...Creo que te interesará.










“No se definirte…”




Es como el aire, con su presencia avasalladora.
Cuya presencia, sabes que está…
Nadie lo ve, pero todos sus efectos están ahí.
Sientes temor, amor, regocijo, paz.
Que todo lo gira y lo descompone,
lo hace y deshace,
que lo arregla y desarreglar.
Que lo pone al revés y al derecho.
Que lo destruye, y lo construye.
Que todo lo envuelve y desenvuelve.
Como las rocas ígneas, con sus elevadas incandescencias.
Como el hielo con sus bajas temperaturas.
Sería como aquel riachuelo cuya caída de agua, revolotea.
Hace cuánto le parece bueno.
Es una fuerza que te define, te compenetra.
Se funde desde lo mas profundo del ser.
“Ese  algo” que te impulsa…Y te desenchufa.
Lo mas alto no le alcanza.
Lo mas bajo no le llega.
Su fuerza no tiene fin.
Es Principio…
Es fin…
Alfa y omega a la vez.
Es extracto de su esencia.
Es y no es.
Es vida, pero también es muerte.
La muerte en Él se convierte en vida.
La muerte no tiene vida en Él.
Él tiene la muerte.
Nada lo contiene.
Nada lo soporta.
Está en todas partes,
y en ninguna,
en donde quiera estar.
…Estará.
Donde nadie cree que esté.
Está.
Él está, donde quiere estar
Muchos juran que lo tienen a Él.
(¡Quién sabe a quién tendrán…!)
Aprietan sus dientes y blasfeman en Su Nombre.
¡Insensatos!
Sobre su presencia.
Juran en Su nombre.
Engañan diciendo: “Él está con nosotros”
Él hace “nuestra voluntad”
Pobre del miserable que oye tales alegatos,
pero peores los que aniquilan en su nombre.
Los que someten, subyugan y aplastan.
Creen contar con su apoyo.
Pero con ellos no está.
Ama al humilde de corazón.
Al fiel a sus preceptos.
Infunde la Ley del Amor.
…Amor no es libertinaje.
Amor no es hacer “mi voluntad”
por sobre los demás.
Derrota a los déspotas.
A los asesinos.
Violadores.
Hipócritas.
A aquellos que utilizan su nombre para su propio beneficio.
¿Es  que no les basta la historia?
En la Biblia sobran los ejemplos.
Reinados enteros…
Reyes que se consideraban Poderosos.
Dictadores que eliminan a sus pueblos,
los diezman, los hacen pasar hambre,
