“Corto en relatos”
“¡Qué fue Besnaldo?”
Caminando a lo lejos
veo una figura muy familiar,
con su andar muy impreciso,
agarrándose de la cerca
vi que venía…Don Carmelo
Sentí
la emoción de un párvulo, al verlo de lejos,
mi
gran amigo que con su paso añejo se iba acercando con el fervor de un crío.
Noté
su sonrisa -muy añeja por cierto- sentí su espontanea alegría al verme.
Nos
saludamos con la efusión correspondida.
Lo
invité a entrar. Se apoyaba de las paredes.
Se
sentó con ese cansancio que producen sus añejos
años de existencia, y nomás al hacerlo me espetó su desagrado…
-
¡Me cargan loco! – Lo miré con extrañeza, y él por respuesta me regaló otra de
sus -carencia de dientes- y moviendo toda su caja torácica.
-
Ya ni caso me hagas. Sabes que ya estoy desvariando mucho. Pero es que me
cargan loco.
Dicen
que será mañana o quizás después, ¡el caso es que no sé cuándo me pagaran mi
pensión de vejez!
Y
yo necesito saberlo…Para poder hacer mis gastos.
Ya
sabes que aunque sea muy viejito, todavía tengo mis gustitos. – Se sonrió,
mientras se reía a batiente limpia. Tomó su sombrerito, lo acomodó y luego se
me quedó esperando mis comentarios. Los cuales se los di en cuanto hubo acabado
su ataque de risa espontaneo.
-
¿Y cómo está su hijo, el que vive cerca? – El colocó su mano sobre su oído y
afinando su mirada me dijo…
-
¿Mi hijo? ¡Ese está muy bien, Gracias a Dios! – Y quedándose pensativo, me dijo
pasado unos segundos…
-
Mirá Besnaldo…Yo te voy a narrar otro pedazo de mi larga existencia. Tengo: 88
años y para el 14 de marzo del 2. 017 cumplo mis primeros: 89 añitos de vida. Y
me dirijo entonces después para mis: 90 años de existencia. Y debo decirte que
mi vida no ha sido fácil que digamos.
¡Yo
he llevado leña! ¡Leña de la pura! Te voy a contar uno o dos capítulos mas de
mi vida (para que lo incluyas en tus escribideras…Ji, ji, ji.)
Yo
me divorcié de mi primera señora, ¡después de haber vivido 35 años con ella! Y
me fui a vivir a Caracas. ¡Nunca dejé de depositarle para mis hijos!
Mes
a mes. Y cuando llegaba algún amigo, le enviaba en efectivo a la señora (porque yo me separé de ella, ¡pero nunca de
mis hijos!) Bueno y así fue pasando el tiempo. Me encontré una mujercita y nos
metimos a vivir juntos. ¡Chico y cuál fue mi sorpresa! cuando un amigo que
recién estaba llegando a Caracas me dijo… “¡Mirá Carmelo…Tú mujer está
preñadita… (Yo me quedé…Con los ojos nublados. ¿Y ya me había olvidado “mi
señora”?) ¡Resulta que apenas saliendo yo…Y ya tenía “mi sustituto”…Ji, ji, ji,
¡estas cosas solo me pasan a mí! El caso es que eso no me importó ¿total?
¡Yo
también tenía “mi resuelve”! Ji, ji, ji, ji…Qué risa me da todo esto.
Para
no hacerte mas largo el cuentecito…En cuanto ella le confesó a “su hombre” que
ella estaba embarazada… ¡Se le voló! ¡Abandonó su nido!
¡Pero
eso a mí no me importó!
Yo le seguí depositando religiosamente. Mes a
mes.
Pasaron
varios años -y yo siempre le daba
“una vueltica”- para ver cómo estaban
mis hijos. Y en unas de esas, le propuse…
-
¿Ese muchachito tuyo…No tiene padre, cierto? – Ella me confesó, lo que ya
sabía, entonces le dije…
-
¿Aceptarías que yo reconozca a ese hijo tuyo, como mío…Qué te parece…? – Ella
se alegró -pero trató de que no me
diera cuenta ¡pero ya la conocía!-
-
Bueno…Si es su decisión… - Me dijo bajándome su cabeza.
-
Si. Para que nadie vaya a decir que ese carricito es de padre desconocido… - Y
fuimos a la prefectura y lo reconocí como si fuese hijo mío.
El
caso es que hace poco, ¡ya ese carajito es todo un hombre! Y ya le apareció su
verdadero padre. Y él anda(ba) detrás
suyo…Y digo: “andaba” porque te voy a contar esto… - Tomó aire, meditó por unos
instantes y arrancó de nuevo…
-
Su padre tenía un camioncito ¡viejo y todo destartalado! Y yo le decía a su madre (que fue mi señora,
la que te dije que vivimos 35 años de vida matrimonial) ¡Cuidadito con ese
camioncito…Que lo veo muy extraño! Y ella me respondió…
-
Tranquilo Carmelo, que lo van a vender. Pero antes quieren sacarle unos centavitos y se va a poner como
“transporte colectivo” es decir, van a transportar pasajeros y el hijo, le va a
servir de colector.
Yo
le dije… ¿Y no es peligroso? Ese muchacho atrás, guindado de la cerca…Se puede
caer y dar un mal golpe.- Pero su madre me ripostó: ¡No que va! Ese carajo es
“¡muy vivo y despierto!” – Bueno, no me convenció mucho ¡pero ellos son ya
grandecitos!
¡Chico,
cuál es mi sorpresa! Andaba arreguindado y en una de esas…Se zafó…
¡Y
se cayó! Y al parecer un camión ¡se lo llevó por delante! …Y lo mató en el acto.
…Hoy
lo están veloriando. Está muerto el hijo.
¿Qué
te parece chico…? – En su rostro se le confundieron sus arrugas con su dolor. Y
por lo visto, a pesar de que no era suyo…Lo quería.
Guardó
unos momentos un silencio póstumo.
De
vez en cuando notaba que luchaba para no caerse en lágrimas. Sacó su pañuelito y sacando sus lentes, hizo que
los limpiaba, mientras con disimulo se lo pasó por sus parpados…Caídos y roídos
por los tiempos que no perdonan y que no lo disimulan.
-
Y lo peor es que no sé en donde tienen el cuerpo para ir a hacerle los honores.
Ya
ni para eso, me toman en cuenta.
No
les importa Carmelo.
No
piensan que -aunque no haya sido mi
hijo- pero a mi manera siempre lo
quise.
Pero
ya Carmelo está viejo.
Chocho.
Obsoleto. Ya nadie me hace caso… - Y mirándome de frente me dijo…
-
Sólo vos… - Y se levantó de su asiento y comenzó a despedirse, sin esperar mi
respuesta. Y salió como brota el viento repentino…Se escabulló entre el
bullicio de ese día…Su esquelética imagen se bamboleaba de un lado a otro y se tapaba
sus ojos con sus escuálidas manitos…Ya son: 88 añitos…
© Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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