En espera de que sea del agrado de todos. Y como les informé....es una parte del capitulo v.
Sábado: 07 de Agosto del 2.013.-
V
Después de un extravío… ¿Me encolerizo o no?
Desde una prudente distancia, lo estaban espiando todos
sus compinches. Ninguno se atrevía a acercarse por temor de ser descubierto por
su patrón. En sus rostros se les reflejaba la intensa preocupación, pero más
que todo
la idea atroz de que se volviera en su contra. Y no era descabellada
esta desdichada opción, ya que en el pasado, siempre les ocurría lo mismo.
Se movían con intensa desconfianza. Se miraban como buscando
su cohesión.
Algo que les garantizara
ese pegamento que tanta falta les hacía. Pero no entendiéndose entre ellos mismos, en
lo más profundo de cada uno, contemplaban el germen de la deslealtad. No lo
entendían en una forma consciente, pero allá en las profundidades oscuras de
cada ser…estaba esa semilla…allí.
Aunque en lo más profundo de su ser, temían que se
traicionarían a la menor resistencia posible. ¿Y quién sería el Primer Judas?
No lo sabían.
Como buenos soldados, obedecían a la voz dominante. Y una orden dada, debía ser
obedecida, ya que las consecuencias para desobedecerla era la peor: ¡la muerte!
En este mundo, no existía ni la piedad, ni los buenos principios.
Sangre llama sangre. Ojo por ojo. Diente por diente.
Si tú me hiciste esto… ¡te cobraré el doble o el triple!
Pero de que me la pagas… ¡vas pagando y ya!
Ninguno le daba la espalda al otro. Dando la
impresión en toda circunstancia de una
unidad, que sabían que era ficticia.
Pero aún presumiendo en todo momento de ello.
La supuesta unidad, era en todo momento puesta a prueba,
pero a pesar de esto…se sabían débiles y por esto mismo se temían entre sí.
Acosados en todo momento por un posible ataque bestial, que los aniquilara o
desmembrara como grupo cohesionado. Fanfarroneaban más darse ánimo entre su
grupo. De la boca para fuera, por dentro temblaban sin poder contenerse.
Aunque en todo momento alegaban entre ellos mismos, no
tener miedo alguno. Parecían más a los gallos de finca, siempre pavoneándose
entre sus gallinitas, fingiendo lo que de antemano padecían. Seguramente en sus
fibras más intimas, se sospechaban ya huérfanos del poderoso.
Y si éste caía…
¿A dónde podrían refugiarse?
Potenciaban sus miedos ocultos, que al verse
descubiertos…Quedaban como desheredados girando sobre un eje desembocado y en
franca auto destrucción.
No entendiendo si aquello que le sucedía a su superior
los perjudicaba en forma inmediata…
¿O en qué podría beneficiarlos? La incertidumbre ante los cambios
imprevistos, no les garantizaba si era mejor quedarse y esperar.
Muchas veces en los ríos revueltos, no necesariamente era
ganancia para sus pescadores. Y lo peor era no saber bailar al son que te
toquen los nuevos amos. Claro en caso, de que el Gue eclipse. Pero como todo en
esta vida, tiende a acabarse…es preciso ser previsivo.
Y lo más delicado aún…saber abandonar a tiempo al navío
que está próximo a sumergirse…hay que ser muy asertivo. Y cuidarse bien, no
vaya a ser que arribes a otra embarcación en dónde…te quieran hundir.
Por esta razón, allí estaban todos, detrás del
inteligente atleta, el cual les ha demostrado ser un excelente estratega. Todos
se sujetaban a su salvavidas, el único que tenían a mano. Así que allí estaban
todos, a la expectativa. Vigilante de todo. Más proclive a la desgracia, que a
la gracia.
Notaron que estaba todo desorientado. Gesticulaba y
peleaba con alguien, pero en verdad no alcanzaron a descubrir con quién. Ya que
aunque estaban prestos a acudir en su ayuda, su terror era mucho más grande, de
allí que preferían seguir ocultos.
- …El manda más está
muy colérico… - Alcanzó a decir
“El Chiquito”. El resto no emitió sonido
alguno. De tanto tragar grueso, ya casi
ni podían ni respirar bien. Expectantes no perdían ni un instante todo cuanto
ocurría con él.
- ¿Será que aún no se ha dado cuenta?
- ¿De qué Gordito?
- ¿No lo ves pugilista?
- No, gordis. ¿Qué debo ver? Según tú… - Éste no se
atrevió a pronunciar palabra alguna, pero comenzó a tocarse su propio trasero,
enseñándole la posible falla.
