¡Espero que sea del agrado de todos! Y si lo creen necesario, por favor haganme saber sus comentarios.
¡Saludos a todos!
“¡Después de mí…Nadie más!”
Belbaltodano
Octubre - 17 - 2.012.-
I
- No me recuerdo
muy bien de la dirección… ¿Será por aquí?
¡…Todas estas calles son igualitas, cónchale!
- ¡No Miguel, por aquí no es! ¿Qué te está pasando?
- Pero bueno…Yo
siempre he venido por esta calle…Estoy confundido…
- Estás
equivocado Miguel, Carmen tiene razón. Yo creo que nos pasamos… ¡Y bastante por
cierto!
- Yo creo que la
última vez que vinimos… ¿Habremos
entrado por aquí mismo?
No, no…Por acá no
fue… ¿Estamos perdidos, verdad?
- ¿Y entonces…Por
dónde es? – Miguel miraba y remiraba. Ciertamente que tenían ya mucho tiempo
que no pasaban por allí. Se sentía molesto consigo mismo ya que como hay
similitud en las calles, seguramente que se equivoco y esto lo tenía
contrariado.
Carmen y Susan,
se erguían por encima de su asiento. Y no pudieron reconocer, por donde
andaban. La amena conversación fue suspendida por el tema de la dirección.
- ¿…Y si nos
regresamos…? – sugirió Gersy, tímidamente.
Susan y Carmen,
pegaron un grito al cielo.
- ¡No! ¿Estás
loca? – Casi gritando le espetó Susan.
- No tenemos
tiempo…Ya estamos atrasados. Debimos haber llegado hace media hora.
¡No puede ser!
¿Por qué no te fijaste bien Miguel? – Era Gersy.
- …No lo sé.
Pensé que íbamos bien, pero me entretuve escuchándola a ustedes.
- ¡El señor
chofer, tiene que estar pendiente es de la carretera! Y no de las
conversaciones de sus pasajeros. – Gersy estaba molesta, en realidad, estaba
era muy nerviosa. Poco les gustaba quedar mal, con sus horarios, pero lo cierto
es…Qué Miguel…Se le olvidó. Todos venían en amena conversación y no se
percataron de la vía. Y ahora…Se extraviaron.
- Miguel, comienza
a preguntar en dónde estamos… - Propuso Carmen
- Preguntando se
llega a Roma, Miguel. – Los alertó Susan.
Miguel se vio
precisado a aminorar la marcha. Y a todo el que le pudiera preguntar…Se detenía
a consultar.
- Compañero… ¿Sabe
en donde queda la Av. 88?
- ¿Av. 88…De qué?
- ¿Av. 88 con
calle 65?
- La Av. 88, ya
la pasaron…Van por la 102…
- ¡Gracias!
- …Muchachas…Estamos
más perdidos que el hijo de Limberg…
- ¿Y ahora?
Por supuesto que con este impasse, se atrasarían. Y eso, se
lo estaban temiendo.
- Deberíamos de
llamar a Marisela…
- ¿Y para qué?
Carmen. Vamos a buscar nuevamente la dirección – Insistía Miguel
- Para decirle
que nos hemos perdido y que tendremos que llegar tarde. ¿Tienes su número
Carmen? – Insistía Gersy
- Ya va, déjame
buscarlo en mi cartera…
- ¿Y tú Gersy, lo
tienes?
- ¡Ay no chica!
- ¿Pero…No puedes
buscarlo? Mira ya Carmen, está revisando en su cartera. Inténtalo, para ver
cuál de las dos lo tiene. ¡Plis!
Mientras Miguel,
preguntaba la dirección, las dos amigas comenzaron a revisar en sus carteras.
- Compañero… ¿Por dónde llego a la Av. 88? – Le pregunto a
otro transeúnte.
- No se…Yo
también ando perdido. – Le contestó éste. Estaban ya molestos, tenían ya un
buen rato, preguntando y casi nadie le sabia responder con exactitud.
