¡Qué muchacho pa feo!



                                   Plaza Ribas - La Victoria - edo. Aragua "Aragua en turismo.com. ve"











“Qué muchacho para ser:
¡Tan feo!”






La plaza Girardot en: La Victoria – edo. Aragua, fue el escenario en donde se suscitó este evento que estoy a punto de narrarles, y comenzó de esta forma…
Era el mes de diciembre, y el ambiente decembrino es muy contagioso.
…En principio: ¡Varios grados menos de temperatura!
Los adornos alusivos a esa fecha son en realidad muy emblemáticos, amén de que el ánimo de la misma gente es muy alegre.
Era una tarde muy tranquila  y en dicha zona se respiraba ese aire tan halagador.
Al frente la Casa de la Cultura, un sitio emblemático y muy singular en donde se presentaba todo lo que a Arte se refiere.
En una de sus esquinas, se encontraba la sede del Ilustre Concejo Municipal de Ribas.
Bordeando en uno de sus lados: la Iglesia, con su fachada muy ilustre.
En otra de sus esquinas, estábamos: Dixon,  Antonio, mi hermano y yo, para ser mas preciso frente a  la arepera de su papá.
Antonio estaba en plena “fiebre” con el ajedrez. Y siempre me estaba invitando a jugar, pero en lo personal eso de estar "rebanándome" mis sesos para ese juego, aunque lo llamen “deporte” no es de mi agrado.
Y en verdad: ¡Ya le estaba huyendo!
Pero al amigo en cuestión, eso le encantaba.
Mi hermano, sí que estaba dispuesto a emprender esa faena y así se lo hizo saber.
- ¡Aleluya! ¡Al fin un inteligente en tu familia! – Me dijo mientras desenfundaba todas sus piezas encima de una de las construcciones que servían de asiento.
Lo vi, muy alegre y hasta dicharachero.
(Y en verdad, hasta fastidio me da el estarlos viendo en esa faena.) Pensé en mis adentros, pero sin atreverme a exteriorizar estos pensamientos. (Claro está.)
Fue cuando me puse a detallar mi entorno, y vi a una señora ya anciana, de ese tipo de personajes de pueblo que pululan en forma anónima.
La dama en cuestión caminaba con la cabeza echada hacia adelante y mirando siempre el piso, amén de una notable joroba.
Pues bien, la persona en cuestión, iba de una banca a otra, miraba de soslayo a todos los que en ese momento allí estábamos.
Y Dixon, era en ese tiempo un jovencito flaco y alto, blanco, con un defecto espantoso…
Le agradaba chuparse el dedo, delante de todo el mundo.
Y al parecer…Era el motivo de que esa señora se fuera de banca en banca.
Me explico: Él chupándose el dedo la miraba fijamente, sin pestañear. Y la seguía con esa curiosidad que él tenía…Para ese entonces.
Y la  vieja, de repente comenzaba a chequear quién en ese momento la “apremiaba” con la mirada y al darle la vuelta a los cuatro costados…Miraba que era ese muchacho.
Una y otra vez.
La vi, cuando se levantó refunfuñando y lanzando palabrotas, que por la forma en como nos miraba…Debían ser groserías.
- ¡Esa vieja está loca! – Nos aseguró Antonio.
- Viene todas las tardes y se la pasa “hablando sola”  y luego tú le pones atención…Y no hay nadie.
Dejó de prestarle atención a su “guerra” con mi hermano y se fijó en ella.
Pronto nos vimos riéndonos de sus ocurrencias, ya que parecía que estaba espantando moscas, mientras nos miraba con rabia.
Me fijé en Dixon y este la seguía mirando, con esa forma de mirar “tan fijo” que él tenía.
Le hice señas y sacándose el dedo lleno de saliva nos dijo riéndose…
- ¡Debe ser una loca de carretera! – Nos seguimos riendo, hasta que mi hermano le reclamó la atención debida a su partida de ajedrez.
Me fijé en una bandada de perros callejeros que en ese momento pululaban por allí. Eran mas de doce los que conformaban esa jauría.
- Con toda seguridad: ¡Debe ir una “perra maluca” entre ellos!  …Y ya tienen varios días en esa vaina. – Nos informó Antonio y en el acto se volvió a sumergir en su tarea, ya que mi hermano aprovechaba “sus descuidos” para derrocarle o bien un peón o algún caballo o a un alfil “mal parado”, provocándole la cólera debida.
- ¡Eso no correcto! – Reclamaba muy molesto, mientras seguía todo cuanto ocurriese en la plaza en cuestión.
- Eso te pasa por no poner atención a mis jugadas. Si pusiera atención…No te comería a tus piezas…Pero… – Le reprochó mi hermano, mientras le tumbaba otra de sus piezas fundamentales, y el gesto que hacía el amigo en cuestión era de cólera.
Se ponía las manos sobre su cabeza, en señal de tragedia. (Y eso me provocaba mucha risa.)
De repente, vemos que la señora de mucha edad, se volvió a levantar de la nueva banca, mientras gritaba: “¡Qué muchacho para ser tan feo!” se persignaba y salía espantada.
- ¿Y por qué no miras a otra parte…? – Le interrogaba pero sin mirarlo.
