“Un día cualquiera”
“Relatos
de un jovencito…”
- …Recuerdo cuando
apenas era un chavalito, de quizás unos…Once, ¡no! creo que doce años…Eran si
acaso después del mediodía.
Y apenas estaba
saliendo de mi escuela.
Fui uno de los últimos
–eso creía, en ese momento- y al llegar al portón grande noté que ya no habían
mas estudiantes –pues ya todos se habían ido- y en ese momento se me ocurrió
mirar hacia la dirección en donde se marchaba una linda y hermosa compañera –Estudiaba
sexto y yo apenas estaba en quinto de primaria- e iba a una cuadra…
¡Era Pilin! La
chica mas bella del todo el colegio –yo lo aseguro- e ¡iba sola! ¿Sola?
¡Es mi
oportunidad! ¡La voy a aprovechar!
¡Algo se me subió
desde abajo hasta mi garganta!
Y súbitamente se me atoró.
¡Mi corazón se
aceleró a unos quinientos mil kilómetros por segundo!
¡Y comencé a
temblar preso de una extraña emoción! ¡…Y me sentí a millón!
¡Mis piernas
comenzaron a caminar detrás de ella! ¡Voy tras ella! –Me dije.
Seguramente ese
torrente de adrenalina, me impulsó. ¡Y me vi acelerando el paso!
¡Ansiaba
alcanzarla…Para decirle:
Hola…Siempre te he amado!
¡Dame una
oportunidad!
¡Por favor…No
camines tan rápido!
(Ella al parecer
adivinó mis pensamientos –porque de una forma muy extraña se percató de que la
estaba siguiendo- y se volvió para verme mejor.)
- ¡Oh no! –Exclamé
aterrado- ¡No, no puede ser…
Me descubrió!
– La reina al descubrirme...
¡Detuvo su rápido
andar! Y se plantó a esperarme…
Y allí estaba…Me miraba…
¡A mí! ¿A…Mí…? ¡No
puede ser!
¡No supe qué
hacer! ¡Qué rayón…!
¿Y ahora cómo le
explico que voy tras ella…?
No tengo excusa…
¿Y qué le puedo decir?
¡Me quedé mudo,
sordo y quería estar ciego!
¿Y ahora qué puedo
hacer?
¡Qué me parta un
rayo o que se abra ya mismo la tierra! – Me encontraba temblando con
movimientos muy desordenados.
¡Hasta perdí mi
don del habla!
Mis quijadas tiritaban ¡sin poderlas controlar!
¡Comencé a sudar a
borbotones!
¡…Y me detuve! ¡Me
quedé mirando asombrado la mas alta rama que pude encontrar!
Ella me miraba
asombrada…
-Creo que quería
charlar conmigo- Pero casi que me orino mi propio interior –y ¡mi pantalón
también!
(Debo reconocer
que soy muy timido. ¡Demasiado!
Y no estaba preparado para esto.)
El caso es que así
nos encontrábamos.
Ella esperándome…
¿Y yo?
Contemplando una
rama que en nada me ayudaba, ¡porque ni pajarito tenía!
Debo reconocer que
me sentí muy humillado.
No tuve el valor
de llegar a ella.
Y así
transcurrieron unos minutos –Y pude notar que me miraba- ¿Y a quién mas podía
mirar…?
¡No había nadie a varias cuadras!
…Pero se cansó de
esperarme…
Y comenzó a
caminar.
¡Me alegré! ¡Uf qué
alivio!
Ya me empezaba a
odiarme a mi mismo.
Por el ridículo espectáculo
al que me estaba sometiendo esa ¡desgraciada timides mía!
Esperé a que se
alejara unos metros y cuando ya me comprobé que se estaba yendo…
¡Me envalentoné y
volví tras sus pasos!
- ¡Ahora si!
¡Ahora le llegaré y le confesaré mi Amor! ¡Porque la adoro!
¡Es la mujer mas
linda que…!
-¡Horror…!- Me
seguía con el rabillo del ojo…
Y de repente…Bajó
la velocidad…
Y de repente…
Caminaba un pasito…Se
detenía…
¿Y yo…Ahora qué
hago?
…Creí que me daría ¡un ataque al
corazón!
Todo se me nubló.
Instantaneamente
me volví a llenar de terror.
¡No otra vez no! –Volví
a despreciar mi timidez!
¿Hasta cuándo yo…?
Pero no pude
disminuir mi marcha…
La alcancé en
menos de… ¡Segundos….!
Y por el rabillo
de mí propio ojo…
La vi, que me
estaba esperando.
¡Quería hablar conmigo!
¿Conmigo…Y de qué?
¿Qué le puedo decir?
¡Si temblaba y
estaba siendo presa de mi propio pánico! ¿Y…Y…? ¡No! ¡No!
¡Y fue cuando
comencé a correr!
¡Y corrí y me le
desperdigué en cuestión de…
No lo sé!
Había recorrido ya
unos dos…Cinco o quizás ¡cien kilómetros! ¡Nunca lo supe!
¡Estaba jadeante! …desmoralizado…Ya que había echado por la borda ¡la
oportunidad de mi vida!
Mi respiración
estaba profundamente acelerada.
Tosí.
Me dio ataque de
tos y de ¡nervios también!
Y cuando volví mi
rostro…
¡Ya no la pude ver
mas!
Con problema para
poder respirar bien, me escondí detrás de una cerca…Hasta que pude recuperarme…
Comencé a
analizarme. En verdad me provocaba caerme a cachetadas –y me dí ¡unas cuantas!-
Pero ya no pude hacer mas nada.
Mis piernas me
temblaban y casi que me orinaba… ¡Qué horror! ¡Qué humillado me sentía! ¡No
puedo creer esto! He tenido que huirle ¿al Amor de mi vida?
¡No me lo puedo
perdonar!
¡Me provoca
guillotinarme, fusilarme o ahorcarme yo mismo! – Y sin que mas nadie me ayude-
Y en mis añoranzas
me encontré haciéndome una muy formal promesa:
…Me comprometo a
que la próxima vez, si tendré el valor necesario para decirle,
¡Para gritarle: Te
amo! ¿Y qué…?
Pero la mera
verdad es que no le temo a ella…
Le temo a mis temores, a mis miedos…
¡Perdoname…Pero la
próxima vez, si que lo haré!
¡Te lo juro!
Bernardo Enrique López
Baltodano – belbaltodano-
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