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sis
“¡Mis velas siguen encendidas! Valió la pena prenderlas y elevarles oraciones a mis santos
ladrones. ¡Tengo la bendición Divina! Nada ni nadie, podrá conmigo. ¡Y al que
se me atraviese…Le rajo la panza!”
Siempre pendiente de su entorno, receloso
siempre. No estuvo tranquilo hasta que no se comprobó a sí mismo, que todo
seguía bajo su control. Sonrió.
“¡Sigo siendo un Dios en la oscuridad! El que
me ve, ¿A mí?
Nadie me puede ver. ¡Estoy enmantillado!
¡Soy invisible! ¡Sigo dominando en la noche!
En la oscuridad, soy un verdadero maestro del sigilo. ¡Nadie puede
conmigo…Nadie!”
Recordó que su madre – ¡Dios la siga
bendiciendo siempre en su Santa Gloria! – Siempre lo ha prevenido.
Y es que gracias, a los golpes, pudo
aquilatar la verdadera sabiduría de su santa madre.
…La verdad es que nadie aprende, en cabeza
ajena. Le costó mucho, pero a la final, la asimiló…
“Como
tu trabajo es de mucho riesgo. Antes de salir, encomiéndate a tus santos y a
Dios, por sobre todas las cosas. ¡Y ya verás los resultados!” – Se lo dice siempre.
Lo fastidiaba con la misma cantaleta.
Y él siempre, se burlaba de sus creencias.
Pero con el duro trajinar de su oficio. Una y otra vez tuvo que admitirlo.
Poco a poco se verificó a sí mismo, sobre la
sabiduría de su madre.
Los golpes, son los que te van enseñando. Una
y otra vez. Y si no lo quieres entender…No importa. Siempre te van a golpear.
- ¿Vas a seguir siendo terco? – Sin cesar, se
lo recrimina.
Ciertamente es igual, como lo es su propia progenitora. La
terquedad es su signo.
Pero la contundencia de las verdades que le esgrimía,
a la final lo desarman.
- “¡Un día de estos, te van a matar como si
fueras un perro!
Atiéndeme hijo, mira que a tu santo Padre, lo
mataron por eso mismo.
¡Nunca me hizo caso!
Y ahora, está enterrado y quien sabe en dónde…
Porque ni eso, me permitieron los malditos polizontes.
¡Lo mataron y ya!”
Era un niño apenas. Y llegando de la calle,
escuchó los quejidos de su madre.
Y fue en ese momento, que supo que tenía un
padre. Le llegaban a avisar su deceso.
Y en ese entonces, sintió una especie de
alegría pero aún así, el ya cerciorarse de esto no le cambió su vida. Por lo
que realmente fue un paso sin ningún tipo de trascendencia en su vida.
Realmente nunca supo a ciencia cierta, quien
era su verdadero progenitor, ya que varios se le presentaban como tal.
Uno que otro, le daban algo.
Algún caramelo o un cocorrón.
O un empujón. Aunque generalmente…Lo echaban
a un lado ignorándolo.
Pero en cuanto se encerraban con su madre en
su cuarto…Ya ninguno le prestaba atención.
En muchas ocasiones, se le antojaba que más
bien…Como que sobraba.
Verdaderamente…Nunca lo sintió cerca. Ni de
lejos.
Así que para él: ¿Viviera era lo mismo que
estuviese muerto…? ¡Jamás le importó un comino!
Siempre llegaba y escuchaba ruidos extraños que
provenían del cuarto de su madre.
Más adelante, se percató de que esos ruidos
eran producidos por hombres, quienes su madre atendía en la comodidad de su
cuarto.
A él y a su hermano menor, siempre lo sacaban
de la casa diciéndoles que fueran por
ahí, o por allá. Allí realmente arrancaba su deambular sin sentido. Al
principio, sentía mucho coraje cada vez que veía a hombres extraños, pero como
eran tan frecuentes…
Solamente podían permanecer, su madre y su
hermana, la Machala.
Los hombres al llegar…A ellos dos, los
sacaban.
Y como venganza él se armaba de piedras y
tenía que botarlas, ya que los hombres eran mucho más fuertes y poderosos que
él. No tenía sentido enfrentárseles y en esas confrontaciones con seguridad, siempre saldría perdiendo.
Desde ese entonces comenzó a acariciar
siempre la única opción que entendía y esta era: “Apostar siempre al Ganador”
“No es mi tiempo” se repetía en cada ocasión.
