...Me encuentro...




Vía a Vigirima - Guacara - Venezuela









“Me encuentro…”


-     Me encuentro en este momento muy solo.
En medio de un espectral silencio.
Figuras extrañas bailotean a mí alrededor y lo sé, porque baten viento a mí alrededor.
Me producen escalofrío. Y no me gusta esto, no me siento cómodo.
En donde solamente escucho el croar de los sapos y el cantar de grillos.
De repente escucho silbidos…Agudos que me hieren mis tímpanos.
Son muy quejosos…Otros alarmantes.
Seguramente los producirá el viento cuando bate las frondosas ramas, pero que  -en este preciso momento- a mí me parecen muy misteriosas, muy extraño.
No percibo nada mas.
La luna se encuentra escondida, las nubes la tapan…cero visibilidad.
Es mas de las doce de la noche, y me encuentro en medio de una casa que en este momento se me ha agrandado.
Sus paredes me parecen rejas.
Los espantos me espantan.
Se me está agudizando el sentido del oído.
Hasta siento como retumba mi propio corazón.
¡Tum…Tum…Tum…!
(¡Dios mío! Cómo suena…)
Sus latidos son estruendosos y temo que me delaten.
Y en verdad, no sé quién me pueda encontrar pues a nadie veo, como tampoco siento, ni mucho menos oigo.
A excepción de esos sonidos extraños, se me antoja que estoy solo en medio de esta inmensidad oscura.
Reconozco que no me siento a gusto.
Y por supuesto que temo.
Y mi miedo  se basa, a que en la casa en que estoy,  está en medio de un sector agrícola y mi vecino mas cercano, jamás me escucharía si le grito. (¡Nunca!)
Es tanta mi inquietud, que no logro conciliar mi sueño.
Y por supuesto que lo he intentado, pero al recordarme los relatos que me contaron los vecinos en la tertulia de ayer en la tarde, me confesaron después de tantas preguntas mías…
- Este monte es extraño, tanto de día como de noche.
…Se rumorean muchos cuentos…
De terror entre ellos…
De aparecidos que sin cabeza aparecen…
…Que si el ánima sola…
Solo no es sensato estar…
La soledad es mala consejera…
(A buena hora lo vengo a verificar…)
Y no es bueno confiarse.
Suceden muchas cosas raras… - Me confesó en secreto Carlos mi vecino mas cercano y me lo dijo, cuando se percató de que los demás no lo escucharían.
Y a decir verdad, esas pocas palabras   -en su momento-  se las agradecí…Pero es que…
(…Me ha amargado mi  sueño.)
Me han quedado “rondando”.
(Quisiera olvidarme…Pero…)
Y quejándose en medio de mí ser.
Mis dudas se basan en: ¿A qué se habrá referido…?
La brisa que sopla es muy fría, y la cobija no me abriga del todo.
Presiento algo malo. Perverso. Melindroso. Amargo.
Y de noche es mas delicado que de día.
(Aunque al  “decir” de los que por acá viven: Igual que sea de día o de noche…)  
…Pero prefiero con el sol, que con la luna.
Con la luna todo se vuelve caprichoso, se permuta, se pone difuso. Lo que parece ser…No lo es…
Los sueños se transforman en pesadillas.
Y es propicio al desborde, que al orden.
En efecto, ahora que lo pienso mejor, no debí aceptar a quedarme a dormir en medio de todo este follaje.
Veo un par de ojos…Los distingo muy bien.
¿Sera de un león?
O de algún monstruo que la oscuridad produce.
(…De repente es de algún bichito rastrero, que vigilando está  para matar antes de que se lo coman.
Que se coman entre ellos. A mi que me dejen en paz.)
Algo me dice que me vigila  -pero no lo creo-   está muy lejos y desde el ángulo en que lo diviso, dificulto que me pueda “encontrar”
Ya me he levantado.
Prefiero  moverme y no ser un blanco fijo.
No me atrevo a encender ningún bombillo, ni nada que delate mi ubicación exacta.
Miro constantemente hacia el suelo, pues temo alguna culebra u otra clase de bicho.
Estoy en medio del monte tupido y espeso (Que de día me ha parecido hermoso…Pero que en esta oscuridad, me ha parecido: ¡Espantoso!), en donde puede brotar lo inesperado…
Me encuentro en territorio hostil.
Muy tarde lo he descubierto.
…Falta mucho para que salga el sol…
Pero despierto lo he de esperar.









© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

Nota muy importante...Para mí....Y quiero compartirla con ustedes...
¡Hoy cumpleaño mi hija: Julia Marcia!


¡DIOS TE BENDIGA MI MUCHACHITA!



Nació en: San Francisco - edo. Zulia










...Hic...Hic...













“Los borrachitos”





- Mire mi compadrito, escuché por allí que a usted me lo están llamando: “Gallina” y yo quiero saber si eso es cierto… - Luis se agarró a la mesa. - ¡Porque si es cierto…Yo…Yo…! – No pudo terminar, se llevó una mano a su rostro el cual se encontraba todo mojado,   -no se supo si era del sudor o por efectos etílicos-   intentó restregarse, pero en el camino oscilante se quedó…
Ya llevaban encima varias docenas de cervezas cada uno.
Antonio lo miraba con esos ojos vidriosos, agarró la cerveza y la batuqueó para comprobarse si algo le quedaba, y al comprobar que algo había,  se echó un buche…Que por lo visto era largo.
- ¡Tráenos dos mas! – Gritó mientras se le salía por la comisura de sus labios una mezcla entre su propia baba y la de la cerveza.
- Mire compadrito que le estoy hablando muy en serio. – Le apuntó Luis, mientras su dedo se le iba a otra dirección.
- ¡A mí nadie me llama Gallina!
- ¡Yo no lo estoy llamando: “Gallina”! – Le vociferó muy ofendido.
- ¡Que no he sido yo! – Le indicó con una mano mientras con la otra le daba instrucciones de que se calmara, y se sentara con tranquilidad.
- Es que si yo estoy presente…
¡Le  reviento esta silla en su cabezota!
¡Y después lo agarró y lo tiro…Lo tiro…!
¡Por falta de respeto!
- Y yo Antonito…Los perseguiría hasta los confines de esta tierra… ¡Hasta la orilla de los mares!
- ¿Y por qué hasta la orilla de los mares?
- ¡Uyuyuy eso del agua, como que no me gusta nada!
- Lo que pasa Antonito…Es que tú nunca te bañas…Y a propósito…
Hay “un tufito” por estos lados…
¡Qué me carga loco!
¡Qué me está “oliendo muy feo” por estos lados…!
- No me estés cambiando el tema.
- ¿Cuál tema?
- De que te llaman: “Gallina” Porque si en mi presencia te dicen eso y encima se burlan tuyo…
¡Es que los mato!
¡Los trituro!
¡Los machaco!
- ¿Y yo Luis?
Yo me tiro a los mares y nadaré y los bajaré de los barcos y allí mismo les caería a cachetadas.
¡Seguro que sí!
¡Porque nadie va a venir a burlarse de mi compadre! 
…Claro tengo que estar allí presente…
…Porque si no estoy ahí…
Cómo me podré enterar, ah?
- ¿Y yo…Y yo…?
Me montaría a ese avión que está pasando encima de nosotros y lo bajaría a punta de patadas.
Lo demolería a puñetazo limpio…Y luego lo lanzo al suelo…Y después: ¡Le escupo la cara!
No me gusta eso de: “Gallina” – Uno de sus amigos que estaba en la mesa contigua le hizo señas al mesonero de que no les sirviera mas cerveza a esos dos, que ya se estaban cayendo solitos de la borrachera que cargaban.
Luis lo vio, y le dijo calladito a su compañero de tragos…
- Mira Gallinita…Ya nos van a botar y  ¡que por escandalosos!
- ¡Yo no soy escandaloso ni que ocho cuartos!
Y a mí se me respeta, ¡porque soy una gallina, perdón un Caballero! – Y diciendo esto se fue de bruces… - Luis corrió en su auxilio…Pero se quedó girando en su mismo eje. Se bamboleaba de un lado a otro, sin poder contenerse. Se esforzaba por guardar la compostura…
Pero su grado alcohólico se lo impedía…
Quedó bamboleante.
Como si fuese un muñeco de esos que llaman “porfiado”
Los demás se reían del espectáculo que estaban presenciando con ese par de borrachitos.