- Mira
Miguel…Allí hay un grupo de personas, porque no te diriges allí y con calma le preguntamos sobre la
dirección de Marisela. – Sugirió Susan.
El chofer,
comenzó a mirar de un lado hacia otro, buscando la mejor forma de acercarse en
su carro hacia el grupo ya solicitado.
El tráfico de
momento se ponía pesado.
- Ok. – Y cuando
se dirigía hacia allí, notaba que su amiga estaba como sorprendida.
- ¿Qué te pasa? –
Le preguntó a Susan. Ésta no le contestó.
- …Mira… - Atinó
a decirle a Carmen.
- ¿Qué?
- ¡Mira! – Carmen
ante la insistencia, dejó de seguir buscando en su cartera y siguió la mano de
Susan.
- ¡Ave María
Santísima! – Exclamó anonadada Carmen.
Carmen y Susan
estaban amarillas, pálidas y no podían disimularlo. Casi por inercia, Susan le
dio un codazo a Carmen. No deseaba que Gersy viera lo que ellas estaban viendo.
Pero, ya era muy
tarde.
Lo que veían con
tanto asombro era a Román, el esposo de
Gersy. Y lo que vieron las dejó estupefacta.
Román estaba
besándose con otra mujer. Allí en plena calle y a la vista de todos los que
quisieran verlos.
Y el problema…Era
Gersy, que al enfocar hacia ése sitio…Lo vio
y quedó pasmada.
Y en ese preciso
instante, su mundo se le detuvo. Su corazón parecía que se quería salir de su
pecho. Su respiración a ratos estaba jadeante y al mismo instante…Se
le paralizaba.
Una nube negra y
espesa la envolvió. Sintió un frio intenso
y a la
misma vez, un
calor sofocante y asqueroso.
Fue testigo de ese apasionado beso de
puro amor…Pero con otra mujer.
¿Ése hombre era…Román?
No, no podía creerlo.
¿Era su Román? No, le costaba mucho aceptarlo. ¡Jamás se imagino que la estuviera engañándola! ¡Nunca! Siempre se creyó todo lo
que le decía:
“Te amo, solamente a ti”
“Eres mi luz” “Eres mi sol”
(¡Qué momentos tan bellos y
sublimes! En su noble corazón, atesoró gratamente la belleza y sublime de su
eterno amor)
Pero, sus ojos no la engañaban. ¡Allí estaba! Y no podía ser una
visión, ya que sus amigas lo habían divisado antes que ella
misma.
La evidencia era espeluznante. Realmente, era lo
palpable.
Por lo menos, esa
era “Su
realidad”
Y aunque no quisiera, estaba allí. Es preciso
reconocerlo y asumirlo
como tal.
Allí, estaba. Parecía un verdadero tortolo agarrándole la mano
a su dulcinea. Muy tierno
él.
(Qué horrible es la realidad. Horrible)
¿Y encontrar a su amado? A
su esposo querido y adorado por ella.
Eso, hay que
vivirlo. Hay que
sentirlo en carne propia, para poder entender en su justo valor en el shock a que se vio sometida.
Pobrecita Gersy. Pensaron sus compañeros de estudio.
En verdad, desdichada.
La desolación
y el abandono
se ubicaron en
su ser.
- …Ése no es… - Dijo abriendo enormemente sus ojos. -
¡…No puede ser
él!
¡No es él!
¡No, no
lo puedo aceptar…Noooo! - Sus
sollozos delataban la
enorme confusión que se agitaban
en su ser.
Las amigas, quisieron disimular…Pero ya era muy tarde. Miguel, ignorante de todo, seguía hacia ese mismo punto. Cómo si
todos los caminos… Conducían hacia ese nefasto acto.
- ¿Qué está pasando? – Acertó
a tartamudear Miguel. Ajeno a
todo cuanto acontecía. Pero el silencio sepulcral que imperaba en su vehículo, fue lo que lo alertó a que algo muy malo estaba aconteciendo. Se volvió y observó
que sus
tres amigas estaban aterrorizadas por lo que estaban presenciando y al instante, detuvo su
carro y miró
hacia donde todas sus compañeras miraban atónitas.