les roban sus pertenencias.
…Su castigo tendrán.
¡Cuenten con la cólera del Señor!
Hoy…Mañana…Pasado…
Su brazo justo les llegará.
Él solo lo sabe.
¿Quisieron Gloria y poder…?
Ya no son ni recordados.
Sus riquezas en polvo son.
¿Por qué “la Humanidad” es tan terca?
¿Por qué hacer el mal…?
¿Por qué hacer “lo que me da la gana”?
¿Acaso los castigos no los convencen del todo?
Decimos: “Eso fue en otra época”
Eso “le pasó a los grandes Padres”
Es que esa gente era “dura de corazón”
Eran otras épocas.
Otros cantaban. Vociferaban…al igual que hoy.
Ni sobre su ausencia,
mucho menos en su presencia…
justo
Glorioso.
Nada se le puede comparar.
Uno en uno.
Unicidad simple.
Tres Divinas Personas.
Misterio.
Descubrimiento.
Con Él: ¡Todo!
Sin Él: ¡Nada!
No necesita de nada.
Ni de nadie.
Él se basta sólo.
Con Él siempre estoy.
En la oscuridad, tiemblo.
En pleno sol, también.
Pero en su presencia…No sé qué haré.
Muy pocos lo han visto.
Muy pocos lo oyen.
Muy pocos hablan con Él.
Muchos dicen que “hablan”  en Su Nombre.
¡Imbéciles!
¿Es qué los efectos de los profetas no vale nada…?
¿Y el sacrificio del  Cordero de Dios…Tampoco…?
¿Por qué la maldad ha anidado en esos corazones…?
¡Brutos, ignorantes!
Otros quieren obligar en Su Nombre.
¡Anatema!
A su guerra someten sus pueblos.
Robos y saqueos, será cobrado. Ya lo verán.
El odio impera entre nosotros.
¡Pobre de aquellos cuyo Nombre pronuncian en vano!
…Están muy lejos del Reino de Dios.
¡Ay de aquellos que en Su nombren mienten,
asustan a sus semejantes!
Y en Su Santo Nombre levantan  sus edificaciones
y les ponen el nombre que les plazcan.
Creaciones humanas son…
El sol y el salitre pronto en polvo los convertirán…
 Él es Grande  y Poderoso.
Nada lo antecede. ni lo precede.
Sólo Él…Es.
¡Bendito, bendito!
Antes, ahora y después.
Solo ¡Amén!
¡Gloria a Dios en las alturas, en las profundidades de los mares,
en las sombras, en las oscuridades, en el frío,
en el calor,  en pleno sol…
Donde a Él le plazca estar.
…Y Paz a nosotros los hombres que
Tememos en El Señor.












© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


...En reunión...











“Las amigas”




Estaban dos amigas reunidas,  que se querían como si fuesen hermanas.
Ningún secreto estaba oculto entre ellas.
Al dedillo se conocían.
Se tapaban una a la otra.
Y sucedió que con el transcurrir de los años, una de ellas queda viuda, y la otra de una forma u otra, le contaba a su marido que mucho la preocupaba la soledad de su amiga.
- …Si por lo menos se consiguiese un hombre bueno, ¡claro! Nunca será como el finado…Pero que sea de buen corazón.
¡Y que no le venga a quitar lo que él otro le dejó!
¡Que le de una nueva casa, y todos los gustos que ella siempre ha tenido!
- ¡Qué cosas tiene esta vida!
- ¿Qué?
- Cuando el hombre es rico, entonces debe cobijar a su esposa…Pero si el caso es contrario…
- ¡Yo no mantendría a un hombre! ¡Jamás!
- …Pero un hombre, sí debe mantenerla… ¿Cierto?
-  Así lo dispuso Dios.
- Pobrecito Dios, que a todo le encuentran remedio y lo enredan entre sus faldas ustedes. –Ella se sonrió, y guardó silencio.
Transcurrieron varios años, y al esposo siempre le aseguraba que su amiga era una Dama…Nada “escondido por ahí”  tenía y que se mantenía guardándole el luto debido a su marido ya muerto.
Un buen día, la esposa a última hora de la tarde, le dijo que esa noche llegaría su amiga…Con su pretendiente.
- ¿Ya? ¿Al fin se le acabó el luto a tu amiga?
- ¡Mucho a aguantado la pobre, pero ella es una Dama!
- ¿Y a las “Damas” no les da…?
- ¡No! Ella es como yo. Ambas somos unas damas.
El caso es que viene a presentarme “al pretendiente”  y voy a aprovechar para averiguar cuales son “sus intenciones” – El marido se le quedó observando, y ella le interpretó sus pensamientos.
- Aunque ya sea una mujer mayor, ella es muy recatada y honrada  -como yo- y de eso no deberías meterte  ¡ni siquiera a venir a enlodar su reputación!
Que bastante bien que la ha conservado. – El esposo la observó largamente y notó lo ofendida que se encontraba.
Analizó para sus adentros que la mencionada señora   -en vida, su esposo-   era muy altanera con él y en diversas ocasiones le había salido con palabras sumamente ofensivas, sin tomar en cuenta ni en el sitio en que estaban, ni las personas que los rodeaban.
Y por causas inexplicables lo ofendía y lo humillaba, quedando el pobre hombre callado para no agrandar aún mas el problema suscitado.
No obstante, previniendo una nueva discusión, prefirió hacerle un rodeo a su compañera, y comenzó diciéndole…
- Por lo visto entre ustedes las mujeres, hay una especie de “código de honor” – A lo que en el acto ella volviéndose a él le replicó…
- ¿”Código de honor”? ¿A qué te refieres con eso?
- A que entre ustedes mismas se tapan “sus cositas”
- Explícate, que no te entiendo…
- Me estás diciendo que entre ustedes dos agarraron a preguntas a ese pobre cristiano.
- ¡Claro que sí! Y tú mismo sabes que hay muchos zánganos en este mundo, que creen que como una es mujer sola, se creen que “somos agua bendita”
¡Tú lo sabes! – No le respondió en el acto.
Pasado unos segundos, le ripostó…
- Ni que fuera una señorita. Estoy de acuerdo que el padre de una niña indague las intenciones del pretendiente…
¿Pero ella…? ¡Me perdonas tú!
Pero esa amiga tuya es una gallina ya vieja  y jugada  -sin ofenderla a ella-  ¡claro está!
- No sabemos sus intenciones…Además ella siempre fue  ¡de su esposo!
- Ella no es una bebe de brazos. Ya sabe lo que es tener un hombre.
- Ella es muy inocente. – Esa frase se le quedó rondando en su mente, pero creyó conveniente no hacérselo notar, para no entrar en una discusión sin sentido.
Pasaron unos minutos y a la final él le resolvió de esta forma…
- “Lo que es bueno para la pava…Debe serlo para el pavo también…”
- Bueno es que yo se lo dije a los dos…
- ¿Qué?
- El respeto mutuo. Nunca debe faltarse el respeto nunca  -lo dije por ella-
- …Pero no a ella…
- Por supuesto que no. Ella es mi amiga. Y no le voy a sacar los trapitos sucios ante un desconocido…Que no sabemos sus intenciones.
- Pero a él, si que le leíste la cartilla…
- ¡Claro, mi amiga es una Dama!
Y se merece todo el respeto del mundo.
¡Y tú no te metas de chismoso!
No le vayas a decir nunca a ese hombre nada de lo que te estoy confesando. ¿Ok? – El marido calló.
Vio que la discusión no tendría solución alguna.
Y pensó para sí mismo…
(Ojalá que nosotros los hombres tengamos esa misma “condescendencia”)








