¡He vuelto de nuevo!


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                                          Puente sobre el Lago de Maracaibo.








Información para los que me leen:


Por cosas que aun no entiendo (Ni entenderé.) He sido desconectado del servicio telefónico (Y por supuesto de Internet.) y por esta razón desde el 26-11-15 no he podido acceder a mi blog: belbaltodano.blogspot.com
Pero ya en el día de Hoy: 17-12-15 (Después de haberle pagado la restitución a unas personas.) Me fue restablecido el servicio (Teniendo el servicio pago a: CANTV  -Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela- Porque esto si es bueno aclararlo: Si no pago el servicio al estado, jamás me restituyen. Pero a pesar de múltiples llamadas para que vinieran a repararlo…No lo hicieron.)
Pero bueno, al parecer…Ya tenemos la vía abierta.
(Espero que no me vuelvan a cortar este servicio.)
Aspiro retornar con la misma dinámica.
A todos los que aun buscan estos relatos, cuentos, poemas, novelas de mi autoría…
¡Muchas gracias por su fidelidad!
Ojalá que no vuelva “esa mano pelúa” y me vuelva a apartar de ustedes.
¡Mis saludos y respetos!
Maracaibo; 17 – 12- 2.015.-

Este relato lo escribí anoche mismo, espero que les guste.
¡Saludos muy cordiales a todos!




“Te cuento…”





- Como te venía diciendo, necesito contarte algo muy curioso que me pasó y te pido que me escuches con mucha atención, ya que muy pocas veces me ha ocurrido. ¿Tienes tiempo disponible para escucharme, Carlo…? – El amigo en cuestión estaba en su oficina cuando le llegó esta inesperada sorpresa. Y fue sorpresa, porque en realidad Ricardo siempre lo llama con antelación, pero en esta precisa ocasión, no fue así.
Con extrañeza salió a recibirlo   -ya que se encontraba muy ocupado en sus funciones habituales-   y con mucha pena, le informó que se encontraba algo ocupado, pero que con gusto lo atendería, mas que todo debido a lo curioso que le pareció…Pues siempre lo llama primero a su celular y le consulta, si está disponible…
- ¿Pasó algo grave? Digo y te lo repito nuevamente, y perdona que sea tan repetitivo, pero bueno… ¡Tú eres mi amigo y no puedo dejarte aquí afuera! Además muy poco me visitas. ¡Pasa hombre, pasa! Y me tendrás que perdonar, pero  ¡es que no te esperaba! – El visitante se mostró turbado, y es que en verdad hasta mucha pena le dio, pero es que se le veía perturbado…Y no lo podía disimular.
Así que entró a la oficina.
Carlo es un programador informático, por lo siempre que llegaba lo encontraba en medio de monitores, teclados, piezas sueltas en general, que aunque él no se dedicaba específicamente a arreglarlos, pero tenía a un técnico especializado el cual es el que elabora todo lo concerniente a esta rama de la computación.
El analista de sistema, comenzó a despejar un área para  poder recibir a su visitante, y mientras ejecutaba esa operación, pensó para sí mismo, que esa visita le era muy extraordinaria, y que con toda seguridad escucharía algún tema muy interesante.
Notó a su amigo algo nervioso. Y eso lo hizo sospechar, que algo muy importante se le iba a dilucidar.
- Me da mucha pena chico, pero es que…Debo narrarte esto. Y mientras mas rápido lo haga, pues me sentiré muy aliviado; contando con que con toda seguridad, me dirás tu opinión al respecto.
- ¡Claro que sí! ¡Pero es que ahora sí que me estás preocupando!
¿Es algo muy delicado, cierto?
- Es que me pasó anoche mismo…Y desde que me pasó  ¡no pude conciliar el sueño!
- ¡Vertale, ahora sí que me estás preocupando!
Mira mejor vamos a hacer una cosa, porque mi técnico tiene toda esta área copada.
