Todo presagia bello. Y hoy he escrito algunas letras que me gustaría compartirla con ustedes.
Y siempre en la espera de que sea del agrado de todos.
Aquí les anexo mi pequeño manuscrito, el cual va sin titulo...aún no se lo he puesto...
Noche oscura. Silenciosa. Invita a dormir, pero en mi
caso muy específico; no lo tengo así que para no estar dando vueltas y vueltas
en el dichoso nido, me dispuse a cerrar bien la casa por dentro.
La puerta que da a la calle, le paso su llave y como medida
de precaución se la dejo pegada. Chequeo
bien las ventanas y me doy cuenta que la de la cocina está abierto, la cierro
bien. Todo está bien resguardado. Me
fijo en dónde están los dos amables caninos, usualmente son muy activos y tenía
ya rato que no los escuchaba.
- …Allí están. – Los veo a través del vidrio de una de
las ventanas. La hembra estaba semi metida en uno de las tantas zanjas que ella
misma abre. Rendida dormida a pierna suelta. Al parecer estaba soñando ya que
ejecutaba cortos movimientos en sus
patas - ¡Quién sabe qué estará soñando esa loca! – Me dije a mí mismo. Busqué y
como a eso de un metro estaba el enano (Tan inofensivo él…); también roncando.
- ¡Parecen tan inocentes las dos taras! – Realmente son
muy escandalosos. Y no puede pasar nadie por el frente ya que al parecer
quisieran atravesarse la cerca para salir a atacarlos. El macho aún siendo casi
un tercio del tamaño de la hembra es al parecer él dinamo que acelera a la
perra, la cual se desboca con furia incontrolada.
- Bueno todo está en calma. – Me sigo diciendo. Camino
por toda la casa a oscuras. A esta hora es poco el tránsito de personas y uno
que otro carro se le antoja pasar frente a mi casa. Dejo una de las luces de la
cocina…por si acaso.
Es bien sabido que los amigos nocturnos, a ver una luz
encendida, se abstienen. Por esa razón prefiero dejarla prendida, así creerán
que hay gente acá y además tengo a los dos bravísimos guardianes…ellos me
avisarán ante cualquier anormalidad. (Eso espero…)
- …Mejor me pongo a ver la televisión…de repente pasan
una peliculita de las que me gustan. - Y
como todo está bajo control, voy al cuarto y enciendo la tv, con cuidado ya que
mi esposa está durmiendo y no es bueno perturbarle su dormir. Me cercioro y la veo plácidamente.
- ¡Todos están rendidos, menos yo! – Bueno una vez
encendido el tv, comienzo a buscar canal por canal. En ocasiones, aún cuando
tengas quinientos canales de diversos países, ocurre que arrancas y paseas por
todo el globo terráqueo y en verdad…no consigues lo que realmente ansías
disfrutar. Y esta noche al parecer, no es la excepción. Todas o las había visto
ya o sencillamente no eran de mi agrado.
Después de haber recorrido más de veinte canales…Con la
famosa paciencia de Job, insisto una y otra vez. ¡Hasta las de cocina se me antojaban
aburridas! Ni boxeo, ni artes marciales… ¡Dios qué hastío! Me provoca caerle a
patadas a algo…pero claro sin hacerme daño yo mismo…
¡Al fin!
¿Será cierto…?
Me siento a una distancia prudencial de unos tres metros
y medio, y como la película viene en inglés con traducción al español en
letras…le bajo hasta el máximo, con la finalidad de no perturbarle el agradable
sueño a la costilla.
El control está dañado, así que a los pocos minutos me
compruebo que la dichosa peliculita…no es de mi exacto agrado.
- ¡Qué fastidio!
…Tan bien que iba y se degeneró en algo que tampoco me gusta… - Me levanto y recomienzo con mi safari…hasta
que veo otra que promete estar a la altura de mis expectativas. No obstante, me
quedo parado cerca, a la distancia de mi brazo…sí, sí parece que esta es la que
me va a resolver esta noche. Contento me vuelvo a sentar.
