-Salto Ángel - Venezuela - Google imágenes-
Salto Ángel
(English “Angel Falls”) es la caída de agua más alta del mundo, de 979
mt (3.212ft).
Cae por el borde de la meseta Auyantepui
“Lo
recuerdo así…”
No lo sé. Pero sí que me sucedió y fue de esta forma.
¿Ya te dije que estaba profundamente dormido?
- Si. – Le respondió Ramona, la amiga con la que estaba hablando en medio de mucha gente a su alrededor, que en ocasiones le prestaban toda la atención debida.
- Bueno. Dormía profundamente ¡"a pierna suelta"! cuando sentí un bulto algo pesado encima de mí-no te puedo negar que eso me sorprendió- pero en verdad la dificultad que me dio para poder moverme y de poder respirar (¿Te podrás imaginar eso…? Tú dormida y que de repente…Un bulto pesado encima de ti…), fue lo que me hizo volver en mí mismo. Y eso hice.
¡Y cuál fue mi sorpresa al encontrarme que el famoso bulto, era el cuerpo de mi hijo…?
¿Mi hijito visitándome a esa hora...?
…Pero ahora que te lo estoy comentando, nuevos recuerdos afloran a mi mente. Y es que, en principio ¡claro que me produjo cierta alarma! Pero luego al verificar que era él… (Y miró al centro de ese local…Los demás siguieron el curso de su mirada. Pero no pudo terminar su recorrido visual, ya que cerrando sus ojos, se puso a meditar…O a orar…Nadie lo sabrá.) ¡Mi hijo del alma! Nadie sabe el dolor que sufre un Padre, todos se van únicamente por el de la Madre…Nosotros los hombres; poco contamos.
Pero en fin. La vida alguien la hizo así…
Me quedé anonadado, pero era mi vástago, mi heredero, mi sueño mas grande... ¡Mi todo!
- ¿Tú propio hijo…? ¿Y cómo hizo para entrar a tú casa…? Porque tú mismo me has dicho que él está casado y vive con su esposa e hijos… - En el salón se escuchó un susurro de alarma, reprochándole a la mujer ese comentario, y cuando ella se volvió le hicieron señas de que callara. Se le quedó mirando al colectivo, y asintió. No muy de su agrado, pero accedió a hacerlo.
- Es cierto y así es. Pero déjame que continúe con mi versión, por favor… - El acongojado hombre no se percató de todo esto, y siguió el hilo de su conversación, ignorando a todos los presentes.
- Perdona mi interrupción. – Le indicó ella, mas a su entorno que a su amigo; pero este no dio muestras de haberse dado cuenta de nada cuanto acontecía en su entorno, concentrado como estaba no quería perder su hilvanarían.
- Cuando vuelvo en mí, logro descubrir que era mi propio hijo…Pero con el cuerpo actual -un hombre hecho y derecho- (Su amplio rostro, se hinchó de orgullo, era notable su emoción al referirse al origen de su charla: Su hijo.) pero con su carita de cuando él tenía unos añitos, e iba conmigo a todas partes. –Meció su cuerpo al ritmo de una música, que sólo él escuchaba, los demás solo lo observaban con mucha atención- el parlante no pareció darse cuenta de la atención de todos, además de su amiga a la cual él se dirigía.
- Yo lo llevaba a la panadería, al mercado, a mis diligencias ¡cualquiera que me tocara efectuar! Y ya todos me conocían con mi pequeñín agarrado de la mano por doquier o si no me lo llevaba cargado -cuando se cansaba y ya no quería caminar- el caso es que cuando le vi ese rostro tan recordado por mí, me enternecí y sin querer volví a rememorar tantas y tantas veces que convivimos juntos.
Ni ideas tienes de ¡Cuánto daría por volver a “esos momentos vividos con él”! ¡Daría mas que mi propia vida, todo lo que he logrado, por pasar aunque sea “un segundo mas conviviendo a su lado” ¡Ni te imaginas, cuanto lo ansío!
¿Te podrás imaginar...? Lo mas grande que ha salido de mi...Lo tenía allí. Cerquita de mí.
¡Abrazándome y acariciándome, tal como siempre lo hacía!
