...Ilusiones...Fastuosos mundos...












“Y mas pudo el interés…”






Juan estaba profundamente enamorado de Asunción, una joven (igual que él.) de muy fina belleza, su piel denotaba pulcritud.
Y siempre se le notaba muy bien vestida.
Hermosa por todos los lados.
Una preciosura de muchacha, con sus ademanes muy finos y de mirada cándida.
Juan no encontraba la fórmula perfecta, pero él la deseaba; pero en verdad…No parecía encajarle muy bien que digamos a la madre.
Y él se fijaba que su “futura suegra” le arqueaba sus cejas y procuraba ignorar su presencia. Mala cara le ponía.
Lo hacía sentir “como cucaracha en baile de gallinas”
(Y esto lo mantenía en constante zozobra, ya que sus argumentos eran irrebatibles, y lo único que lo mantenía “con vida” era su seguro amor…Pero eso no le era de importancia a esa señora…La madre de su Amor.)
Por su parte la chica, no parecía despreciarlo, aunque a decir verdad: “No le daba la impresión de que estuviese enamorada….Pero…”
(Y el joven se aferraba “como el pintor de brocha gorda…Cuando le mueven la escalera en la que se encuentra a varios metros del suelo…)
Su madre estaba siempre pendiente cuando sospechaba la presencia de “ese jovencillo” el cual no era de su agrado.
No lo veía “muy bien agraciado” y siempre lo notaba “algo bohemio (y de muy pocos “recursos”)”, en fin, no era lo que ella   -como madre-    hubiese deseando para que fuese “su yernito”
- Ese tipo, es un pobretón. – Le reclamaba a su hija.- ¡Un pobre diablo!
- Pero mami, nosotras no “somos ricas” que digamos y él, se le ve un buen chico.
Además no es tan mal parecido…Me agrada. – Le confesó finalmente, su madre se encogió de brazos y le increpó muy molesta…
- ¡Ahora si estamos bonitas las dos!
¡Tú que eres la salvación de todas nosotras!  y fijándote en “algo” que no vale ni un respiro.
¿Vas a cometer el mismo error que yo…?
- Mi papi, no fue malo conmigo…
- ¡Pero me abandonó! Además no tenía en donde caerse muerto   ¡y bastante que he pagado yo, su pobreza!
¡Hasta hambre hemos estado padeciendo…!
Mira mija, una  ¡no debe pensar con el corazón!
(¡No seas bruta! Tú tienes “algo” por lo cual los hombres pagarían lo que fuera…)
Debemos buscarte un galán (Aunque no tiene importancia alguna que sea bien feo…) que tenga  ¡mucho dinero! (Y viejo, ¡para que se muera rapidito y te deje bien sentada!)
¡Qué te bañe en oro, en perlas, en todas las piedras preciosas que en este mundo hay!
Qué te dé, todos los gustos.
Qué te lleve a darle la vuelta al mundo.
(…Y me lleves a mí…)
A Paris, a Nueva York, que te pasee por los mejores restaurantes y que te compre los trapos mas caros y lujosos.
(….Y a mí también… ¡No se te olvide!)
Qué te ponga todo tipo de sirvientes a tu servicio. (A nosotras.)
Un chef que te cocine.
Una lavandera para que te lave.
Otra para que te limpie tu hogar.
Que te compre la mejor Quinta o Mansión posible.
¡Qué te ponga a “valer”!
¡Qué te dé todo el dinero del mundo!
Y para eso no importa que sea: “un galán” mas bien que sea un vejucón. (¡Dios quiera!)
¡De esos que hay tantos por ahí!
(¡…Y no caerme uno a mí…!)
(Y que se muera rapidito, mucho mejor.)
- ¡Ay mami…!
- ¡Nada! ¡Ese “fulanito” lo vas despachando ya!
La hija suspiró, y pensó para sí misma…
(Mi madre sabrá entonces. ¿Total? Nada pierdo.)
La madre se encargó de despachar al enamorado pretendiente de su hija la cual la consideraba semejante a “un diamante”.
(El enamorado se desvivía, aprovechando “la posible ausencia de esa persona” pero cada vez se le hacía muy difícil el conseguirla sola.)
Y fueron pasando los días.
Al transcurrir un tiempo, comenzaron a recibir enormes regalos florales (De hasta dos metros de altura.)
Cajas de bombones…Envueltos en fina madera…De fina estampa. Lujosos, envueltos en los mejores envoltorios….Seguramente que vendrían de Suiza, Holanda o Suecia… (Nunca se sabe…)
De los mas caros y refinados.
Y en la tarjeta que abrían, iban solamente unas iniciales: “J. M.”
En otras venían hermosos pasajes de versos inspirados por algún poeta de tan noble corazón…En suaves pergaminos…
¿Será una obra de Arte…?
Y al final, la firma: “J.M.”
Ya eran varios los regalos. Una fortuna costará cada uno, asumía la noble progenitora.
Y era cada día a la misma hora: 5 p.m.
Ya la matrona estaba intrigada, pero por mas que le preguntaba a los chicos que entregaban, ninguno de ellos dijo conocer a “tan noble caballero”
(¿Será algún noble caballero…?