Y la verdad, él sabrá el por qué deja esas piezas regadas por todas partes; y no me gustaría moverle mucho sus cosas   -no vaya a ser,  que le complique “su orden” ¡qué para mí es un completo desorden!-    Pero bueno… - Se rascó la cabeza, al contemplar que no iba a serle fácil mover toda esa cantidad de componentes.
Y analizándolo bien, decidió que le era mas expedito llevarlo a su propia oficina   -la cual queda en la parte superior-   ¡Pero es que el problema es que al igual que su empleado…Él mismo era igual o peor!
La diferencia radicaba en que él si sabía dónde ubicaba sus cosas…En medio de ese caos de papeles, afiches, documentos, etc.
- ¡Ya sé lo que vamos a hacer! – Le propuso en medio de su rostro algo grave.
- ¿Pero te estoy trayendo problemas…?
- ¿Problemas a mí…? ¡No que va! Lo que pasa es que en un principio, pensé en recibirte en esta zona    -tomando en cuenta que el hombre no está-    pero es que analizando de una manera mas fría y cerebral…Es mejor que nos vayamos a mi propia zona de confort. ¡Lo qué pasa…!
Es que yo también trabajo en una lugar…Digámoslo de esta forma: ¡Sector minado!
Pero tú no te preocupes. Yo conozco bien “mí orden” y sé con certeza…El por qué tengo esto o aquello.
¡Bueno lo importante es que yo mismo me entiendo!
Lo único es que te pido que me tengas un poquito de paciencia  ¡para poder “acomodarte” en un sitio despejado! ¿Ya me entiendes…?
- Mira…Por mí  ¡Ni te preocupes! Tan solo deseo es estar un sitio en donde haya privacidad, puesto que no me gustaría que mas nadie lo sepa.
- ¡Chanfles…Ahora sí que me tienes intrigado!
¿Y pasó en tú casa…?
- Si.
- Pero qué pasó: ¿Te robaron acaso?
- No. – Ciertamente que su “nicho laboral” estaba un tanto peor que el de su empleado.
Pero prefirió no emitir comentario alguno, así que se dedicó fue a contemplarlo, como le estaba despejando un sitio, mientras arrastraba una silla que la tenía ubicada pegada a la pared, a escasos unos tres metros de su propio computador,  pero estaba full de libros, folletos y  ¡quién sabe de qué  mas!
El caso es que sin ponerse a detallar nada mas…
¡Las tiró al suelo! Pronto se escuchó como todos esos artículos caían estrepitosamente al suelo.
- ¡Discúlpame todo este desorden! Pero es que la verdad…Es que soy mas desordenado que Francisco  (El técnico que está abajo.) Lo que pasa…Es que yo soy el jefe  ¡Y a mí se me pasa!
Pero a él… ¡Lo cargo a monte! Porque como podrás notar, la escalera para llegar a mi sitio de trabajo  ¡siempre está full de toda clase de carcazas, de monitores…En fin!  Y siempre tengo que andar con mucho cuidado, no vaya a ser que pise algún chip, o alguna cosa que sea cara.
¡Pero la mera verdad…Es que trabajamos en medio de este caos! ¡Esa es la verdad!
Vente, siéntate aquí mismo, mientras corro a la cafetera para prepararnos un rico y suculento café que a esta hora  ¡nos va a caer a las mil maravillas! – Le extendió la silla, pero antes sacó un pedazo de trapo de algún rincón escondido y procedió a limpiarla de polvo o de suciedad alguna. Su visitante se sonrió en silencio.
- Si ya sé que soy muy desordenado. Y quizás por eso es que no tengo “valor moral” para censurar a “mí esclavo”  ¡pero bueno, lo único importante es que ya estamos ubicados!
Dame un minuto mas, mientras cargo a la maquinita el café y el agua, para que nos elabore esa rica y espirituosa bebida negra. – Ricardo se sentó con toda la comodidad posible, mientras lo contemplaba como se dedicaba a preparar el famoso cafecito.