© Bernardo Enrique López Baltodano 2015



...Me contaron...














“Cuentan que así fue…”






- ¿Tú ves esa esquina…La que está en penumbras? – Alirio afinó mejor sus ojos, en verdad se veía muy oscuro, las siluetas que se reflejaban eran producto de un farolito algo distante, como a unos treinta metros quizás.
Y lo que pudo visualizar era demasiado borroso a pesar de que se encontraban a menos de cincuenta metros.
Pero si pudo ver, que esa esquina era muy solitaria.
- Se ve muy borroso… - Le informó a Carlos, quién le señalaba con insistencia.
- …Cuentan que allí estaba el tipo… - Le susurró casi en el oído. 
Carlos sintió un estremecimiento, pero no le quiso decir nada de eso, no fuera a ser que lo tacharan de cobardón.
- ¿Y cómo pasó todo…? – Alirio bajó su mano y le hizo señas de que se apartaran a un sitio mas visible y en donde pudieran conversar sin el temor de…
- El tipo, al parecer era uno que tenía “mala maña”
Era un azote. Y él sabía que por esa esquina pasaría María, la cual debía atravesar por allí mismo. Ella estudia en la universidad y sale alrededor de las diez de la noche.
El caso, es que ése la estaba esperando.
Agazapado y oculto. Protegido por la oscuridad.
Y fue pasando el tiempo, pero él no se movía.
Permanecía en cuclillas.
Encendió un cigarrillo y se dispuso a esperarla.
…Presumimos, que la quería violar.
- ¿Y entonces…?
- …Cuentan…Que terminó su cigarrillo cuando sintió unos pasos, enterró el chicote en el piso para no delatar su presencia…Y se agazapó aun mas.
…Y en el momento en que él estaba por brincarle a la muchacha…
¡Sintió que tenía a alguien atrás!
- ¿Cómo que lo sintió…?
- No sé Alirio, no lo sé, te estoy narrando lo que me contaron.
- Ok. Ok. Continúa…
- Él tipo se quedó petrificado.
Dicen que en ese momento sintió un “frío de muerte” en su espalda.
¡Y que lo tocaron!  …O lo apuntaron.
¡El caso es que al sentir eso…Se asustó!
…Todo malo es cobarde…
¡No se atrevió a moverse!
Cuentan que sintió a alguien  que le respiraba en el oído…
Y que su respiración era fuerte.
Y que olía  un olor desagradable y apestoso.
Quedó petrificado. Se orinó sus pantalones…
Y se hizo caca.
Pero no se movió, porque no pudo.
Así pasaron varias horas…
Ya su pantalón estaba seco y hediondo.
Pronto comenzaron a salir los primeros rayos del sol…
Y los que alcanzaron a verlo, comentaron que estaba “blanco como un papel” y que cuando se vio descubierto… ¡Empezó a correr y a correr!
Desaforado, como si estuviese espantado…
Y desde ese entonces, no lo han vuelto a ver.
Ahora bien: ¿Qué fue lo que realmente le pasó…?
Nadie lo sabe.
- ¿Y qué pasó con María?
- Como son las cosas…María dejó de pasar por esa esquina. Es pavosa.









© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


...Él es mi rival...











