Imágen: Google imagenes.
“Para él… ¡Es así!”
Para mi amigo Néstor, las
cosas eran como él las decía, y si no, sencillamente no le servían.
Él era un poco mayor que
yo, delgado de apariencia mas bien: débil.
Trigueño claro, de corto
peinado y se echaba el cabello hacia atrás (¡Y con una cara de menso…! ¡…Pero como tenía suerte con las féminas!).
Con una sonrisa muy pronta.
Un poco reservado, pero
en cuanto se sentía “en su patio” era
muy jocoso y dicharachero.
Pero eso sí: “Cómo él
decía” que se debía hacer; de lo
contrario, daba media vuelta y se retiraba
-cuando veía que sus esfuerzos eran improductivos a su causa- sin mediar palabra alguna daba “pie con
polvorosa”.
Y después no daba marcha
atrás.
Era inflexible y “un
hueso muy duro de roer”
En aquella ocasión, uno
de sus hermanos: Tony me informó que este, se había ido a las milicias y que
volvería en unos meses.
Que tomó su decisión, sin
consultar con nadie, ni con su padre, ni con su madre y mucho menos con sus
hermanos; sencillamente una buena mañana se levantó y salió, como si nada
estuviera sucediendo.
Después los llamó por
teléfono, y les informó que ya estaba en la Academia Militar y que ya había
sido admitido. Así de sencillo.
Su madre lloró
desconsoladamente, su padre rabió y se quejó de “qué clase de hijo, ¿hace eso?”
Pero mas nada. ¿Y qué mas
se podía hacer?
Luego pasados unos días,
llamó a su padre, para que le enviara dinero para poderse comprar la ropa
interior, y su padre movió cielo y tierra, consiguió el dinero y se lo
depositó.
¡Hasta allí! Le informó
que con el primer sueldo que él ganaría
-ya como suboficial-
aprovecharía para devolverle su dinero.
(¡Qué suerte tiene ese
desgraciado!)
Bueno, dejé de verlo por
ese tiempo.
Un buen día, se apareció
en mi casa.
Venía “uniformado de
militar” (…No cabía en su “Atuendo de Cadete”) con unas tiritas en su uniforme
que lo identificaba como “activo”, su sonrisa era muy amplia.
(¡Fanfarrón, echón!)
Y se consideraba que
estaba en el cielo, y así me lo hizo saber. Me informó que le estaba yendo
¡súper! Y que en cuanto se graduara, ya
sería como: “sub-teniente”
Bueno, pensé que de
acuerdo a su relato, ¡ya tendría su vida
asegurada! Puesto que estaba donde
deseaba estar…Con poder y ¡además le
comenzarían a pagar!
- ¡Estás hecho! - Le felicité y el ufanado se hinchaba como un
sapo.
(¡Horrible el malparido!)
Esa tarde, me dijo que lo
acompañara ya que había visto una damisela muy hermosa y me dijo…
- ¡Es blanca como la
leche!
¡Bella como una flor!
Y su sonrisa me ha
cautivado.
No puedo seguir “sin
estar con ella” – Yo lo miraba emocionado, ya que muy pocas veces lo había
visto así de atolondrado y sin pensarlo mucho, le afirmé que lo acompañaría.
Como en efecto, eso hice.
Recuerdo que era ya como
las cinco y media de esa tarde. Fui como su acompañante.
Y llegamos. Salió una
señora, que resultó ser su mama. Y lo miró al principio con cierto recelo, -ya que no conocía ese tipo de “vestimenta”- pero en cuanto él le informó que era un “Cadete
de las Fuerzas Armadas Nacionales” ella lo comenzó a verlo con otro tipo de
mirada.
(¡Uyyy qué miedo! …Parecía un “muñequito de torta”)
Nos invitó a entrar, y
fue cuando dando un golpe con su brazo en mis costillas, me susurró…
- Ya vas a ver, ¡lo linda y hermosa que es! – Y mirándome de
reojo, me hizo una advertencia…
- ¡Cuidadito! con que al
darme yo la media vuelta, vengas a “enamorármela” ¡porque eso si que no te lo voy a perdonar!
- ¿Y cómo puedes pensar
eso de mí…?
- Cuidadito pues. Ya vas
a ver que no te estoy exagerando nada. ¡Es que es tan bella! ¡Blanquita,
pecosita…Catirita!
¡Su cabellera es de
color: oro! …Y tiene la lozanía de las
mas bellas flores. ¡Rabio en deseos locos por hacerla mía!
- ¿Y piensas casarte con
ella? – Fue mi instantánea pregunta, pero por la mirada que me echó, me sentí
mas bien cohibido.
- ¿Casarme…YO…? ¡¿Estás
loco?! Si cuando me gradúe ejerceré mis funciones y tendré muchas chicas, ¡loquitas por mí!
