Tiempos
extraños estamos viviendo, en el cual el acceso a la internet está siendo muy
vedada.
Cada vez se
complica mas mi acceso a mi blogs…Dios sabrá. (Por lo general solo Él lo
sabe…Los demás hemos de vivir en tinieblas.)
Por lo pronto,
asumir esta realidad es perentoria.
Que nada mas
puedo asumir.
Aprovecho para
dejarle este relato.
“Aun cuando la ficción…”
- Aun cuando la ficción
no es mi fuerte, pero debo admitirlo
-aunque consciente estoy- de que
mi opinión al respecto, poca importancia me dan, pero siempre es bueno tenerla
“a mano” -digo en el caso- que como este nos estamos planteando. –
María escuchaba con mucho desdén todo cuanto oía y percibía del “amor de su
vida”
Notaba con mucho desgano
que divaga mucho y que le era imposible ir directo al grano -tal como a ella, le hubiese gustado- sin embargo por el respeto que ella decía
sentir por él, prefirió guardar silencio y escrutarlo desde su posición de
oyente -que le era muy propicia- para poder asumir la posición que le fuese
mas atrayente para ella.
Aspiró con esa fuerza que
el desgano le producía, aguardando el instante preciso para abordarlo y
darle -lo que en su opinión- él se merecía.
Por su parte, “el amor de
su vida”, trataba por sobre todo, tratar de “imponer” su campo de dominio.
Aunque por el ceño
fruncido que él le veía, se daba cuenta de que “estaba arando en el mar” pero lejos de amilanarse, prefirió seguir en
su senda, ya que él pensaba: “si dejo que ella tome las riendas del poder…Sencillamente,
me va a anular irremediablemente” y fiel
a su sentimiento, se daba cuenta de que estaba al filo de aquella navaja que ya
le estaba siendo “muy roída y oxidada” porque consciente estaba de “esa
relación” ya le estaba dando mucho sentido de “cansancio” y lo percibía que
venía en doble vía.
Por esa razón redondeaba
mucho y buscaba siempre paralelismos como para “darse un segundo aire” que le era imprescindible.
- …Entonces… ¿En qué
quedamos…? - Le consultó ella con el
visible cansancio que el fastidio le causaba.
Su indagación fue directa.
Notó que su hombre reculó. Visualizó que le estaba removiendo sus cimientes.
Y eso le agradó, ya que
se dio cuenta de que su poder sobre él, seguía incólume…A pesar de todo.
ÉL la miró -y se molestó- se percató de que ella constantemente lo
ponía en posición muy incómoda.
…Y eso lo desbalanceaba…Y
no le era de su total agrado, así que prefirió tomarse unos instantes
dubitativos -aun a sabiendas- de que eso la insultaba aún mas.
- No es bueno que me
pongas “en tres y dos” -tal como ese
precepto en el béisbol- pero ya que es
tu costumbre…
Y no es que desee ser
conflictivo, pero es que -la vida en todos estos años- me ha estado enseñando que lo mejor y mas
sensato es sumar y multiplicar…Pero la realidad que palpo, me grita con
desesperación: ¡Que no es así!
- ¿…Entonces…? – Le
preguntó pero en esta ocasión ya no le miraba, sino que le percibía…
- ¿Entonces? Pienso que
es mejor que nos distanciemos.
- ¿Distanciarnos…Cómo “se
bate eso”? - Le parafraseó con evidente
molestia de su parte.
El hombre, carraspeó, se
rascó su cabeza y aclarándose nuevamente su voz, inesperadamente la encaró así…
- Muy sencillo. Tal como
su palabra lo dice: Distanciarse: Significa alejarse. Esfumarse.
- ¿Estás rompiendo
conmigo?
- Pienso que es lo mas
indicado “tal como se están viendo” las
cosas.
- ¿Y por qué siento que
salgo perjudicada yo?
- No te estoy
perjudicando, como tampoco me estoy aprovechando de ti.
- ¿Y por qué “ahora”?