“Me lo prometiste”





- Me prometiste que nunca me abandonarías…
- Y no lo estoy haciendo.
- En los hechos: ¡Sí! Y desde que nació Juan   -nuestro hijo-   me has echado a un lado.
Ya no estás pendiente de mí.
Llego y te consigo todo el tiempo con él.
Ya no te levantas a despedirme.
Ya no me recibes.
Llego y la comida no está lista.
La ropa sucia se sigue amontonando.
- Es que Juan, es un bebecito y requiere  mucho de mis cuidados. Tengo que darle pecho. Casi ni duermo. No me da tiempo de comer. Todo el tiempo estoy es con él. ¿Y qué mas puedo hacer?
- No lo sé. Lo único es que desde que él nació, lo has puesto entre los dos. ¿Total?
Ni duermes tú, ni duermo yo.
Ya no me atiendes. Antes vivías encima de mí…Ahora estás con el bebe.
Mira; en verdad no sé lo que vas a hacer…
¡Pero algo hay que hacer!
Ya no te bañas. Ni te peinas. Ni te maquillas.
Ya no te veo bonita.
Ya ni me esperas sentadita en la sala.
Te encuentro siempre, pero siempre con el niño encima. ¿Por qué?
- Es que tú no me quieres entender.
El niño requiere de mis atenciones.
Tú no. Ya eres grandecito como para prepararte tu mismo desayuno. Tu café. ¿Por qué debo ser yo la que lo hace, ah…?
- Tú eres mi mujer. Y ni en eso te niegas a atenderme. Todo: ¡Es el bebecito!
¡Estoy de acuerdo!, pues es mi hijo también…Pero tienes…Debes conseguir la forma o la manera de volver a hacer conmigo… ¡Como lo eras antes!
¿Es mucho pedirte que vuelva a hacer “mi mujer”?
¿Es mucho pedirte que te bañes y te mantengas como antes: Bonita?
¿Será que estoy siendo demasiado “mala gente” cuando te pido: ¡Por favor...! Quieres volver a ser mi mujer?
La misma que antes que naciera nuestro hijo, eras muy atenta conmigo. La que me mimabas con tus cositas. La que salía conmigo al cine…o a dar un paseo. ¿Será que estoy pidiendo mucho?
- ¡Primero está el bebe! Y eso debes saberlo y entenderlo. Y en cuanto a que sea tu mujer… ¿Cómo podré hacerlo…Ah? ¿No ves mis senos?
Todo el tiempo encima de él. Limpiando los pañales cagados, orinados. Haciéndole el alimento. Bañándolo. Mimándolo. Viendo como duerme que parece un angelito. ¿Es que no tienes corazón tú?
- Bueno contratemos una niñera. Alguien que venga a limpiar la casa. No sé….Hagamos que nuestra vida vuelva a la normalidad.
- ¿Meter gente extraña a la casa? ¿Para qué nos roben…? ¡Estás loco!
¡Yo soy lo suficiente mujer para atender mi propia casa!
Mi hogar. Mi hijo.
La ropa la sigo lavando, acomodando.
¡No necesitamos a mas nadie!
Yo me basto sola para todo. – La señora no aceptaba ninguna sugerencia. Ciertamente que apenas eran ellos tres y que bueno, ella se consideraba capacitada para hacerle frente a todo.
El hombre se le quedó mirando. Reconocía que era una excelente madre. Dedicada. Abnegada. Amorosa con su hijo.
….Pero, y siempre hay un pero cuando se presentan discusiones. Ella estaba segura de que todo lo estaba haciendo bien. Y que era cuestión de que él la comprendiera. Y que entendiera que primero estaba el bebe. Después el bebe.
Y por último…Lo demás.
Él miró todo su entorno. En verdad, poco le importaba el desorden.
Poco que le importaba que la comida estuviese hecha. Caviló un rato mientras veía a su mujer como abrazaba a su hijo, como lo mimaba y fue entonces cuando le murmuró…
- Jamás pensé que mi propio hijo fuera el que me quitara a mi mujer… - La mujer lo escuchó, pero no le respondió. Mas bien lo ignoró.
Continuó mimando al niño.
Él se puso su camisa, su pantalón, recogió las llaves de su carro y salió.
Ella lo ignoró…










© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


La vieja.













