(Este es un cuentecito cuyo epicentro está en
una creación netamente literaria: Cualquier parecido con la realidad es una
mera fantasía.)
En un barrio de los más pobres en un pueblo de
los más paupérrimos, se desarrolla este pequeño relato.
Humberto
es el guapetón de la cuadra. Todo el tiempo se imponía o bien por la fuerza o
por la malicia. Y sin importarle nada ni nadie, era capaz hasta de enterrar
viva a su propia madre.
En una y otra vez, por medio de artilugios,
de engaños y trampas, lograba que el resto de sus vecinos hicieran todo cuanto
se le antojaba.
- ¡Aquí se hace lo que yo mando! – Gritaba sin
ton ni son. Y los demás chicos callaban y permitían todo cuanta locura se le
ocurriese llevar a cabo y no era que le temían, no señor. Más de una vez
Humberto se vio precisado a echarse para atrás, ya que cuando sentía que la
presencia que se le interponía podía vencerla… ¡astutamente; resolvía dejarlo
así!
En vista de que ya varios de los que vivían
allí estaban comenzando a reunirse con la finalidad de hacer causa común y de
esta forma anular las pretensiones de esta desadaptado social; Humberto al
enterarse resolvió de manera casi automática buscar el apoyo de los otros
guapetones tanto de este barrio como de sus vecinas barriadas.
Y como los iguales siempre se unen, logró
concertar “uniones preventivas” y lograr de esta forma anular las intenciones
de sus enemigos.
El caso es que ya Humberto, logró el apoyo de
toda la población “de desadaptados” y de todos sus adscritos a ellos. Pronto
tuvo el apoyo requerido. Ya no se sentía ni solo, ni mucho menos huérfano. Ya
estaba guapo y apoyado por todos sus pares.
- ¡Yo les prometo el sol y la luna! Y todas
las riquezas serán de ustedes, ¡pero tienen que pelear por mí! ¡Mis enemigos me
quieren muerto…”y yo les decreto lo mismo!”
Las masas negras, brillaban de odio; la avaricia
y el tesón de apropiarse de todas las cosas ajenas…los obnubilaba.
Los chamacos que trataban de aplacarlo,
pronto se vieron sitiados y él les prometió lo siguiente:
- ¡Si ustedes se me oponen…los destruyo! ¡Déjenme
para adecentar mi barrio! ¡Y los que no estén de acuerdo conmigo…se pueden
largar pero ya!
- …Nosotros lo que queremos es la paz… - Le
propuso Jaime uno de los buenos habitantes de allí.
- ¡El que se meta conmigo; se llevará todo el
peso de mí Ley! ¡Yo les prometo que jamás lo tocaré, jamás! ¡Y el que no esté
de acuerdo conmigo…qué se vaya!
Después de tantas demostraciones de guerra y
de que sus intenciones era hacer un buen gobierno, los del bando de los
tranquilos, se comentaban entre sí:
- …Bueno Humberto jamás se ha metido conmigo…
- Aclaraba una y otra vez Jaime.
- ¡…A mí nunca me ha gustado la política!
¡Eso es sucio! ¡Apesta! – Apostillaba Juan una y otra vez.
- ¡Les pido un voto de confianza! ¡Jamás los
defraudaré! – Gritaba muy eufórico.
A la final, como todos pensaban lo mismo,
decidieron dejar las cosas así.
Una vez tomada esta decisión, se disolvieron
y trataron de no prestarle más atención.
Humberto utilizaba los consejos del
comandante de la isla que sostenía una y otra vez, que debían apresurarse.
Debían tomar todos los poderes o por las buenas o por las malas. Todos los
estamentos de la Ley, debían ser sometidos a su arbitrio. Tomaban posesión de
todos los recovecos. Nada dejaban al azar.
Pronto todos los poderes estaban bajo sus
botas. Todo quedó muy bien amarradito…pero necesitaban legitimarse…
- ¿Y cómo lo lograremos? – Les preguntaba
Humberto visiblemente preocupado de que todo se le escurriese de sus manos.
- ¡Hagamos elecciones! – Le propusieron sus
socios bandoleros.
