“Estaba solo”
- Me toca narrarles esto que me sucedió, y fue
cuando menos me lo esperaba.
Es algo confuso
-lo entiendo y lo percibo así-
pero la verdad, es que aún me cuesta aceptarlo como tal. ¡Pero esto me ocurrió!
…Lo mejor es que comience desde el principio…
Me encontraba en mi cuarto -mi esposa dormía en ese momento- y era de noche, mejor dicho: Era pasada las
doce de la noche.
En un momento en que acababa de ver una pelea de
campeonato mundial de boxeo, creo que era mas bien como las dos de la madrugada -para ser mas preciso: faltaban unos diez
minutos- y en verdad, estaba muy
absorto en la dichosa pelea ya que ambos contrincantes se portaron a la altura
y durante los doce rounds que duró, pues nunca bajó su intensidad.
Golpes y estrategias pude presenciar desde mi
aparato de televisión.
Sin duda alguna fue una excelente velada…
No perdí mi sueño.
Emocionado me puse a buscar una película, para
calmar mis neuronas, pero en vista de que no pude localizar ninguna de mi
gusto, procedí a apagar mi receptor.
Sentí la profundidad de esa madrugada.
No escuché, ni sentí mas que la lejanía de ese
silencio que hizo un profundo contraste
con la bulliciosa escena boxeril.
Sin embargo, me dispuse a acostarme -pero aún me encontraba bajo el embrujo de
tan emocionante show- que traté de
serenarme para poder conciliar el sueño, que se resistía a acudir a mí.
Y estaba acomodando mi cuerpo a la cama y a buscar
mi posición de dormir, cuando comienzo a notar unas presencias muy extrañas y enigmáticas
para mí…
Alarmado me dispuse a indagar a ¿qué obedecían esas “extrañas
figuras”?
Y pude constatar de que ciertamente eran muy “singulares”,
ya que en medio de la oscuridad, pude verlas…Eran formas “un tanto humanas”
Pero el color de sus cuerpos, fue lo que mas me llamó
poderosamente mi atención ya que eran de color rojo fosforescente.
Y se movían con mucha soltura y velocidad.
Eran de tamaño un poco mas pequeño que la media de
un hombre común.
Y parecía que se escondían de mi campo visual, pienso
que eso fue lo que en verdad, captó mi atención,
hasta tal punto que se me espantó el poco sueño que había logrado “almacenar”
nervioso como me encontraba -y no lo
niego- puse en “alerta máxima” todo mi
ser, y me dispuse a salir lo mas rápido posible de mi posición horizontal en la
que me encontraba, y a decir verdad: ¡Me vi, en mis dos piernas de pie!
Dispuesto a dilucidad tan extraña aparición.
Al fijar todos mis sentidos en esto, pude percibir
que emitían unos “sonidos muy extraños”
-por lo menos, para mí- pero
que no he logrado entenderlos.
Sus pisadas sonaban como si me estuvieran clavando
unas pinzas en mi propio cuerpo, y la velocidad produjeron un evidente rechazo
de mi propia anatomía.
Me encontraba en una clara desventaja, ya que ellos
lograban herir mis carnes, pero yo apenas los lograba visualizar y por supuesto
que me tuve que emplear a fondo -no podía
seguir soportando ese suplicio- era
preciso defenderme…Mi problema primordial: ¿Quiénes me atacan de esta forma tan
espectacular?
Puesto que los veía a varios metros de mi propia
humanidad…
¿Cómo podían ocasionarme esas “picadas” que se me
asemejaban a las que producen las abejas…?
Pronto corrían hacia una dirección incierta, como de
repente viraban sin un claro concepto de la distancia, se asemejaban -ahora que me lo pienso mejor- a un enjambre de abejitas de esas que dicen
que son “las africanas” y el tumulto de sus sonidos producían una horrenda cacofonía,
de difícil aceptación.
Y allí me encontraba…En desigual posición, en una
lucha muy desproporcionada -para mí-,
ya que ellos controlaban el espacio interior de mi vivienda y yo…Apenas veía la
ráfaga rojiza y ese horrendo sonido que me producía resquemor…
Su velocidad de desplazamiento me dificultaba
cuantificarlos, a pesar de que lo intenté en varias ocasiones.
Quise desplazarme y ubicarme en mejor posición tanto
de ataque como de defensa, pero era muy torpe y me semejaba a un mastodonte,
ante la prontitud de movimiento de mis muchos adversarios.
Me encontraba muy asustado -no temo reconocerlo, ya que es verdad- y no
atinaba a concebir algún plan, por descabellado que pareciera, por lo que me
rebasaban en todos los frentes.
