Google imagenes - La Victoria vista desde la autopista Regional del Centro - Venezuela
“En mis recuerdos…”
En mis recuerdos
evoco…Cuando era un chavalo y vivía en La Victoria vía a Zuata en un
parcelamiento llamado “El Rodeo”
Era un conjunto de
haciendas pequeñas, mas bien parcelas productivas en los ricos y fértiles
valles del edo. Aragua.
Cuando llegaba en el
bus, después de mis clases en el Instituto “Ricaurte”, me bajaba frente al
club: “El Rodeo” y me dirigía hacía una vía sin asfaltar, que me llevaba
directamente a la propiedad de mi viejo.
Una parcela de dos
hectáreas cuadradas.
Quedaba en una esquina,
a nuestro lado había al principio una hacienda en la que sembraban cambures y
plátanos, nos separaba era una vía que iba hacía la propiedad de un isleño que
tenía una granja de conejos y a la cual, después de vivir allí me vi precisado
a hacer amistad con el dueño, ya que sin su autorización no podía subir a una
montaña que estaba a su fondo.
Mejor dicho su
propiedad, lindaba con las faldas de esa imponente elevación -la cual al parecer era alrededor de los dos mil metros de altura- y que en aquella época solía subir.
Me recuerdo que en
cierta ocasión me llevé a mi perro un pastor alemán, de escasos diez y seis
meses de edad.
Al principio era muy
fogoso. Pero en la medida en que subíamos…El animal comenzó a jadear y a tratar
de respirar, pero lo elevado se lo impedía. Me quedé a su lado, tratando de
reanimarlo, pero en verdad: ¡Estaba agotado!
(En ese momento me
lamenté enormemente habérmelo llevado, pensé que se me moriría allí mismo.)
Al esperar por mucho rato,
decidí dejarlo allí y continuar mi camino, en vista de la negativa del canino
en seguir escalando en mi compañía.
Recuerdo que cuando
llegué a la cima, la soledad me acompañaba. Fuertes vientos me indicaban que
allá en lo alto, nada impedía su fuerza natural…Hasta llegué a exhalar “humo”
de mi boca y eso me entretuvo por un rato largo…
Pude ver una imagen
inmensa: ¡Una Cruz!
De mas de tres metros
de altura.
En un principio me
desilusionó -pensé que mas nadie lo
había logrado, hasta ese momento- pero
al contemplarlo con detenimiento me entró un mar de dudas, recuerdo que comencé
a analizar:
¿Cómo habrán logrado
llevar todo ese aparataje de hierros…?
Sin lugar a dudas, tuvo
que haber sido una enorme proeza. Traté de visualizar…
¿Cuántas personas subieron
esto…?
¿Cuánto pesará…?
Sin duda que
¡bastante!
…Una vez que logré
descansar por tan enorme esfuerzo, comencé a bordearlo.
Pude ver una hilera de
carros que venían en una dirección.
- ¡Parecen hormiguitas!
Me dije en medio de mi encanto. Noté que venía en bajada.
Y el otro canal, venía
muy disparejo.
- ¿De dónde saldrán esa
cantidad tan grande de carros…? Me preguntaba mientras lo contemplaba.
(Después hablando con
mi padre y al narrarle este hecho, me informó que con toda seguridad todos esos
vehículos saldrían de: Caracas -la
capital de Venezuela- ¡Ah caramba! Le respondí emocionado.)
El caso es que esa
incursión era un día viernes y para ese momento, serían como las diez a once de
esa mañana.
Aproveché para
terminarme la poca agua que me quedaba en mi cantimplora.
Ya cuando había pasado
mas de una hora, allá arriba, comencé a prepararme para mi bajada, mis muslos
temblaban y mis batatas también (¡Bailaban solas!) me anunciaban sus quejas por
tan enorme esfuerzo.
Me masajee lo que pude
y me recordé de mi perro…
- ¿Estará esperándome…?
…O estará “aventado”
con las patas arriba…
¿Se habrá ido…? (No
sabía en qué pensar.)
Una y otras
interrogantes se me aglutinaban en mi mente. Traté de visualizar a La Victoria,
pero esa masa de montañas me lo impedía. Así que ya habiéndome dado “todo un
banquete visual” me dispuse a bajar.
Con cuidado -me informaron que tuviera mucho cuidado con
las culebras- así tomando todas las
medidas cautelares, procedí con mi tarea.
En cuestión de una
media hora, ya había descendido algo, cuando pude ver a mi canino, se
encontraba a lo lejos, y pude ver que ya no jadeaba tanto.
- ¡Ah qué bien, me
esperó! – Grité lleno de euforia, asegurándome que yo también hubiese hecho lo
mismo por él.
Cuando llegué hasta él
cuadrúpedo, este me miró largamente, pero sin mostrarme mas alegría que moverme
su cola.
Lo saludé con mucha
euforia y lo insté a que continuáramos juntos el descenso.
Debo reconocer, que no
fue de su total agrado.
…Pero me obedeció.