© Bernardo Enrique López Baltodano 2015




...El amor...El amor...Cuando llega....











“Yo quiero”





- Yo quiero que cuando morir deba, esta historia resplandezca tal como ilumina el sol durante todo el día a nuestra tierra.
Y la Luna, refresque con sus melodías el eterno amor que nos profesamos…- La parlante, se detuvo. Era de día.
Observó con los ojos abiertos el sol en lo mas alto en que se encontraba, no dio muestras de quedarse “alumbrada”, cuando volvió su rostro, ya sus ojos estaban brotados, profundamente enrojecidos.
Pero no dijo nada si veía o no. Ni siquiera se frotó los dedos en sus ojos.
Tan solo miró hacia el infinito.
Sin pronunciar palabra alguna, su interlocutor, tan solo la observaba; mujer de unos cuarenta y cinco años. De fina estampa.
De cabellera hermosa, que le llegaba a sus hombros, De porte muy elegante.
En verdad no reflejaba su edad, aparentaba  
-por su aspecto-  tener unos veinticinco a veintiocho años a lo sumo.
Su rostro era sereno, sin arrugas visibles.
Bella como la mar bravía.
Sólida como los vientos alisios.
Elegante, aun sin mostrarse con un vestido elegante, pero es que su porte era de una mujer de clase, de temple. De dominio.
Por fuera todo seguía su curso normal.
En silencio, miró a su alrededor   -quizás para darse el tiempo necesario para recuperar su plena visión-   su oyente, no se atrevió a interrumpirla.
Pasaron unos minutos.
El aire salado del mar, enjuagaba la presencia de ambos, la sal y el salitre se observaba por su alrededor.
Lejos y cerca se veían lanchas.
Unas estaban faenando y otras sencillamente estaban allí.
- No quiero que un amor tan profundo como el que hemos tenidos ambos…- Se quedó mirando hacia la lejanía del mar- ¡por allende de estos mares, muy lejos de acá vive el Amor de mi vida!
¡Dios bendiga ese Bendito vientre que lo parió!
Amor que por lejano te tengo.
Amor que por amor te tengo.
Fue el Único. El Mejor de todos.
Ha sido el Único Amor de mi vida.
Hasta ahora lo único que he obtenido son: Dos maridos y cuatro hijos.
Y declaro: He hecho el sexo, mas no el amor.
He vivido una vida miserable. Sola…De cuerpo.
Me han golpeado como si fuese una burra.
He sido ofendida. Humillada. Me han agarrado como si fuese un trapo viejo y sucio.
¡Todo lo que te puedas imaginas!
¡Y aquí me tienes! De pie. En defensa de mi dignidad, y con cada hijo mío a cuestas.
No le bajo la cabeza ¡a hombre alguno!
Él es el Único Amor de mi vida.
¡No tengo a mas nadie! – Cuando vio que su interlocutor quiso interrumpirla, le hizo una señal de alto, tal como la hacen los fiscales de tránsito.
Una suave brisa se dejó colar, apaciguando aquellas olas que osaban con entrar en ebullición.  
- ¡Y por él, sería capaz de atravesar a nado todos los mares de este mundo…Si él me lo permitiera!
¿Qué deseas saber…?
- Algunos datos…
- ¿Cómo cuáles? ¡Nada hace falta! Él no vive aquí.
Ni él me ha tocado. ¡Ni yo tampoco!
Nuestro amor ha sido y será único.
¡Y jamás tendrá fin!
Nuestro amor se ha basado en la distancia,
tal como se han enamorado el sol (que es él) y la luna (que la represento yo) mas nada es importante.
¿Qué mas le puede importar a la posteridad…?
No hay nada mas grande que el Amor.
Entre un hombre y una mujer.
¿Puede haber algo mas grande?
Y estoy profundamente enamorada de mí Sol.
Sé que está enfermo. Sé que vive solo, con su hija.
Él me conoce muy bien.
Al igual que yo lo conozco también.
- ¿Y cuál es su nombre? – Ella lo miró de una forma extraña. De sus ojos emanaron dos rayos solares, que fulminaron la incógnita.
Él se sintió intimidado y no quiso repetirle la pregunta.
Pasado unos minutos…
- “Sol”  ¡Ése es su nombre verdadero!  “¡Sol!”
La luz que me irradia, me ha salvado mi propia vida.
Y en el momento mas desgraciado de mi vida, en la que yo misma no me daba ni un céntimo ¡de nada!
Él me sostuvo. ¡Con palabras muy bonitas salidas de su propio corazón!
Por eso es que lo amo.
Y aunque nunca nos conozcamos en persona.
¡Mi corazón, mi vida, mi cuerpo…
Cada ápice de mí…Le pertenece!
Eso es lo que debe saber la posteridad.
Que el Amor existe.
¡Yo soy la prueba viviente de ello!
…Lo demás…Importancia  ¡no tiene!











© Bernardo Enrique López Baltodano 2015










...Un día...de estos mi alma volará...