Así que impávido -como
estaba- no me quedaba otro camino mas que admitir
mis enormes torpezas de desplazamiento.
El zumbido enervaba mis nervios.
No soportaba el verme lapidado, como estaba.
…Pero de repente, me di cuenta…
¡Qué yo no era su objetivo primordial!
Pude precisar el sitio exacto por donde emergían…Un
agujero de intenso color rojo, delataba su ingreso -ya que me preguntaba: ¿por dónde se han
introducido en mi residencia? Si seguro
estaba de que tanto la puerta delantera, como la del patio, estaban debidamente
trancadas -y con llave- además de cada una de las ventanas…Imposible
que haya sido por allí…Al menos que las hubiesen derribado -pero lo extraño era que no capté ningún estruendo alusivo a eso- ¿Entonces por donde se habían “colado” esos
seres tan pavorosos para mi…?
…Pero esa capciosa figura que se me asemejaba a un
boquete abierto en la mitad de la cocina los delataba… ¡Era por allí!
¿Pero un boquete abierto en medio de la cocina…?
¿Cómo lo harían…?
No lo pude entender, pero era así.
Y de repente, se me hizo la luz y pude apreciar que
ya no estaban solos, entraban otros de muy parecida apariencia, pero en un
color: ¿Negros?
¿Pero cómo los pude distinguir en medio de esa
oscuridad…?
En verdad, que no lo sé.
Quizás fue los movimientos tan precisos, como
imprecisos -para
mi entender- que pude apreciar sus
oscuras presencias, aunque pienso en este instante, que fue el contraste que se
producía cuando se entrelazaban en duros enfrentamientos con los fosforescentes
rojitos y que no cesaban tanto de un
bando como en el otro.
Peleaban a muerte y no se daban respiro…
Se destruían unos a otros sin cesar y con saña
manifiesta.
No me quedó mas remedio, que ser “un testigo de excepción”- y que obligado mas por el destino que por mi
deseo, al verme obligado a echarme a un lado
-ya que de repente se acercaban a
mi cuerpo- en su horripilante pelea que
de forma tan extraña se escenificaba en el interior de mi vivienda.
“Como cucaracha en baile de gallina” me corría de un
sitio a otro, para evitar que me siguieran dañando en ya mi ensangrentado
cuerpo.
El caso es que fui parte de tan singular
enfrentamiento, y no sé precisar con exactitud cuánto tiempo duró esa refriega…
Pero fue demasiada expectante -para mí gusto- que me
vi envuelto en “tan singular situación”
Que de repente pude precisar que caían mas los
rojos, que los oscuros.
Y así como se inició…Se finiquitó.
Asombrado por tan drástico final, me quedé
mas miedoso que nunca -ya que temía que se volviesen- y me encontrara de nuevo preso en semejante
dilema.
Esperé por unos minutos mas.
Y en vista de que solo el silencio me acompañaba, decidí
prender la luz de neón, ya que temí encontrar una serie de cadáveres,
esparcidos en el suelo.
¡Pero cuál fue mi enorme sorpresa!
…Nada había…
Traté de ubicar esos portales tan vistosos…Pero
nunca los pude ubicar.
Solo el vacío del espacio pude apreciar.
Y me pregunté: ¿Era aquí en donde estaban…?
Pero en verdad, mis dudas me asaltaban.
Nada había que me anunciara esas estructuras que
hasta hacía poco eran claras para mi visión.
Retrocedí a cada sitio en donde las había visto,
pero ciertamente… ¡Ya no existían!
¡Qué horror!
¡Qué desazón tan vaga me produjo!
…Aproveché para verme mis muchas picadas…
Temiendo encontrarme lleno de profundas ronchas…
¡Pero solo picazón me embargaba!
Un terror inundó mi existencia, me sentí en profunda debilidad,
mis piernas comenzaron a temblar y mi corazón retumbaba como un tambor… ¡Debo
irme ya!
…Por si acaso retornan de nuevo…Lejos quiero estar.
…Y eso hice: ¡en el acto!
Retorné a mi propia cama…
Y me acobijé desde la cabeza a los pies.
Mas de esto ya no me recuerdo, mi mente me ha bloqueado
mucho de lo que en ese preciso momento presencié…
Y lo que les he narrado juro que lo viví…
Aunque ni yo mismo me atreva a apostar nada por
cuanto me tocó vivir.
…Allá ustedes si se atreven a dudar de lo que sufrí.
© Bernardo Enrique López Baltodano 2015
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