Me fijé y vi al Dix, fajado chupándose su dedo asqueroso y mirándola fijamente.
- ¡Déjala quieta Dix! – Antonio dejó de prestarle atención al juego y se precisó en el muchacho en cuestión y agregó…
- ¡Cónchale vale! Deja a esa pobre vieja en paz.
¿No ves que me estás desconcentrando? – Él lo miró y le respondió…
- ¡Pepe pero si no le estoy haciendo nada! – Se defendió sacándose su dedo lleno de saliva.
- ¡Bueno Dix! Deja en paz a esa vieja. – Lo regañó mi hermano.
- …La verdad es que la “cargas a monte” – Aseguró meneando su cabeza el compañero nuestro, mientras le ponía su mano derecha sobre el tablero, como para impedir que mi hermano le fuera a hacer un desastre a su ya maltratada tropa.
Dicho esto se volvieron a enfrascar en su “alucinante” faena de juegos de tácticas.
(Me daba risa la cara de tragedia que ponía mi compañero de estudios, mientras mi hermano le saqueaba todas sus piezas.)
Me quedé buscando a la manada de perros callejeros, pero ya se habían ido y es entonces cuando el que combatía con mi hermano, levantando su brazo izquierdo me dijo…
- Se fueron hace rato ¡por allá! – Y me señaló la dirección del Concejo Municipal, yo miré hacia ese sector, pero ya no había nada por allí.
En pocos minutos comenzaron a salir del ateneo una cantidad considerable de personas y me quedé viéndolas…
- Están saliendo de una función privada del cine contemporáneo…
- ¡Por esa razón es que te gano! – Le reclamó mi hermano. - ¡Ponle atención a esto chico! – Le repetía una y otra vez.
- …Pero si le estoy informando a tu hermano…
- ¡Pon atención a nuestro juego! – Le aconsejó mientras le informaba…
- ¡Jaque! – De inmediato puse atención y en verdad, uno de los caballos de mi hermano estaba amenazando al rey enemigo.
Antonio se puso amarillo y después rojo de la furia, se puso ambas manos en su mejilla y exclamó…
- ¿Qué nueva trampa me estás montando…?
¡Qué broma tan sería con ese tú hermanito…! – Me dijo muy serio. Eso me provocó mas risa.
- Mira a ver, como te sales de esta, porque te voy a dar: ¡Jaque Mate! – Me reí al ver la cara de apuro que reflejaba mi compañero de estudios.
Por varios minutos nos concentrábamos los tres en cuál era la estrategia que debía asumir para evitarse tan lamentable perdida, cuando de repente escuchamos nuevamente una voz que gritaba diciendo…
- ¡Parece un demonio! ¡Madre mía, protégeme de ese diablo! – Nos volteamos a ver…
Era nuevamente la dichosa anciana, quien se estaba levantando de otra banca distante nuestro, pero señalaba al Dix…
- ¡Qué muchacho pa feo! – Todos nos dimos cuenta del escándalo formado y todos buscábamos la dirección que ella señalaba…
- ¿Otra vez muchacho loco? – Le increpó muy molesto el jugador que iba perdiendo su partida.
- ¿Hasta cuándo la vas a seguir fastidiando?
- ¡Pepepepepe pero si no le estoy haciendo nada malo! – Se defendió el chavalito mientras mi amigo lo enfrentaba con toda su cólera desatada, ya que lo acusaba de que por su culpa él estaba perdiendo su juego ante mi hermano.
- Asume tu responsabilidad. – Le concluyó mi hermano, pendiente siempre del tablero.
- ¡Yo no puedo seguir jugando así! – Reclamó en medio de su enorme enfado.
- ¿Pero quién te está “molestando…”? – Le dijo muerto de la risa mi hermano, y ya para ese momento el amigo ofendido estaba rojo de la cólera.
- ¡Así no se vale! – Concluyó dándole un manotón a todas las piezas.
Todos nos quedamos asombrados, ante esa actitud asumida, y en medio de sus medias palabrotas, recogía cada pieza y las guardaba en su estuche.
- ¡No juego mas! – Una vez recogido todo, se marchó.
- ¡Pepepepepe pero si no le hice nada! – Se defendió el chavalito, mientras contemplábamos a la vieja irse por una de las esquinas y al amigo ofendido, por la otra…
En ese preciso instante, observé atónito que nos encontrábamos allí solos, y que ellos dos (la vieja y mi compañero.) se marchaban molestos con nosotros.
Nos quedamos sin saber qué hacer o decir.
Por respuesta, comenzamos a mirar a los pajarillos volar y a las personas transitar.
- …No le gusta perder… - Dijo mi hermano mientras lo veíamos partir.
- ¿Y ahora…? – Le pregunté a mi hermano.
- Ahora, nos vamos todos. – Ordenó mi hermano, Dix se sacó el dedo de su boca y asintió…Mi hermano se estaba riendo al narrarnos la cara de asombro y de furia que el amigo en cuestión ponía cada vez que “le tumbaba” a una de sus piezas.
- ¡Qué pendejo que es! Se pone a prestarle atención a todo, menos a su juego.
¡Y claro, por eso es que pierde!
Y luego viene a decir que es por culpa de este chamo… ¡O de cualquiera!
Partimos de regreso a nuestra casa. Riendo y disfrutando de todas esas aventuras que los tres habíamos ya pasado.









