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“Corto en relatos”
“¡Esto me
lo contó él!”
- ¡Esto me lo contó él! Y digo que fue él, porque
así sucedió. Y me perdonas lo exaltada que estoy, pero es que… ¡Sé que es difícil de
creer!
Pero para que me entiendas, comenzaré desde el
principio. Tenme paciencia por favor. -
Elena se pasó la mano por su larga cabellera, se encontraba en medio de
una enorme excitación, su hermano Juan, la observaba muy asombrado.
Ya que reconocía en ella, que casi nunca se ponía
tal como estaba ahora. Y por eso, decidió sentarse a escucharla.
Su hermana mayor se estrujaba con mucho nerviosismo
sus manos, se le notaba que le costaba hilvanar su experiencia, pero luego de
unos segundos moviéndose de un lado a otro, sin dirección aparente, y de
peinarse mas de una docena de veces…Se fue calmando.
Notó que su hermano no la apremiaba, y eso se lo
agradeció.
- Mira, no sé cómo empezar…
- Empieza desde un principio y deja que fluyan tus
palabras, no las atajes. No te cierres. Respira con tranquilidad y cuando lo
creas conveniente…Arranca. Por mi ni te preocupes, te estaré esperando. – El gesto
de solidaridad, le trajo mucha cordura y paz. Se serenó y arrancó de esta forma…
- Estaba durmiendo. ¡Cuando de repente se me
apareció en la puerta de mi cuarto, ese ser!
- ¿Quién?
- Al principio no me quiso decir su nombre, y esto
fue lo que me dijo:
“Disculpa que interrumpa tu sueño. Pero me urge que
me atiendas. No te vengo a hacer daño alguno. Pero requiero que me oigas y que
después…Me ayudes. – Yo estaba asombrado, pues en el momento pensé: ¿Y de dónde
viene este hombre…? ¿Cómo pudo entrar a mi cuarto? ¿Será una visión mía…? Y en
esas elucubraciones me encontraba cuando, me interrumpió…
- No te devanes mas tu cabeza. Escúchame por favor.
Este es mi relato:
Me encontraba durmiendo en mi casa (yo vivo en el
campo. Mejor dicho en una finca que es de mis padres.) Cuando de repente me dan
unas ganas locas de ir al sanitario (Nosotros somos pobres y no tenemos
sanitario tal como tú lo conoces…Utilizamos “letrina” con su pozo séptico y el
mismo está como a mas de doscientos metros de la casa.) y yo pensaba que podía aguantar…
¡Pero qué va!
No me daba chance de esperar hasta el día siguiente.
Así que me armé de valor, recogí papel sanitario y corrí.
Esa noche era de luna de cachito, y en ese momento,
no había luz por ninguna parte.
Asustado, corrí
-para ver si me daba tiempo de
llegar, antes de…- y en esa forma de
correr no me percaté de que había salido sin mis cotizas, por lo que me dolían
las plantas quizás haya sido por lo rustico. Por las piedras.
En fin, ¡me
resbalé y caí!
Y en ese momento, logré levantarme, pero no pude
llegar hasta el “sanitario familiar” y me dispuse a “hacerlo” allí mismo.
¡De repente siento el gruñir de unas fieras!
Yo me quedé en una sola pieza. ¡Por la prisa, no
salí con mi escopeta! Me agazapé y esperé…
¡Grrrrrr! Grrrrrrr! ¡El viento se volvió loco de
repente!
Mis carnes se helaron. Mi corazón se me paró en el
acto. Una suave brisa, me dio escalofríos horrorosos. Sin embargo, no pude divisar
a mi atacante…Que para mí, ¡era una banda!
No recuerdo si me hice o no.
¡Pero de repente…Siento que me están atacando! ¡Pero
no pude ver ni qué o quién era!
…Sentí intensos dolores.
¡Me encontraba aterrado! …Presiento que me mataron. Puesto que de
repente, dejé de sentir esos dolores espantosos.
…Como pude, me fui levantando. Mucha sangre corría
por mis ojos y me impedía ver bien.
¡Pero acudí lo mas pronto posible!
Cojeando, me caía, me erguía y así fui andando… A mi
casa, para avisarles a mis viejos.
Y lo que vi…Me heló en el acto…
- ¿Qué viste…? – Le pregunté intrigada.
- ¡Estaban sometiendo a mi padre y estaban violando
a mi propia madre…Y a mi hermana!
¡Corrí y los ataqué!
…Pero no parecieron sentir nada de mis golpes ni de mis ofensas… - Dejó
de hablarme y se inclinó a llorar.
Era un chavalo. Estaba muy nervioso.
Y fue cuando le vi la cantidad de heridas que
portaba en su cuerpo.”
Me enterneció su relato. Es mas se me fue todo el
terror que sentía…
Pero es que… - Se detuvo en su narración y fue
cuando Juan se le acercó y la abrazó, para infundirle confianza. Ella le
susurró al oído…
- ¿Sabes lo que me pidió…?
- No. ¿Qué te pidió…? – Ella suspiró, exhaló y en un
segundo posterior prosiguió…
- Me pidió que fuera a ver a su familia y que les
dijera que él estaba bien. Me dijo que se llamaba: Luis y que su familia
debería estar muy preocupada por él. ¡Hasta me dio su dirección exacta y me
dijo que él mismo me acompañaría! – A Juan se le pararon todos los pelos de su
cuerpo y una ráfaga instantánea lo inhabilitó…Un frío de muerte lo inmovilizó.
- ¿Me acompañarías…? – Él no supo articular palabra
alguna…Estaba horrorizado. Espantado.
Sobrecogido e inutilizado.
© Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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