Vio como una vez que hubo efectuado todo lo  requerido, comenzó a buscar con su vista           -Ricky asumió que andaba buscando las tazas y los respectivos platos,  que en alguna parte se les habían escondido-  Al rato los descubrió y buscó el mismo trapo  (El mismo que utilizó para “limpiarle” la silla a su amigo.)  Y una vez que lo re encontró, comenzó a limpiar cada taza y a colocarla cerca de la cafetera, que para ese momento ya había colado.
- Bueno tú eres mi amigo…Me da mucha pena contigo, pero es que en verdad: El trapo no está tan sucio. No lo utilizo nada mas que para esto.
¡Y bueno! Hay que ganarle tempo al tiempo.
Además, estamos los dos solos. (Y ojalá que mi esposa no sepa esto: ¡Porque se pone como un demonio!  …Ella me acusa de que soy “un poquito descuidado”  Lo mejor es que no se entere de lo que acabo de hacer…Es que se molesta mucho. Le da pena. Pero tú y yo, somos lo mismo. ¿Verdad?) Una vez que hubo llenado cada taza, le pasó la que estaba dedicada a su visita y la otra la tomó para sí mismo, desechando el plato.
- ¡Bueno ahora ya estamos listos! Comienza pues.
Que ya me tienes intrigado… - Se levantó de repente y se asomó hacia la parte de afuera, detalló todo bien y a manera de excusa le agregó…
- Es que creí escuchar que estaban abriendo la puerta de la calle y pensé que o mi esposa o alguno de los empleados hubiesen llegado.
¡Pero no era nadie, falsa alarma!
¡Dale que ya me tienes en ascuas! – Su visitante aprovechó para tomarse unos cuantos sorbitos de ese líquido tan caliente.
Puso su taza a un lado y arrancó de esta forma…
- Te cuento. Yo estaba acostado, cuando a una hora imprecisa…Un extraño sonido me hizo despertar. Me levanté muy extrañado.
Ese ruido me era desconocido (Es verdad.).
Así que salí del cuarto y entré a la cocina.
Todo estaba oscuro y apenas podía distinguir…Por la luz que dejamos prendida afuera.
Ya sabes, en los dos callejones, atrás y en el frente (¿No lo sabes…? ¡Verdad! Si nunca me has visitado.).
Mientras que adentro, todo lo dejamos a oscuras.
Todo estaba bien. No había cambio alguno.
Pero ¿Entonces…Qué fue lo que me despertó…?
Llegué a la sala, y todo era normal.
Me fui a la ventana que da a la calle, en el frente.
Moví la cortina  y miré hacia la calle. Todo normal.
¡Ni un alma pude ver por esos lados!
Sin embargo, me quedé un rato mas allí. Nada extraño vi por ninguna parte. ¿Y afuera? Igual.
La única novedad era, que yo estaba despierto mientras todos   -tanto en mi casa, como mis vecinos-   dormían plácidamente.
Tan solo escuchaba los ruidos propios de la noche. Los grillos. Sonidos de algunos pájaros que de noche no duermen y salen a hacer sus cositas.
Y me dediqué a pensar y a pensar.
Cuando de repente sentí que me estaban tocando por las rodillas…Y me dije a mí mismo…
¿Será algún niñito…? ¡Porque solamente unos bebecitos te tocan por allí! (¿Cierto…?
Y comencé a pensar: ¡Aquí no vive ningún niñito!
¿Entonces…?  …Un frío de muerte me fue escalando de la rodilla izquierda hacia mi muslo, y de allí fue subiendo a mi cintura… (¡Y yo estaba “a chorrito puro”!)
De repente el oyente dio un brinco momentáneo, se le notaba nervioso…Y le dijo casi en grito…
- ¡Ya va, ya va…Dame un minuto…Voy al baño!
Pero ya vuelvo. – Su rostro que normalmente era rosado, lo tenía muy pálido. Iba de prisa.
- ¡Ya vengo, no te vayas a ir, que ya mismo salgo! Disculpa pero me dieron unas ganas de orinar…
¡Ya vengo! – Y diciéndole esto y rápidamente se encerró en su cuarto de aseo.
Ricar se quedó con la boca abierta.