¿…Un noble…Un Marajá…Algún Príncipe…
O alguien perteneciente a la mas Alta Sociedad…?
¡Ojalá que sea conmigo la cosa! “Deseaba” muy ilusionada la mama.)
Un buen día, mientras la joven estaba en sus estudios, la señora recibió una llamada, para invitarla a ella, para una muy poderosa empresa, y cuyo dueño se identificó como: “J.M.” ella se desgranó en generosas gracias.
- Afuera está mi limosina con mi chofer, salga que él la traerá a mi presencia… - No supo negarse a tan generosa oferta.
- Disculpe usted…Pero ¿esos tan hermosos “presentes” son para mí…?
- No, mi señora. Pretendo a su hija. Venga que tengo que hablar con usted primero.
- Recuerde…Que “nosotras” somos unas Damas muy finas… - Le adelantó de una forma muy suave y seductora…
- Tengo una propuesta, la cual no la dejara pasar. Le prometo que es algo muy bueno y excelente, para todos. – Escuchó la voz de ese hombre con marcado acento extranjero y comenzó a hacerse muchas elucubraciones.
Intrigada, se asomó por la ventana y pudo comprobar ¡semejante “nave”! con un chofer con el uniforme que lo identificaba como tal.
- Deme unos minutos, para prepararme.
Usted sabe que una dama debe andar siempre presentable…
- No se preocupe, eso si no se tarde mucho.
Ya llamaré a mi chofer y le diré que la siga esperando. – Y colgó al escuchar el “si acepto” que él esperaba.
Se cruzó los brazos, llamó a su chofer y le indicó que aguardara hasta que la matrona saliese.
La doña en cuestión, rápido se bañó y velozmente se preparó para tal evento.
- ¿Pero quién será? ¡Será millonario! – Se perfumó lo mejor que pudo…
- Por acá…Por si me besa…
Por acá por si me abraza…- Se decía picaronamente mientras  “se perfumaba” disfrutaba imaginándose el resto…
Porque para gastarse semejante carro, con chofer uniformado y ¡con guantes blancos!
- ¡Hasta el chofer me parece hermoso! – Se dijo mientras se acicalaba.
(¿Será alto? Seguramente. ¿Un Lord por casualidad…? Con seguridad. ¿Un “Noble” de Alta Cuna y de posición Holgada…No mejor “Multimillonario”  -Sé de muchos “nobles” que están “pelando y no los dientes”-   Ha de ser lo mejor de lo “excelente” ¡Nos lo merecemos!)
Salió como toda una “dama de sociedad”
El chofer solicito, se bajó, se quitó su sombrero y la saludó (Con ¡aquella reverencia” que la dejó deslumbrada…)
- ¡Buen día madame! – Asombrada, pero sin querer mostrarlo, fingió indiferencia.
Esperó a que le abriera la puerta y con toda la delicadeza posible, se sentó en el asiento.
Pudo comprobar el tremendo lujo que albergaba. Vio una pequeña neverita (La abrió rápidamente.). Licores de todo tipo.
Muy hermoso por dentro, tanto como por fuera.
Tocó el asiento, para probarse que no tenía polvo… ¡Y estaba pulcro!
…Olía a flores… ¡Qué delicia!
Sintió que el chofer, entraba y se colocaba al volante y fingió total indiferencia.
- Este carro es muy lujoso… - Agregó de una forma muy casual e inmediatamente el empleado le respondió…
- Mi jefe tiene una docena de carros como este. Además de contar con una flota de carros y camionetas de todo tipo.
- ¿Y tiene “mucho dinero”? – Le preguntó mientras “se hacía” la  que contemplaba el paisaje por donde iban.
- ¿Qué si tiene…? ¡Y bastante!
Es dueño de grandes consorcios.
De edificios completos de apartamentos.
¿Y en el banco?
¡Los gerentes lo adulan!
En verdad es muy portentoso.
- ¿Y te trata bien? – Lo tuteó de inmediato.
- ¡Oh sí! Pero no soy el único chofer.
¡Él tiene varios, como yo! – Ya ella se comenzó a explayar. Lo que oía le era de sumo agrado.
- ¿Y esa empresa a dónde vamos…Él trabaja allí…?
- ¿Qué si trabaja allí? ¡Él es el dueño!
Y para decirle la verdad… ¡Poco va!
Se la pasa viajando.
- ¿Ah viaja mucho el “don”….?
- Demasiado. Pero en verdad, desde un tiempo para acá…
No ha querido viajar. ¿Y la verdad?
No lo sé, es muy poco comunicativo.  –Y si se entera de que le he dado esta información…Capaz de que me bota…-
- No te preocupes. Por mi boca, jamás lo sabrá…Pero dime… ¿Es casado?
- ¿Casado…? No.
- ¿…Tiene hijos…Por allí…?
- No, que sepamos. Y eso lo tiene muy angustiado ¿por qué quién le heredará…?
- ¿Y no tiene familia?
- Aquí no. Él es libanés.
- ¿Y…Es muy viejo…? (…Será un Jeque…Un Marajá…)
- Algo. Pero no se preocupe, dentro de poco lo va a conocer en persona y allí  usted misma se podrá comprobar de todo. Tenga paciencia que ya estamos por llegar.