- ¿Y entonces…? …La verdad es que no te entiendo… - Le dije
ya que estaba muy confundido. No atinaba a algo mejor en mi forma de pensar y
analizar…
- ¿No me estás diciendo
que estás enamorado de ella…?
- ¿Enamorado yo…? ¡Bájate
de esa nube!
¿Y te estás creyendo que
yo…Me voy a “amarrar” a eso…?
¡Lo mío es pasajero! Y si
la estoy cortejando es sencillamente porque “¡la quiero poseer!”
¿No me estás entendiendo?
Yo no voy a vivir “amarrado” toda mi vida, tal como mi papa.
¡No! Primero yo me voy a
disfrutar a todas las que pueda. ¡Así de sencillo! - No
bien había terminado de pronunciar esas palabras cuando la sala de esa casa, se
inundó de una luz muy brillante.
Una suave brisa, se
detuvo, y sus fragancias derrochó… ¡Era ella!
Y es que en verdad, mi
amigo, se había quedado corto. Puesto que vi a una mujer que por su apariencia,
debía ser de Estados Unidos o una sueca... ¡Qué hermosa era!
(…Y en este país, en
donde se consigue casi siempre son: negritas, morenitas…Y algo quemaditas…Trigueñitas
bellas y preciosas...Pero es que este singular ejemplar…¡!)
Blanca con una dentadura
muy fina, que parecía tener nácar en su dentadura.
Su sonrisa era una
invitación al Edén.
Portaba un vestido…Espectacular.
Y debajo de ese vestido…
¡Qué hermosura de mujer! Su mirada era muy clara y hermosa.
Límpida y atrayente.
Néstor se le iba cayendo
su mandíbula -y a mí mismo…También- Y yo pensé: ¿Cómo podría existir alguien tan
perverso…? -como este pendejo (¡Que
tiene apariencia a una tortuga…Claro, pero uniformado!)- y que
venga a ¿“torcerle” la vida a tan atrayente dama…?
…No me cabe en mi manera
de pensar, semejante atropello.
Pero pronto me di cuenta,
que… ¡No hablaba!
Y mi compañero, no me lo
había informado, pero ¡él lo sabía!
Y se comunicaban con
movimientos de sus manos y con la expresión de su rostro.
…Y me quedé ¡en una sola pieza!
(Asombrado me tocaba ¡ser testigo de esto! La verdad, verdadera es
que en este planeta llamado tierra: ¡No existe la perfección!
¡No señor! Tan exquisita
criatura… ¿Y no habla? ¡Qué crueldad Señor!)
¡Tanta belleza…Y es muda!
No me lo podía creer.
(¡Este mundo está loco!)
Pero allí estaba viéndolos
“hablar” en señas.
Ciertamente, que esa
situación me pareció muy compleja, poco lo pude discernir, no me “cabía” la
terrible posibilidad de que este compañero mío, le fuera a desgraciar la vida a
esa pobre criatura. ¡Y para colmo: Muda!
Como en media hora,
mientras yo estaba callado y (“con la sonrisa de baboso” que trataba de
mantener), ella se levantó y se retiró, Néstor se volvió hacia mí y me informó…
- Le pedí un vaso de
agua. Para los dos. ¿Qué te parece, te gustó…?
- Es bella sin duda, ¡lástima que sea muda!
- Y sorda también.
- ¿Muda y además sorda? (¿No
digo yo? ¡Este mundo está “patas arriba”!)
¿Y por lo visto, ya lo
sabías…?
- ¡Claro! ¿Acaso te estás
creyendo que soy un zoquete…? Ya somos novios. Y ya comencé a ¡meterle mano y
todo!
- ¿Y no te da “cosita”?
Pobrecilla. Sorda, muda y además ¡le vas
a montar un muchacho!
…Hay que ser bien mal
parido, para hacerle eso a esa pobre chica…
(¡Y con lo horrible que
ese gran carajo! Porque de que es así… ¡es así!
¡¡…Qué suerte tienen algunos!!)
- Él me iba a responder, pero en eso venía ella con una bandeja y dos
vasos. Detrás venía su madre, con un rostro muy grave. Mi amigo se estiró un
poco, presiento que supo las intenciones de “la suegra” puso su cara de “hombrecito
serio” y la encaró sin dejarla sentar siquiera en su propia silla…
- Usted dirá… - La
previno mientras se pavoneaba con mucha parsimonia, la madre nos miró de reojo
y le dijo…
- Me gustaría saber de
sus intenciones.
Mi hija no ha conocido
hombre alguno. Y si bien es cierto, que no tengo marido, me basta y me sobro,
no le temo a ningún “uniforme”
- Pretendo a su hija,
ciertamente. No tengo malos pensamientos. Y como ya sabrá, apenas soy un cadete…Hoy.
Pero en un mañana seré todo un oficial del ejército. Ganaré mucho dinero.
Tendré casa y carro. ¡Seré una gran bendición: para su hija!
- ¿…Piensa buenamente con
mi retoño…?