Pero aprovechó para consumirse lo que le había quedado en la taza, que aún se encontraba “algo caliente por cierto” y se dedicó unos breves segundos mientras esperaba que su amigo saliera de la sala sanitaria.
Una vez finiquitada esta tarea. Colocó la taza ya vacía sobre el plato y se dedicó a esperar a que volviera su amigo.
Esperó unos minutos mas, cuando escuchó que ya estaba por salir.
Carlo, emergió de repente. Se dio cuenta, que su oyente había aprovechado para “lavarse su rostro”  y con el mismo trapo, se estaba secando. Lo miró y notó que lo encontraba muy raro y le preguntó…
- Compañero… ¿Estás bien…?
- ¿Quién…Yo…?
- Si tú.
- ¡Perfectamente bien!
- Es que te estoy viendo muy pálido. Y ese no es tu color de piel. ¿Te pasa algo…?
- ¡Estoy muy bien! Lo que pasa es que desde antes de que tú llegaras…Ya tenía ganas de ir a orinar…Pero  ¡se me había olvidado y de repente…Tuve que salir corriendo! (Todo normal. No te preocupes…Yo soy así.)
- ¿Ah ya, pero no estás asustado…?
- ¿Quién yo…?  ¡No chico, no! Lo que pasó ya te lo conté. ¡Es que me da mucha pereza ir a quedarme parado frente al sanitario…No tengo tiempo para esto! Me la paso muy ocupado y cuando de repente… ¡Me hace correr!
¡Es una manía mía! Pero nada mas.
¿Quieres mas cafecito?
- ¿En verdad…? ¡Te quedó riquísimo! ¡Claro que te acepto otro poquito mas! – Carlo recogió la taza y se la llevó al sitio en donde tenía su cafetera. Ricardo notó que estaba muy indeciso.
Miraba de un lado a otro. Y estaba temblando.
Vio como le costaba apuntar bien y por poco, botaba el café.
…Pero no le dijo nada. Esperó con mucha atención.
- Ya voy, es que como no dormí bien anoche, ya que muchas veces me quedo hasta altas horas de la madrugada…Navegando y continuando con mi trabajo. (Es una forma de vida. No me hagas caso.)
¡Ya sabes este tipo de trabajo es muy absorbente! Pero bueno, en ocasiones, me tiemblan las manos.
¡Pero creo que es algún “desperfecto de fábrica”!
¡Toda mi vida, me ha pasado esto! Pero no te angusties mas por mí... Ya pronto debe llegar alguno de los empleados. Mira, te voy a dejar unos minutos, ya que creo que alguien llegó. Déjame averiguar y ¡ya vuelvo! – Y diciéndole esto. Corrió a la puerta y salió de inmediato. Pronto escuchó los taconazos que le pegaban sus zapatos a la escalera metálica. Pudo oírle que tarareaba una cancioncilla en voz alta. Y siguió en su espera.
Tardó unos minutos mas, quizás unos diez.
Tomó uno de los libros y comenzó a leerlo.
Y al poco tiempo, escuchó nuevamente los ruidos cuando ya estaba subiendo. Venía silbando.
- ¡Ya estoy aquí! – Y cuando le vio el libro en sus manos le agregó…
- ¡Muy buen libro, te lo recomiendo!
- ¡Era alguien de tu empresa…?
- ¿Alguien…? No. Falsa alarma. ¡Pero ya no deben tardar en aparecer alguno de ellos! ¿Ya te tomaste el café…? Porque si quieres puedo hacer mas…
- No está bien. ¿Quieres que siga con el relato…?
- ¿El relato…? ¡Ah sí, el que me estabas contando?
- Exacto.
- Bueno…Dale pues. Pero recuerda que en cualquier momento puede llegar alguno y tendré que salir corriendo a abrirle la puerta.
- No hay problema.
- Ok. Arranca pues.
- Te cuento…Cuando me tocaban en la rodilla izquierda, de repente siento que eran como arañazos… (¡Susto!)
Y yo pensé…Parece un gato.
¿Un gato…? ¡Pero si están afuera…Es mas lo vi cuando estaba asomado a la ventana!