“Es que tú no quieres entender…”




- Mira mami, el negocio que te propongo es: ¡Redondo! ¡Maravilloso!
- ¿Redondo, maravilloso…cómo es eso…?
- Mira me están ofreciendo una tienda.
¡Es grande y está muy bien ubicada!
- ¿En dónde?
- En todo el centro. Tiene cerca cuatro centros comerciales, negocios de todo tipo. Zapaterías.
Cerca de cuatro agencias de bancos.
Tiene varias paradas de carros por puestos y de autobuses.
Pasan centenares de personas a cada rato por el frente. ¡Es un negocio redondo!
¡Cuando lo veas te quedaras encantada!
¿Y factura…?
¡Todo el dinero del mundo!
- ¿Y entonces por qué los venden…?
- …Bueno. En realidad, ¡no tiene importancia! 
A nada de eso le he puesto la menor atención a eso. ¡Pero es un negoción!
¡Y que no te quede duda alguna al respecto!
- ¿De verdad?
- Si mami. ¡Es todo un negoción! ¡Lo juro!
- Si…Pero en otras ocasiones nos has venido a echar el cuento, me recuerdo cuando tu papa estaba vivo, nos contaste de aquel negoción…
- ¡Ay mami! Eso si que fue ¡mala suerte!
Porque todo indicaba que era bueno.
- Pero te engañaron.
- Bueno mami. ¡Así son los negocios!
En unos se ganan…y en otros…pues   ¡se pierden!
¿Qué le vamos a hacer?
- Si pero en el “negoción” de la vez pasada, tu padre hipotecó el negocio… ¡Y lo perdimos!
- Mami…Así son los negocios. – La madre lo observó asombrada  a través de sus lentes.
Se los quitó y unas cuantas lágrimas brotaron de sus ojos.
El hijo la miraba, pero ignoraba lo que le estaba pasando a su progenitora.
Y ella estaba pensando en el dolor que le produjo a su padre la perdida de ese negocio al cual, le había dedicado gran parte de su vida.
Tantos años de sacrificio… ¿Y para qué?
¡Lo perdieron todo!
Lo observaba y veía en su hijo, que siempre había tenido mala cabeza para los negocios.
¡Pésimo para los negocios!  Muy mal administrador.
En eso no había sido como su padre, que tenía “vista de halcón” para los negocios.
Y era fiel pagador en todos sus negocios.
- Mami, no es bueno vivir del pasado.
¡Ya lo pasado…Pasó!
Y hoy te vengo a exponer este   ¡tremendo negoción…!
Mami…No me abandones en esto… - Le puso cara de “niño llorón” y eso le partió el alma a su anciana madre…
- ¿Y qué tengo que hacer yo…? – Le preguntó con voz de resignación.
- Mami, tú y papi, me dijeron que esta casa sería mía… - La doña tomó una toalla pequeña y se  restregó los ojos…Ya presentía lo que le venía a proponer…
- ¿…Y…?
- Bueno. ¡Yo no tengo dinero para hacerme de ese negocio!
- …Pero el negocio que tenía tu padre, que en paz descanse…
- ¡Ay mami! ¿Vas a seguir con eso?
Parecía un “buen negocio” ¡pero no lo fue…Y ya!!! – La madre continuaba en su sollozo…
- ¿Y qué debo hacer ahora yo…?
- ¿No podríamos hipotecar esta casa? – Su propuesta fue lo mas inocente posible.
- ¿Esta casa? ¿La que me dejó tu padre?
- ¡Ay mami!
