“El Amor y el interés…”
- Mira José
toda tu vida te has caracterizado por ser un tipo de personalidad: De
izquierda.
Extremista
hasta mas no poder. Sectario. Intransigente hasta el delirio. Ultra.
No existía
nada que te hiciese cambiar de opinión…
¿Y ahora qué
es lo que te ha pasado…? – El aludido lo miraba con una sonrisa muy escondida
entre sus labios. Manteniendo una posición de depredador…
Tal como
esperan los lobos a que su presa esté al descubierto y a su alcance.
Meticuloso.
Despiadado.
Fingiendo ser
una “mansa ovejita” pero sin bajar su guardia nunca.
Midiendo
hasta el paroxismo cada milímetro en
todo y sin cejar en su empeño de sometimiento.
Adrián así lo
entendió y sin decírselo, tomó sus propias medidas, mientras meditaba muy a sus
adentros: “Siempre calculador. Imperceptible en su ataque, rápido y certero.
No tiene
piedad de su oponente.
Y saca
partido a cualquier debilidad de su adversario, pero eso si…Sin ponerlo en
evidencia. Oportunista como toda ave de rapiña, despiadado como una hiena,
disfruta haciendo el mayor mal posible…Y como todo un buen cirujano: ¡Muy
avezado y atinado!” Todo esto lo analizaba mientras lo veía con cierto
desprecio, aunque intentaba por sobre todos los medios no verse descubierto por
este oportunista y depredador contumaz.
Aunque le
reconocía que era muy hábil en interpretar el lenguaje del cuerpo, además de
“tomar en el vuelo cualquier pensamiento”
Le temía. Y
no lo ocultaba nunca.
Por esa razón
nunca se fiaba de este personaje, el cual era para él: “Una bestia depredadora”
Pronto se
percató de que sin querer, estaba en terreno pantanoso y que el tal José…
Conocía muy
bien este tipo de ventaja.
- ¿Y a qué
debo “tu presencia”? – Le consultó arrastrando con toda su intencionalidad, y
cambiando de posición, ubicándose a una distancia algo mayor.
Adrián se
percató de este minúsculo gesto y temió algo malo para él mismo.
- ¡Es que nos
tienes a todos despistados!
- …Así he
sido siempre… - Le dijo mientras trataba de no darle importancia alguna.
Notaba que su
visitante estaba “algo alterado” y como buen conocedor de las debilidades
humanas, le tiraba sus “conchitas de mango” para ver si se le resbalaba y le
era sincero. No creía en su enemigo.
Desconfiando
siempre.
Y es que para
él…No existían términos medios. O era su enemigo o su amigo.
Pero jamás lo
reconocería de otra forma sino como su encarnizado enemigo…
Y al
enemigo ¡ni agua!
Ya tenían
varios años en que habían mantenido una especie de tregua, pero sin dar nunca
su brazo a torcer.
Y Adrián no
era de su mayor estima. Nunca.
Al contrario,
siempre dudaba de su honestidad y esa forma como lo estaba abordando, ¡para nada que le complacía!
Sin perderle
pisada alguna, lo dejaba acercarse, con la finalidad de poderle descubrir su
juego…Pero era muy taimado.
Adrián se lo
percibió. Bajó su cabeza en ese tipo de encuentro en que las partes no se daban
tregua alguna.
- He venido
en son de paz. – Resolvió Adrián confesarle de una forma abierta.
- ¿Paz…? No
reconozco en ti ese concepto y para serte sincero…Guardo mis reservas. – Lo
dijo de la manera mas tranquila José, mientras simulaba no darle importancia
alguna.
- Mira seamos sinceros, aunque sea entre nosotros dos nada mas. José,
como te estaba comentando, a todos nosotros nos ha intrigado profundamente “ese cambio en tus estrategias” es mas todos
ya te teníamos encuadrados en esa forma que has logrado mantener por varios
años. ¡Es tanto así, que ni tus propios seguidores, están confundidos contigo!
-
¿Confundidos conmigo…Y eso…?
- ¡Ahora te
nos estás presentando en otra faceta! Y totalmente diferente.
- ¿Diferente
en qué…?
- Antes eras
“socialista” y ahora te declaras: ¡Democrático!
- Es que eso
siempre lo he sido.
- ¡No Señor!
Una cosa es ser: “Socialista” que es el sinónimo de “comunista” y otra muy
distinta es ser: “Democrático”
- …Para mí es
lo mismo…
- Pero no lo
es. Ni siquiera se escriben igual.
- Pues
tendrán que soportarme tal como he decidido ser… - Se lo iba diciendo mientras
de una forma “muy natural” se fue
acercando a la ventana que da hacia la calle en su oficina de mando. Cuando
llegó, abrió una de sus cortinas para poder visualizar hacia afuera.