- ¿Y si nos ganan? – La pregunta resonó sin
autor conocido. Pero todos quedaron extáticos. Realmente cabía esta
posibilidad.
- Haciéndoles trampas… ¡Jamás ganarían nadie
más que nosotros! - Todos aplaudieron. Ya
tenían la solución esperada. Así que se abocaron a dominar los pocos espacios
que quedaban…El control de las elecciones.
Pronto llamaron a elecciones…una vez que todo
lo tenían muy bien amarradito y a su entera satisfacción. Una y otra vez ganaban…ya
antes de empezar ya se sabían sus ganadores. Pronto comenzaron las voces de
protestas. Pero ante la majestad de sus leyes…perdían. Fracasaron todos sus
intentos. Decidieron acudir a otros pueblos; a otras naciones…siempre perdían.
Cambiaron todas las leyes. Deshicieron todo
lo establecido. Invadían empresas productivas. Invadían propiedades privadas.
Sometieron por el imperio de sus leyes a todos sus adversarios. Pronto
comenzaron a esclavizar, someter, mancillar a sus oponentes. Y todo dentro del
marco de sus leyes. Legalmente eran imperdibles.
Cuando se creyeron imbatibles en su patio,
comenzaron a tratar de someter a sus vecinos. Descubrieron que dentro de sus
límites, había muchos nichos repletos de oro, cuarzo, oro negro y todo tipo de
riquezas. Todo se lo repartían. Pronto aparecieron nuevos multimillonarios.
Viajes y muestras de poder económico se hacían patentes una y otra vez.
La plenitud de sus arcas y con sus chequeras
repletas… Chantajeaban a propios, extraños y a sus vecinos. Todo lo querían
someter a sus botas. Guapos y apoyados. Pasó más de una década de mando omnímodo
total y devastador.
Pero cuando ya estaban casi seguros que hasta
Dios, tenía que someterse a sus pretensiones… ¡Se muere Humberto! ¿Qué broma
no? ¿Y cómo es que se murió…así cómo así? ¡Imposible! Esto debía ser obra de
nuestros enemigos. ¡Humberto era nuestro propio dios! ¡Nadie más podría hacerlo…Sólo
él!
Pronto se desvanecían en sus tenebrosas
pesadillas. Menos mal que él mismo se tomó la molestia de señalar con su
macabro dedo a uno de los suyos. ¡Es más en cadena radial, televisiva y hasta
de cine: Lo designó…! Su sucesor es y será: ¡Nicanor!
Pronto toda la maquinaria diabólica se enfiló
a obedecer esa: Funesta orden.
¡Todos debían sumirse en “su mandato”! Todos
tenían que apoyarlo…era el único designado por el dedo del pronto “sepultado líder”
“Nicanor es todo A M O R” “Su corazón arropa a todos…”
Y van a elecciones ¿Y quién gana?: ¡Nicanor
es el hombre!
Una vez sentado y proclamado como: “La única
voz allende y aquende”
Todo fue sometido, todos sus resortes
funcionaron a la perfección. A pesar de las protestas. Todo estaba consumado y
muy bien atado. Ya del muerto, poco se habla, solo de él quedan sus recuerdos.
Pronto será elevado a los más Grandes y Sagrados de los Altares de la Vida
Mundial. Todos deberán reverenciarlo. Esa es su orden. Un Dios nuevo y más
poderoso ha emergido de la nada. Y todos deberán inclinarse…so pena de…
Pero algo pasa con su elegido. No logra
contentar ni a su familia. Nuevas garras salen a florecer. Los que ya se
llenaron, no quieren darle paso a los nuevos del elegido. Confrontaciones van y
vienen. Nadie quiere ceder su cuota de poder.
¿Qué pasará a partir de ahora? ¿Los nuevos
tumbarán a los ya instalados? ¿El héroe solo queda como referencia…y su familia,
cómo queda en todo esto?
¡Qué broma de las ironías…todo tiende a
quedarse en este mundo! Y hasta ahora nadie ha podido llevarse nada al otro
mundo. ¿Qué pasará ahora…?
¿Y ahora...quién podrá defendernos...?
Me encanta buen texto... felicitaciones amigo escritor esta espectacular....
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