© Bernardo Enrique López Baltodano 2015



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Una cosa es lo que tú crees...Y otra lo ¡que es!



                                                                              Google imágenes.













 “Es que tú no me quieres
entender…”






Ella miraba a su hijo en forma represiva, no entendía  ¿el por qué? se comportaba ¡así! de la forma en que lo hacía.
¡No era  “eso”  lo que se había esmerado en construir para él!
¡No aceptaba el tener que “pagar” por tan pobre comportamiento!
(¡Y tantos  sacrificios que ha hecho por él…!
Y eso sin tomar en cuenta: ¡los nueve meses que lo llevó en su vientre! Además de todos los trasnochos, sus desvelos, etc.)
Su proceder no es cónsono con su forma de hablar; siempre en conversaciones él le daba a entender que era “siempre correcto en todo cuanto emprendía…” pero es que últimamente no estaba siendo “coherente”
…Una cosa afirmaba por su boca…Pero otra muy diferente: ¡lo que hacía!
(¡Y eso la alteraba profundamente!
Porque, se preguntaba: ¿Es que acaso no hay confianza entre nosotros…? ¿…No la hay…?)
Y por mas que intentaba razonar con él, al principio le hacía “creer” que él cambiaría,
pero ya era demasiado.
(¡Es increíble!)
¡Nunca la obedecía!
Y siempre se salía con la suya.
La cuestión es que lejos de mejorar, siempre le quedaba  “esa sensación” de que no era como se debía comportar.
Mientras su hijo, hacia todo lo posible y hasta lo imposible para quitarse de encima “ese horrible marcaje” a lo que  ¡su propia madre!   lo sometía.
¡Lo asfixiaba, sofocaba!
Nunca se atrevería a confesarle la verdad,
¿Y para qué? Era bien sabido por él, que ella es inflexible.
¿…Como confesarle de sus muchos tratos con gente “del mal vivir”?
Que…Llevaba una “doble vida”, de día y ante ella…Era “todo un modelo a seguir”, pero es que esa vida lo aburría enormemente, desechándola por la que él deseaba…
El vicio. Las drogas. La prostitución.
Su madre, siempre fue un modelo de perfección; aun cuando su propio padre la abandonó cuando apenas él tenía unos cinco años.
(Y eso no lo olvidaba.)
¡Hombres de todo tipo la pretendían siempre!
Pero ella, siempre guardaba distancia prudente.
No quería darle un mal ejemplo a su hijo, como tampoco ponerle un padrastro.
(Ya había escuchado muchos casos, en donde habían sido maltratados o violados, ella nunca permitiría que ningún hombre le viniese a poner la mano encima, a su hijo, ni mucho menos a ella misma. ¡Nunca!)
Mientras tanto,  uno se cuidaba del otro.
El hijo escondiéndole sus mas bajos instintos.
Y ella procurando seguir en su doble faceta, de madre ejemplar, pero de mujer en su fase “mas liviana”
Así fueron transcurriendo los días, en los cuales él de noche se esfumaba…
Y ella, en el día…Trabajaba… (Y se perdía también…)
Y ya por el peso de los años, el hijo llevaba sobre su conciencia de que le estaba fallando a su madre, la cual siempre había considerado “el ejemplo ideal”
Su madre por su lado, intentaba por sobre todos los medios mantener esa faceta de “madre y mujer excepcional”, pero que ya ella estaba reconociendo que cada día, le costaba demasiado.
¡Era una mujer! Y sus años mozos los estaba perdiendo. No podía permitirse eso.
Pronto su hijo, se enamoraría y se iría de su casa. Ley de vida. Se repetía una y otra vez.
¿Y ella, qué…? ¿Se quedaría para “atender” a sus nietecitos…?
Su sangre hervía de pasión insatisfecha.
Sus carnes   -antes fuertes y atractivas-   ahora se le estaban poniendo “flácidas”  y eso no podía seguir así.
¡Estaba viva, ansiaba el amor!
Y por mas que ella, se había rodeado de hombres que la cortejaban…
Uno que otro, en la espesura de “su” secreto…
Se le entregaba.
Pero ese era su terrible dilema.
Jamás permitiría que “de su honra” se dudara.
¡Jamás! Primero muerta.
Pero su hijo en cambio, debería levantarse en medio de las cenizas de su fracasado matrimonio.
¡Siempre se juraba por fuera, que nunca jamás otro hombre le pusiera una mano encima a  su menor hijo!
…Pero ya habían transcurridos muchos años…
Siempre escondiéndose “para guardar las apariencias”
…Pero… ¿Y si su hijo se casaba…Qué sucedería con ella…?
Porque podría suceder, que su nuera, no la aceptara.
Además…Siendo profesional del Derecho.
¿Por qué debía seguirse reprimiendo…?
¡No podía…! “Su honra de mujer con principios éticos de la moral y las buenas costumbres”
Se lo impedía. Y ya no podía dar marcha atrás.
Primero lo hizo con varios de sus colegas que estaban casados. Y que juraron que nunca la delatarían…No les convenía…
Por aquello de “la lealtad entre colegas”, pero aun así, su vacío era tremendo.
Siempre ocultando sus pasiones, sus amores pasajeros, “sus amigos con derecho”  y ya esto le estaba trayendo muchas frustraciones.
Algo debía hacer…Y pronto.
Su reloj biológico le indicaba que ya llevaba muchos años reprimiéndose, y ya eso no era de su agrado. Quizás en un principio, pero ya su hijo era un hombre, y seguramente tendría “su cosita” por allí guardada, alguna jovencita pronto le reclamaría su trono…
Por su lado, el hijo pensaba lo mismo, pero a su manera.
Jamás en su mente había alojado la terrible posibilidad de que su madre, anduviera por allí, con hombres. ¡Nunca! Jamás su madre le ha dado motivo para temer esa posibilidad.
Al contrario, era él el que debía ser mas cuidadoso, ya que si su vieja se enteraba en las cosas en las que él anda…Seguramente que la mataría la vergüenza.
¡No! Eso jamás podría ocurrir. Y quizás por esa razón, él se reprimía.
También temía dejar sola a su mama, ¿y cómo podría hacerlo él…?
Después de tantos y tantos sacrificios en los que él mismo se comprobó que ella hacía, y todo para beneficio de su hijo.
Así estaba la situación entre aquella madre y su hijo. Su familia, era de dos, pero cada uno procuraba al extremo, que el otro no se enterara de qué era lo que hacía a sus espaldas. Vivian en sus apariencias…
¡Qué unidos eran!
Pero su vida íntima, era propiedad de cada uno, y la guardaban con sumo recelo.
Ella se cuidaba de él…
Y él se cuidaba de ella…
…La vida debía continuar así…Entre secretos, misterios y enigmas…













© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


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Bernardo Enrique López Baltodano (Belbaltodano): ...En clases...
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Bernardo Enrique López Baltodano (Belbaltodano): Este relato me parece interesante y espero que sea de tu agrado.
http://belbaltodano.blogspot.com/2015/06/este-relato-me-parece-interesante-y.html


...La verdad es que hay tipos ¡qué tienen mucha suerte con ellas!