Tan sólo le digo algo: Él tiene su propio ascensor y nadie mas que él, puede usarlo…
Y ahora lo hará usted, ya que la llevará a su propio dominio. Yo no podré entrar con usted.
Esto la maravilló por completo, y mas cuando llegó a las instalaciones, y el ver como todo ese personal la trataban con aquella reverencia…
Todos se inclinaban ante su presencia.
Que se sentía como una reina.
El chofer, le indicó a su jefe, que ya estaban en la puerta de su ascensor privado y que la señora lo aguardaba.
En pocos segundos se le abrieron las dos puertas…
(¡Qué lujo! ¡Qué hermoso todo esto!)
Se decía mentalmente. Pero por fuera, lo veía con la mayor naturalidad.
El aparato la trasladó a mas de quince pisos.
Pudo contemplar por primera vez, lo hermosa que era su propia ciudad.
- Desde aquí…Todo se ve hermoso… - Se dijo extasiada ante tanto confort.
En pocos segundos…Se abrieron las dos puertas. La alfombra que pisaba se veía de enorme calidad. Las paredes recubiertas de hermosos cuadros, cuyas monturas acusaban que debían ser muy costosos.
Estatuas de todo tipo. Adornos muy suntuosos. Todo indicaba Poder Monetario a montones.
Caminó por espacio de unos quince metros…
Y al final lo pudo ver.
Y a decir verdad: No le gustó.
(¡Qué horroroso ser! ¡Mas horrible y apestoso no pudo  haber sido!  …Pero reales sí que tiene…Eso me hace “verlo” de otra forma…
Pero sigamos…Algo debe tener de bello…)
Un hombrecillo muy canoso, jorobado y daba la impresión de ser “un clavo doblado en dos”
Con unos lentes inmensos, los llamados “culo de botella”
(Horrendo. Apestoso. Asqueroso…Pero con demasiado reales…Mucha riqueza lo adorna y me obliga a mirarlo con buenos ojos…Trataré de verle su lado bueno…)
Suspiró y trató de disimular su estupor.
- ¡Sea bienvenida a “mi humilde morada”! – Le dijo mientras bajaba torpemente su cabeza.
(Bufón es, no lo puede disimular.)
Disimuló su desprecio. Prefirió hacerle una venia…No quiso contaminarse…
 ¡Era muy rico ese esperpento de hombre!
Y contemplándolo mejor, se dijo a sí misma… ¡Ése no debe “durar mucho tiempo”!
(…Y si cae en mis manos…Pocos días le doy de vida…No creo que tenga mucha fuerza…)
Y con esa forma de asumir este reto, siguió adelante.
Se sentó en el sillón que él le indicó.
Hermoso todo. El ambiente era cálido y acogedor, se le notaba la riqueza por todos lados…Debía seguir…
Seguramente deben costar toda una fortuna. Tocó disimuladamente la tela que lo cubría…. (¡Pura calidad!) Pensó mientras lo hacía.
La deslumbraba el lujo y el confort…
La presencia de ese “señor”…Pues era menester tolerarlo, ya que era su dueño.
- …Es fino su gusto…
- Estos muebles fueron traídos de Paris.
Y valen una fortuna.
Esa alfombra fue fabricada en el Medio Oriente y cada cuadro que usted ve…
Son originales pintores de fama mundial y muy cuantioso su precio…De los mejores artistas  que ha parido el mundo entero…Aunque usted no los crea…
- He podido apreciar su “refinado y muy buen gusto” y se ve que no escatima en gastos…
- ¡Qué bien que lo aprueba! Porque todo esto que usted ve…Es apenas una minucia.
Poseo: Aviones, avionetas, yates y barcos, los cuales en este preciso instante andan dándole la vuelta al mundo.
¡Y todo esto es mío!
…Y podrá ser de su hija…Claro si ella me acepta… - Le hizo la propuesta de una forma muy melindrosa, se estrujaba ambas manos en señal de completa satisfacción…
- ¿Desea tomar algo la doña…Quizás: Champagne? traído directamente desde la bodega en donde la produjeron…En Rusia…
O quizás prefiera un rico y aromático…
Café traído de Colombia, o de Nicaragua…
…Usted nada mas tiene que pedir por esa boquita y en el acto, se lo mando a traer.
O tiene alguna preferencia en especial.
La madre de mi futura esposa, será igualmente engalanada con lo mejor que consiga en el mundo entero.
- ¡Oh muy amable el señor! Me siento profundamente agraciada… (…Ya me está comenzando a caer bien este vejuco…)
Pero dígame…Por favor…
¿Qué espera de mí…?
- Que convenza a su hija, de que se una en matrimonio conmigo… Yo sabré recompensarla… - Abrió una gaveta de su escritorio y sacó un fajo inmenso de billetes con el precinto que colocan  los bancos y suavemente lo deslizó delante suyo…
En medio de los dos.
Al instante, ella se fijó en el enorme fajo de billetes, que nunca lo había visto (sus ojos se le agrandaron.) y mucho menos tan cerca…
Y que se lo estén ofreciendo… ¡Jamás!