- …Continúa sin
darse cuenta…
- ¿De qué?
- De su pantalón,
de su ropa interior… ¿No te has dado cuenta? – Todos guardaron silencio.
- Mejor que te olvides de esto. Tu vida está en grave
peligro.
- Es cierto. Mejor
es quedarse calladito. Silencio de tumba. ¿Cierto?
- Si gordis, es lo único sensato que has pronunciado.
- ¿Y ahora qué debemos hacer?
- Pues, quedarnos acá. Escondido. Pero alerta de que no
se aparezcan los malos y lo destruyan a él.
Y recuerden esto, todos ustedes: ¡Si él cae…caeremos todos! Aquí no hay
otra alternativa. Dependemos solamente de él.
Han pensado acaso: ¿Qué pasaría si él desaparece?
¿…No lo han pensado…?
¡Pues yo se los voy a decir! En caso de que muera o lo
sacrifiquen. ¿Quién velará por nosotros?
¿Quién? ¡Nadie! Y es peor lo malo desconocido, que lo que
tenemos. ¿Cierto? Además si caemos en manos más crueles o sanguinarias…
¿Estaremos mejor? ¡No! Aquí ya nos conocemos, tenemos el rango que nos hemos
ganado. Ya conocemos por dónde cojea nuestro Protector. ¿Cómo será el nuevo
amo?
¿Nos tolerará…?
¿Qué creen ustedes?
¿Estaremos mucho peor que cómo estamos?
¿Se le comieron la lengua los ratones? Así que nos guste
o no…debemos obedecerlo. ¡Morir con nuestro líder! ¿Con él? ¡Todo! ¿Y sin él…? ¡El
caos…!
Recuerden que él
sigue siendo una persona demasiado importante. Muy poderosa. Y hay que tenerlo
siempre vigilado…no se aparezcan los lobos malvados y se lo quieran tragar.
- ¿No será que ya lo agarraron? – Asomó tímidamente uno
del grupito.
- …Es posible… - Respondió pensativamente el boxeador.
- ¿No ves cómo lo zarandearon? – Preguntó el gordis,
visiblemente alterado.
- …Es posible.
¡Una razón más que de peso para nos cuidemos! – Sin querer se agruparon más
entre ellos. Se sintió esa respiración de exaltación. Temerosos por las
posibles consecuencias que ese acto les podría acarrear a ellos.
- ¡Nos va a echar la culpa de todo a nosotros! – Vociferó
sin poderse seguir manteniendo pasivo. Y sin darse cuenta, gritó con tanta
vehemencia que su patrón volvió su cara y los descubrió.
Todos se quedaron aterrados y sin poderse mover ni siquiera
un milímetro. A pesar de que muchos de ellos mismo así lo intentaron. Estaban
como afincados a la tierra. Impávidos miraban con el terror reflejados en sus
rostros.
(¿Y ahora qué será de mí? ¡Seguramente que
me identificó! ¿Quién me manda a andar de “metido”? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué será
de mí…?)
El boxeador quedó más petrificado que el resto de sus compinches…él fue el que
gritó…
Miraba pero al parecer no distinguía muy bien, ya que su
visión estaba muy borrosa. Se puso la mano derecha sobre sus ojos y trató de
ampliar su visión. Sin saber todavía si eran amigos o enemigos. Y en caso de
que fueran sus enemigos, entonces comenzó a temblar. Sus miembros vibraban con
mucho frenesí. Pero pronto comenzó a
escuchar el gemido y le pareció conocido.
(¿Serán los míos? ¿Serán? ¡No me olvidaron!
Son mis héroes. Yo mismo los crié. ¡Están hechos a mi semejanza! ¿No estaré
equivocado? Porque puede ser también una emboscada. Debo ser muy precavido. Me
pueden volver a atrapar. Y esto no lo puedo permitir.
…Abriré mejor mis ojos y mis oídos…
¿…Esa pelota…será…será: El Gordis?
…Le haré una seña… ¿Y si se me fue con mis
enemigos? ¡Ese desgraciado es capaz hasta de regalar a su propia madre! ¡Ese es
un degenerado, sucio y puerco cochino!
…Creo que estoy reconociendo al… ¿mí
pugilista? ¿Estarán esperándome para
caerme a palo? ¿…Pero qué mal les he hecho a ellos? ¡Si en todo momento he
intentado ayudarlos! ¡Pero claro son un par de malagradecidos! …Ya me conocerán…por lo pronto tendré que tragármelos…
¡A todos esos desventurados, traidores, vende-patrias! Tendré que perdonarles todo, con tal de que
no me causen más daño. ¡Así es la vida! ¿Qué más puedo esperar? Cría cuervos y
ya verás…
¿…Y si se juntaron con mis destructores…?