…Y a decir verdad…Ya el temblor se me generalizó por todo mi cuerpo.
…Me subía con mucha velocidad. Pronto noté que mis rodillas me temblaban.
Y quise voltearme a ver…Pero es que estaba solito. ¡Allí estaba yo solamente!
- ¿Y qué hiciste pues…?
- Ya vas a ver. Yo me encontraba indeciso    -y no me avergüenzo en reconocértelo-   pero es que me llené de: ¡Pavor!
…De repente, ya no era en la rodilla. Y pensé: ¡Lo que haya sido…Se fue!
Fueron instantes de mucho miedo.
No me atreví a ver ¿Quién era?
…Y el silencio se me hizo mas espeso.
Ya no escuchaba ni a los grillos. Todo era ahora era un misterio, para mí.
Y ya comenzaron a tocarme, pero ahora era en mi hombro.
Me tocaba  ¡una sola vez! (¡Si cierto!)
Y yo le hacía señas de que ya iba a atender, pero que primero me diera la ocasión de indagar si había alguien allá afuera.
¡Pero no pude ver a nadie!
Y en esa ocasión comenzaba a zarandearme ¡ya con mas fuerza! Y  decidí a volverme…
- ¿…Y…? (¿Cuándo vendrán alguno de mis personal…?)
- Y cuando lo hago…
- ¿…Quién era…? ¡Por Dios, dímelo de una buena vez!
- …Era una figura muy oscura. No pude distinguirla muy bien  (¿Ya te dije que todo estaba en penumbras? ¡Ah sí, claro que ya te lo había dicho!) Pero creo que era…Una mujer.
Chiquita. Casi me llegaba al pecho. (Bueno yo tampoco soy muy alto que digamos.)
…Pero de repente, le vi que le brillaban sus ojos.
(¡Qué miedo tenía!)
¡No eran normales! (…Eran muy escabrosos…)
- ¿…No…?
- No. Eran como dos cuencas, abovedadas y en el fondo surgían como dos  cirios encendidos.
Su esplendor era muy oscilante (O sea, para un lado o para el otro, aunque también lo hacia adelante como también para atrás.). Y me miraba de frente… (Y por la forma en que miraba…) - Ricar notó que su oyente ya no estaba sentado. Se movía de un sitio a otro y de repente le dijo…
- Amigo, me da mucha pena contigo. ¡Pero es que me acabo de recordar: Qué tengo un trabajo muy urgente! ¡Es mas dentro de poco me viene a visitar mi cliente, y no he terminado aún!
Me tendrás que perdonar…Pero debo volver a mi trabajo. ¡Y no es que te esté echando…Pero debo apresurarme! – Y diciéndole esto comenzó a invitarlo a que bajaran que tenía que seguir en su faena.
Ricardo se levantó extrañado. Y vio cómo su amigo bajaba a grandes zancadas sin preocuparse por él.
Y lo esperó abajo. Carlo corrió entre tantas cosas regadas y se dirigió a la puerta de salida.
Y lo esperó afuera. Sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo encendió con sus fósforos.
- Perdóname por favor. ¿Te extraña verme fumar, cierto?
- Aja.
- Es que de repente me dan unas ganas de fumar. Y eso que me había comprometido con mi esposa de no volver a hacerlo... ¡Pero ya ves! (Es que soy muy débil…)
…El vicio no me quiere dejar… (¿Y qué mas puedo hacer…?)
¡Bueno amigo mío…No quiero entretenerte mas!
Pero debo volver a mis labores. ¡Pero no te pierdas tanto!  …Yo me quedaré acá afuera, ya sabes mientras me fumo este cigarrillo y así le doy tiempo a que alguno de mi tropa vuelva ya.
¡Pero ya sabes…Puedes volver cuando tú quieras!
¿…Me avisarás primero…? – Y no esperó la respuesta y comenzó a caminar de un lado a otro. Ricardo no le quedó nada mas que irse.
Se fue pensando…Que su amigo no lo había dejado terminar su relato y que ya no sabría su opinión al respecto… (¡Qué broma!)







© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


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