- ¿Y esto para qué es…?
- …Un minúsculo “presente” que le estoy ofreciendo…
- Por eso, hasta me puede conseguir a mí misma… (¡Me canso!)
- ¿Dos por el precio de una…?
- …Bueno….Me agradaría “un poquito mas….”
De inmediato sacó dos fajos de igual tamaño y espesor, los colocó encima de su escritorio.
- ¿Para mí “solita”?
- …Si me acepta como “su yerno” claro….
- ¡Y como mi amante igual lo aceptaría! (¡Este “pedazo de hombrecillo” no me aguanta ni la arrancada!) – Sin pensárselo mucho, sacó dos fajos mas y se lo puso a su disposición.
- Siendo así de esa forma… ¡Ya mismo sería suya!
- …Pero además me interesa su hija…
- ¡También la tendrá! – Y diciendo esto, él le arrimó los cinco fajos de esa inmensa fortuna.
(Movía sus manos nerviosamente, se peinaba, se arreglaba su escote…Estaba inquieta e imprecisa en hablar o en actuar…La emoción la embargaba e inutilizaba…)
- Esto es apenas…Una entrada.
Porque después, todo podrá ser suyo…
Y de su hija.
Y si ella me da un heredero…
Todo le quedará a ella…
- ¡Hasta yo misma se lo puedo dar! – Se aventuró a afirmárselo, mientras tocaba toda esa inmensidad de dinero.
Él la observó con esos ojitos avaros y maliciosos. No estaba mal el negocio que estaba emprendiendo…
(Iba a ser el poseedor de tan bella e inocente chica…Una rebosante flor envuelta en su capullo…Hermosa…Delicada…Un excelente tesoro…No estaba mal   -pensaba melindrosamente-    a mis años…Mientras contemplaba la reacción de su futura… ¿Mujer…Suegra…? No tiene la menor importancia….) – Como excelente comerciante, comenzó a condicionar…
- …Pero y siempre hay un: Pero… - Arrastró con gravedad su propuesta, mientras seriamente la detallaba…
- ¿Qué sería…?
- Tiene que comprobarme que esa flor, no ha sido desflorada…
- Jamás hombre alguno la ha tocado.
¡Y ni un beso ha recibido!
De eso puedo dar garantía: ¡Yo!
¿Y por mí parte…? ¡Ya llevo tantos y tantos años que no “conozco” a un caballero…!
Que podría afirmarle…Que algo de señorita me queda…Por si le apetece…
- Por otro lado: No tengo tiempo para noviazgo alguno. Y si ella acepta, nos casaremos donde ella lo desee: En Paris, en Madrid, ¡en donde ella lo desee!
…Pero debe ser ¡rápido!
Ya estoy demasiado viejo, y mi tiempo es oro.
¡Y si me da el heredero que espero!
¡Las cubro a las dos con: Oro, perlas, diamantes y todo tipo de gemas preciosas!
Aparte de que será la heredera de toda mi inmensa fortuna.
¡Usted ni idea tiene del dinero y las posesiones que tengo en este mundo!
Consígamela para mí…Y yo, sabré ¡recompensarla! – Sus ya cansados ojillos le brillaron, y ella lo notó.
- Todos saldremos ganando…Hoy mismo se la comienzo a preparar…
A menos de que usted quiera apreciar mis encantos…Primero….Digo yo… - Y sin pensarlo mucho comenzó en franca coquetería.
El anciano, se levantó y encorvado como estaba…Abrió su caja fuerte y le indicó, llevándole un fino collar que brillaba en demasía…
- Si la cuestión va en buena disposición...
Acepte este “humilde” presente… - Ella encantada se levantó su cabellera, cerró sus ojos y esperó…
Su yerno, le colocó el collar y la invitó a que se viera en un espejo.
No pudo disimular un grito de emoción.
- …Allí hay mas… - Y la invitó a que tomara los aretes que le hacían su juego.
- (¡Qué bello y galante es! ¡Sabe agradar a una “dama”!)  …Le estoy muy agradecida por todos “estos presentes”
…Dicen que las gallinas viejas, damos un muy buen caldo… - Él se hizo el que no la oyó.
- Ya habrá tiempo para probar ese caldo. Primero lo primero…Consígamela…
Y todo eso será suyo…
- …Y… ¿Me lo podré llevar todo hoy mismo…?
- Claro. Llamaré a mi chofer, para que la devuelva a su casa. Hoy mismo en la tarde, debe llamarme a este número… - Y le extendió su propia tarjeta de presentación y en donde resaltaba: “J.M.”
Como pudo se hizo de los cinco grandes paquetes y al ver que estaban muy grandes, se quedó un instante dubitativa…
El magnate aprovechó y al instante le dio un fino bolso traído de quién sabe dónde, pero se veía a leguas que era de cuero fino y olía a nuevo...
En el acto lo aceptó y todo adentro lo metió…Incluyendo las joyas…
- Ya sabe, que yo misma estoy también dispuesta…
- Primero su hija…
- Aunque si el señor lo desea…Puede incluirme, cuando a bien lo tenga… - Se abrieron las puertas del ascensor y el yerno le dio la mano y le dijo…
- Todo es posible. Y ya sabe, llámeme antes de las cinco de la tarde de hoy, para que nos casemos… ¡Mañana mismo! – La matrona le estrechó sus dos manos y se despidió.