                                                        Imágen: Google imagenes.










“Para él… ¡Es así!”





Para mi amigo Néstor, las cosas eran como él las decía, y si no, sencillamente no le servían.
Él era un poco mayor que yo, delgado de apariencia mas bien: débil.
Trigueño claro, de corto peinado y se echaba el cabello hacia atrás (¡Y con una cara de menso…!  ¡…Pero como tenía suerte con las féminas!). Con una sonrisa muy pronta.
Un poco reservado, pero en cuanto se sentía  “en su patio” era muy jocoso y dicharachero.
Pero eso sí: “Cómo él decía”  que se debía hacer; de lo contrario, daba media vuelta y se retiraba   -cuando veía que sus esfuerzos eran improductivos a su causa-    sin mediar palabra alguna daba “pie con polvorosa”.
Y después no daba marcha atrás.
Era inflexible y “un hueso muy duro de roer”
En aquella ocasión, uno de sus hermanos: Tony me informó que este, se había ido a las milicias y que volvería en unos meses.
Que tomó su decisión, sin consultar con nadie, ni con su padre, ni con su madre y mucho menos con sus hermanos; sencillamente una buena mañana se levantó y salió, como si nada estuviera sucediendo.
Después los llamó por teléfono, y les informó que ya estaba en la Academia Militar y que ya había sido admitido. Así de sencillo.
Su madre lloró desconsoladamente, su padre rabió y se quejó de “qué clase de hijo,  ¿hace eso?”
Pero mas nada. ¿Y qué mas se podía hacer?
Luego pasados unos días, llamó a su padre, para que le enviara dinero para poderse comprar la ropa interior, y su padre movió cielo y tierra, consiguió el dinero y se lo depositó.
¡Hasta allí! Le informó que con el primer sueldo que él ganaría   -ya como suboficial-   aprovecharía para devolverle su dinero.
(¡Qué suerte tiene ese desgraciado!)
Bueno, dejé de verlo por ese tiempo.
Un buen día, se apareció en mi casa.
Venía “uniformado de militar” (…No cabía en su “Atuendo de Cadete”) con unas tiritas en su uniforme que lo identificaba como “activo”, su sonrisa era muy amplia.
(¡Fanfarrón, echón!)
Y se consideraba que estaba en el cielo, y así me lo hizo saber. Me informó que le estaba yendo ¡súper!  Y que en cuanto se graduara, ya sería como: “sub-teniente”
Bueno, pensé que de acuerdo a su relato,  ¡ya tendría su vida asegurada!  Puesto que estaba donde deseaba estar…Con poder y  ¡además le comenzarían a pagar!
- ¡Estás hecho! -  Le felicité y el ufanado se hinchaba como un sapo.
(¡Horrible el malparido!)
Esa tarde, me dijo que lo acompañara ya que había visto una damisela muy hermosa y me dijo…
- ¡Es blanca como la leche!
¡Bella como una flor!
Y su sonrisa me ha cautivado.
No puedo seguir “sin estar con ella” – Yo lo miraba emocionado, ya que muy pocas veces lo había visto así de atolondrado y sin pensarlo mucho, le afirmé que lo acompañaría.
Como en efecto, eso hice.
Recuerdo que era ya como las cinco y media de esa tarde. Fui como su acompañante.
Y llegamos. Salió una señora, que resultó ser su mama. Y lo miró al principio con cierto recelo,   -ya que no conocía ese tipo de “vestimenta”-   pero en cuanto él le informó que era un “Cadete de las Fuerzas Armadas Nacionales” ella lo comenzó a verlo con otro tipo de mirada.
(¡Uyyy qué miedo!  …Parecía un “muñequito de torta”)
Nos invitó a entrar, y fue cuando dando un golpe con su brazo en mis costillas, me susurró…
- Ya vas a ver,  ¡lo linda y hermosa que es! – Y mirándome de reojo, me hizo una advertencia…
- ¡Cuidadito! con que al darme yo la media vuelta, vengas a “enamorármela”  ¡porque eso si que no te lo voy a perdonar!
- ¿Y cómo puedes pensar eso de mí…?
- Cuidadito pues. Ya vas a ver que no te estoy exagerando nada. ¡Es que es tan bella! ¡Blanquita, pecosita…Catirita!
¡Su cabellera es de color: oro!  …Y tiene la lozanía de las mas bellas flores. ¡Rabio en deseos locos por hacerla mía!
- ¿Y piensas casarte con ella? – Fue mi instantánea pregunta, pero por la mirada que me echó, me sentí mas bien cohibido.
- ¿Casarme…YO…? ¡¿Estás loco?! Si cuando me gradúe ejerceré mis funciones y tendré muchas chicas,  ¡loquitas por mí!