Y pudo observar a Román, el esposo de Gersy en posición
muy comprometedora con otra joven mujer y
esa…No era Gersy.
- ¡Horror! – Se dijo
a sí mismo. No pudo
evitar esa expresión de espanto.
- ¡No hagas eso infeliz! – Alcanzó a gritar ya fuera de sí mismo.
- ¡Cállate! – Le gritó Carmen, dándole un codazo.
- …Pero…Pero… -
Tartamudeaba Miguel.
Ya ninguno pudo evitar que Gersy se
percatara de lo que acontecía ante sus propias narices.
¡Cosas del destino!
Miguel, sin querer
se equivocó de la
avenida y al avanzar por esa
misma calle…Encontraron al “Apasionado Román”, pero en
brazos de otra mujer.
Estaban muy románticamente besándose en pleno frente de esa casa.
Y sin darse cuenta, lo entraron agarraditos de las manos.
Y allí, en mitad de esa calle quedó su Ford
Festiva de color blanco.
Y sus cuatros ocupantes, miraban estupefactos hacia una sola
dirección.
Pronto comenzaron a pitarle
los otros carros que querían seguir transitando por esa
misma vía.
Miguel, se vio precisado a mover
su carro. Y despejándose
de su desagradable
sorpresa, se orilló hacia su derecha y lentamente, se estacionó. Y él como chofer, no pudo precisar bien todo cuanto ocurría. Pero sus amigas sí que se dieron cuenta.
El sol de las 9 de la mañana, estaba picante. Y el carro no tenía su aire
acondicionado y por esta razón, comenzaron a sudar
copiosamente.
La calle estaba muy concurrida
y ciertamente, muchos de los lugareños se extrañaban al observar la
insistencia de esas
miradas.
No conocían
a los tripulantes
de ese vehículo, pero sí de sus
vecinos y comenzaron
a recelarse .
Y sin
que ellos mismos se
dieron cuenta, murmuraban
entre sí.
Román no era ajeno a
ellos. Muchos lo conocían y sabían que era
el novio de
Mireya.
Sospechaban que
la cuestión era
con él…Pero les
preocupaba era su vecina.
Y todos los días lo
veían allí, visitando a su prometida.
Ya se
había hecho amigo
de muchos de ellos.
Pronto, los curiosos vecinos se comenzaron a agruparse.
Era evidente
que “Algo y no muy
bueno” estaba sucediendo.
Y esto, ya los
tenía inquietos y
algo temerosos.
¿El motivo?
Tendrían que averiguarlo.
En ese carro Ford
Festiva, iban tres mujeres y el chofer. Y todos
estaban atónitos mirando y remirando a Román
y a Mireya.
Y por las
miradas de esas
mujeres, no presagiaban nada bueno.
Y por el ruido de
las bocinas y los pitos, pronto se
hizo evidente. Algo estaba pasando y tenía relación con esa
pareja. Y eso…Los intrigaba mucho. Y sin el menor desparpajo, se quedaban mirando ansiosos a que se desatara lo imprevisible.
Otros, continuaron con sus labores y cesaron de prestarle atención alguna.
¿Total…? No
era problema de
ellos. Ya más
adelante se enterarían.
¿Y qué podría
variar en ese panorama?
La pareja
en cuestión, estaban inocentes de cuanto acontecía.
Ensimismados en su tierno amor.
Román nunca se percató
de que su propia esposa: Gersy lo
estuviera observando.
¡Jamás ni
se lo sospechó!
¿Y cómo podría
haberlo estado?
Siendo apenas las 9 de la mañana, de un día laboral, los cuatro buscaban la dirección de una quinta colega. Todos estaban interesados en culminar una etapa más de sus estudios. Ya siendo profesionales,
todos eran psicólogos.
Y la quinta amiga, residía
cerca. Pero, por alguna
extraña razón, allí
se encontraban.