En efecto…captura toda mi atención… Es una película del
viejo oeste. Con indios con flecha en sus largas cabelleras. Comienzo a
detallar su trama…si me gusta. Además tenía ya bastante tiempo que no veía una
así y ¿a esta hora?
Me acomodé lo más cómodo que pude, levanté mis paticas y
las coloqué sobre una pequeña butaca y extasiarme en ella.
Acompañé al intrépido hombre, mientras se adentraba en tierras
salvajes. Se escondía ya que si lo veían los indígenas con seguridad lo
aprehenderían y hasta lo matarían.
¡Qué nervios…tienen que ser de acero! Con pasmosa
tranquilidad fue sorteando metro a metro, sigiloso fue avanzando. ¡Qué hombre!
Me recordó las aventuras de aquel legendario cazador, creo que se llamaba
Daniel Boone o algo parecido. ¡En fin, me complacía el hecho de ver ese
tremendo dominio de su accionar!
¡Sin duda…me quedé extasiado…! ¡Hasta me veía a su lado…o
detrás…pero me identificaba con todo lo que allí ocurría!
Lo vi que se fue
desplazando con sumo sigilo. Y es en esos momentos, en que me parece que si
toso…como que puedo delatarlo…entonces me abstengo… ¡Ni me muevo! Me quedo como
una estatúa…
Guardo todo y conservo mi paz…pero con aprehensión.
¿Qué le pasaría si lo descubren?
¡Dios qué emoción!
Temeroso y cauteloso, bordeaba el campamento. Lo curioso
es que ni los perros lo intuyeron.
Noté que estaba pendiente de que los vientos no cambiaran
y lo fueran a delatar.
Lo espeso del follaje lo protegía. Se lanzó al suelo y
fue arrastrándose. En unos instantes, uno de los hombres de la tribu al
parecer, escuchó algo extraño y presto salió a indagar. Detrás lo siguieron dos
o tres más. Hablaban en su lengua natal. Una musiquita que instiga a la pelear
se deja escuchar. Las mujeres dejan de hacer sus labores y centran su
atención…Segundos valiosos.
Todo se detuvo. La población está en suspenso. Temen algo
muy malo que los pueda dañar. Así que todos están prestos y atentos a cualquier
ataque sorpresivo.
El indio un hombre joven; olfatea pero no parece estar
satisfecho.
Le hace señas al resto que rodeen el objetivo, en su
creencia de que algo raro estaba pasando allí. Agudiza su visión y su audición…
Todo está en calma. Pero él insiste…
Se le acercó a escasos metro y medio, es más a mí manera
de ver…eran centímetros. Y cuando ya parecía que lo descubriría… ¡Otro ruido
los atrajo! De inmediato salen corriendo varios hacia la dirección que creen
que se produjo ese ruido.
¡Qué bien! Alejó a los compañeros…pero este terco seguía
allí. No se quería mover. Su cara era de guerra.
En la otra escena, los otros descubrieron el origen que
atrajo toda su atención…era un zorro que buscando su comida…produjo todo ese
escándalo. ¡Todos emocionados se tranquilizaban unos a otros! Y le dijeron al empecinado que nada malo estaba ocurriendo
y que volviera a sus labores ordinarias.
El caso es que el intrigado indígena…como que no se
tragaba del todo ese cuentecito…pero ante la insistencia de sus compañeros se
vio precisado a regresar.
El héroe indómito, al percatarse de esto, soltó una
sonrisa de sano alivio. Se notó que se pudo relajar, bajó su rifle y quedó en
guardia, pero ya mucho más relajado. Sacó un trapo sucio y se lo pasó por su
frente muy sudada, por cierto.
Chequeó hacia el lado dónde se produjo toda la
anormalidad…y se percató de que ya todos riéndose se mofaban de ellos mismos, retornaban a sus labores
ordinarias. Para su gran regocijo. ¿Y por qué no confesarlo…? ¡Para mí también!