- ¿Y por qué no hipotecas la tuya?
- No me darían nada. Además, allí viven tus nietos…
¿Prefieres que vivan en la calle…Mendigando?
- Y aquí vivo yo… ¿Me quieres dejar en la calle ahora…Que soy una vieja…?
- ¡Ay mami! ¡Yo te prometo que no la vas a perder!
Además las ganancias van a hacer: ¡millonarias!
- …Igualito le dijiste a tu padre, y él te creyó…
- ¿Entonces…Vamos a seguir en el pasado?
- Hubiéramos seguido con el negocio.
Y tu padre no le hubiera dado ese ataque al corazón…! Qué se lo llevó!
- Mami: ¿Me estás culpando de eso…?
- Tú te ilusionas muy rápido. Y las consecuencias la pagamos nosotros...Y esta casa, me la regaló tu padre, con tanto esfuerzo y dedicación…
- Anda mami…Esto no es igual al anterior.
¡Esto es genial! Te prometo que esta vez me va a ir a las mil maravillas. Confía en mí…
- ¿…Y si no…?
- …Bueno mi casita no es muy grande.
Y allí tenemos un cuartico, chiquitito…En donde metemos…Todo.
¡Pero allí puedes caber tú!
- ¿A ir a vivir allá? Teniendo una casa totalmente paga y todas las deudas al día.
¡Es mucho lo que me pides! 
…Y no me veo viviendo “arrimada” en tu casa, teniendo la mía propia…
- No creo que lleguemos a eso. Pero en todo caso si no quieres ir a mi casa…Están los ancianatos…
Allí te podrías instalar y vivir allí…
¡Hay solución para todo! – La vieja lo observaba atónita  en medio de sus lágrimas, le costaba creer lo que su propio hijo le proponía…
…La iba a dejar en la calle…A su edad…
- …Déjame pensarlo bien… -El hijo le sacó un fajo de carpetas y de papeles y se los puso sobre la mesa, diciéndole…
- Esto no hay que pensarlo mucho mami.
Aquí están todos los documentos para que los firmes  ¡y ya!
Ya verás que todo se va a resolver muy bien…
¡Ten fe en mí y verás que en esta ocasión no te voy a defraudar! – Miraba con insistencia las carpetas, mientras el hijo con bolígrafo en la mano le indicaba en donde debía firmar…
Se le notaba cada vez mas frenético…Insistía y persistía…Ella temió su agresividad.
- …Déjame pensarlo bien…
- ¿Y qué mas vas a pensarlo?
¡Las decisiones son rápidas y precisas!
¡Yo soy así, un hombre de decisiones efectivas!
¡Si este es mi futuro!
¡Toma…Firma aquí….Aquí! – Con tanta fuerza le ponía al tono de su voz, como al bolígrafo que portaba en su mano.
Mientras nervioso, la obligaba a que firmase esos documentos.
- …Pero esta es mi casa, la misma en donde tú naciste…
- ¡Pero ustedes me juraron que sería mía!
¡Esta es mí casa!
¿Ahora me la vas a negar…A tú propio hijito…Mami?
- …Cuando me muera…Cuando me una con tu padre… - El joven insistía una y otra vez, sus argumentos iban encendiéndose cada vez mas y mas….
Golpeaba con fuerza y con mala crianza la mesa en donde estaban regados esos papeles…
Mientras la anciana matrona…
Solamente lloraba desconsoladamente…
Sus sentimientos fueron heridos y mancillados…











© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


De compras.
























“Ella es mi señora”




Viviendo en Maracay, iba todos los fines de semana a mi parcela que estaba ubicada en Guacara – edo. Carabobo, hacia la vía a Vigirima.
Como es usual, los sábados en la mañana se realizaba un mercado a cielo abierto.
Es decir una aglomeración de distintos comerciantes que habían formado una organización y cada uno llevaba su camión, camioneta, carro, kiosco o lo que tuviera a  la mano y habían agarrado un lote baldío a la orilla de la autopista Regional del Centro vía hacia Valencia    -la bella capital de Carabobo-   el caso era que allí se podía encontrar desde todo tipo de quesos, de verduras, frutas, carnes de todo tipo y muchas cosas mas.
Yo iba en compañía de mi esposa e hijos, y  ya teníamos un grupo de comerciantes que me vendían verduras, frutas y quesos.
Ya casi al medio día  ya la mayoría había vendido todo y comenzaban a retirarse.
En cierta ocasión, era ya mas de las 4 de la tarde y nos encontrábamos un grupo tomando cervezas y hablando de cualquier cosa.
Ya casi quedábamos nosotros solos.
Ya solo lo que  se veían era todo lo que los comerciantes habían desechado (ramas, verduras ya pasadas, frutas en mal estado, etc.) y ya pronto llegarían los que limpiarían todo ese desastre dejado de las sobras.
Quedábamos…
El que vendía las arepas con queso, jamón, cochino, carne mechada y todas esas menudencias, en compañía de uno de sus hijos.
El que nos vendía el queso: Antonio Pinto (y su ayudante), quién siempre estaba con una sonrisa a flor de labios.
Un oficial de los vigilantes de Tránsito Terrestre, que al igual que yo, solamente estábamos comprando y bebiendo, mientras pasábamos un rato ameno.
Mis hijos aprovechaban para andar tratando de subir un pequeño cerro de escasos unos ciento y pico de metros.
Allí estábamos cuando me percato de un grupo de personas ya de bastante edad.
Que apenas estaban llegando.
Ellos andaban hurgando entre la basura, todo lo que podían salvar para poder prepararse un plato de comida.
- Son unos vagabundos. – Alegó Antonio mientras los miraba con detenimiento.
- Hay que andar mosca, pues entre ellos suelen colarse mariguaneros y personas del mal vivir. – Apreció el que vendía las arepas, mientras seguíamos tomándonos nuestras cervecitas y seguíamos charlando entre nosotros.
Era un grupo de unas siete personas.
Por su aspecto eran personas de lo que recogían en la calle, borrachitos, drogadictos….Personas que mendigaban…
Pongo mejor mi atención y veo a un trío, que mientras andaban “haciendo su mercado” entre las sombras de verduras, va entre ellos una señora ya de mucha edad.
Pero la noto   -“bien vestida”-   en medio de los harapos que cubrían su cuerpo.
Su cabello se lo amarraba con una especie de “cabuya” y la detallo mejor y veo que está toda “pintarrajeada” sus ojos los cargaba con una sombra demasiado oscura.
Unas pestañas grandísimas que desentonaban su rostro.
Un blusa  ya toda ajada, que se le veía toda descolorida y sucia.
Su falda se le veía que no le entonaba con su ajuar.
Un sombrerito viejísimo que portaba con orgullo.
Unos zapatos viejos que quien sabe en donde los había recogido.
Su boca estaba toda de un color rojo chillón.
Su cara estaba empolvada con exceso.
A pesar de todo lo que le vi, también noté que era muy delicada.
Era muy coqueta.
Yo la veía que le hablaba a los dos hombres que la acorralaban, como queriéndose  acapararla en “su favor” para mas  tarde…
Ella sonreía y se le veía muy feliz. Reina entre las piltrafas  humanas.
Se sentía halagada por la fina atención de ese par de ebrios impertinentes y malolientes.
Se movía como una mosca de esas que andan detrás de la comida.
Buscaba  con atención lo que ella consideraba  aun servía para su cena.
