Este es mi cuento semanal.
Para el Domingo: 22 - Dic. -13
Apenas lo estoy terminando y
he decidido publicarlo ahora
mismo.
Espero que sea de su agrado.
“¡Y
sin sin poder hablar…!”
(¡Me he metido en tremendo
lío! Y todo por esa sed tan descomunal que tengo por enterarme de todo cuanto
pasa a mi alrededor…
Y lo peor, sin ser de mi
incumbencia.
En este momento me encuentro
entre la espada y la pared.
¡Y sin poder hablar!
Ya que si lo hago, con
seguridad me meto en problemas.
Aquí me encuentro escondido,
de rodillas porque si me levanto, corro el riesgo de que me vean.
Estoy pensando y analizando
todo.
Me he metido en esto, ya que
escuché ruidos muy extraños.
Para ser especifico, al lado
de mí casa.
…Y en horas nocturnas.
- ¿Y qué debo hacer? – Pienso
que si algo le pasa a su casa y yo no hago nada…Pues me sentiría muy mal.
Y algo tendré que hacer. Debo
hacerlo.
Y por cosas que solamente me
pasan a mi.
Algo he de hacer. ¿O no?
He venido a fisgonear y me he
asomado a la ventana del vecino. Y como no logré ni ver, ni oír nada mas, he
preferido quedarme aquí. ¿Y para qué?
Pero los hechos después de
esta mi decisión de quedarme para averiguarlo todo, se han suscitado de la
siguiente forma:
- ¡No te metas en esto! –
Escuché una voz no conocida por mí.
Y casi al instante…Escuché un
ruido que lo interpreté como:
- ¡Crahssssss! – Y como lo
estoy pensando, lo único que se me ha venido a la mente es:
- ¡Están rompiendo vidrios!
Pero… ¿Quiénes serán?
…No logro verlos, me es
difícil desde esta posición en que estoy. – Y seguramente que son los vidrios de una
ventana.
(A todas sus ventanas…Él les
mandó a poner vidrios.)
Posiblemente sean los de otra
ventana.
- Por el ruido…Debe ser… ¿La
del frente?
¿…Están entrando por el
frente…?
Puesto que en esta en dónde estoy, no es.
- ¡Crahssssss! – Otra mas.
- ¡Caspita! – Fue lo que dije
al escuchar tan singular y ya repetido sonido.
(…Y aunque no quiera
admitirlo…Ya me están poniendo “nervioso”… ¿Y ahora qué debo hacer…?)
Miré con estupor y hasta con
miedo.
(Pensando que con toda
seguridad vería a sus causantes, que para mí eran ladrones, quiénes
aprovechándose de la ausencia de Eugenio y su familia.)
José se arrodilló y trato de
encogerse lo mas que pudo.
Y era tanto su esfuerzo que a
los pocos segundos sintió un dolor agudo en sus rodillas, obligándolo a buscar
otra posición mas cómoda para sus propósito.
Y como si estuvieran
esperando a que este se acomodara mejor, al poco rato sintió unas graves y
pesadas pisadas.
Su corazón se le agitó de una
forma descompensada.
Su visión se le nubló.
Intentó pasar desapercibido.
Hasta contuvo su respiración.
Ya hasta se estaba sintiendo
mareado y hasta con ganas de vomitar.
Pensó en la rápida salida de
allí, pero ya oía y sentía que quiénes se habían metido, con toda seguridad a
robar, lo oirían si el intentaba escapar de allí.
Con todo su pesar…Se sintió
impotente.
Se revisó y se encontró que
como siempre; estaba sin nada en sus manos.
Ni en los bolsillos de su
pantalón.
¿Y su correa?
Tampoco.
Cargaba la faja de plástico y
su hebilla en nada le podía servir como arma.
¿Total? Se encontraba
desarmado.
Y en ese momento pensó: ¿Y
cómo me les puedo enfrentar?
Su impotencia lo acusaba de
su tremenda osadía.
¿Cómo se le ocurría ir a
fisgonear en casa ajena?