- ¿Y entonces…?  …La verdad es que no te entiendo… - Le dije ya que estaba muy confundido. No atinaba a algo mejor en mi forma de pensar y analizar…  
- ¿No me estás diciendo que estás enamorado de ella…?
- ¿Enamorado yo…? ¡Bájate de esa nube!
¿Y te estás creyendo que yo…Me voy a “amarrar” a eso…?
¡Lo mío es pasajero! Y si la estoy cortejando es sencillamente porque “¡la quiero poseer!”
¿No me estás entendiendo? Yo no voy a vivir “amarrado” toda mi vida, tal como mi papa.
¡No! Primero yo me voy a disfrutar a todas las que pueda. ¡Así de sencillo!  -  No bien había terminado de pronunciar esas palabras cuando la sala de esa casa, se inundó de una luz muy brillante.
Una suave brisa, se detuvo, y sus fragancias derrochó… ¡Era ella!
Y es que en verdad, mi amigo, se había quedado corto. Puesto que vi a una mujer que por su apariencia, debía ser de Estados Unidos o una sueca... ¡Qué hermosa era!
(…Y en este país, en donde se consigue casi siempre son: negritas, morenitas…Y algo quemaditas…Trigueñitas bellas y preciosas...Pero es que este singular ejemplar…¡!)
Blanca con una dentadura muy fina, que parecía tener nácar en su dentadura.
Su sonrisa era una invitación al Edén.
Portaba un vestido…Espectacular.
Y debajo de ese vestido… ¡Qué hermosura de mujer! Su mirada era muy clara y hermosa.
Límpida y atrayente.
Néstor se le iba cayendo su mandíbula   -y a mí mismo…También-  Y yo pensé: ¿Cómo podría existir alguien tan perverso…?  -como este pendejo (¡Que tiene apariencia a una tortuga…Claro, pero uniformado!)-    y que venga a ¿“torcerle” la vida a tan atrayente dama…?
…No me cabe en mi manera de pensar, semejante atropello.
Pero pronto me di cuenta, que… ¡No hablaba!
Y mi compañero, no me lo había informado, pero   ¡él lo sabía!
Y se comunicaban con movimientos de sus manos y con la expresión de su rostro.
…Y me quedé  ¡en una sola pieza!
(Asombrado me tocaba  ¡ser testigo de esto! La verdad, verdadera es que en este planeta llamado tierra: ¡No existe la perfección!
¡No señor! Tan exquisita criatura… ¿Y no habla? ¡Qué crueldad Señor!)
¡Tanta belleza…Y es muda!
No me lo podía creer. (¡Este mundo está loco!)
Pero allí estaba viéndolos “hablar” en señas.
Ciertamente, que esa situación me pareció muy compleja, poco lo pude discernir, no me “cabía” la terrible posibilidad de que este compañero mío, le fuera a desgraciar la vida a esa pobre criatura. ¡Y para colmo: Muda!
Como en media hora, mientras yo estaba callado y (“con la sonrisa de baboso” que trataba de mantener), ella se levantó y se retiró, Néstor se volvió hacia mí y me informó…
- Le pedí un vaso de agua. Para los dos. ¿Qué te parece, te gustó…?
- Es bella sin duda,  ¡lástima que sea muda!
- Y sorda también.
- ¿Muda y además sorda? (¿No digo yo? ¡Este mundo está “patas arriba”!)
¿Y por lo visto, ya lo sabías…?
- ¡Claro! ¿Acaso te estás creyendo que soy un zoquete…? Ya somos novios. Y ya comencé a ¡meterle mano y todo!
- ¿Y no te da “cosita”? Pobrecilla. Sorda, muda y además  ¡le vas a montar un muchacho!
…Hay que ser bien mal parido, para hacerle eso a esa pobre chica…
(¡Y con lo horrible que ese gran carajo! Porque de que es así… ¡es así!  ¡¡…Qué suerte tienen algunos!!)
 - Él me iba a responder,  pero en eso venía ella con una bandeja y dos vasos. Detrás venía su madre, con un rostro muy grave. Mi amigo se estiró un poco, presiento que supo las intenciones de “la suegra” puso su cara de “hombrecito serio” y la encaró sin dejarla sentar siquiera en su propia silla…
- Usted dirá… - La previno mientras se pavoneaba con mucha parsimonia, la madre nos miró de reojo y le dijo…
- Me gustaría saber de sus intenciones.
Mi hija no ha conocido hombre alguno. Y si bien es cierto, que no tengo marido, me basta y me sobro, no le temo a ningún “uniforme”
- Pretendo a su hija, ciertamente. No tengo malos pensamientos. Y como ya sabrá, apenas soy un cadete…Hoy. Pero en un mañana seré todo un oficial del ejército. Ganaré mucho dinero. Tendré casa y carro. ¡Seré una gran bendición: para su hija!
- ¿…Piensa buenamente con mi retoño…?