Se quedó
callado mientras contemplaba por esa vía. Ciertamente veía como un grupo de sus
seguidores permanecían allí, alertas ante cualquier eventualidad. En su rostro
nada le mostró a su interlocutor, quien lo detallaba con la mayor prontitud
posible…Pero no le brindó oportunidad alguna.
Exasperado su
visitante, al ver que no podía sacarle información alguna, movió su cabeza en
señal de cansancio.
- En política
uno no puede cambiar de la noche a la mañana. – Le espetó a quien hasta hace
unas horas afirmaba ser de izquierda.
Pero es que
de una forma muy olímpica…
¡Se había
cambiado de posición!
¡Afirmaba hoy
ser…De derecha!
Sus propios
seguidores se habían quedado a la vera del camino. Pocos o mejor dicho, casi
ninguno supo interpretar con exactitud ese cambio de posición política.
Un cisma se
estaba creando a su alrededor.
…Pero su
caudal no se vio disminuido, pero si esparcido.
Incertidumbre.
Inseguridad. Vacilación.
Eso era lo
que transmitía en “ese momento”
Él lo
percibía así, pero les exigía “un voto de confianza” a todos sus fans.
Obnubilado
sus seguidores, tan solo se limitaban a seguirlo. A ciegas.
- En la
guerra…Todo es permitido. – Concluyó mientras insistentemente seguía pendiente
de cuanto sucedía afuera.
Adrián lo seguía con su atención centrada en el mas
minúsculo movimiento o gesto suyo, pero se indignaba al saberse que su oponente
de muchos años, le estaba haciendo el jueguito del gato y los ratones. Y eso lo
incomodaba.
Pero entendía
que su contrincante era todo un maestro en esas lides.
- Y para
serte sincero: ¡Me cansé de esgrimir “esa doctrina”!
Ya el tiempo
está clausurando ese tipo de “actitud” y además, ya no me estaba resultando
Cómoda. ¿Me entiendes ahora…?
- ¡Pero es
que me estás quitando mis banderas de lucha! ¿Y ahora qué posición debo
esgrimir ahora…?
- Eso no lo
sé. Como tampoco es mi problema.
¡Allá tú y
tus votantes! – No podía creerlo.
Y era que en
verdad, se lo estaba confesando con la mayor naturalidad posible.
- …Te sugiero
que “asumas mis banderas” ahora que yo mismo las he desechado…
- ¿Así…Tan
fácil…?
- Así, tan
fácil. – Le concedió una vez que ya se estaba desplazando a su escritorio,
después de haber “visteado” todo cuanto acontecía en la calle.
- ¡Y hasta
seria “chistoso”! Y es un buen cambio de look. Para ambos. – Y se lo dijo en
medio de un repentino ataque de risa.
- Y me
tendrás que disculpar: ¡Pero ya “nuestra reunión” se ha acabado!
Me debo a mis
nuevas funciones. ¡Y no le des mucho “coco” a esto! ¡Cambia hombre, cambia,
estás a tiempo aun!
…Antes que
venga otro y levante las banderas de lucha que yo mismo he dejado.
Por mi parte:
¡Te deseo lo mejor! – Y diciéndole esto sonó una campanita que portaba encima
de su escritorio y en el acto, acudieron su secretaria y uno de sus guardaespaldas.
En cuanto se hicieron presentes, Adrián entendió que ya su tiempo había concluido. Ya
para ese momento, José sin mirarle le indicó a su personal…
- El señor se
retira. – En el acto, se dispuso a abandonar esos predios.
- ¡Llama a la
prensa, que he de dar “una conferencia de prensa”! – Su secretaria en el acto
se dedicó a cumplir la orden de su jefe.
“¡Esto es un
mal presagio…Para mí! – Pensó en medio de un corrientazo que le emergía de
alguna parte de su médula espinal.
“Quien sabe
qué clase de mentiras les irá a contar ahora…” – Meditó mientras se retiraba en
silencio.
“Creo que he
caído en su trampa…” – Se lamentó amargamente.
Su presencia
allí, podría ser mal, pero muy pésima su interpretación…
¡De forma
inesperada! Silencioso y molesto consigo mismo, se vio envuelto en lo que mas
detestaba. Pero ya era muy tarde, todos los reporteros lo estaban esperando,
unos con cámaras y otros con filmadoras, además de los que le dirigían una
cantidad grande de preguntas.
La verdad es
que en ese “mundillo” de la política, las zancadillas, los engaños y las
trampas son cosas muy comunes.
No todo el
mundo tiene no una…Sino varias caras, posturas y “posiciones de honor” no todos
sirven para ser: Políticos.
En la
guerra…Todo es permitido.
No hay reglas
ni “códigos de honor”
Como en la
naturaleza, prevalece el mas apto.
©
Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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