Como tenía que
sujetarme con alguna piedra o alguna otra cosa, andaba con mucho cuidado.
De repente pude ver
“piel de culebra” desperdigado por allí o por acá.
Le indiqué a mi
guardián que anduviera con mucho cuidado, ya que nos podía salir una serpiente
o una “cuatro narices”
- Me han informado que
hay una especie de serpiente que la llaman “escupidora” ya que lanza su veneno
a los ojos. ¡Hay que andar mosca, Káiser! – Le prevenía a mi dog, por supuesto
que no me respondía, pero era mi acompañante y algo debía hablar (Me entretenía
conversándole mientras él movía su cabezota de un lado a otro, como tratándome
de decirme: ¡No te entiendo!) y al hacerlo, le daba mas brío a mi momento.
Cuando ya comenzamos a
llegar “a la falda” de esa montaña, me encontré nuevamente con “el isleño” -un hombre que utilizaba unos lentes
inmensos y acompañándolo…Su inseparable cigarrillos- y viéndome fijamente me dijo:
- ¿Y te llevaste a ese
pobre perro…?
- Es mi compañero.
Además él me acompaña a muchas partes. – Él lo miró y moviendo su cabeza de un
lado a otro, se compadeció de tan noble animal y pasados unos segundos de
inspección, me agregó…
- Pudiste reventarlo.
No lo vuelvas a hacer.
- ¿Usted cree…? – Le
consulté y me recordé que casi se me muere y se lo narré.
El conejero en medio
del humo de su cigarrillo, me dijo…
- Ese es un animal
“pura sangre” de raza pura y no está preparado para escalar esa montaña. Es muy
empinada. Muy peligrosa y agotadora. Yo te dejo subir, pero no vuelvas a
traértelo. Me da mucha lástima. ¡Pudiste matarlo, reventarlo! No lo vuelvas a
hacer…Por lo menos, si te veo, no te lo permitiré nuevamente. – Me despedí del
amable vecino, y le prometí que no lo volvería a hacer. Pensaba que había sido
demasiado con exponerlo, así de esa forma.
Horas después, cuando
llegó mi viejo, le dije todo lo que había pasado y me dijo…
- El hombre tiene toda
la razón. Ese animal es un vigilante, ¡muy bueno como guardián!
Pero tal como te dijo,
no nació como tú, para estar escalando montañas.
¿Y no viste serpientes?
- Ahora que me lo
preguntas, pues sí. Vi unos cuantos caparazones de piel.
- Es muy peligroso.
Debes tener mucho cuidado y cuando vuelvas a escalarlo…Procura llevarte un
machete o algo que te sirva de arma, por si acaso… - Entendí que el relato en
cuestión lo preocupó mucho.
Días después, y antes
su acoso, le tuve que repetir que tomaría todas las precauciones que el caso
ameritara.
…En verdad, lo escalé
muy seguido.
En la primera
ocasión…Llegué con “la lengua de corbata”, pero en las sucesivas, no.
- ¡Ya lo estoy
dominando! – Me alentaba con el ánimo muy alto.
Volví a hacerlo, otro
viernes, pero comencé después del mediodía…Y para cuando llegué a la cima, era
ya de tarde; como las cinco y me quedé allí para presenciar cómo los autos que
salían de Caracas
encendían su luz…
- …Es tarde. – Me dije, tendré que bordear al
isleño, ya que si me ve… ¡Se me va a enojar!
Así que tomando todas
las medidas cautelares, pasé cerca de su casa…Serían ya como las siete de la
noche.
- ¡Bueno, ahora me
queda contentar al viejo! – Me dije cuando llegando a la casa, vi las luces
encendidas.
Pero venía muy
satisfecho. ¡Me di el tremendo gusto de ver esa enorme caravana de carros salir
de la capital! -Fue mi triunfo- Quizás muy tonto, pero para ese entonces, me
pareció ¡enorme!
…Aunque temía que mi viejo “me sonara las
nalgas” por estar exponiéndome sin ninguna necesidad…Pero ¡bueno!
¿Qué mas podía hacer…?
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
El autor recomienda:
Bernardo
Enrique López Baltodano (Belbaltodano): Una mirada...
http://belbaltodano.blogspot.com/2015/03/una-mirada.html
Nota:
Lamento profundamente en la terrible situación en que se encuentra sumergida mi patria: ¡Venezuela! Tierra de libertadores.
Hoy se encuentra postrada, en estado muy deplorable.
¡Ruego Al Altísimo que se apiade de nosotros, su pueblo!
Mas pronto que tarde, volveremos a brillar después de tantos y tantos años de vejámenes y de humillaciones.
Tan solo cuando la inmensa mayoría acepte lo inevitable...Quiera Dios que volvamos a la Democracia. ¡Vía Dios Nuestro Creador!
NO CREO EN POLÍTICOS, NI EN MILITARES QUE "SE VISTEN" DE POLÍTICOS...CREO EN DIOS, SOLAMENTE EN ÉL.
No hay comentarios:
Publicar un comentario