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……Borrador de un cuento……
- ¡Hola! ¿Qué
tal? – Juan llegó tocándole la puerta a la residencia en donde vivía su amiga
de muchos años Vicky y quién le abrió fue el hijo de ella: Pedro.
Al principio
Pedro se quedó sin palabra al comprobar
que era un viejo amigo de su madre, al principio fue su asombro –ya que lo que
menos esperaba era que fuese casualmente él- pero una vez que logró solventar
su súbito asombro, procedió a responderle
su saludo.
- ¡Epa qué
de tiempo sin verte! – Y acto seguido lo invitó a entrar, ofrecimiento que este
evitó tratando de explicarle que no tenía mucho tiempo y que tan solo deseaba
saludarlos y seguir su camino.
- ¿Quieres
hablar con mi mama? – Le preguntó una vez que ya se comprobó que no entraría y
en su caso, salió él mismo y le dio su mano en señal de amistar.
Intercambiaron
unos minutos entre abrazos y risas.
- Mira creo
que o se está por bañar o ya estará en esa faena. Espérame unos minutos
mientras le informo y la tardanza será en que ella salga a recibirte. Por mi
parte, aquí mismo me despido ya que tengo que preparar una gran cantidad de
cosas…Ya sabes la universidad me impone una cantidad de cosas y tengo que
hacer. Además ya estoy muy retrasado. Pero pasa y te sientas en la sala para
mientras ella sale.
- ¡Gracias
hermanito! Pero prefiero esperarla acá mismo, ya sabes y con esto aprovecho
para echarle “una miradita” a mi carrito, recuerda que los malandros de esta
zona no me conocen y no vaya a ser… ¡Tú sabes!
El joven lo
miró y se sonrió y a manera de comentarios le agregó…
- ¡No vale!
Ya a esos los mantenemos “a raya” pasa que no le va a pasar nada a tu vehículo…
- …Burro
amarrado…Leña segura. ¡No te preocupes! Anda a avisarle a tu mama y luego ve a
tus que haceres.
El hombre
esperó hasta que el hijo de su amiga se desapareciera por la sala, rumbo al
cuarto de su progenitora y luego se paseó con su mirada esa misma sala en donde
años atrás había departido con tan bella familia.
Reconoció
ciertos cambios ocurridos allí mismo. Nuevos muebles. Nueva pintura. Nuevos
cuadros. Como también reconoció otros muebles que en antaño él mismo había disfrutado.
Pasaron unos
segundos y volvió su atención hacia la calle. Caminó unos diez metros y
contempló desde esa distancia la fachada de la residencia.
- ¡Hermosa
fachada! – Se dijo a sí mismo. Observó a los pocos transeúntes que por esa hora
pasaban por allí –han de ser los mismos vecinos- se dijo para sí.
Quiso saber
la hora y consultó con su reloj de mano…Eran: 9: 31 minutos de la noche.
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(Cosa que poco entiendo, pero que muy poco sé de este tema. Tan solo lo único que hago es escribir.)
A todos los que me leen: ¡Muchas gracias!
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