- ¡Le doy Mi Palabra! …Que a pesar de que soy joven aun… ¡Pero tengo “Palabra de Honor”!
Y he traído a mi amigo para que me sirva de testigo. ¡Soy un tipo muy serio!
Y mis intenciones son muy claras.
No soy hombre de doble cara.
- …Bueno en ese caso, ya me siento mas tranquila. Mi hija, como usted ya sabe, es sorda y muda. Nunca ha salido de esta casa.
Y su educación es muy especial, debido a su condición. Y perdóneme, pero algún día usted sabrá, que como madre me preocupe por la seguridad y la felicidad de mi hija.
- ¡No se preocupe! Que su hija,   ¡está en buenas manos! – Y mirándome fijamente le dijo a su futura suegra, refiriéndose a mi…
- ¿Verdad que nos conocemos desde chiquitos?
- Sí, es cierto. – Le respondí en el acto.
- Verdad ¿Qué mis intenciones están bien definidas…?
- Eso me lo dijiste. – Suspiré profundo, ya que creí que me iba a obligar a mentir.
¡Claro que sabía sus intenciones! Y fue muy astuto al hacerme su pregunta. Escogió muy bien sus palabras. Pienso que temió que lo fuera a descubrir, allí, delante de su suegra…
- ¿Verdad que soy un chico de familia…?
- Sí, conozco a su familia. – Le informé a la matrona. Ella asimiló que mis respuestas eran las correctas, y quizás pensó que no decía mentiras   -como en efecto, no las dije-   pero me hizo pensar: ¿Y si “la futura suegra” me pregunta: Tiene buenas intenciones con mi hija…? ¿Qué le puedo responder…?  ¡Menos mal que mi amigo, se le adelantó y le suspendió “su maliciosa y capciosa pregunta”!
…Pienso que en su malicia, se la captó “en el aire” y le salió al ruedo de esta forma…
- ¿Acaso usted piensa que tengo “malas intenciones”? Porque si me permite decirle: ¡Yo soy un cadete…Futuro Oficial de este país! Y por principio, por moral, de mi familia… ¡Jamás me lo permitiría   -como ellos tampoco lo harían…Y mucho menos “mi uniforme”-  tengo mi conciencia muy limpia, para mancharla de esa forma! – Y haciéndose el ofendido, le puso su rostro mas adusto. Debo reconocer que nunca le había conocido esta faceta. ¡Me deslumbró!  Y si no lo conociera   -tal como lo conozco-   ¡hasta le creería sus palabras y gestos! (¡¡¡¡Qué macho!!!!) 
Porque de que es un buen actor…Lo es.
(Lo certifico.)
La doña, se sintió aliviada   -y así nos lo hizo saber-   y ya mas tranquila, con toda su educación por delante, se despidió.
Néstor afloró una sonrisa de satisfacción y diciéndome en voz baja me susurró…
- ¿Viste, viste…? ¡La vieja ya cayó! – Yo le hice señas de que bajara el tono, ya que la damisela allí estaba, y me indicó…
- Ella es: Sorda. Y no habla porque es muda.
¡Así que estoy hecho! Así no me puede venir a hablar y a hablar, cuando yo no quiera escucharla  ¡y cómo no oye, porque sorda es!
Puedo hablar gritado, que no hay problema alguno. ¿No es una maravilla? – Me dijo victorioso. Tomó el vaso y se engulló el agua en un abrir y  “cerrar de ojos”
La jovencita se vino a mi sitio y me ofreció mi vaso, yo encantado se lo acepté, cuando pude ver que ¡ese desgraciado!  le estaba  acariciando sus nalgas.  (Lujuriosos el mal nacido,  ¡no darle pena!)
Ella penosa conmigo, se hizo la que no se había enterado. Yo le recriminé con una mirada que le eché y él sonriendo, me dijo…
- ¡Lo que me espera! …Y todo es mío… –  Y pensé: ¡Está contento!
Claro nadie le lleva la contraria.
Porque si fuera al revés…Estaría berreando y peleando. Y muy en el fondo, me dio mucho pesar. Con esa doncella de reluciente hermosura, con su madre que vive sola.
Que le abrieron su puerta…A quien en un futuro, desgracias les traería.
Y colérico conmigo mismo y con este gran carajo, que me envolvió en algo grotesco y sucio…No pude abrir mi boca.
¡Qué trampa me montaste!
Le reclamé después  ¿y él?
¡Muerto de la risa, mientras me palmeaba asegurándome que no era tan perverso como yo lo creía! Y pensé… ¿Qué culpa tengo yo…?
A lo mejor es otra de su “gestos de machismo” o para amargarme a mí, mi vida…Al mostrarme “el postrecito”   ¡que se ha de merendar!
(Y que con toda seguridad…No va a compartir.)
…Se ven caras, pero no corazones…

















© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


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Bernardo Enrique López Baltodano (Belbaltodano): Es andar en donde siempre he andado...Aunque no lo pueda explicar
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Mientras ellas hablaban y hablaban...Otra...



                                                                      Imagen: Aeropuerto Internacional "La Chinita"








“En tertulia”







Elsa se encontraba en amena tertulia con sus amigas de toda la vida, María (la cual tenía mucho tiempo que no veía.) y con Cecilia, las tres tenían muchos chismes que contarse.
Siendo como lo era   -“una oportunidad única”-    no se dejarían intimidar y por supuesto que estaban dispuestas a darse “el gran gusto” de su vida. Tenían muchas veces en que no se podían reunir…Y hoy era el día en que estaban dispuestas a charlar, como casi nunca lo habían hecho.
Se encontraban sentadas alrededor de una mesa de un café, al aire libre, dentro de un centro comercial.
Mucha gente pasaban por su alrededor, pero en ninguna ocasión, les prestaron su atención.
Estaban muy entusiasmadas con sus cosas, y alegremente pedía su café o galleticas, que ese local se  esmeraba en fabricarlas de la mejor calidad.
Ningún caso le hacían a su entorno.
Su mundo eran sus cositas, y lo demás poco o nada les importaba.
Tan entretenidas estaban que nunca se fijaron que una bella damisela había llegado y las miraba con mucho disimulo.
Lentamente ella, se comunicaba a través de su celular, pero siempre cuidándose de que ni Elsa, ni sus amigas la pillasen.
Y así fueron transcurriendo unos minutos.
La vecina, las miraba con nerviosismo.
Hasta que se levantó de inmediato y decidida fue a encarar al trío, y se dirigió especialmente a Elsa y le dijo lo siguiente…
- Señora, disculpe mi interrupción. Pero es que ando esperando a mi esposo y no tengo celular. ¿Podría prestarme el suyo?
¡No se preocupe, yo estoy sentada en aquella mesa! ¿La ve? – Elsa la miró sin entender nada, pero no le dio mucha importancia.
- ¿Y cómo sabe que tengo uno? – Le preguntó algo extrañada, a lo cual rápidamente le justificó…
- Discúlpeme, pero hace un rato la vi hablando.
Me excusa, pero es que estoy muy nerviosa.
Usted sabe cómo están las cosas y yo sola…
Es que se me accidentó mi carro, lo tuve que dejar en el estacionamiento.
Pero si usted me presta su teléfono…Es para llamar a mi esposo… ¿Puede…? – En ese momento Cecilia le habló a Elsa, y ella perdió la noción de lo que le estaba explicando esa
joven señora, así que sin darle ningún tipo de incomodidad, metió su mano a la cartera,  le sacó el artefacto y se lo dio, mientras se enfrascaba nuevamente con sus amigas.
Y habla y habla. Se reían de sus propias anécdotas. De sus cosas, que para ellas tres eran muy importante, y no permitirían que nadie les perturbe su reunión.
La visitante, tomó el celular en su mano y le hizo señas de que iría a su mesa, para marcarle e informarle  a su esposo.
Pero Elsa ni pendiente de ella.
Una leve sonrisa se le dibujó en su rostro y se alejó rápidamente.
Al llegar a su asiento, abrió el menú de llamadas e indagó en él…
Cuando ya hubo saciado su curiosidad, marcó y esperó…
Habló con voz distorsionada y de una forma muy violenta. Amenazó y colgó.
Esperó unos cinco minutos.
Volvió a llamar y a amenazar.
Se le notaba muy nerviosa. Trató de disimular, y lo logró.
Mirando siempre a la que le había prestado ese aparato, procedió a informar de su forma de vestir, con quienes estaba y otras menudencias.
Cerró la llamada. Guardó el aparato en su mano derecha, mientras le hacía señas al mesonero para que le trajera un jugo.
El empleado le tomó el pedido y se marchó, informándole que pronto le traería su pedido.
Ella se sentó plácidamente.
Recibió una llamada, y rápidamente la atendió.
Siguieron sus amenazas y trancó violentamente la comunicación.
…Veía al trio en su amena tertulia…
Transcurrieron unos minutos.
Volvió su rostro a todas partes, nadie se fijaba en ella.
De repente se dio cuenta que el mesonero estaba hablando con el personal de adentro y la señalaba, prestó atención.
Cuando él se dio cuenta de que ella lo había precisado, le hizo señas de que ya le llevaría lo que le había solicitado.
Por unos instantes se sintió aprehendida, pero en la evolución de las cosas, se pudo comprobar que sencillamente ese hombre la había señalado por  alguna duda que habría tenido el dependiente por su pedido.
Pronto llegó el hombre, todo apenado y le informó…
- Perdóneme, pero era que se me había olvidado el tipo de jugo que me pidió…
¡Qué torpeza mas grande la mía!
¡Pero al verla, me recordé!
Y aquí se lo traigo. – Y sin mediar mas palabras, ella volvió su mirada a la mesa contigua y se volvió a dar cuenta, que ninguna de ellas, estaban pendiente de nada que no fuese su propia conversación.
- ¡Qué bien! – Se dijo en forma meditativa, ya el sirviente se estaba retirando.
Tomó el vaso y tomó un sorbo. Luego comenzó a comerse una de esas ricas galletitas. Disfrutando con delicia ese manjar.
Ahora se le notaba un poco mas relajada.
Los minutos seguían transcurriendo.
El local se encontraba   -como siempre-    full de comensales y nadie le prestaba atención a nadie. ¡Ni siquiera ese hombre! Que ya le había demostrado que ni pendiente estaba de anotar lo que le pedían.
- Mejor así. – Se convenció  a sí misma.
Revisó nuevamente el teléfono, y como ya lo había puesto en vibrador, no se fijó que había entrado otra llamada.
Era la misma voz, que la vez anterior. Tapó con sus manos el micrófono y hablándole en una forma gruesa y muy tajante, indicó que ya no recibiría mas llamadas. Y exigió que le dieran prontitud a su caso…Y trancó la llamada.
Pasaron largos minutos. Y todo seguía igual.
No había cambio alguno. Las alegres comensales seguían en su coloquio, sin prestarle ningún tipo de atención a nadie.
Desde su mesa, ella les escuchaba sus relatos y sus alegres risitas.
Transcurridos unos minutos mas, y recibió una llamada,   -a su teléfono personal-   disimuladamente tomó la llamada y hablando en susurro, le respondió.
Escuchó atentamente.
Una sonrisa de triunfo se le dibujó en su rostro angustiado.