Me hablaba como lo hacía en su etapa infantil, y yo le atendí en el acto -aunque me llamaba la atención que él ya era un hombre, pero no sé, me dejé llevar por ese momento tan tierno para mí- el caso es que comenzó por pedirme la bendición y a darme un besote en mi cachete. Y me abrazaba, con tanto fervor, ¡que me partió el alma!
¡Yo le respondí en el acto!
La cuestión es que nos dimos un abrazote ¡de Padre y Señor Nuestro!
Nos fundimos en ese amor tan elemental: ¡Padre con su hijito! A decir verdad: ¡Pedía que se detuviera el mundo…Estaba con mi orgullo!
¿No es hermoso que tú propio hijo, te demuestre todo su amor...?
¡Máxime que yo soy su padre!
…Y lo seguiré por secula seculore – Permaneció varios segundos en su imaginario acto. Sus ojos cerrados, emitieron lágrimas a granel.
- ...Pero a él no le importó...Pocas veces que esto no pasó -me refiero a que nos abracemos y nos besamos- y lo asumí que era quizás por el trajín diario, sus estudios, sus nuevas ocupaciones.
¡Cosas que poca importancia le doy hoy en día!
No recuerdo cuanto tiempo duró -pero fue bastante y ahora en este momento: ¡Me pareció tan efímero!- cosa curiosa, él se comenzó a reír cuando ya habían pasado varios minutos, y era costumbre de él, el hacerlo y luego comenzaba a hacerme cosquillas en mis costillas.
En ese preciso instante -lo disfruté- el volver a aquella etapa tan feliz en que yo contaba con mi hijo para todo y que me lo llevaba por doquier.
¡Pero bueno, cuando ya están creciditos…Ya no quieren estar con uno!
- “Ley de vida” – Le recordó ella, a lo que él repitiendo lo que ella le había recordado y agregándole mas…
- En efecto: “Ley de vida” Igual le hice lo mismo a mi viejo y él al suyo…Esa es una cadena.
¡Por esa razón…Reviví con ternura ese momento! Para serte sincero, me dejé llevar por ese sublime momento.
¡Me sentí en un éxtasis increíble!
Bueno, la cuestión es que luego que me hizo cosquillas, yo le devolví su ración -igual que en ese entonces- y lo contemplé feliz.
Volvía a mí, con ese recuerdo tan sublime.
Y me preguntó:
- ¿Cómo estás papi? – Yo le contemplé su rostro, y en él no le vi su edad cronológica actual, tan solo lo vi como cuando era un pequeño y siempre andaba entre mis piernas.
- ¡Feliz de tenerte de nuevo conmigo! – Le respondí mientras le daba otro beso en su cachete derecho.
- ¡Papi yo te he querido siempre! Y si en algún momento no te lo he expresado, ha sido por alguna razón ajena a mí. Y quiero que sepas que me siento muy orgulloso ¡de ser tú hijo! - ¿Hay algo mas grande que tú propio hijo te diga esto…?
Me miraba como si quisiera guardarse cada detalle de mi rostro. Como si temiese no volver a verme nunca mas. Y yo intrigado le consulté…
- ¿Te pasa algo hijito mío…? – Me respondió con un gesto muy propio de él, -en esa edad- meneando su cabecita de un lado a otro y minimizando cualquier duda o efecto adverso de mi parte.
- No papi. No me pasa nada. Es que te quiero mucho y sentiría mucho perderte. – Me le quedé mirando y casi en sollozo le aseguré…
- No me vas a perder nunca hijo querido, ¡Siempre pienso en ti! Y te amo demasiado como para dejarte solito. – Noté que unas cuantas lágrimas suyas cayeron sobre mi rostro.
Y eso me preocupó demasiado.
- ¿Por qué lloras hijito mío?
- Por ti. – Me dijo mientras me hacía muecas muy propias de cuando era un niñito.- Y allí estaba…Llorando como una madre. No supe ni qué decir, como tampoco hacer, así que para aliviarle su propia carga, le enjugué sus lágrimas y le dije lo mas quedo posible, casi en un susurro, pero con toda la seguridad posible…
- Yo no me voy a ir. – Le dije mientras lo abrazaba con mucha ternura, sentía como gemía compungido sobre mi hombro.- Mi muchachito lindo y bello ¡orgullo de papi! – Y mirándome nuevamente a los ojos, posó sus manitos en mi boca -como para acallarme- y me dijo…
- Papi, yo no te quiero hacer sufrir. ¡Te amo mucho para causarte algún dolor! Y te pido perdón por todos mis errores. ¿Me perdonas?