- ¡Cuente con eso! ¡Le aseguro “la mano” de mí hija! – Y en el trayecto del recorrido del ascensor, ya no contemplaba esa hermosa ciudad, que tanto amaba…Atesoraba mas…
Sus ojos iban brillantes, radiantes…
Se veía a sí misma forrada en toda esa inmensa fortuna.
- ¡Al fin…La Diosa fortuna se acordó de mí…!
Viajando en aviones o en buques…No importa.
Un enorme horizonte se le abría ante sí…
Y no era para nada despreciable…No señor.












© Bernardo Enrique López Baltodano 2015



Pasa cuando tú te confías...















“Cuando las apariencias engañan”






Lisbeth seguía con atención las artes de Flavio, veía extasiada como ejecutaba con ese poder que emanaba de él.
Embelesada veía como manejaba las serpientes.
Como regañaba las fuerzas oscuras.
Una y otra vez, veía como mezclaba esos polvos secretos, ponía todo su empeño para oír sus extrañas oraciones   -las cuales las hacía entre dientes-   asombrada, veía sus efectos (y se embelesaba de tanto poder.) y muy en su fondo acariciaba la idea de ser ella la que ejecutara todos esos pases milagrosos.
Mientras el resto mostraba terror, ella no lo hacía, al contrario…Lo anhelaba.
En cierta ocasión, contempló en la oscuridad una sesión en la cual él, se dirigía a un montón de huesos inanimados   -ya le habían prevenido de que ni siquiera se acercase-    pero esas advertencias lejos de amilanarla, la excitaban.
Era de vital importancia, hacerse de todos esos poderes.
Contempló extasiada como se fueron uniendo esa cantidad de huesos humanos.
Asombrada los veía como se juntaban de la manera mas natural.
En pocos segundos, fue testigo de cómo adquiría vida propia.
Fuera de sí misma, escuchó las palabras mágicas y ese rito tan misterioso y extraño.
Escondida como estaba, intentaba permutarse con el medio ambiente.
No se atrevía ni a respirar   -para no delatar su presencia-   y vio como ese Gran Mago, hacía el mayor milagro de su vida: Volvió a la vida a un hermano suyo   -muerto hace años-   fue una sesión larguísima y tediosa.
Pero no perdió ni un solo micro segundo, e iba grabando en su memoria   -como si fuese una filmadora-    nada se le escapaba.
Minuciosa como era, detalló todo a la perfección.
No fue descubierta. Jamás el hechicero detectó su presencia.
Fue un silente testigo de todo cuanto trataron. De la forma como se abrazaban.
Del aprecio que se mantenían.
Muchos secretos, dejaron de serlo, para ella.
Sigilosa, guardó todo en sus adentros.
Y a pesar de la duración, todo lo soportó.
Y ya para finalizar, puso total atención paso a paso de todo.
Vio como el “recién vuelto a la vida” se fue desintegrándose. Y sus carnes malolientes, se fueron escaseando hasta que desaparecieron.
Y en un segundo, todo ese andamiaje cayó al suelo, en la misma posición en que estaban.
Contempló el rostro del hacedor, y lo vio muy concentrado. Sus labios se movían pero eran casi imperceptibles…Menos para ella.
Quieta como una estatua, sin respirar, contempló como el hombre con todo el amor y reverencia que le tenía, fue agrupando hueso por hueso y los metió en un cofre de apariencia muy rústica y de bastante uso.
Saco una llave, le puso el candado y lo cerró.
El hombre temió que lo estaban viendo, y se volvía de repente, sintiendo la fuerza de una mirada, que no pudo divisar.
Escondió  el cofre. Respiró. Dijo unas palabras en un lenguaje desconocido.
Lisbeth las guardó en su memoria.
Esperó a que se fuera. Espero mas de una hora. No se atrevía a moverse, para no detallar su presencia.
Sigilosa se movía como una gata al asecho.
Fue hasta la habitación del nigromante.
…No había llegado. Y lo esperó afuera.
- ¿Qué haces aquí? – Escuchó una fuerte y muy ronca voz de hombre. Era él. Y ya ella, lo aguardaba. Así que sin mirarlo, le bajó su cabeza y le dijo…
- Quiero ser tuya.
- ¿Y para qué? – Le preguntó con toda la desconfianza que siempre mantenía a toda fémina que se le acercaba, y ella, siempre lo cortejaba. Solo que lo intrigó su permanencia a esa alta hora de la noche. Era sin luna y la oscuridad era proverbial.
- Porque te deseo. Y bien sabes que debo ser tuya. – Él no le respondió nada. La bordeó y sacando un juego de llave, procedió a buscar la que abriría su aposento.
- Yo sé lo que tú quieres…
- Ser tú mujer, eso es lo que mas anhelo.