¡A él! ¡Solamente a un gafo
como él!
Pero ya no había vuelta
atrás, debía permanecer allí, ahora escondido. Desarmado.
Una nueva y rápida sucesión
de extraños ruidos se producían en la medida que estos desalmados ingresaban a
esa propiedad.
(Por los ruidos que
hacen….Debieron haber entrado por la ventana del frente.
¿Pero cómo: con la protección
que Eugenio mandó a instalar?
…Están haciendo todos los
ruidos posibles.
¿Acaso no ven los muebles?
¿No ven nada…?
¿Por qué chocan contra todo? …Esto está muy raro…
¿Es que están sordos? …Son imprudentes…
O quieren que sean
descubiertos…
Esto no es común, por lo
general los ladrones evitan hacer ruido; para no llamar la atención…
¿No ven que los pueden
descubrir?)
José intentaba asomarse, como
para poder dominar mejor la escena, pero el temor subyacente de que lo fueran a
descubrir, se lo impidió.
Se quedó inmóvil, ya que ni a
respirar se atrevía.
Seguía pegado a la pared…Y en
cuclillas.
Aunque cambiaba
constantemente de posición, debido a los calambres que estas posiciones le
causaban.
Pasaron unos instantes y nada
escuchaba y esto le causaba mas aprehensión.
(¿Qué estarán haciendo ahora?
¿Me habrán descubierto…?
Tengo ganas de asomarme para
descubrir qué es lo que están haciendo esos desgraciados.
…Pero y si me levanto y me
asomo…
¿Y si me están esperando?
Porque estoy sospechando que…
Ya saben que yo estoy aquí.
Y seguramente que me están
esperando.
No. Es mejor que siga aquí.
Y si ya me descubrieron…Me
vendrán a buscar.
¿Cuántos serán…?)
Y mientras este estaba en su
pensadora, se escuchó otros sonidos que denunciaban que quiénes allí se habían
metido, se acercaban inexorablemente hacía dónde se encontraba José.
(¡Ya me descubrieron!
Y se están acercándose para
venir a joderme.
¿Y cuántos serán?
¿Vendrán armados y me
matarán…?)
Ya ni respiraba.
- ¡…Je….Je…Je…! – En esa soledad y escuchar esa profunda risa.
Sus pelos se le crisparon.
Ya se sentía que lo habían
descubierto.
Abrió lo mas que pudo sus
ojos.
- ¡…Ya lo tenemos…Ya le vamos
a dar lo suyo…! – Ese sonido no le vino procedente de la sala…
No pudo distinguirlo muy
bien.
No era de la sala que se
habían reído, por lo menos ese fue su cálculo.
- ¡Vete por allá…! – Otra
voz, en este caso era mas bien un chillido, que le hirió sus oídos.
Giró hacía el sentido que él
creyó que provenía el chillido.
Esperó con impaciencia. La ansiedad lo mataba.
Sostenía sus dos puños en
alto. No sabía como defenderse.
Trató de desviar su ojo
derecho a su derecha y hacía el frente de una forma simultánea, pero falló en
su intento.
…Sintió un leve mareo…Pero
insistió…
Con su ojo izquierdo, lo
intentó también, en la dirección izquierda y hacía su frente…
Pero volvía a fallar una y
otra vez.
Sentía que su retaguardia
estaba al descubierto.
Giraba hacía todas partes.
Si la brisa le daba por la
derecha…Giraba hacia esa dirección.
O en sentido contrario.
Sudaba y transpiraba.
Se encontraba en un caos.
No sabía por dónde lo
atacarían.
- …Que no se nos escape… - Le
sonó como una advertencia. Como un martillazo horrible sintió al escuchar esas
palabras…
Las escuchaba como si fuesen
provenientes de la ultratumba.
Hasta le dio la impresión de
que brotaban del mismo sitio en dónde estaba…Pero debajo de sus pies…
Sudaba frío. Y también
caliente. No lograba controlarse.