La mayoría se ensimismaba en sus quehaceres y obviando
sucesos que les
parecían banales o no aptos para seguir en su observación.
Gersy, estaba anonadada. Era como si
hubiese sufrido un corto circuito.
O quizás
algo mucho peor que eso.
Carmen miraba a Susan
y ésta a su vez a Miguel. Todos veían a
Gersy y lo que veían
no les agradaba. Gersy siempre
había sido una chica muy alegre y sumamente colaboradora. Muy espontanea.
Y verla así, como en
un profundo shock. Pero
con los ojos bien abiertos. Su boca
cerrada. Y por más que
intentaban entrar en ella, no podían.
Temiendo que esta terrible
experiencia…Seguramente que les
traerían nefastas consecuencias…
Un muro infranqueable
y
demoledor les impedía acceder a ella.
¿Qué podían hacer?
Allí estaba ella. Sin
pronunciar ni una sola silaba.
Sudaba copiosamente y ese era el
único signo de que estaba allí. Por lo menos, su cuerpo. Su mirar,
se fue con
su esposo. Pero no
pudo entrar hacia dónde había ido él,
y esta sensación
de abandono no
le caía nada
bueno…
A leguas se le veía que
ansiaba era estar con su marido… Pero éste ya
no estaba solo. Abrazaba y besaba a una joven damisela.
(Bruja
malvada y perversa…Me
quieres quitar al padre
de mis hijos…Al
Amor más sublime que he
tenido en esta vida… ¡No…No! …Esto no
es nada justo
A nadie le
he quitado nada
en mi vida) Sus pensamientos se agolpaban en una sucesiva y
atropellante velocidad.
Y por más
que trataba de reaccionar, algo se
lo impedía. Gersy no se
atrevía a mirar a
los ojos a ninguno
de sus compañeros.
La pena la
embargaba. No pudo mirarlos a los ojos,
se sentía humillada.
Cómo que
si la que
estaba pecando… ¡Fuese
ella misma!
¡Qué vergüenza tenía!
Todo su
mundo…Se le desmoronaba
ante sus propios
pies….
¡Qué horror!
Lloraba por dentro, como para
que sus compañeros
no se percataran de su extremado dolor y angustia.
(Ingenuamente
quiso tapar el sol con un solo dedo y de una forma inconsciente, pretendía que
ninguno se enterara ya de lo que sus propios ojos estaban visualizando)
Gersy, miraba y
ya no miraba nada.
Por fuera, imperturbable…Pero
por dentro:
(¿Y ahora…Qué podré asumir? Lo que estoy viendo me perturba emocionalmente. Pero no
lo puedo evitar…Mi marido, el hombre que más
he querido en esta
bendita vida…
¿Con otra?
Y en esta ocasión…No me lo podrá negar.
En este preciso momento…Me gustaría no haber
visto nada. La realidad me hiere
y me descuartiza. ¡No, no la quiero!
¿Para qué mis
ojos me hicieron…Ver
esto?
¿Y de qué me sirve esto?
Ojalá nunca
mis ojos hubiesen visto esta infamia,
esta deshonra.
Esto es catastrófico y demoníaco.
¿Por qué tuve que ver
esto?
La ignorancia es un refugio. Un bello escondite.
Y ahora, ya no lo tengo.
Ya no podré
hacerme la desentendida. Ya no podré vivir feliz, ni mucho menos fingir que estoy feliz.
¿Qué será de
mí…Cuando me vea nuevamente a un espejo?
Ya no podré fingir más. Tendré que asumir mi cruda realidad.
¿Por qué me sucede esto a mí?
¿Alguien podrá ser más
fiel y entregada
que yo?
¡Todo se lo he dado!
¿Por qué eres tan ingrato?
Te he dado
lo mejor que
tengo de mí.
¿Y ahora…Qué será de
mí?
¿Será qué es mejor que yo? ¡No, esto no me puede estar ocurriendo a mí!