- ¡Le doy Mi Palabra! …Que
a pesar de que soy joven aun… ¡Pero tengo “Palabra de Honor”!
Y he traído a mi amigo
para que me sirva de testigo. ¡Soy un tipo muy serio!
Y mis intenciones son muy
claras.
No soy hombre de doble
cara.
- …Bueno en ese caso, ya
me siento mas tranquila. Mi hija, como usted ya sabe, es sorda y muda. Nunca ha
salido de esta casa.
Y su educación es muy
especial, debido a su condición. Y perdóneme, pero algún día usted sabrá, que
como madre me preocupe por la seguridad y la felicidad de mi hija.
- ¡No se preocupe! Que su
hija, ¡está en buenas manos! – Y mirándome
fijamente le dijo a su futura suegra, refiriéndose a mi…
- ¿Verdad que nos
conocemos desde chiquitos?
- Sí, es cierto. – Le respondí
en el acto.
- Verdad ¿Qué mis
intenciones están bien definidas…?
- Eso me lo dijiste. –
Suspiré profundo, ya que creí que me iba a obligar a mentir.
¡Claro que sabía sus
intenciones! Y fue muy astuto al hacerme su pregunta. Escogió muy bien sus
palabras. Pienso que temió que lo fuera a descubrir, allí, delante de su suegra…
- ¿Verdad que soy un
chico de familia…?
- Sí, conozco a su
familia. – Le informé a la matrona. Ella asimiló que mis respuestas eran las
correctas, y quizás pensó que no decía mentiras -como en efecto, no las dije- pero me hizo pensar: ¿Y si “la futura suegra”
me pregunta: Tiene buenas intenciones con mi hija…? ¿Qué le puedo responder…? ¡Menos mal que mi amigo, se le adelantó y le
suspendió “su maliciosa y capciosa pregunta”!
…Pienso que en su
malicia, se la captó “en el aire” y le salió al ruedo de esta forma…
- ¿Acaso usted piensa que
tengo “malas intenciones”? Porque si me permite decirle: ¡Yo soy un cadete…Futuro
Oficial de este país! Y por principio, por moral, de mi familia… ¡Jamás me lo
permitiría -como ellos tampoco lo
harían…Y mucho menos “mi uniforme”-
tengo mi conciencia muy limpia, para mancharla de esa forma! – Y haciéndose
el ofendido, le puso su rostro mas adusto. Debo reconocer que nunca le había
conocido esta faceta. ¡Me deslumbró! Y
si no lo conociera -tal como lo
conozco- ¡hasta le creería sus palabras
y gestos! (¡¡¡¡Qué macho!!!!)
Porque de que es un buen
actor…Lo es.
(Lo certifico.)
La doña, se sintió
aliviada -y así nos lo hizo saber- y ya mas tranquila, con toda su educación
por delante, se despidió.
Néstor afloró una sonrisa
de satisfacción y diciéndome en voz baja me susurró…
- ¿Viste, viste…? ¡La
vieja ya cayó! – Yo le hice señas de que bajara el tono, ya que la damisela
allí estaba, y me indicó…
- Ella es: Sorda. Y no
habla porque es muda.
¡Así que estoy hecho! Así
no me puede venir a hablar y a hablar, cuando yo no quiera escucharla ¡y cómo no oye, porque sorda es!
Puedo hablar gritado, que
no hay problema alguno. ¿No es una maravilla? – Me dijo victorioso. Tomó el
vaso y se engulló el agua en un abrir y “cerrar
de ojos”
La jovencita se vino a mi
sitio y me ofreció mi vaso, yo encantado se lo acepté, cuando pude ver que ¡ese
desgraciado! le estaba acariciando sus nalgas. (Lujuriosos el mal nacido, ¡no darle pena!)
Ella penosa conmigo, se
hizo la que no se había enterado. Yo le recriminé con una mirada que le eché y
él sonriendo, me dijo…
- ¡Lo que me espera! …Y
todo es mío… – Y pensé: ¡Está contento!
Claro nadie le lleva la
contraria.
Porque si fuera al revés…Estaría
berreando y peleando. Y muy en el fondo, me dio mucho pesar. Con esa doncella
de reluciente hermosura, con su madre que vive sola.
Que le abrieron su puerta…A
quien en un futuro, desgracias les traería.
Y colérico conmigo mismo
y con este gran carajo, que me envolvió en algo grotesco y sucio…No pude abrir
mi boca.
¡Qué trampa me montaste!
Le reclamé después ¿y él?
¡Muerto de la risa,
mientras me palmeaba asegurándome que no era tan perverso como yo lo creía! Y
pensé… ¿Qué culpa tengo yo…?
A lo mejor es otra de su “gestos
de machismo” o para amargarme a mí, mi vida…Al mostrarme “el postrecito” ¡que se ha de merendar!
(Y que con toda seguridad…No
va a compartir.)
…Se ven caras, pero no
corazones…
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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