Y el par de viejos, se peleaban su favor.
Borrachos se disputaban su atención.
Ella les fue indicando a cada quien lo que debían buscar.
- Ya les voy a preparar la comida.
Quédense quietecitos.
Tráeme la leña; le dijo a uno que casi no la dejaba caminar.
Y al otro le dijo, consígueme fosforo o algo para encender una fogata aquí mismo.
Una vez que se vio libre, aprovechó a prepararse mejor y a seguir echándose mas pintura encima.
Y aprovechar para subirse  sus caídos senos, movió todo su roído esqueleto y dio unos salticos de emoción.
Claramente se veían que eran unos indigentes.
Pues uno de ellos cargaba una botella y se la ofrecía a cada rato a ella.
Hasta que le dijo:
- Ya está bueno chico  que me está mareando “un poquito” ¿Me quieres emborrachar?
¡Y ya sabemos lo que me pasa cuando me paso de tragos! – Les dijo en son de broma. - ¡¡¡Puedo quedar embarazada y después no sabremos quién será su padre!!!
Los dos tambaleantes ancianos  celebraron ruidosamente esa salida de esa dama antañona.
Ambos torpemente se pusieron a encender la fogata y después de varias caídas de ellos mismos, lo lograron hacer.
Colocaron unos pedazos de ollas…Que francamente no vi de donde la sacaron.
Ella le indicó a uno de ellos que fueran a buscar agua…Y hasta donde estábamos llegó en busca de preciado líquido.
- Regálame un poquito de agua, es para preparar nuestra comida. - Y mientras estaba hablando con nosotros, el otro se le adelantó y algo le dijo al oído a la fémina, porque de allí en adelante comenzó a comportarse como una “perfecta ama de casa”
Antonio buscó un balde que contenía el agua que hasta ese momento la utilizaba para limpiar los quesos que vendía y le dijo…
- De agua lo que tengo es esta… - Le dijo mientras le señalaba esa agua toda turbia.
- Nos sirve. – Dijo sin detallarla, ya que mas preocupado estaba por llevarla  rápidamente a esa señora.
- ¡Epa,  me traes el envase! – El tipo le dijo que ya venía,  corrió y echó el agua en la olla y regresó rápidamente para devolver el envase.
 Para cuando llegó el tercer componente, ya todo estaba preparado entre esos dos.
Y éste se dio cuenta, y les dijo…
- ¿Qué paso aquí en mi ausencia?
- ¡Ella es mi señora! – Le aclaró el otro de una forma tajante.
- ¿Por hoy…? – La señora se entretenía mientras tanto en cocinar, dejándole eso a las cuestiones “de hombres”
- Por hoy. Por esta noche. Por mañana y ya veremos… - Le respondió seriamente.
- Eso está por verse.-  Sacó de su bolsillo una botellita de caña clara y se la ofreció diciéndole…
- ¿…Y para qué vamos a pelear por eso…? ¡Si hay de sobra!
El por respuesta…Se tomó un trago largo.
- Claro compadrito. Tú siempre tienes razón.
Ya veremos, si algo te dejo…
Y cayó sentado por el efecto de ese licor.
El caso es que después apareció el resto de los componentes  y comenzaron a celebrar ruidosamente.
Ya para ese entonces eran ya mas o menos las seis de la tarde y creí prudente retirarme.
- Mejor nos vamos. – Nos recomendó Antonio mientras comenzaba a recoger todos sus quesos y todo lo referente de su negocio, los montaba a su propio camión.
El de las arepas asintió y comenzó a recoger lo suyo para montarlo en su vehículo.
El caso es que en cuestión de minutos ya nos encontrábamos preparados para irnos.
Ya pronto se comenzaba a escuchar las risas y las carcajadas de esos que se apoderaban de ese sitio, en medio de tanta basura.
El forcejeo de los periclitados viejos que luchaban por lograr el favor de tan bella dama, la cual estaba complacida por sentirse la agraciada por tan grande honor.
Ya los que limpiaban estaban en su plena faena.
Pero en mi mente quedó grabada la presencia y la altivez de esa anciana que se hacía respetar en medio de tantos borrachos, pero ese era su mundo, su dominio, su reinado…
…Lo que pasó después…No lo sé.













© Bernardo Enrique López Baltodano 2015