- Quieres “mi secreto”
- A ti es a quién mas quiero. – Le acarició la espalda, y luego muy melosa se le fue acercando. Y él se lo permitió.
Esa noche durmieron juntos.
Él se quedó dormido…Pero ella no. Miraba todo a su alrededor. Pudo ser testigo de que no estaba sola. Muchos del otro mundo, la seguían con la mirada, pero ella no se inmutó.
En lo que quedaba de noche, se le acurrucó a su lado y descansó.
Se despertó antes que él, se levantó muy cuidadosa y fue a prepararle su desayuno.
Estando en la cocina, lo escuchó cuando él se despertó. Con su fino oído, le fue siguiendo paso a paso, todo cuanto hacía.
Parecía que poseía ojos en su espalda.
- ¿Cuál de mis “secretos” quieres de mí…?
- Todo lo que tú me quieras dar. Pero el principal es: ¡ser tuya, para siempre! – La contempló en silencio. En todos sus años de vigencia que llevaba como Brujo mayor, jamás nunca había tenido una mujer que le fuera tan persistente…Pero algo en ella, aún no le cuadraba. Y era ese afán de querer dominarlo todo. De saberlo todo. De apropiarse de todo.
(…Pero es hermosa  ¡la condenada!) Pensaba mientras le contemplaba ese cuerpo tan hermoso y tan voluptuoso.
- Pienso que quizás…Te de lo que tanto ansías.
- ¿De verdad mi amor? – Le preguntó mientras lo enjugaba en su abrazo amoroso, y él se sintió muy acogedor en sus brazos.
(Quizás me pueda auxiliar en cosas menores) meditaba mientras comía.
Y ella ya sabiendo que estaba venciendo sus muchas resistencias, fue aminorando su entusiasmo.
Se mostró un tanto desinteresada.
Y a sus espaldas, ella lo seguía.
Anotaba paso a paso.
Y así siguieron sus días. Y su aprendizaje fue lento   -según él creía-    pero en la oscuridad ella iba capturando paso a paso…Todo.
Pronto comenzó a ejecutar los pases que en silencio y a escondidas, ella les había pillado.
Y todo esto a sus espaldas.
El tiempo fue pasando, y en ese transcurrir él se fue afianzando en ella.
Hasta que decidió que le podría “suplantar” en el caso de que él por cansancio o hastío…No quisiera.
Pronto se vio que iba dándole mas y mas.
Llegó el momento en que ya ella, le hacía “su labor”
Ya todo lo que había sido consagrado para él solo…Era compartido con ella.
…Tan sólo faltaba una oración…
Él la guardaba muy celosamente…
Astutamente, le fue venciendo su cada vez menos resistencia…
¡Hasta que le llegó su hora!
Ese anciano practicante, doctor en muchísimas ciencias ocultas…Creyó muy conveniente…Cederle su puesto a su “ya costilla”
…Y le dio las últimas instrucciones…
Ya ella, dominó todo.
Todos le obedecían y su poder sobre esas fuerzas ocultas, le conocían.
Y ejecutaban sus órdenes sin chistar.
Cuando sintió que se hizo de todo el poder…
Ya no quiso mantener “¡a ese viejo inútil!”
Convocó a todos los Poderes y así se los dijo.
Era preciso, no solo desconocerlo, habría que anularlo. Dejarlo sin poder alguno.
…Y eso hizo.
De la noche a la mañana…Ella era la Reyna.
Y no deseaba a un inservible a su lado.
Desde ese preciso instante…Aquel Mago Poderoso, se transformó en un horrendo sapo. Lo desterró. No quiso verlo mas.
En desgracia cayó…
Logró escapar y salvar su vida.
Desde entonces Flavio era tan solo…”Un saco de huesos que caminaba sin dirección segura”
Vacilante y temeroso se escondía en los rincones. Temía por su vida.
Y ciertamente…Su vida no valía nada…












© Bernardo Enrique López Baltodano 2015




Hoy es domingo... ¡Y les traigo este nuevo relato!



















“¡Así debe ser!”





Don Anselmo está de compras, y como no tiene carro propio (En ese momento) pues decide contratar un taxis por horas, buscaba un carro en perfecto estado, grande, cómodo, y eso fue lo que contrató.
Llega al primer mercado popular, entra y detalla todo a su alrededor, (el calor es agobiante) se desabrocha el primer botón de su camisa blanca, y se recoge las mangas, hace una mueca con su cara que denota que el vapor es agobiante, pero casi dos segundos después agarra impulso y se decide a entrar en dichos pasillos          -que están atestados de gente que al igual que él, acuden a hacer sus compras-    escoge el primer pasillo de su mano derecha y comienza a revisar todos los locales.
Ausculta uno a uno. Todos los que están en su camino.
Aunque ya él, sabe a donde va a ir a comprar las diversas verduras y frutas.
Al llegar, como ya lo conocen, le dan la bienvenida y acto seguido le dan unas cinco bolsas, las cuales él toma y comienza a clasificar…En el primer estante ve las papas, comienza a descartar las que no le gustan y embolsa las que son de su agrado.
