Cachirulo
- ¡Jamás te he molestado! ¡Nunca, pero jamás!
Pero mientras tú duermes plácidamente, con tu mujer y tus hijos…
Este pendejo, está velando por ti y por todos los que confían en mí.
Y por esa razón, tengo que rodearme de “Elementos como ésos” para poder preservar la paz en toda esta zona.
¿Qué más puedo hacer?
¡Tengo que llenarme mis manos de lodo y de inmundicia, para implantar la paz entre mis amigos!
¿Hay otra forma…Tú la conoces?
Porque yo no la conozco.
Y esta labor de guardián que tengo, por supuesto que me trae enemigos.
¡Todos los ladrones, violadores, asesinos y toda esa plaga que pulula por doquier!
Todos ellos, ven en mí…
¿A quién?
¡Al maldito!
¡Al que les impide toda clase de fechorías! 
Al que les va a impedir todas sus tropelías.
¡A esos, yo les doy duro!
Y sin compasión.
¿Pero, por qué?
¡Porque son malvados, son unos malditos!
Y merecen que los maten a todos.
¡Así, te digo yo!
¡Hay que matarlos a todos, ya!
…Pero claro…Ellos me ven a mí, como el enemigo a vencer.
¿Entendiste?
 - ¡Claro que sí! – Respondió en forma categórica y concluyente.
- ¿No ves que yo les impido que hagan sus fechorías?
¿No lo ves, no lo ves?
¡…Yo soy la solución, para las familias buenas como las de ustedes!
Porque déjame decirte…
Qué hay mucho uniformado y con “cuello blanco y muy bien engomado”
Esos de copete grande.
Grandes habanos.
Mucho lujo.
¡De clase A!
Muy encopetados…
Con esos anillotes.
Con esos “trapos” que se echan encima…
Con cara de “Yo no fui”
Pulseras de oro y pelo muy “Engomado”
¡Ésos que se la tiran de “Muy Decentotes”!
…Qué parecieran que no matan ni a un zancudo…
¡Pero dejan un tolete…De este tamaño!
¿Y de esos…?
¡Yo no me fío! Yo los ataco y les doy muy duro.
¡Pero claro…No soy un corrupto policía ladrón!
¡Soy un comerciante honesto y trabajador!
Es más me declaro: ¡Inversionista!
Toda mi vida, la he invertido en mejorarle la calidad de vida, a personas, que como ustedes… 
¡Están siempre a la deriva!
Intempestivamente, Diego que le estaba haciendo señas, de que ya se tenía que ir…
Pero su parlante estaba: Bla –Bla – Bla y no cesaba de hacerlo y sin mirarlo siquiera.
Así que aprovechó un descuido y se fue,
Cachirulo siguió imperturbable.
Hablando y hablando.
Sus secuaces, que seguían pendiente de  las andanzas de su jefe, así lo apreciaron.
Y viéndolo así, se acercaron rápidamente.
Y su jefe al verlos enfrente siguió parlando, pero cambió de tema al instante.
Alguno de sus hombres intentaban decirle, que ya su cliente desertó y que lo había dejado hablando solo…
Pero en verdad, ninguno se atrevió a informárselo.
Así que simplemente, se contentaron con ocupar el espacio ya vacío.
- ¿Por qué…Qué les pasaría a las personas como ustedes?
- ¿…Cómo nosotros, jefe?
- ¡Yo les doy trabajo! ¿O no?
- ¡Claro!
- ¡Yo les pago y muy bien! ¿O…No?
- ¡Sí, sí!
- ¿Alguno de ustedes está desempleado…Quién, ah?
- ¡Ninguno!
- ¿Están trabajando…Felices, o no?

- ¡Muy felices!

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