…No puedo entender nada más. ¿Por qué a mí? Siempre
le he dado
todo cuanto me
pide… ¡Y más aún! Qué
vergüenza. Qué humillación. ¿Y en dónde me podré escabullir? ¡Trágame tierra!
Pero trágame y ya. ¡Dios…Virgen Santísima!
¿En qué habré fallado? ¿Y mis
hijos?
¿Tendrán
que crecer sin
su padre?
¿Qué será de
mí, a partir
de ahora mismo?)
Sus tres compañeros,
seguían iguales. Sin acertar a qué hacer.
¿Cómo podrían ayudar a su amiga?
Y a pesar
de que eran tres psicólogos, no supieron acertadamente: ¿Qué se
podía hacer en tremendo lio? Se
dejaron consumir dentro de aquello. Ninguno acertó ni a
decir ni mucho menos
qué podían hacer, para salir de tremendo rollo.
- Gersy… - Musitó débilmente
Susan.
La amiga no respondía ni con un leve
movimiento de sus retinas.
Se miraban nerviosamente entre ellos.
Gersy estaba con un color ocre muy acentuado
en su tez.
Respiraba, lento, pero respiraba. Carmen le tocó
sus manos y
mirando a sus amigos, les dijo:
- ¡Están heladas
como si estuviera
muerta!
- ¿Heladas? ¿Y está
sudando copiosamente?
- ¡Está en un profundo shock! Susan, tócala – La urgió Miguel.
- Si. Está en
un profundo shock.
– Confirmó Susan.
Carmen que estaba a su lado, la movía de
un lado a otro, muy suavemente.
- ¡Vámonos de aquí! ¡Esta
gente nos van
a caer en
cayapa! – Gritó de repente Carmen, al observar
que varios de los vecinos se acercaban sigilosamente.
- ¿Y por qué? ¿Acaso
tenemos que escondernos? – Preguntó de repente Miguel.
Un microsegundo antes, había
quitado su pié izquierdo de los frenos y se disponía a acelerar
para obedientemente irse de
ese sitio, pero algo lo
hizo detenerse.
Todos se percataron de que varios de los vecinos se acercaban
en una forma extraña.
- ¿Tienen algún problema?
- ¿Problema…Por qué? – Preguntó Miguel, enfrentándose al que originalmente le espetaba esa pregunta.
- …Es que observamos que ustedes miran mucho a
Mireya y a Román… ¿Los conocen acaso?
- Conocemos a Román… - Les adelantó Miguel.
- Yo soy hermano de Mireya y cuñado
de Román. – Dijo un joven
que se acercó
con mucho recelo - ¿Hay un problema
con mi hermana?
- No compañero, no la conocemos.
- ¿Y cuál es
el problema? – Insistió
el joven. Y en ese instante, se adelantó un señor
que a todas luces o
era el padre o
un familiar muy cercano.
- ¡Mucho gusto! Yo me llamo: Germán Arenas y Mireya es mi hija. ¿Qué es
lo que está pasando con ella?
Miguel miró a sus amigas. Susan y
Carmen, no atinaban a pronunciar palabra alguna y Gersy, seguía igual.
- ¿La señora…Está mal? ¿Qué le
está pasando? – Les preguntó el Sr. Arenas.
- …Está en shock. – Respondió
Carmen, sujetándole sus manos.
- Pareciera que hubiese visto a
un espanto. – Comentó
el de más edad.
- …Y es que lo vio…
- Respondió como para
sí misma Susan,
pero sus pensamientos
fueron claramente audibles y se percató de su imprudencia, por el gesto del señor.
- ¿Y qué clase de espanto es? – Insistía
el señor.
Ninguno le contestó
su pregunta
- ¿No será mejor que pasen? Así la señora se
toma algo y se calma. Si gustan, pueden ir a mi casa. Es allí en dónde están: Mireya y su novio, Román.
- …No, mejor que no vayamos. – Respondió secamente
Miguel.
- Si, opino
lo mismo. - Aseguró
Carmen
- ¿Y por qué
no podemos ir? – Sorpresivamente respondió Gersy. Ya sus ojos estaban enrojecidos, su voz temblaba como si
tuviese un frio
de muerte.