- ¿Qué por qué ahora…? –
Le devolvió la pregunta a ella, mirándola ya no como su amante, sino como su
agresora.
- Si. ¿Por qué ahora…?
¿Será por qué ya te cansaste de mí…? ¿Será por qué ya te lo di todo…? El señor
ya se hartó. – Su rostro denotaba la intolerancia de su momento.
Ambos ya no se miraban,
tal como minutos antes, en que “el amor” los embargaba.
Que los atenazaba y los
inducía a ser mas tolerantes.
Pero ya la pelea estaba
en su apogeo, y como contrincantes se asumían.
Cada quien “detallaba” a
su oponente, y a sabiendas sus lados mas deficientes…Por allí se acicalaban.
Sus miradas destellaban.
El humor era fétido.
Cuando una pareja grita e
incomoda a su par…Es porque hay ausencia de ese lubricante que antes los
unía…El amor.
Siendo ya reemplazado por
el interés.
Tal como dice aquel
adagio: “El amor y el interés fueron al campo un día…”
En él aun prevalecía su
interés en mantener -a pesar de
todo- esa relación que lo unía a ella,
pero también cuenta se daba de que ya ella constantemente pretendía ponerlo en posiciones
cada vez mas intolerables para él.
Siempre arrinconándolo y presionándolo.
- No deseo alejarme de
ti, pero es que siempre me estas obligándolo a hacerlo.
- ¿Y por qué? – Su
pregunta le sonó tal si como con un filoso cuchillo lo estuvieran partiendo en
pedacitos.
- Porque ya no puedo mas.
- Ah, pero cuando
necesitas de mí… - Ella prefirió contenerse, a sabiendas de que estaba siendo
muy incisiva con su “amor”
En su lugar, se llevó
ambas manos a su boca, impidiéndose a sí misma, hablar.
Era preciso hacerlo. No
podía darse el lujo de darle mas información, que con toda seguridad se
volvería en su contra.
- …Así que el Señor…Ya se
cansó… - Se dijo a sí misma, pero quería que él lo supiera.
Supiera que ya ella así
lo había percibido, pero que por prudencia…Callaba.
Pasaron unos segundos.
Tiempo en el cual, ambos
ya en su pelea, se tomaban para darse tiempo cada uno, en “curarse” por el daño
ya recibido.
Y como pasa en
pensamientos, también en su realidad se produce. Ya estaban consciente de que
era conducente una retirada honrosa, antes una evidente destrucción…Sus heridas
derramaban mucha sangre. Mucho dolor.
Mucho desencanto.
Pero era el momento
preciso de que ambos “pusieran” sus cartas sobre la mesa.
…Ya era mas que evidente.
No podían darse el -golpe certero- “ese”
que con tanto tacto trataban de no enfrentar, pero que en su vía transitaban.
Eran consciente del daño que se producían. Cada uno de ellos.
Se cercenaban sin
compasión alguna.
Pero por el bien de esa
relación -o lo que de ella
quedaba- era preciso cauterizarla,
acudir en su reparación…Pero ya era muy tarde.
La forma como se miraban,
como se trataban era el indicio mas que evidente.
Debían retirarse. No
producirse mas daño.
Por el bien de ambos…Debían
apartarse, sin pronunciar mas palabras.
Ya las evidencias eran
que concluyentes…Pero el silencio, podía acudir en su auxilio.
Debían marcharse. Cada
quien por su lado.
Y dejar que el tiempo
“que todo lo sana” acudiese en el auxilio que les era necesario.
Y como “dándose” la orden
requerida…
Cada uno se retiró.
Uno por un lado y la
otra…Por otro.
Se despidieron con una
lánguida mirada…
No hubo mas
pronunciamientos audibles, otro era el sentido que se imponía…
El de preservación.
Mucho se habían amado.
Mucho se habían expresado. Pero algo los distanciaba.
Él sus razones portaba.
Ella atrás no se quedaba.
Cada uno su propia agenda
esgrimía.
…Si…Era el tiempo de la
retirada…
Después, sería: Después.
Hoy: Era el hoy.
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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