"Monterías"
¡Qué desesperación! ¡Qué expectación!
¡Ya tenía mis propios nervios a punto de colapsar!
Allí se quedó, aterrado veía acercarse a ese enorme y peludo destazador.
¿Pero: Qué más podía hacer?
Tan solo le quedó esperar a su ejecutor.
La rama se mecía y para acá y para allá, parecía que de un momento a otro se desprendería. (¿Y yo? ¡Con esa tremenda zozobra! ¡Muy zozobrado!)
¡Qué angustia! ¡Qué desazón!
Nunca le despegó su atención.
Centímetro a centímetro, milésima a milésima.
Debió haber sido una eternidad, para la sufrida víctima.
¡Hasta que allá le llegó! Paso a paso…lentamente…como degustando el futuro banquete que realizaría…
Él trataba de asustarlo, le oí gritarle:
- ¡So…So…So…Sooooo! ¡Fuera monstruo peludo!!!!!!
Y demás está decirles…qué hasta yo mismo temblaba…
Pero primero lo maldecía: ¡Mil veces maldito! ¡Lárgate horrible animal!
Lo pateaba, luego le escuché pegar gritos de dolor:
¡Auxilio! ¡Qué alguien se apiade de mí! ¡Ayuda! ¡Help!
Le suplicó que le perdonara su vida:
¡Perdóname, te lo suplico!
¡Te juro que jamás volveré por estos lados!
¡Yo no te he hecho mal alguno, para que tú vengas a destruirme!
Además ya te comiste a mi amigo.
¿No quedaste satisfecho?
¡Sí tú quieres, te traeré una vaca entera para que sacies toda tu hambre!
¡Pero no!
Se lo quería devorar también, así que le agarró con sus fauces uno de sus pies, y se lo fue comiendo, pies a pies, pierna a pierna.
Fue una escena horripilante el ver como esa fiera se estaba tragando a ese pobre. ¡Horrible! ¡Espantoso! Poco a poco, fueron cediendo sus gritos despavoridos, solamente se le escuchaba, masticar y devorar.
¡Qué horroroso fue eso!
Así acabó la existencia de esa pobre persona…
¡Ese sangrante final! ¡Esa masacre!  Se lo fue comiendo por partes.
¡Pero no lo soltó! Yo mismo lo vi, por eso lo estoy asegurando.
¿Y qué podía hacer yo, para salir en su defensa?
¿Ah, qué me comiera a mí también?  …Mis pobres y escuálidas carnitas…
¿Están locos?  ¿Y por qué a mí? ¿Ah?
¡Mí vida vale y mucho!
¿Quién le podrá dar amor a mi esposa? ¡Nadie…sólo yo!
¡Nadie más que yo!
¿Quién le calentará su cama? ¿Quién? ¿Otro?
¡No qué va, sino soy yo, pues que más nadie sea!
¡Se los juro! Ese salvaje se ha especializado en devorarnos.
Nosotros no somos enemigos para él, tan solo somos su comida.
Chorros de sangre salían de sus extremidades.
La vida se le extinguió a ese infeliz.
¡Y yo no pude hacer nada!
¡Y eso que lo intenté!  …Y en verdad lo intenté…
¡Qué impotencia!  ¡Qué desazón!
Después de hartarse se quedó encaramado en una de las ramas, descansando, digiriendo su opípara comida. (¡Yo no los quiero asustar!)
¡Pero ustedes deben estar conscientes!
Este es su hábitat, nosotros, somos sus invasores.
(A pesar de estar tan oscuros, sus ojos parecían relampaguear y esto me intimidó mucho a mí)
¿Por esa tierra que ven? – Nos señalaba por todos lados
- Pueden brotar toda clase de bichos (Y muy feos), alados (De espantosa apariencia), arrastrándose (¡Uyyy más feos imposibles!) caminando (¡Que es mejor no verlos y correr!).
Pueden aparecer en forma humana (¡Pero qué tú no lo puedes creer!) o en forma de bestias (¡Esto es para locos!). Con figuras horrendas.
En la forma hasta de una lechuza (¿Las conocen? Tan solamente al verlas, te quedas paralizado del espanto) y ellas te arrancan tus ojos (¡De verdad, esto está sucediendo y más de lo que ustedes puedan creérselo!). 
De una gigante culebra (¿La conocen?…Pues son muy largas…pueden llegar a medir… ¡Hasta kilómetros!) en una boa, a una tragavenados o la que sea, se te puede meter por las piernas, se te enrollan, te inutilizan o te inyectan su horrible veneno y a través del cual, mueres en medios de los peores estertores, son muy dolorosos, no tienen ni idea de esa sofocante muerte.
¡Ustedes no tienen idea en dónde se han metido!
(Ustedes no me lo están preguntando. Pero para mí: ¡Ustedes son tontos y zoquetes al venir aquí! Y me perdonan por serles sincero.)
Si ellos aparecen, nada podemos hacer.
Por más que corramos, por más que nos defendamos, somos presas fáciles, nos devoran con mucha ferocidad y crueldad.
A vecinos de mi aldea, los he visto correr como locos, huyendo de las pavorosas persecuciones.
Estas armas que llevamos, no le hacen nada.
¡Nada de nada!
¿Tan sólo sirven para qué? (Hacía gestos burlescos)
Para cazar venados o liebre o algún que otra pieza pequeña.
¡Pero más nada!
Ellos pueden aparecer, detrás de una lluvia, como esta.
Como les dije: ¡Debajo de nosotros mismos!
O caernos de sorpresas o bien de alguna de éstas matas o volando.
Y si ellos sienten que están tiritando, como ustedes. 
¡Estamos jodidos!
Por eso yo les pido: ¡Cálmense! ¡Serenense!
- ¿Y cómo lo sabes tú? -  Preguntó nerviosamente Nemesio.
- ¿Qué cómo lo sé?
He visto hombres muy machos, con armas hasta en los dientes.
Huir espantado ante una aparición, uno sólo 
¿Se imaginan varios?
No tienen ni idea, a lo que nos podríamos enfrentar.
Aquí en esta misma tierra que estamos pisando, existe una colonia de millones y millones de hormigas gigantes.
Ellas por donde pasan dejan destrucción, todo lo arrasan, todo lo destruyen
¿Y quién puede escapárseles?

¿No lo saben? 

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