- ¡Que paguen hasta el último centavo! – Se le escuchó decir en una forma muy determinante.
Comenzó a tararear una cancioncita que la animaba.
Chequeó su reloj, con disimulo, terminó de tomarse lo que le quedaba de su jugo y terminó lo que le quedaba de galletas.
Jugó con el celular de Elsa.
Llamó al mesonero y le pidió su cuenta.
Esperó hasta que el hombre se la llevara.
Buscó en su cartera y le pagó todo.
El joven recibió su paga, recogió el vaso, el plato de las galletas, limpió y se despidió.
Ella lo vio retirarse. Esperó hasta que ya hubiese enterado el dinero al cajero.
Chequeó nuevamente todo su entorno.
Se alisó su falda. Y procedió a tomar su cartera y a regresarle el celular a su propietaria.
Llegó con cara de angustia, pero ninguna de ellas le prestó la menor atención.
En vista de que Elsa ni la miró, calló y se fue.
Guardó el celular que no era suyo y lo metió en su cartera, de la forma mas natural.
Tarareando y mirando de una manera muy casual…
La mujer, se perdió de una forma instantánea.
Así como entró, salió.
Sin ser percibida. Entró al área del estacionamiento, buscó su carro.
Miró y se comprobó que nadie la miraba.
Sacó su llave, abrió la puerta y entró.
Una vez adentro, se quitó una peluca de color oscuro, emergiendo su verdadera melena de color amarillo muy brillante y notorio.
Se quitó todo el maquillaje, sacó una toalla de mano y se la pasó por su rostro.
Se quitó unos lentes de contacto de color marrón, se limpió sus ojos.
Su cambio fue instantáneo.
Buscó en su cartera unos lentes para el sol.
Se despojó de la blusa que usaba, y sacó una nueva de otro color, en un bolso que estaba en su carro. Se la puso rápidamente. Guardó la que se había quitado y lo guardó.
Se colocó sus lentes muy vistosos para el sol.
Encendió su carro, buscó en su equipo de sonido la música que era de su agrado.
Y con la mayor tranquilidad salió.
Pasó como una hora mas, cuando Elsa se despidió de sus amigas y se dirigió a su casa.
Iba muy contenta y relajada.
Cuando estaba cerca de su residencia, vio una multitud alrededor y eso la llenó de curiosidad.
(¿Qué pasará que hay tanta gente en mi casa…?) Se preguntaba intrigada.
Extrañada, vio que todos corrían de un lado a otro.
Los vio muy nerviosos, lloraban y gritaban entre sí, y cuando la vieron su hija mayor le gritó…
- ¡Mami! ¿Estás viva, no te hicieron daño…?
- ¡Mami está bien! – Chilló otro de sus hijos.
- ¿Daño a mí…Quién…? – Extrañada se dio cuenta de la enorme conmoción en que se encontraban todos sus familiares.
- ¡Nos llamaron desde tu propio celular! – Le informó otro de sus hijos.
- ¡Hasta te describieron! Nos informaron que te habían secuestrado y si no pagábamos una suma que a la final, quedó en 250. 000 bolívares no te iban a liberar. – Le dijo angustiado su esposo.
- Me pusieron a correr, tuve que sacar dinero de todas partes y pedirle prestado a todos los vecinos. Nos dijeron que si no le pagábamos… ¡Te matarían! – Asombrada  escuchaba todas  las informaciones, pero no atinaba a entender nada.
- Pero si yo estaba con María y Cecilia, todo el tiempo estuvimos tomando café… - Les explicaba mientras todos la chequeaban en su creencia de que algún golpe o porrazo le habían dado.
- Pero ¡si nadie me tocó! – Les gritaba ella ya nerviosa.
- Yo mismo te llamé en dos ocasiones…Y me atendía una voz femenina. Y me amenazaba, y me decía que si no le conseguía el dinero…
Te eliminarían. Y cuando logré juntar el dinero,
les informé. Ellos me tenían precisado. Sabían mi número telefónico. Me indicaron lo que debía hacer. Me dieron una dirección y me dijeron que debía meter todo ese dinero en una bolsa y que lo colocara en la banqueta de una plaza. ¡Y eso hice!
Luego se apareció un motorizado y se lo llevó. Venía con su casco y todo, no pudimos verle su cara. Y se marchó a toda velocidad. – Le informaba su esposo, mientras la abrazaba y la acariciaba.
- ¿No viste a alguien extraño, mientras ustedes estaban tomándose  el café…? – Le preguntó su marido. Y allí fue cuando ella, se dio cuenta.
- ¡Imagínate! ¡Si ese local estaba full! – Se quedó pensativa  ¡y de repente se le hizo la luz!
- ¡Una mujer me pidió mi celular prestado!
…Pero yo no le vi, malicia alguna.
Además me dijo que tenía su carro accidentado y le precisaba llamar a su esposo, para que la fuera a auxiliar… - Trató de recordarse de la susodicha, pero se dio cuenta, que ninguna atención le había prestado.
No lo podía creer. ¡Era imposible!
¿Cómo sabía quién era ella…?
¿Será que la había seguido…?
Muchas dudas se arremolinaban en su mente.
¡Y todo así de sopetón!
Tan contenta que estaba en su tertulia, que ni le puso atención a la persona que le había pedido prestado su propio teléfono.
Y ahora se encontraba con todo ese desbarajuste…
Le angustiaba todo por lo que tuvieron que pasar sus familiares, mientras ella departía con sus amigas, ajenas todas a todo lo que se estaba produciendo.
- ¿Y ahora…? – Le indagó su esposo.
- ¿Y ahora qué…?
- Ni siquiera  ¿le viste la cara? ¿Cómo iba vestida? ¡¿Nada?! – El hombre se batía en medio de ese absurdo, puesto que conociéndola como la conocía, sabía que siempre vivía “en la luna” y nunca le prestaba atención alguna a su entorno.
No supo responderle. Bajó su cabeza.
Se sintió muy mal, ya que por ese descuido le habían escamoteado a toda su familia de toda esa fortuna…Y lo peor…Ya los conocían a todos ellos.
…Pero ella nunca se fijó en la que le pidió prestado su teléfono.
(¡Adónde hemos venido a parar!) -  Pensó para sí misma, mientras todos le reclamaban por no prestar atención alguna a lo que ocurre a su alrededor. Y de repente, se recordó de su celular y comenzó a buscarlo en medio de ese desorden en que mantenía,  en su propia cartera. Y busca y re busca… ¡Y nada!
- ¡Se quedó con mi celular…Me lo robó…! – Se quedó en una sola pieza, y reflexionó ¿cómo una mujer se prestaba a eso…?
Su esposo la miró y como ya la conocía, no quiso agregar nada mas. Lo importante es que ella se encontraba bien.
Ningún daño le hicieron.
¿Y el dinero?
Ya habrá forma de pagarlo,  ¡Dios es grande!- se dijo mentalmente.












© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


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