- ¿Perdonarte…De qué…? ¡Si has sido mi satisfacción mas grande, mi mejor creación! ¿De qué te he de perdonar carajito…?¡Claro que si hijito mío! Mas bien debo decirte que me has llenado de tantas y tantas cosas buenas, que ya no me recuerdo nada negativo de ti.
¡Me haces mucha falta mi retoñito querido! - Él me miraba y en su forma de verme, le noté mucha tristeza, y por eso intenté darle todo mí
apoyo -aunque te confieso que me partió el corazón- sentir los movimientos de dolor en mi infante…Eso me dolió…Me dio en lo mas profundo de mi corazón.
Y te confieso...Que me sentí impotente.
Y allí me encontraba abrazando y “chineando” a mi bebecito…Qué escena mas conmovedora…
¿No te parece?
- Sin duda alguna. – Le replicó con sus ojos llorosos también, mientras con un trapo se secaba su cara ya curtida en ese líquido tan apreciado. Un profundo silencio se esparció en todos los presentes. Con sus llorosas presencias, eran testigos fieles de todo cuanto le narraba a esa señora, pero que cada uno hizo su propia versión.
Era muy conmovedor esa escena, el observar a aquel duro señor, con su cara surcada de arrugas y con señales de ser una persona de carácter muy restringido…Y el verlo, abrazando en su hipotético caso a su menor hijo.
Mas de uno, partió raudamente, ya que no soportaban seguir siendo testigos de ese intenso amor. Pronto todos los presentes, se agitaban cada uno, según sus propios sentimientos. Pero sin perder de vista a aquel progenitor que vaciaba su corazón…
Su amiga Ramona, lloraba al verle el sufrimiento que se le veía a flor de piel.
Pocas veces, le había visto en esa faceta de amorosa confraternidad.
Ciertamente, que ya sus hijos estaban grandes, y que ya su amigo en cuestión vivía solo en una habitación y que de esa forma tan extraña se había enterado de la suerte de su hijo…
- Llegó a visitarme…Y a despedirse… - Gimió ya sin poder contenerse.
Los demás lo contemplaron, no había palabra que se pudiese emitir ante un Padre postrado en sus recuerdos.
Era ya un hombre de avanzada edad, y ella en lo personal siempre lo había visto fuerte y poderoso. Siempre dueño y señor de su mundo, pero en esta ocasión no era así, con profundo sentimiento le tocó conocer esta nueva etapa en la vida de este gigante luchador.
Pero no se encontraban solos, a su alrededor estaban rodeados de muchísima gente, todos con sentimientos muy profundos.
- ¡Mi niñito lindo y bello! – gritó de repente mientras estrujaba en sus agrietadas manos, una camisa que le había pertenecido a su descendiente.
Al instante, sus hermanas que habían viajado desde su lejana residencia en otra población, corrieron y en un emotivo momento se abrazaron y lloraron, lamentándose por tan irreparable ausencia.
Y allí en el centro…Yacía el hijo, el sobrino, el hermano, el esposo, el amigo que era muy querido por todos los presentes.
Son momentos de mucho sentimiento.
De profunda reflexión. Pero la vida en su velocidad ciega a todos, los que no adaptan a ella. Ya que ciertamente que es una sola: La vida.
Pero muchos hemos vagado en nuestras ignorancias, poseyendo lo que no debemos y abandonando lo mas preciado…Pero solo en sus últimos momentos, es cuando nos hacemos proclives a los latidos de nuestros corazones.
…Pero al darnos cuentas, caemos en nuestra conciencia…Que debemos recorrer a solas.
Y que en nuestra soledad, hayamos nuestro propio ser.
¿Dices que las despedidas no son tristes…?
Dile a quién te lo dijo: Qué se despida.
¡Ay la vida…La vida…La vida para vivirla...!
© Bernardo Enrique López Baltodano 2015
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