recuerdan.
Siempre fuiste mi
puerto seguro,
nunca me negaste la
palabra sabia y tu terruño seguro,
en ti encontré todo
lo necesario
que en el resto del
mundo jamás he encontrado,
mi paño preferido
en donde enjugue mis cansancios y refresqué mi cara.
Ese hombro en donde
deposité muchas veces mis alegrías y desazones.
En tus oídos
quedaron muchos de mis recuerdos tanto infantiles, como juveniles y aún en mi
edad adulta.
Siempre te vi
cansada, pero nunca agotada.
Fuiste en todo
momento el aliciente necesario e indispensable,
escuchaste mis
alegrías y fracasos.
Fuiste el
bastón -que ya no tengo-
Pero que en su
momento me sirvió de soporte.
Hoy en día…No sé en
dónde estarás.
Espero que estés
disfrutando, lo que en esta vida se te fue negado.
Que el cielo te de
lo que en esta tierra no pudiste disfrutar.
Tus hijos, que aún
quedamos, de ti nos acordamos y aunque a
tu lado ya no podamos disfrutar, en nuestros recuerdos viva estás.
¡Bendición Madre
querida!
¡Saludos a todas
las Madres que en su Día hoy disfrutan!
Quizás no todas
podrán gozar,
otras muy ocupadas,
posiblemente estén
laborando o bien en su casa o en alguna
parte,
a todas por igual,
por su dedicación y
abnegación hacia los suyos, por ese amor incondicional que prodigan a su prole.
Les deseo: ¡Feliz Día de la Madre!
¡Bendiciones sin contención y por raudales te hagan llegar!
¡Saludos a todas las madres en su día!
© Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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