Y así continúa. Por lo general, compra mas de diez kilos,   -asegura que como tiene cuatro hijos, y que ellos tienen “muy buena muela” es preciso escoger lo mejor de lo mejor-     vio los tomates e hizo igual operación.
Ya cuando recorrió todo el local, ya el dueño que está en la caja esperándolo, comienza con el momento del conteo.
(Son innumerables las bolsas, cajas y bultos.)
Le dieron la cuenta, pagó y pidió que le montaran todo (muy voluminoso, por cierto.)  en el carro que ya él había alquilado, su chofer, lo espera y al verlo llegar, corre a abrir la maleta de su carro y comenzaron a acomodar con mucho cuidado.
- Espéreme. Vuelvo porque aún no he comprado ni los granos, ni la carne…Y otras cosas.
Al rato se apareció el señor con los diversos artículos y como ya coparon la maleta, pues la metieron en el asiento de los pasajeros (atrás) y como no estaba contento con todo, le indicó al mismo chofer que lo trasladara a otro mercado.
- Tengo que conseguir un saco de caraotas negras, otro de arroz, una caja de pastas, un queso completo semiduro y otro duro…Y otras cositas mas.
El caso es que anduvieron por espacio de unas seis horas en el proceso de compras.
Y ya al final, don Anselmo ya satisfecho le dio la orden a su conductor que lo llevase a su casa para descargar toda lo adquirido  y pagarle.
- Don Anselmo… ¿Este mercado  es para dos meses? …Por lo menos… ¡Ufff!
- ¡No qué va! Dentro de poco tiempo debo volver a hacer las compras.
- ¡Válgame Dios! Y disculpe mi pregunta: ¿Para cuantas familias compra usted…?
- ¡Pues para mi señora, mis cuatro hijos y yo! 
…Y además… ¡Ese no es su problema! – Le recriminó muy molesto. El que estaba al volante, calló.
Se dio cuenta que su contratante estaba muy ofendido por su pregunta.
No hablaron mas. Llegaron a la residencia y comenzaron a bajar toda la compra.
¡Ah doña Concha! Estaba muy emocionada.
Se movía con soltura, contemplaba emocionada cada una de las cajas que su marido había comprado para ellos.
Y en un momento de descuido, corrió al teléfono y comenzó a llamar a su propia familia, para informarles que ya la comida estaba en su casa y que en cuanto Anselmo esté dormido…Podían llegar.
En ese descuido el señor de la casa, se dio cuenta de que su esposa estaba muy ocupada al teléfono, la escrutó con cuidado  y ella a manera de respuesta le dijo…
- Me está llamando Amanda, mi hermana. Ya voy contigo. – Y diciendo esto le dijo algo a su hermana y corrió a atender a su marido.
- Bueno. Ya te hice nuevamente la compra. Espero que te dure por lo menos…Un mes.
Recuerda que mañana me voy de viaje y regresaré en tres semanas…Si todo me sale bien.
- ¿Qué te apetece comer? – Le dijo mientras detallaba lo que le había traído. Carne de todos los tipos, dos piernas de pernil, sacos de diversos granos, todo tipo de verdura, y diversidad inmensa de todo cuanto pudo verificar, así a “vuelo de pájaro”
- Quiero que me hagas algo rápido, me siento cansado y deseo acostarme un rato. Mañana tendré que madrugar. Ya contraté al taxista que me va a llevar al terminal de pasajeros.
- Ok. Vete a bañar y a ponerte cómodo, mientras te cocino algo rico para que comamos.
- ¿Y los muchachos, ya comieron?
- Ya. Y están en sus labores habituales. Anda que yo te avisaré cuando ya esté listo   ¡No mejor te lo llevo a la habitación y así podrás descansar mas! – Notó que su esposa estaba muy melosa y contenta,  en el fondo se alegró, el verla satisfecha lo alentaba a seguir produciendo y trayéndole todo lo mejor que consiguiera.
Suspiró de satisfacción, se encontraba recompensado.
- Ok. – Le respondió mientras comenzaba a desvestirse camino a su cuarto matrimonial.
Doña Concha corrió nuevamente al teléfono y les indicó a sus hermanas, que ya podían ir a recoger “sus compritas”, pero eso si, que lleven sus bolsas.
Dicho esto, comenzó a prepararle la comida a su señor.
Pasado unos minutos, fue a la habitación y se cercioró que su esposo ya se había bañado y estaba acostado en la cama, descansando. Le dio muestras de su amor, lo besó y lo terminó de peinar.
- Te estoy preparando algo muy rico. Y te vine a preguntar, si deseas tomarte “un traguito” para que te des estreses. Te noto muy agotado. – El hombre se la quedó mirando y pensándoselo mejor le agregó…
- ¡Es que adivinas mis pensamientos: Acepto el traguito! – Se dieron un beso y ella, muy solicita fue a preparárselo y a chequear lo que estaba haciendo en la cocina.
Preparó el vaso, colocó varios hielos en su interior, el wiski, se comprobó a sí misma, que todo estaba normal. Chequeó el frente de su casa, por si ya comenzarían a llegar sus familiares y al ver que nadie estaba por allí, agitó el vaso y le colocó un pitillo, meneó los hielos y se fue al cuarto.