Seguramente que el gordito fofo ese…a lo
mejor está enojado conmigo porque le estoy cobrando todo lo que me debe… ¡pero
es que me lo debes desgraciado! ¡Claro…así por las buenas…tendré que condonarle
todo! ¿Qué más me queda?
¡Toda mi vida ha ido de sacrificio en
sacrificio y siempre cediéndole el paso a todos los que se aprovechan de mí!
¿Y te estás creyendo que te lo voy a
perdonar…? …Bueno si es capaz de unirse
en mí contra, no me quedará más remedio, que negociar con él. Bueno le tendré
que decir: ¡Si todo fue una broma! ¿Acaso no me puedo jugar contigo, amigo mío?
…Se están agrupando. ¿Vendrán a destruirme
de una buena vez?
¿Serán capaces?
Yo creo que sí. Debo tener mucho cuidado. Aunque
si me dan la menor oportunidad… ¡Los elimino a todos de una buena vez! Conmigo
no se juega. Bueno yo me juego un
poquito con todos. Pero es que en verdad, no soy tan malo como me pintan. ¡Allá
vienen!
¿…Qué actitud debo asumir…? Mejor veré. Así
como me vengan…ya veré…)
Por el otro lado, se veían precisados a movilizarse…pero
lo ejecutaban todos pegados unos a otros.
- …No teman, parece que no está enojado con nosotros… - Asomó
el ex atleta, el gordito no estaba para nada seguro y le respondió:
- …Hay que tenerle mucho cuidado. Una fiera herida es
mucho más peligrosa que estando sana…
- ¿Gordis está herido…?
- …Yo creo que si…
- Respondió otro del grupo. Todos se miraban entre sí, pero sin perder de vista
la figura que representaba ese dejo de agonía a tan cohesionado grupito.
(…Vienen a rematar a su papá… ¡A darme el último
tortazo! Y no estoy de acuerdo, ya que
siempre los he apoyado. ¿Acaso te olvidas boxeadorcito? ¡Cuándo nadie apostaba
por ti…Yo lo hice! Y me enfrenté a todos tus rivales. ¡Y los vencí! Tan solo
porque te he querido.
¿Y…ahora vienes con tu grupito…para
eliminarme?
¿Así me vienes a pagar a mí…? Yo que
siempre te he sostenido entre mis brazos….Te financié y te buscaba a los peores
contrincantes, ¡solamente para que los noquearas!
¿…Es que no te recuerdas de mí…de mis
sacrificios? Me desvelé en todo momento para que tú crecieras como el Mejor
Boxeador del mundo. ¡Campeón Mundial de todos los tiempos!
¿…Y tú gordito…te he malcriado todo el
tiempo? ¿No te recuerdas que te estabas muriendo de hambre? ¿Quién te dio comida?
¿No te acuerdas?
…Ahora arremetes en mi contra, tan solo
porque cometí la “imprudencia” de… ¿Recordártelo o de cobrarte? ¿No me puedes perdonar esta indiscreción de mi
parte? Es más, si todo me sale bien… ¡te perdono todo!
…Por favorcito…no me hagan más daño… ¡Se
los suplico, más tortura…NO!
…Aunque por lo que estoy viendo…vienen a mí….con
el rabo entre las piernas… ¿Verdad?
¡Zape! Mejor no me pongo a berrear más. No
suplicaré. Y si es como lo que estoy visualizando… ¡Conocerán mi furia!
…Ya me verán…)
Poco a poco se fueron acercando. Monolíticamente.
Pareciendo más una sola pieza. Y sin perder de vista ninguno de los gestos de
su superior. Sin saber qué hacer. Huir o acudir.
Pronto se hicieron visibles todos. A escasos metros. El
Gue ya estaba más tranquilo. Por fin pudo comprobarse a sí mismo, que sus
hombres no representaban peligro alguno para él.
Y esta certeza, por supuesto que lo alegró. Es más le
desbarató todos sus planes de agresión. Más bien hasta reposó. Sí se sintió a
sus anchas. Aflojó toda su armadura de ataque y de defensa.
Pero algo tendría que hacer… ¡y rápidamente! No podía
dejar escapar esta tremenda oportunidad, así que de un solo movimiento intentó
ponerse en pié. Pero no contaba con que su pantalón y su ropa interior, estaban a mitad de sus piernas y cuando trató
de erguirse, tropezó y se fue de bruces al suelo.
Su caída fue aparatosa y ruidosa. Cayó humillado.