Pasada esa incertidumbre, me acomodé mejor en mi silla.
El cazador pretendía pasar al otro lado. No me quedó
claro el por qué, pero bueno ese tipo de acción es la que me llama la atención.
Hay proyecciones que dejan entrever claramente lo que va a pasar… ¡Esas no me
atrapan!
Pero en esta, el suspenso estaba latente en todo momento.
Y como cuando
entré en esa emisora, ya la misma había empezado. Tampoco tenía claro ni cuándo
ni en qué momento logré sintonizarla, pero en fin. Ya hasta me estoy
acostumbrando a ver películas empezadas o en su terminar.
Nuevamente comenzó a desplazarse…pero en esta ocasión;
¡pisó una rama!
¡Otra vez! Todas las risas, se vieron truncadas.
Nuevamente la zozobra. Todos miraban hacía la dirección correcta. Hablaban
entre sí, señalando todos en la misma dirección…
La música era de suspenso. ¡Qué emoción!
¿Cómo hará para salir de este trance?
¿Qué pasará si lo descubren?
Por la cara…creo que nada bueno. ¡Estaba asustado!
Sabiendo que por su error…
¿Pero cómo pudo haberlo cometido?
Presentía que lo peor podía ocurrirle…Por lo menos, eso
era lo que se avizoraba…
Hasta las matas dejaron de menearse, por efecto de los
vientos. Y nuevamente corrían ya no tres…ahora eran docenas de guerreros. Todos
pintarrajeados en son de guerra próxima.
La música se torna indómita, invitando a la violencia
desenfrenada.
Se gritan órdenes una tras otra.
Se tornan peligrosos, agresivos en contraposición al
pobre, quien trata de permearse con la naturaleza…pero era claro que no podría
lograrlo…
Tan absorto estaba, que no pude visualizar que la puerta
de mi cuarto, se estaba abriendo muy lentamente. Quizás por el sonido ya
elevado de la musiquita que incitaba a la acción, no pude escuchar su crujir, ella es de madera maciza, pesada y al
abrirla hay que ejercer presión, ya que en alguna época se desprendió de sus
bisagras y presionaba con todo su peso sobre su marco…la huella de unos quince
centímetros apoya mi tesis.
Un hilillo de la luz de la cocina…chocaba en mí cara.
¡No podía creerlo!
…Me estaban abriendo la puerta… ¡Miré y la doña seguía en
su placidez!
¿…Y si no es ella…entonces; quién?
Impávido seguía viendo que la misma se abría
inexorablemente…
- ¡Un ladrón! ¡Se
metieron…! Pero qué extraño…todo sigue en silencio.
No escucho los ladridos. ¿Y mis bravos guardianes?
¿Se habrán ido de paseo?
¿Los habrán envenenados?
El haz de luz superaba ya los diez centímetros.
¡Pero no veo a nadie…detrás!
¡Dios protégeme!
Ahora si que me estaba preocupando de verdad…esto no era
parte de la peliculita.
¿…Y si es un
malhechor…me debe estar esperando para atacarme…?
…Sigue abriéndose…ya van unos quince centímetros…
Pero aún no acierto a moverme… ¿Qué estará pasando
realmente?
¡Dios debo moverme…! ¡Ya! Me van a agarrar como un
pendejo.
¡Muévete…!
¿No estás viendo qué te van a joder…?
Y mientras yo estaba temblando con mis incertidumbres y
mis miedos…ya iba por unos treinta centímetros…
¡No veo a nadie!
¿Es que no hay nadie?
¿Entonces…cómo se abrió…así?
No puede haber corriente de aire interno. ¡No puede ser!
¿Alguien me está jugando una de esas…?
No. No puede ser. En esa casa solo habitamos dos
personas. ¿Y mi esposa? Dormida. ¿Yo? Tiritando de terror. Pero más me
molestaba el que a pesar de todas mis medidas de precaución…
¡Me hayan agarrado con las manos en la masa!
Y como por arte de magia… ¡Me levanté como un rayo!