“Sandrita”





Sandrita a pesar de su corta edad, ella tiene “ese poder ilusorio” de amar el sol con toda su intensidad.
Tanto es así, que su madre constantemente la tiene que “arrastrar” fuera de los rayos solares, ya que  -si por ella fuese-  viviría  contemplándolo desde que comienza en la madrugada hasta su ocaso.
- ¡Qué te vas a poner como una negrita! Como las niñitas del África. – Pero caso omiso le hacía.
Le respondía a su progenitora…
- Es que tú no me entiendes…
- ¿Y qué debo entender?
- Que yo soy su novia.
- ¿Tú, novia del…Sol?
¿Pero no ves que es un astro muy caliente y que te va a derretir?
- Yo soy la luna…Su esposa. Y cuando sea grande, con él me voy a casar. – Su madre sonrió y para sus adentros se dijo: ¡Qué de locura tiene esta bebita!
Y ya no le prestaba mayor atención…Solo el tener que “sacarla” de los rayos solares.
- Mami, lo que pasa es que tú no nos entiendes.
- ¿Y qué debo entender?
- Que entre el Sol y yo, ya estamos comprometidos.
- ¿Y cómo es eso mi tesoro? – Le preguntó intrigada.
- Él nació para mí, que soy: su Luna.
Y como tal somos: Marido y mujer.
Y yo le pertenezco y cuando ya sea grande…
Nos vamos a unir en un solo amor.
- ¿Y qué sabes tú del Amor?
- El necesario para afirmarte: ¡Qué nos amamos!
Y que pronto seremos: ¡Uno solo! Ya lo verás.
Esta afirmación se daba muy constante y ya su madrecita, la llegó a tomar como “un capricho de niña” y pronto la asumió como algo que debía respetar, pues se preguntó: ¿Y quién soy yo, para impedírselo? Porque puede ser que en su vida anterior mi hija pudo haber sido una…Diosa  egipcia.
Puede ser – Cavilaba mientras siempre la veía allí, sentada a pleno sol-  con su cabellera infantil sudorosa… Pero feliz.
“No sabemos a qué hemos venido a este mundo” – Se contentaba con decirse eso.
“A lo mejor tiene mejor suerte con el amor…Que la que he tenido yo”
Y de lejos aprendió a irle aceptando ese “pequeño capricho” de su infante.
“Yo quise mucho a su padre. Pero solamente yo lo quería…Y él se dejaba amar por mí.
¿Quién sabe quién será ese fulano “Sol”?
A lo mejor es su Príncipe Encantado y yo se lo estoy negando. Además ningún daño se hace   -solo el quemarse-  que eso sí, que me preocupa”
En cierta ocasión, le escuchó decirle al Astro Rey…
“¡Bien sabes que te amo! Y que he sido predestinada a ti, pues como ya lo sabes…
Soy tu Luna.
Y como tal, sabes que soy muy caprichosa.
Tú tendrás que aceptarlos, como yo te acepto a ti.
Y como tal, nos habremos de fundir. ¡Ya lo verás!
Y te he amado, aún en el vientre de mi madre.
¡Eso bien lo sabes!
Y ya sabes, que debes esperar a que crezca.
Aunque llegarán momentos en que no nos veremos, porque yo seré la noche y tú el día.
Pero no te preocupes mucho…No te pongas triste.
Yo me daré mis escapaditas e iré contigo.
Y juntos jugaremos, lo que siempre hemos hecho.
¡Jamás te he de dejar, contigo siempre estaré!
Tú siempre estás solito. No tienes mas compañía que la mía, y por eso no te voy a dejar solito.
Yo sé que tú a mí no me quemarías.
¿Y cómo podrías destruirme a mí? ¿Estás loco?
Si lo haces, solo te quedarías.
Porque como yo, no hay dos. Soy solamente yo. Como tú, ¡solamente eres tú!
¡Abrázame y bésame con ternura, pues mucho te quiero!
¡Y no te pases de listo, mira que te estoy chequeando!” – Su madre últimamente se había puesto a la tarea de estar “espiándola” y en su inocencia, ella se regocijaba.
Al verla como lo arrullaba y muchos besos le daba.
“…Que ternura la de mi hijita…Espero que la realidad no la golpee, tal como lo hace conmigo.
Porque esta vida no es la que ella está viviendo.
Pero apenas es una niña. Debo dejarla quieta en sus juegos infantiles” – Y cerca de ella, no le perdía mirada.
Horas de horas, la pequeñina suspiraba.
Sus pulmoncitos se hinchaban de emoción.
Y con sus bracitos, tiernos abrazos le daba.
Y así transcurrían los días…Y ningún cambio había.
Tiempo al tiempo, se calmaba su angustiada madre.