Los amigos se quedaron petrificados. ¿Ir a dónde estaba ese sinvergüenza?
Todos se
sintieron muy incómodos, pero…
- ¿Te sientes en condiciones de ir…Allí? – Le preguntó alterada Carmen
Susan no supo
que decir.
Sin duda alguna, esa reacción la favorecía…Pero
entrar en la cueva en donde está
el lobo feroz… ¡Eso si
que los alarmaba a todos
ellos!
- ¡Claro que sí!
Vamos.
- ¿Ustedes son amigos…Verdad? ¿Seguro
que sí? – Les preguntó el joven,
al notar lo tirante de la situación.
- Ya te dije
de Román. A tu hermana, no la conocemos.
- ¿Seguro de que son amigos? No quiero que
haya problema alguno… – Repreguntó.
Se notaba a
leguas, que presentía
que algo malo
estaba ocurriendo allí.
- Conocemos a Román. – Le puntualizó Miguel, al notar lo
exasperante de la
desconfianza de ese joven.
- Román es nuestro amigo, lo
conocemos bastante bien. ¡De
hace varios años ya!
- Ok. No queremos problemas. ¿Ok? – El padre observó muy bien
a su hijo
y luego detalló detenidamente a los cuatro ocupantes de ese carro.
- Bueno, si se estacionan allá… -
Le dijo a Miguel, señalándole el frente de
su casa, la cual estaba a unos escasos quince metros.
Un grupo de
unas ocho personas, se apresuraron
a llegar primero a la casa.
El Sr. Arenas pendiente de todo,
llegó primero y su
hijo después.
- José… Corre a llamar
a Román, a
Mireya y a tu mama
también. – El chaval corrió
y entró a su casa. Desapareciendo de la vista de todos.
-
¡Pasen…Pasen…Por aquí! – Los invitaba
el Sr. Arenas.
Resueltamente se bajó
Gersy. Carmen a su lado, la llevaba abrazada. Susan, corrió
y
se le colocó a un lado, ayudándola también.
Subieron lentamente los peldaños de esa escalera, que eran de
unos seis peldaños.
El Sr. Arenas no perdía de vista a
la joven señora, y temía
que algo muy
grave ocurriría en instantes. Y lo que fuera a
ocurrir, se le antojaba que era
con el tal:
Román. Su rostro era
muy grave.
- Siéntense en esas
sillas. – Los invitó.
Movió varias sillas
metálicas que tenía en
su porche.
La tensión
se hacía sentir. Y aunque
trataran de ignorarla,
no podían.
El rostro de
Gersy era gélido. Sus movimientos
muy lentos. Sus acompañantes, parecían estar en un entierro, buscando una posición sin percatarse de si era la correcta o no.
Se sentaron y esperaron.
Cada segundo, asemejaba una hora
de desesperación.
- …Discúlpenos…No
deseamos traerles problemas a ustedes…
- Se disculpó nerviosamente Miguel. En él se apreciaba lo incomodo de su posición.
- …La señora… ¿Tiene algo que
ver con Román, verdad? – Le espetó súbitamente
el Sr. Arenas.
Miguel, quedó entre
dos fuegos. Y no pudo, ni logró zafarse
de esa pregunta. El silencio fue una
forma de escaparse y prefirió
callar. El Sr. Arenas frunció
gravemente su frente, pero no
le quitó ni
una milésima de segundo su mirar a Gersy, aunque
trataba de chequearlos a todos
ellos.
- ¡Me lo estaba temiendo!
– Bramó para
sus adentros. Un ventarrón frio le
sopló súbitamente a Miguel. Y sin querer y sin poderlo disimular…Comenzó a temblar con un
ritmo nervioso en su pierna izquierda.
De repente, se le subió a
su brazo izquierdo
y de repente a su ojo izquierdo, comenzó a abrírsele
y a cerrar
de una forma grotesca.