Le dolió. Se sintió peor.
Sintió que por alguna parte
de su cuerpo, lo estaban cercenando.
Y eso le dolió profundamente.
Ya se encontraba con toda su
humanidad, al borde de la peor de las catástrofes que nunca jamas se atrevió ni
siquiera a sospechar que le llegaría a pasar.
Sudaba copiosamente.
Y hasta un charco de su
sudor, se reflejaba en aquella oscuridad. El resplandor que se ocasionaba lo
delataba.
No pudo ni siquiera moverse.
Sus rodillas ya le crujían.
Y para colmo su estomago se
le estaba revolviendo en forma ya espantosa.
- ¡Ayyy! Duele mucho…
Cada contracción le dolía
inmensamente.
Trataba de agarrárselo, pero
debía defenderse en caso de ataque…
Por momentos sentía que le
fallaba el oxigeno.
Se ahogaba. Se sofocaba.
Su visión se le nublaba
constantemente.
Era perentorio salir de allí.
¡Rápido…Ya!
¡Debía correr!
¡Y sin mirar ni para atrás,
ni para los lados!
…Y no importaba que después
lo acusaran de: ¡Cobarde!
¡O de fisgón!
Ya esto no debía importarle
en lo absoluto.
…Su vida corría un peligro
inminente…
El problema allí radicaba: ¿Y
cómo podía hacerlo?
¡Hasta la respiración de sus atacantes…Se le
antojaba que respiraban encima de él!
(¡Me descubrieron estos desgraciados!
Y ya es cuestión de que en
cualquier instante caigan sobre mi humanidad.
Y ya me duele todo.
No podré defenderme.
¿Qué mas podré hacer?
Siento que mis pies se han
fundido con el piso.
¡Me van a matar!
¡Aquí me van a destasar!
¿Y por qué no me muevo?
Mis pies están soldados al
suelo.
Mis huesos ya están
inmóviles. No puedo moverme.
¡Hasta aquí llegué!) –
Con estupor allí se quedó.
No podía moverse, el terror
lo mantenía así…Inmóvil.
Y así transcurrieron los
minutos.
Todo seguía en ese tipo de
calma que enerva los nervios mas acérrimos.
Y ya los suyos, les dolían.
De repente una fuerte brisa…
Corría de adentro hacia
afuera.
Rompiendo esa terrible
monotonía.
Y se fue transformando de
tenue a violenta.
Por lo menos así lo percibió.
Algo lo instaba a correr.
Se emocionó. Un hálito de
valor, fue creciendo desde adentro, acompañado de una fuerte y sonora voz que
le ordenaba en forma seca y perentoria:
- ¡Corre! – Quedó
estupefacto.
No daba crédito a lo que oía.
¡Un alivio muy grande emergió
de alguna parte!
- ¡CORRE! – Ya no le quedaba
duda…Alguien acudía en su ayuda.
Y de una forma
instantánea…Corrió.
¡A cien mil kilómetros por
micro segundo!
Cuando ya tuvo conciencia…
¡Estaba en su cama!
Su corazón seguía latiendo de
una forma salvaje.
Casi ni podía respirar.
¡Pero ya estaba a salvo!
Sudando copiosamente.
Jadeaba de una forma
increíble.
¡Pero ya estaba en su casa!
Seguro y completo.
Trató de calmarse, pero
estaba demasiado agitado.
Poco a poco, se fue
serenando.
Se levantó y comenzó a
caminar de un lado a otro, no mas de un metro.
No quería alejarse de su zona
de confort.
- ¡Me salvé! ¡Me salvé! –
Repetía alegremente.
Se dio cuenta que no había
cerrado su puerta…Corrió velozmente, la cerró y le pasó el cerrojo.
Chequeó que ahora si
estuviera completamente a salvo.
Aspiró y exhaló con fuerza y
gritó:
- ¡Al fin libre! – Esa
noche…Ya no volvió a salir mas…
Maracaibo; 21 –Dic. – 2.013
Belbaltodano.-
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