Ya su marido estaba esperándola. Le dio un beso y salió, con la excusa de que estaba cocinando.
Volvió a la puerta y nada que llegaban. Fue a su cocina y se dedicó a seguir cocinando.
Como a los quince minutos, comenzaron a llegar sus hermanas, venían con grandes bolsas y se les veía muy alegres.
- ¡Ay Concha! ¡Dios te lo pague! …Y recuerda: Tú familia es Primero. Nunca nos puedes desamparar.
Porque mi marido, ¡nada que consigue empleo!
¡A ver, dime lo que me estás guardando para llevarme!
- ¡Baja la voz! ¿No ves que nos puede oír?
- ¿Y aquí está “el ogro ese”? – Le preguntó mirando hacia la alcoba matrimonial.
- Está en el cuarto. Ya voy a llevarle el segundo trago, y después su comidita… ¡Y listo, a dormir se ha dicho! – Y diciéndole esto le hizo señas, de que se fuera sirviendo…En silencio…
La hermana comenzó a guardar y a embolsar todo lo que ella creía que era de ella.
- Recuerda: Que también nosotros comemos.
No nos vayas a dejar sin nada. Todo equitativo.
- No te preocupes. Ve. Yo te esperaré aquí mismo sentadita, mientras me voy sirviendo de la comida que estás preparando.
Doña Concha corrió al cuarto, con el segundo trago.
Cuando llegó ya su marido, se había tomado el primer trago y estaba leyendo la prensa del día.
- Me pareció escuchar a una de tus hermanas.
¿Ya se enteró? – Le dijo mientras hojeaba el periódico, pero con un ojo puesta en ella, para verle la reacción a su pregunta, ella se hizo la desentendida y le resolvió así…
- ¿Una de mis hermanas? ¿Aquí, estando tú…?
¡No que va, nosotras tenemos “dignidad”! Nunca se te pase por alto: ¡Ellas son mi familia, y son sagradas para mí! Y además recuerda que son mis hermanas, sangre de mi sangre.  – Y diciéndole esto le dio el nuevo trago y le quitó el vaso ya vacío y dándole un beso, le dijo…
- Quédate tranquilo. Aquí se cumple: Tú voluntad siempre. – Y luego suavizando su hablar, le miró con mucha ternura y le dijo…
- Nadie ha llegado, seguramente fui yo misma, que en ocasiones me hablo a mí misma y me respondo yo misma. (Le hizo señas de que ella estaba loca y que no le hiciera mucho caso.) – Le estampó otro beso y se marchó.
Cuando cerró la puerta, posó su oído en la madera para verificar que él no vendría tras ella.
Aguardó unos instantes, y cuando se cercioró de que todo estaba normal. Se fue.
Cuando llegó a la cocina, vio que ya sus cuatro hermanas se habían repartido “su compra” cada una de ellas.
- ¡Bueno yo no te quitaré mas tiempo!
Mejor me voy, mis muchachos me están esperando para prepararles su  comidita  y ya se las estoy llevando. – Le dijo la mayor, y luego una a una comenzaron a despedirse.
En el mayor silencio posible. “El ogro” estaba en el cuarto y podía salir en cualquier momento.
Doña Concha suspiró cuando la última se hubo ido.
Se sintió aliviada de que ya se habían ido, y que él ni cuenta se había dado. Luego volvió a sus labores.
Terminó de cocinar y comenzó a emplatar y a preparar la bandeja para llevársela al cuarto…
Cuando de repente escuchó los pasos de su marido que iba hacia donde ella estaba. Instintivamente chequeó por si acaso alguna de ellas, hubiesen dejado “algo” que  delatara su presencia.
Pero cuando lo hizo, se tropezó con la mirada de su esposo, que la miraba con fijeza.
- ¿Todo bien? – Le preguntó mientras procedía a sentarse (mientras “chequeaba” su entorno) en su puesto en la mesa, a esperar a que le sirviese.
- ¡Si mi amor! Todo está perfecto. Y la comida que te preparé… ¡Quedó exquisita! – Y le llegó y le preparó el tercer trago, mientras muy melosa lo llenaba de besos y caricias.
Don Anselmo, suavizó su gesto y aceptó las muestras espontaneas de amor de su amada.
- ¿Falta mucho?
- No ¡mi Rey!  Ya te estaba sirviendo, cuando entraste. ¡Ya te traigo la comida y así comeremos los dos! – Y diciéndole esto, corrió a la cocina y comenzó a servirle.
El jefe familiar,  ¡se dio tremenda comida!
Y ya satisfecho. Le dijo…
- Ven. Acompáñame a tomarnos unos traguitos mas y después…Ya veremos…
Estoy muy satisfecho. Ya veo que acomodaste toda la compra. ¡Qué buena esposita que me gasto!
Se sentaron a beberse unos tragos mas, ella encendió el equipo le puso la música que a él le gusta y lo invitó a bailar.
Bailaron varias piezas, se acariciaban y se besaban, era mutuo el amor que se sentían entre ellos.
Y de allí…A la camita.
Que mañana tendría que viajar.










© Bernardo Enrique López Baltodano 2015