Lo mejor, es que no se dio por
aludido.
Carmen, le pegaba suavemente en su pierna izquierda y luego,
trató de agarrarlo por su brazo, pero
que va. Ese
tic nervioso era indomable.
- ¿Y a
usted que me
le está pasando? – Le
preguntó molesto el dueño
de la casa.
- ¿A mí…?
¡Nada!
- ¿Y por
qué está temblando
como si fuera
un machorro?
- ¿Temblando…Yo?
- …Bueno…Su
parte izquierda… ¿Qué carajo está pasando aquí?
- ¿Ah…Será la
emoción? – Se preguntó
mirando a sus
amigas.
- ¿Y a
usted le emociona
el verse con
el Román? – Le preguntó ya
molesto el padre de la novia.
- ¿Con
el Román? ¡No
que va!
- Entonces
menos que estoy
entendiendo yo…
Los vecinos al igual que al señor de la casa, no le presagiaba nada bueno.
Al agotarse
los temas, comienza
el silencio.
Y de repente el señor Arenas, volviéndose hacia sus
vecinos les espetó, lo siguiente:
- ¡Mejor es que se me vayan todos! Esto es un asunto privado.
¡Váyanse a sus quehaceres y ya!
¡No quiero entrometidos en mi
propia casa!
Todos huyeron como en
estampida. Y sin mediar ni una palabra más, el
dueño corrió y les cerró el
portón
y colocándole su
respectivo candado.
Haciéndoles señas de que se largaran a sus casas.
(Ahora
si se nos
está poniendo peliagudo
este problema. Este
viejo nos deja
encerrado…Esto ya no me
está gustando para nada… ¿Y mi carro? ¡Gracias
a Dios…Está bien!
¿Y ahora…? ¿Encerrados
con este viejo violento?)
- ¡Esto es un problema nuestro! ¡Nosotros lo vamos a
resolver! Como siempre nosotros los
machos… - Y mirando
a Miguel, le dijo: ¿Verdad
compañero? Esto lo
resolvemos hoy mismo…
¡A lo mero
mero macho!
La pierna recomenzó
con su torturante
tiritar, tragó grueso
y apretó muy
bien sus puños.
Suspirando hondamente, levantó
su rostro al
firmamento y pareció
estar elevando muchísimas
oraciones al Altísimo.
A excepción
de Gersy, sus
amigas…También tragaron fuerte
y lo acompañaron
con sus oraciones.
El señor se
notaba ya muy furibundo. Y la espera,
lejos de calmarlo lo impulsaba a más gestos violentos.
Tiraba con
violencia del candado. Resoplando
como si fuese un caballo
brioso.
- ¡Ya estoy muy viejo para estas gracias!
Susan y Carmen,
seguían todos los
movimientos de ese señor. Pero
sin descuidar a Gersy.
Miguel comenzó a agarrarle la mano
a Carmen, como esperando que ésta no
se olvidara que él también estaba allí
y que todos corrían mucho peligro.
Tácitamente, los tres estaban en la misma onda. Carmen,
Susan y Miguel.
Gersy, seguía
dándoles la impresión de que no se percataba de nada.
El dueño de la casa, comenzó
a caminar de una forma violenta.
De un lado
hacia el otro. No se daba descanso, ni reposo. Insistía en mirarlos
de una forma muy rara.
Daba la
impresión de que los traspasaba con su violento escudriñar.
- Nunca faltan los problemas…Nunca.
El zapateo era ya intolerante. Y es que ese
accionar, les puso la
carne de gallina a todos.
Los vecinos, ninguno se atrevía
ni siquiera
mirar de reojo. Temían la violencia desatada en esa casa.
Pero la curiosidad, siempre aprisiona al gato.
Echaban fugaces miradas. Inocentes muchas de ellas.
- Señor Arenas… - Le llamó tímidamente
Susan.
- ¡Mande! – Le gritó en forma imperativa.
- ¿…Podría darle agua con azúcar a
mi amiga Gersy?