Y era tanta su furia que arremetía contra indefensos pajaritos o contra la mata
de mango o la de guayaba que estaban cerca de su vivienda.
Siempre esperando su momento, soportó todas
las vejaciones que sentía cuando era desplazado de su propio lar.
Su hermana mayor, era hermosa. Siempre
custodiada y perseguida por muchos galanes.
Por lo menos eso se lo creía, ya que siempre la veía
rodeada solamente por hombres.
Pero poco a poco y con el correr del tiempo,
comenzaba a marchitarse.
¿Pero, por qué sería eso?
Ya era un hombre. Todo un profesional en su
área. Y en estos momentos, ya lo entendía.
Y es que las mujeres que se dedican, desde
pequeñitas a “Atender y comprender” a los hombres, se van chupandito y tienden
a secarse.
Muchos pensamientos, se le agolpaban en su
discurrir. Y es que no podía evitarlo.
Estos momentos de vigilia se prestan a que
sus ideas salgan y florezcan en la plenitud de su raciocinio.
Tuvo que serenarse y volver a su momento
actual. Es preciso no confundir los
pensamientos con la acción y éste es el momento de su accionar.
Miraba insistentemente, hacia la puerta en
dónde apareció y luego desapareció el borrachito de Lucho.
“Tu Diablo borrachito, te salvó de morir con
la panza abierta y con tus vísceras afuera. ¡Aprende a no meterte en mi
camino!”
Y recordó nuevamente a su madre. ¡Qué bien
que le hizo caso!
Hoy en día. Antes de emprender un trabajito
como éste, se prepara a conciencia.
Compra una caja de velas. Visita a su brujo, y se le encomienda.
Y ya, hasta está predispuesto a gastar en todo lo que le pidan.
Ya no escatima en gastos.
- ¡Son mi mejor inversión! – Se dice muy
contento a sí mismo.
Ya la experiencia de muchos trabajos anteriores,
así se lo confirman.
Hoy en día, hasta se siente que pasa como “Un
fantasma”.
Nunca lo han podido percibir.
Y esto
es muy bueno para su negocio. ¡Éxito
total!
Se da hasta el lujo, que como en esta ocasión.
Dominar a todos los animales.
“…Estoy en mi elemento…Y aquí soy un Dios.
Más pequeñito que mi Diosito. Pero pronto
creceré y seré mucho más poderoso de lo que soy actualmente. Sólo es cuestión
de esperar…
¡…Pero reino…La oscuridad es mi coto de caza
y aquí prevalezco sólo yo!”
Complacido miraba todo su entorno. Parecía un
ventilador, giraba su cabeza hacia todos los lados. Al igual que sus orejas.
Todo lo dominaba.
Y esa sensación de dominio, lo embargaba.
Sintiéndose como todo un Lord. Se agraciaba
en contemplarlo. Se erigía como tal vez lo hacían las águilas. Quienes
posándose en lo más alto. Dominaban vastas regiones.
Cachirulo era muy jovencito aún. Quizás tendría unos veinte y
algo de años. ¿Su apariencia? Era la de un muchacho que disfrutaba su
adolescencia a plenitud. ¿Su altura?
Mide unos ciento sesenta y seis centímetros de
estatura.
Muy delgado. Más bien huesudo. De tez, sumamente
blanca. Su piel, muy lozana.
Refleja salud. De rostro, más bien agradable.
Muy bien parecido. Su nariz, es bien
perfilada. No usa ni barba, ni bigote. Cuida muy bien su forma de vestir. A
muchas chicas, les parecía que era más
bien guapo.
¡Un atraco a mano armada! Y abiertamente lo
perseguían con la intención de hacerlos su novio.
Sus ojos, de color azul cielo. Jamás nadie,
podría ni remotamente encuadrarlo dentro de su mundo tan tenebroso. Y el que no
lo conociera bien, nunca podrían aceptar, que en la oscuridad era un rey. Y que
como tal ejercía su poderío. Sin importarle nada, ni nadie.
Inspiraba confianza. Y muchos, lo apreciaban
como si fuese un muchacho bueno, que debido a que nació de una mujer muy
promiscua y de muy malas compañías.
¿Pero qué culpa puede tener, un chico así?
La verdad, es que nadie puede escoger a sus
progenitores.
....Este relato continuará.....................................................
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