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“Relatos misteriosos”
“En ocasiones”
Como te decía…
No todo el tiempo necesariamente estoy en
este presente, hay oportunidades que estoy en la nebulosa, departiendo en medio
de situaciones que me es difícil explicar.
Y lo peor, no sé si entiendes lo que
trato de expresar… (Y eso me llena de angustia.)
Tomó aire. Disfrutó este efecto tan natural.
Se acomodó mejor y aguardó
unos momentos, en los cuales pareció entrar en meditación. Cerró sus ojos, una
tenue sonrisa afloró en su rostro.
Se sentía algo cansado pero estaba a gusto.
Mientras hacía esto, su compañera y amiga, aprovechó para
levantarse e ir a la cocina.
Chequeó muy bien todo lo que tenía sobre las hornillas.
Estaba cocinando en el momento en que se le apareció
Rolando, un amigo muy de su afecto.
Levantó una tapa, esperó a que el vapor de lo que estaba
haciendo le expresara el aroma que portaba.
- ¡Uhmmm! ¡Esto huele muy rico! – se felicitó así misma. Sacó
una cuchara y limpiándola con un trapo, la introdujo y lo batió, todo esto lo
hizo tratando de producir el menor ruido posible.
Probó. Le agradó el sabor. Le volvió a colocar la tapa.
Aprovechó para bajarle intensidad al fuego. Revisó el resto. Apagó una
hornilla, al comprobar que el arroz que estaba haciendo ya estaba en su punto. Miró
hacia el sitio y comprobó que el hombre seguía en su trance.
Fue al baño, se retocó su maquillaje.
Se alisó su cabellera.
Y se regresó, a tiempo ya que el amigo en cuestión
comenzaba a dar indicios de regresar a este mundo. Se quedó mirándolo y luego
le susurró al oído…
- ¿Te sientes mejor? – Él la miró a los ojos y
agradeciéndole su gesto le respondió…
- Si. Un poquito mejor. Veras… - Comenzaba a hablarle
cuando oyeron que alguien tocaba a la puerta.
- ¿Quién será? – Se preguntó ella, mirándolo a él. – No
espero a nadie. – Dijo mientras se retiraba a abrir.
- Alguien a quien el rico olor de tu comida a atraído… (¡Y
lo dejó “loco…o loca”!) – Sugirió sonriéndose mientras se acomodaba en su asiento.
- Iré a ver quién es… - Resolvió ella ya en camino.
Él chequeó todo cuanto ella hizo.
La vio cuando abría, mientras preguntaba quién tocaba a su
puerta.
No esperó, ni verificó quien llamaba.
Vio cuando ella, al ver que no había nadie, se asomó al
borde y chequeó por fuera.
- No hay nadie. – Dijo le, mientras salía al frente. Una fuerte
brisa fría se dejó sentir, y ella instintivamente se frotó sus brazos.
No obstante se restregaba mientras daba muestras claras y
visibles de que estaba sufriendo los embates repentinos de oleadas de frio
intenso.
Presintió algo extraño en el ambiente, se quedó
pensativa…Pero nada mas dijo.
(Ella no vio a nadie. Pero él sí. Es mas le extrañó una
extraña sombra oscura…Se le permutaba, escondiéndose subrepticiamente.
Estuvo tratando de seguirla, pero guardó silencio. No quiso
alarmarla.
Quien llegaba era una fémina, que lo saludó con una señal
de saludos. Él le respondió.)
- Debe ser algún “gracioso” ¡porque no era nadie! – Dijo a
manera de explicación. Trataba de despejar algo de su propio cuerpo, y eso la
molestaba enormemente.
- ¡Uff qué frío tan extraño! – Se dijo así misma.
Este guardó silencio y le respondió ladeando su cabeza. (Y
en ese preciso momento la recién llegada comenzó en un dialogo secreto con él.
Y ella, -la que
cocinaba- por lo visto en nada se dio cuenta.)
“- He venido en tu búsqueda – Le dijo la que había
entrado y él aprovechando lo entretenida que estaba su anfitriona, susurró a
manera de respuesta…
- ¿Y para qué soy bueno? ¿Quién te acompaña…? – Le
consultó mientras trataba de determinar quién era…Pero por lo visto…No pudo
lograrlo.
- Nadie parece querer hablar conmigo, solo tú. ¿Por
qué no me quieren atender…? – La notaba visiblemente sentida. Su tristeza era
notoria.
- Bueno. Tienes que entender que tú estás en un
nuevo estado. Y todos ya te dan por ida.
- ¡Pero, si aquí estoy! – Le respondió con
resolución.
Pero él no pudo responderle, ya que María, su
anfitriona le estaba hablando y en vista de que no le respondía, le estaba
mirando con ojos de mucha incredulidad, por lo que decidió volver a ese
presente físico, del cual tuvo que abandonar, para responderle a la que había
llegado”
- ¿Qué te está pasando…? ¿Volviste a escapar a tus mundos
invisibles...? - Le preguntaba con una mirada de reproche.
- ¿Te parece? ¿No viste a nadie cuando abriste la puerta…? –
Él la sondeó, con la posibilidad de que ella…Hubiese visto quién era la que
entró.
- No. No había nadie. Tú mismo fuiste testigo.
Hasta salí al frente. Pero no había nadie. – Y luego
pensándoselo mejor, le añadió- Por lo menos eso creo. ¡Al menos que yo sepa!
¡Ay qué frío está todo esto! …Frío de
muerte…Mejor me voy a mi cocina. – Dijo esto mientras literalmente corría hacia
el calor de sus ollas.
“¿Por qué María no me quiere ver…? Huye de mí…
- Porque no te ve- Fue la respuesta inmediata. –
Pero tú no viniste sola. Dime: ¿Quién te acompaña? No lo veo, pero lo siento.
¿Está contigo? – Ella le oyó, pero omitió todo y le respondió con una pregunta…
- ¿Será que no me quiere hablar? Yo no le hice nada
malo a ella, al contrario, ¡la quiero mucho! – A él le molestaba esa presencia
oculta. Veía un resplandor oscuro. Presentía algo funesto, pero ella no lo
admitía.
Rolando se encontraba en una situación muy molesta.
Ambas habían sido muy amigas, sólo que en este
preciso momento, no se podían ver, ni oír y por lo visto…Tampoco se
comunicaban.
Le hizo señas, para poder atender a María… ¡En su
mundo!
- Pues para serte sincero…Me estoy sintiendo algo cansado.
– Fue su manera de expresarse.
María lo miró con profunda extrañeza y ya ella se
encontraba entre sus fuegos, pero seguía atenta a su invitado.
Le molestaba cuando utilizaba este tipo de evasivas. Supo
que de allí no podría sacarlo.
Por lo que decidió ensimismarse en sus oficios culinarios.
Mientras Rolando trataba de poner orden en esos
mundos…Yuxtapuestos.
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2016
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