- ¿Pero qué es lo que le está
pasando?
- …Está en shock…Por favor señor…Apiádese
de nosotras. – Le
susurró Carmen, como para evitar que se encolerizara más ese
hombre.
- ¿En shock? ¿Y eso
es grave?
¿Qué carrizo
le ha hecho
a esta pobre
mujer?
¿Es qué acaso Román le
debe dinero…Mucho a ella?
¿Díganme…De una
buena vez?
¿Quéééééé está
pasando aquí?
¿O qué le habrá hecho ese cristiano a esta pobre mujer?
- …Por favor…Por
favorcito….
- ¡Sí, si claro! – Y sin perderlos de vista, se acercó
a la puerta y gritó
para adentro:
- ¡Tráiganme un vaso
con agua y azúcar…Ya! – Y volviéndose hacia sus interlocutores, les dijo:
- Ya se lo
van a traer. –
E inmediatamente, corrió y
se posesionó de las rejas del frente. Las sujetó
con suma fuerza. Las zarandeo con crudeza.
-
Tranquilo…Tranquilo. Ya dentro de muy poco desvelaremos este misterioso
misterio.
Miraba hacia la derecha y luego, hacia
su izquierda. Pilló a
varios de sus vecinos.
Éstos, temerosos
corrían a hacer
algo o simplemente miraban hacia otra parte.
También les anexo las direcciones en dónde pueden bajar mi novela: "Apunta Junípero...Apunta"
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Aquí te dejo todos los enlaces en los que ya está disponible
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Aquí te dejo todos los enlaces en los que ya está disponible
Plataforma Internacional de la distribuidora (lo pueden pedir desde prácticamente cualquier país y pagar con cuaquier moneda de allí)
FORMATO EPUB: http://www.readontime. com/ROT/noa/belbaltodano/ apunta-junipero--apunta_ 9788494091407.html
FORMATO PDF: http://www.readontime. com/ROT/noa/belbaltodano/ apunta-junipero--apunta-pdf-_ 9788494091414.html
ESPAÑA:
http://www.libreriaproteo.com/ buscador/simple/busqueda/ apunta+junipero
http://www.libreriacanaima. com/busqueda/listaLibros.php? tipoBus=full&palabrasBusqueda= apunta+junipero&boton=Buscar
http://ecobook.todoebook.com/ lista.aspx?usa=100&Ord=0&pag= 1&titulo=apunta+junipero+ apunta
http://grammata.es/buscar? orderby=position&orderway= desc&search_query=apunta+ junipero
http://ebookypapel. librosdealejandria.com/lista. aspx?lang=es&usa=100&Ord=0& pag=1&AutorTitulo=apunta&edit= EDIT012594
http://libros.elmundo.es/ lista.aspx?lang=es&usa=100& Ord=0&pag=1&AutorTitulo= apunta&edit=EDIT012594
http://www.corambo.net/lista. aspx?lang=es&usa=100&Ord=0& pag=1&AutorTitulo=apunta&edit= EDIT012594
http://www.libreriacanaima.
http://ecobook.todoebook.com/
http://grammata.es/buscar?
http://ebookypapel.
http://libros.elmundo.es/
http://www.corambo.net/lista.
MÉXICO
ARGENTINA
COLOMBIA:
COSTA RICA
PANAMÁ
GUATEMALA
CHILE
PUERTO RICO
EQUADOR
PLATAFORMAS EUROPA
FRANCIA
http://fr.agapea.com/buscar/ buscador.php?texto=apunta+ junipero&x=91&y=14
ALEMANIA
http://de.agapea.com/buscar/ buscador.php?texto=apunta+ junipero&x=80&y=20
REINO UNIDO
http://fr.agapea.com/buscar/
ALEMANIA
http://de.agapea.com/buscar/
REINO UNIDO
http://www.ebl.com/ficcion/ cuentos-de-terror-y-fantasmas/ apunta-junipero-apunta.html ( está página solo acepta como idioma Español e Inglés)
El 10 de mayo de 2013
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