© Bernardo Enrique López Baltodano 2015






...Reuniones...










“Para eso somos: ¡Hombres!”



Era viernes por la tarde, salía de mi trabajo y me encontraba agotado   -y como suele suceder-   uno de mis compañeros  me invito a salir con él a tomarnos  unos tragos  -y para decir verdad, ¡me agrado!-  y en el acto, me afloje el nudo de mi corbata y seguí al grupo conformado por Luis, Alfonso y yo.
Todos somos compañeros de trabajo, así que  era lo mas indicado, ¿total? Trataríamos cualquier tema…Menos de trabajo.
Luis nos indicó a Alfonso y a mí,  que mejor nos fuéramos en su carro…
Total: Eran unas cuantas cervezas...
Nunca pasaríamos de diez cada uno.
Y para mayor comodidad, nos iríamos haciendo compañía. Accedí. Alfonso también.
Llegamos a una casa de familia, que en su patio estaban desplegadas como unas veinte mesas, con sus respectivas sillas.
Al fondo había un campo para los que quisieran jugar “bolas criollas” y a un lado, tres mesas para los que quisieran jugar al billar.
Quede asombrado por la cantidad de personas que allí estaban.
Rápidamente le dijimos a un mozo que nos ubicara una buena mesa, no para jugar, ni para oír esa estridente música que estaban en un aparato inmenso que contenía una intensa acústica.
Y ese sonido: ¡Tum! ¡Tum! ¡Tum! Me retumbaba en formas espantosa en mi mente, en mi cerebro, en mi cuerpo…No lo toleraba.
Nos llevó a un sitio mas o menos apartado e inmediatamente pedimos una para empezar.
A pesar de que en su fachada exterior daba la impresión de que era una casa de familia…Pues no vi nada parecido.
Por allá, sentí el aroma de fritangas.
¡Hummm que divinidad!
(Lo que el hambre te hace desear.)
En un principio pensé que era de cochino frito o quizás de pollo.
(Lo que si estaba seguro: ¡Era del hambre que se me había despertado!)
A nuestro lado, nos tocó una pareja de hombres uno de mediana edad y el otro   -aunque podía ser su padre, al parecer no lo era-   el caso es que estaban muy efusivos y gritones  -entre ellos-  pero que en algo nos perturbaba.
- ¡Ese olor me carga loco y con esta hambre que tengo! – Soltó de repente Luis mientras mirábamos con ansiedad  -todos teníamos hambre-  y en eso llega el hombre con las tres jarras y las tres botellas y en el acto, le pregunta…
- Amigo… ¿Qué hay para comer?
- Ya les traigo la carta. – Nos dijo mientras corría a atender a esos dos borrachitos que ya se estaban  poniendo impertinente.
- Entre esa musiquita, estos dos de al lado y ese olorcito… ¡Que rico debe ser! – Pensó en voz alta
Alfonso.
- No le hagamos caso. – Sugirió  Luis haciendo caso omiso de los dos que nos habían tocado “como vecinos de mesa”
Pero entre melodía y melodía, se dejaban escuchar con mas y mas intensidad, hasta que sin querer queriendo comenzamos a ponerles atención…
- A mí, la mujer mía,  ¡me hace caso! – Grito el de mayor edad.
El otro lo miraba con esa mirada perdida que tienen los borrachitos.
- Pero compadre, ¿y no es que a las mujeres “ni con el pétalo de una rosa”?
El otro se levantó tambaleante ya,  y repitió…
- ¡Ni con el pétalo de una rosa!
A la mía yo le doy… ¡Con la mata entera!
Porque en mi caso: ¡Yo soy el único gallo de ese gallinero!
- Compadrito…Perdóneme yo sé que usted es de mayor edad…Y le debo respeto…Pero…