Algo en mí me trajo la fuerza y vitalidad necesaria.
Terminé de abrirla y me lancé. Y no vi a nadie más.
Chequee visualmente por toda la cocina. La ventana seguía
cerrada. La puerta que da al patio, seguía con su cerrojo pasado, tal cual lo
había dejado.
Ya se me estaban acumulando dos tensiones.
¿Una, la primera? Por lo que le podía pasar al de la
película.
Pero en verdad, la mía fue la que me distrajo en su
totalidad.
Entré y cerré con fuerza.
¡Error!
¿Cómo pude hacerlo?
Con seguridad, desperté a la pobre. ¿Y qué culpa tenía
ella? Y sin prestarle ningún tipo de atención me dediqué a ver, si la había
despertado…
Pero no. ¡Gracias a Dios seguía en los brazos de Morfeo!
¡Qué alivio! Respiré ya más calmado.
Me senté descuidadamente para proseguir…
Pero así como me senté…
¡Me levanté aterrado!
¿Estás loco? ¿Cómo te vas a echar? ¿No ves que estamos en
“Alerta Rojísima”?
¡Cierto! Me dije a mí mismo.
Hay la posibilidad muy cierta de que alguien logró
penetrar a mis dominios…seguimos en peligro.
¡Por esta razón; no puedo seguir viendo nada más! Debo
concentrarme a buscar dentro de la residencia y algo dentro de mí, me susurraba
y no sé si era a mí oído o a mi mente, pero lo cierto es que ya me estaba
pareciendo que caería sobre mí en cualquier momento. Y que seguramente estaría
escondido por allí.
O bien en la primera habitación o en la sala o en el
baño.
Así que decididamente volví a la carga. En esta ocasión,
iría paso a paso. Todo debía ser revisado.
Y así lo fui haciendo. Empecé por la cocina. Volví a la
ventana en dónde minutos antes pude ver a los intrépidos canino. Sí, allí
continuaban. Rendidos a piernas sueltas.
¿Entonces…cómo pudo ocurrir eso que pasó?
Algo me hizo convencer que debía seguir. No debo distraerme.
La sala seguía a oscuras. Me deslicé con sigilo.
¡Nada!
Revisé por cada mueble, en la creencia de que allí podría
ocultarse…Nada.
Me quedaba el primer cuarto y la sala del baño.
Me metí en el baño, ya que me quedaba más cerca…Nada.
Pendiente siempre mirando hacia todas las direcciones.
Me quedaba la primera habitación. Lo único.
Entré rápidamente. Escrudiñé bien todo. Nada.
Corrí al baño, porque creí escuchar un ruido
imperceptible pero como ya era media noche, los ruidos se magnifican. Al llegar…Nada.
¿Entonces…qué carajo pasó?
- ¡Ahora menos que entiendo!
¿Quién abrió la pesada puerta?
O será mejor preguntar: ¿Qué pudo hacerlo?
- Todo está cerrado por dentro. Los perros están
rendidos. No veo actividad ni peatonal, ni vehicular. Las ramas ni se mueven.
¿Qué estará pasando entonces?
Un rayo muy fuerte y devastador emergió desde mi espalda;
de la cintura hacia arriba en mi médula espinal, hasta lo más alto de mi
cerebro. Un pasmoso temblor agitó mi azotea. Una especie de comezón irritó mi
ser. Intenté rascarme mi cabeza, pero algo en mí desechó esta acción. Sentí una fuerte punzada, al parecer se me
estaba incendiando mi rascacielos.
Estaba próximo al paroxismo. Al abismo sin fin.
Ya mi intelecto se había quedado sin argumentos
científicos a todo cuanto acontecía. Y entré en la fase de la sin razón. Y sin
el sentido lógico. Un mundo tenebroso se abría ante mí.
Sentí algo muy frío que recorrió todo mi ser. Seguido de
una oleada de calor infernal. Me sentí sofocado.
¿Y ahora qué carajo me está pasando?