Avergonzado de que le vieran en tan espantosa escena. ¡Y esto no se puede
tolerar!
En el suelo, con la velocidad de un rayo, se sujetó el
interior, pero su pantalón impregnado de su sangre y del lodo del camino, se
negaba con obstinación. Forcejeó con mucha fuerza.
Se escuchó un: ¡Ras!
Sus hombres inteligentemente volvieron sus rostros a otra
dirección.
El Gue con furia extrema agarró con sus dos manos al
rebelde pantalón y lo izó… ¡rasgándolo en un buen trecho!
- ¡Mil veces maldición! – Vociferó agriamente.
- ¿Pasa algo jefecito…? – Le preguntó el gordito, pero
mirando en dirección contraria.
- ¡Mil veces malditos todos ustedes!
- ¿Nosotros patroncito? – Clamó el ex deportista, sin
mirar el desastre ocasionado por su propio
Descuido.
- ¡El que mire…es hombre despedazado por mí mismo! – Por supuesto
que ninguno lo observaba.
Poco a poco, se fue levantando. Se comprobó a sí mismo
que el daño hecho a su propia pieza de vestir era muy grande. Se le había
descocido gran parte, pero así mismo se
lo puso. Una mano por detrás para tapar el hueco. Y con la otra, se lo sujetaba
para que no se le cayese.
- ¿Por qué me abandonaron? – La pregunta cayó como una
premonición fatal. El silencio fue espectral. Ninguno emitió sonido alguno.
Todos inclinaron sus cabezas y comenzaron a suplicar el perdón ansiado. Gemían.
Sollozaban. Enormes lagrimones emergieron de sus ojos tristones.
- ¡Yo que en todo momento los he apoyado! ¡Les he
brindado hasta mí propia vida! - Y a
medida que hablaba sus subordinados emitían más chillidos y quejidos.
¡Parecían a las famosas lloronas en un velorio
cualquiera! ¡Mucho dolor desgarrador, que hería a la fibra más sensible que
existiese por allí!
¡Mis sacrificios han sido constantes!
¿Por qué me han abandonado? – Al ver los gestos dolorosos
de sus hombres, le entró una gran alegría. Se comprobaba que lo querían. Que
esas lágrimas eran vertidas por un intenso dolor y esto lo alegraba más y más.
- ¡He dejado de comer, para darles de mi propio bocado! –
Gesticulaba en exceso, pero sus acólitos gemían con mayor intensidad.
- ¡Hasta les he dado a mí propia madre, para que se sacien
de su hombría! ¿No te acuerdas tú mi deportista favorito? ¿Me la pediste…sí o
no? …Y me despojé de mí propia sangre ¡Sólo
para satisfacer tus ansías! ¿No me merezco tu fidelidad? ¿Ah?
- ¿Y no les ha bastado? ¿Acaso son unas Hienas?
¿Quieren mi sangre? ¿Mi propia y sagrada: S a n g r e?
¿Qué más quieren de mí? ¿Destruirme?
¿Más? …Pero el por
qué, es lo que no logro entender.
¿Por qué me han dejado a merced de mis enemigos? ¡Ah desean eliminarme! ¿Es cierto?
¿Cuándo yo los he abandonado a su propia suerte? ¿Cuándo?
¡Yo mismo me he negado! ¿Y saben para qué?
Para poder darles a cada uno… ¡todo mi amor!
¡Mi sapiencia!
¡Mis desvelos!
¡Porque los quiero más que a mi propia existencia!
…Pero yo me pregunto: ¿Hasta dónde van a llegar con su
odio hacía mí?
¿No se están dando cuenta que me están destruyendo? Pero
me sigo preguntando: ¿Pero por qué? El por qué contemplo en todos los momentos
de mi vida, traición.
Pareciera que todos ustedes es ¡lo único que les interesa!
- ¡No patroncito, no! ¡Nosotros te amamos! – Con un
desgarrador gemido el ex atleta quién agarrándose de la mano de todos sus
pares, suplicándole el perdón merecido.
Pero era un plato muy sabroso y era menester saborearlo
con parsimonia. Disfrutar sorbo a sorbo. Ya su posición era todo lo contrario,
no tenía que suplicar… ¡ahora le encantaba escucharlos!
- ¿Seguro? ¿Me lo podré creer?
- Síiiiiiii! – Berreaban sonoramente.
- ¿No me volverán a abandonar…?
- ¡Nooooooooo!
- ¿…Me lo podré creer…? – Es un gozo extraordinario,
imposible de despreciar. Y por esta razón, la disfrutaba.
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