- ¿Pero; Que?
- Es que en un gallinero…Los de “los huevos” no son los gallos: ¡Son las gallinas!
- ¿Qué: Me estas llamando “gallina”? ¿A mí? – En ese momento temí que se fueran a las manos esos.
La oportuna llegada del mesonero, los regaño y les dijo que si no guardaban compostura…Lo sacarían a los dos.
Y diciéndole en voz baja, nos miró a nosotros.
- ¡Nosotros somos tan clientes, como esos que están allí! – Le respondió el mayor, mientras trataba de enfocarnos bien con su mirada  -al parecer su mundo ya le estaba dando vueltas-  y además nosotros venimos muy seguido aquí. -
El mas joven intervino de improviso y apaciguando le dijo al mesonero…
- No te preocupes, que yo lo tengo controlado. – Y diciendo esto, casi se va se bruces entre su silla y la mesa, pero el mesonero lo contuvo y volviéndose hacia donde nos encontrábamos nosotros, le dijo a quién lo retuvo…
- ¡Perdón! ¡Perdón!  Me están moviendo el piso…Algo me está empujando. – Y mirándonos nos dijo…
- ¡Esta ronda va por nosotros!
Nosotros se las pagamos y perdónennos…Pero es que estamos tratando asuntos “de Estado” – y agarrándole la toalla (Al mesonero), se lo quito  y se enjugo su propia cara.
El hombre se la arranco de la mano en el acto y lo regaño, y nos hizo señas de que esa ronda nuestra  la iban a pagar esos dos borrachitos.
Luis gritaba emocionado, ya que le encantaba lo que estaba presenciando, pero al verle la cara a Alfonso, me di cuenta que pensaba igual que yo.
Así que le dije…
- Yo no sé ustedes. Pero yo: Me tomo esta y me voy.
- Yo también. – Afirmo Alfonso, a lo que nuestro común amigo nos dijo…
- Yo estoy cansado de venir a este sitio   ¡y nunca ha pasado nada malo! ¿Y nos vamos a ir por esos dos…? ¡No vale la pena!
Ya los dos amigos se encontraban en pie, pero Luis insistía en que se quedaran un rato mas o al menos que hayan comido algo.
Los dos se quedaron mirando, pero Alfonso finalmente le dijo…
- Una mas  ¿y yo? Me voy. Aunque sea en un taxis.
- Esto me está oliendo ya feo. Y no me agrada el tener  que quedarme bebiendo al lado de dos que ya se ven que “ni pueden con su alma” yo mejor me voy. ¡Vámonos a otro sitio!  no importa que sea mas caro, pero que por lo menos estemos mucho mas seguros que acá… - No bien se habían levantado Alfonso de su silla, cuando el mayor de los borrachines, tomando una botella en su mano, le salió al paso y los amenazo diciéndoles…
- ¡A mí nadie me llama “borracho” porque aunque sé que ya lo estoy!   …Pero nadie viene a despreciarme unos traguitos… - Su compañero lo agarro en el acto y al suelo fueron a dar en medio de su rasca.
- ¡Yo me voy! – Les dije a los dos y salí rápidamente
Alcance a oírle al mas joven…
- ¡Usted me deja “en ridículo” por andar con su pedantería! – Le reclamo el menor en medio de su rasca.
No supe de mas nada.
Corrí a la caja y pague mi consumo, cuando me percaté de que mis dos amigos me seguían muy cerca. 
- Vámonos de aquí antes de que nos desgracien la vida… -  Sostuvo Alfonso mientras Luis miraba la escena del desastre que habían provocado esos dos.
Mesas, sillas y botellas se confundían con esos dos que estaban en estado calamitoso.
…Muchas veces es mejor salir a tiempo…

 









© Bernardo Enrique López Baltodano 2015