Allí estaba en plena oscuridad, rodeado de los mismos
muebles que todos los días veía. Pero que en este preciso instante…se me
antojaban extraños.
Sentí que me espiaban. Mejor dicho, me veían con suma
insistencia. Volví mi rostro hacía el sitio hacia el cual, algo interno me
decía que era allí. Pero no pude ver nada. Físico, tangible a mis sentidos no
pude ver nada ni a nadie.
Sentía que debía movilizarme, no quedarme en el mismo
sitio. Me parecía que ya era un blanco demasiado visible y que seguramente
enfocarían su ataque hacía mí en cuestión de… ¡Quién sabe!
Comencé a moverme, pero en cuanto lo pude hacer, me sentí
extraño.
Nadaba como en aguas pantanosas, pero ni estaba nadando,
ni en aguas pantanosas. De pronto me sentí como si estuviese flotando. Pero mi
intelecto lo negaba. Me recordaba que estaba caminando.
Pronto todo se me nubló aún más. Se me antojaba que
andaba en sitios escabrosos. Algo en mí estaba pendiente, recordándome en dónde
me encontraba. Mis sentidos se alteraron. No pude discernir a ciencia cierta,
qué era lo qué estaba pasando a mí alrededor.
Una sorprendente dicotomía se disparó riesgosamente, por
un lado sabía que andaba en mí sala, pero algo me perturbaba indicándome que
mis sentidos me estaban mintiendo. No estaba en la misma dimensión. Todo
cambiaba drásticamente.
- ¡Algo o alguien salió corriendo en dirección del baño!
– Me dije como para salir del atolondramiento en que me habían sucumbido. Y corrí.
Me quedaba a unos escasos tres metros. Pero no sé por qué
razón se me hizo tan largo y arduo. Sufrí sin entenderlo, a la finalidad
logré llegar.
Entré como a una dimensión desconocida. La atmósfera ya
no era la misma. Todo se me antojaba como en cámara lenta. Pude ver largas
cadenas de tela araña.
Y no lo pude asimilar… ¡Hacía unos momentos no estaba
así!
¿Qué demonios está pasando aquí?
Me están cambiando el mundo…y no me di cuenta… ¿Hasta
este momento?
¿Quién o qué?
Todo me olía a conspiración. Todos los elementos se alineaban para
embromarme.
¿Pero…por qué a mí? ¿Qué les estaba haciendo?
¡Tan solo quería ver una película…no podía dormir! ¿Y qué
hay de malo en esto?
Lo único cierto, es que ya estaba imbuido en algo extraño
y ajeno a mí. Debía afrontarlo.
No tenía más remedio. Miré a través de la ventana del
baño hacía afuera. Usualmente se veía las luces de la casa de al lado, distante
a tan solo…dos o tres metros…
Pero para mí sorpresa… ¡No había nada! Solo esa sensación
de lejanía. De abandono.
Sin embargo sorprendido, fijé mi atención hacía la
dirección que dentro de mí, estaba segurísimo de que estaba la casa vecina.
Pero no pude distinguirla, me sentí como si estuviese en un barco en pleno mar
y en una de esas noches cerrada y sin luna ni estrellas. Solo esa sensación de
inestabilidad y de zozobra. ¡Y para colmo ni una leve brisita…nada!
¡Qué desagradable es en lo que estoy envuelto! ¡No es mi
deseo estar aquí! Ansioso busco una puerta de salida. Es preciso huir de este
pesado ambiente. Me desespero. Me exaspero. Todo me parece pegajoso.
Absorbente. Es muy degradante y siento que me desgarra. Me siento ínfimo.
Quedo allí. Como si fuese parte del decorado.
¡Pero es que soy un ser vivo! ¡No puedo seguir aquí!
Veo a lo lejos una vibración. No es blanca. Tampoco es
color claro. Es más bien oscura. Su pasear se me asemeja al paso de una oruga.
¡Apesta! Me digo en lo más profundo de mí. No quiero que me oiga, no vaya a ser
que se vuelva en mí contra.
¿Y ahora qué será de mí?
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