...Me amas...








“Me amas…”


Dices que me amas cuando,
esquivas mi mirada,
y te haces la desentendida,
pretendes no  verme
pero tus nervios te engañan,
…No puedes disimular…
Y me miras cuando crees que nadie está pendiente.
Sé que me amas,
finges  no  saberlo,
pero te brota por los poros,  
aun cuando afirmes  lo contrario
 tu cuerpo te desmiente.
Tú mirada no me pierde un solo paso.
Ensueñas nuestros encuentros,
se que es así
aunque tu boca lo rechace.
Te niegas y te resistes,
de la boca para afuera.
El torbellino está dentro de ti misma.
Tu espíritu grita y tú lo mancillas.
Tú corazón palpita y tú lo sofocas.
Tus pasos hacía mí vienen, y los desvías…
De mí te hablan…Y me niegas.
Pero aunque sigas en tu empecinamiento…
Sangras, y tus lágrimas se secan…
…Tú corazón sufre…
Te afliges  una inmensidad…
Date cuenta…Tú orgullo vencido está…
Odias el amor que por mí sientes…
Menosprecias la ternura de tus sentimientos…
Te mofas en tu soledad…
No sé cuánto soportarás…
Ni sé adónde llegar podrás…
…Pero sé que me amas…
…Y por mucho tiempo lo sabrás…
…Esa es la cruz que tendrás que arrastrar.






© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

...Dime: ¿Eres feliz...?








“¿Eres feliz…?”



- Es difícil esta pregunta, lo sé.   –Y por experiencia propia-  pero en verdad…
¿Eres feliz…?
…Y me disculpas si te hago esa pregunta.
Sé que eres un hombre al igual que yo, pero me inquieta en lo personal   -y no es porque dude de ti-  pero es que a través de la historia, el hombre  -como género-   ha sido y lo sigue siendo…Infeliz.
Y el término “Infeliz” no tiene la misma connotación que le dan en la calle, no señor.
Para mí ese término etimológicamente hablando significa simplemente: “Que no es feliz”
…Y en esto no tiene nada que ver el concepto de: Pobre o miserable.
Porque me he puesto a pensar   -y en efecto mi amigo, pienso mucho, pero es mi forma de pasar mi tiempo: Filosofando- y te decía que la felicidad es algo muy hermoso…Pero etéreo
Es algo que “a veces” lo tenemos, pero que la mayor parte de nuestra existencia: ¡Estamos en su búsqueda!
Y en ese afán…Andamos todos.
Puesto que si yo te pregunto: ¿Una madre es feliz?
¿Qué me responderías?
- …Bueno eso depende…
- ¿De que tenga a sus hijos, cierto?
- Y que los tenga a su lado.
- ¡Y sin embargo: aun teniéndolos a su lado…!
¿Es feliz…?
¡Y allí! es cuando yo mismo te digo que hay muchos: “depende”
Me explico: Una mujer lo que mas ansía es ser…
Primero: Mujer…
Y por efecto: Madre.
Todas las mujeres quieren y aspiran a ser madres.
(Aunque ese axioma no se cumple siempre. Y ya sabemos que “unas cuantas” prefieren quedarse a “vestir santo” otras simplemente no quieren esa responsabilidad… ¡Y las hay! que son las que yo llamaría  -por ponerle un nombre-  “desviadas”
Es decir: Que son lesbianas.)
…Pero es mejor dejar lo que está entre paréntesis… ¡De esa forma! ¿Total?
El mismo Dios en su Infinita Sabiduría nos otorgó lo que hemos dado por llamar: “Libre albedrío”
Pero como te dije: ¡No nos meteremos con ellas!
Prefiero que volvamos a nuestra interrogante inicial que originó  -mi querido amigo-  esta agradable conversación: ¿Eres feliz?
Y yo sostengo que aún la madre hipotéticamente
teniendo a toda su prole alrededor suyo…
¡No es feliz!
Y me voy a explayar de esta manera:
Hay muchas mujeres…Que nunca dejan de serlo.
¡Por consiguiente! Son “felices” si tienen a su compañero cerca    -fíjate que no te estoy diciendo: a su esposo…al padre de sus hijos-
ya  sabemos y con mucho lujo de detalles que una gran mayoría de “nosotros” los hombres, somos “unos pica flor”   -y digo “nosotros” no porque nos incluyamos-  sé que tú eres padre y atiendes a tus hijos, al igual que yo. ¡Pero ese no es el caso!
…Me he vuelto a desviar… ¡Es que este es un tema muy candente!
Una mujer para poder ser madre  -debe renunciar a ser mujer-  me explico mejor…
Una madre es un ser muy especial. Es en principio llena de virtud. De decoro. De abnegación. De amor y muchos etcétera… ¡Todos los que te plazcan!
Dime mi buen amigo: ¿Conoces alguna con esa descripción…?
- Bueno, en principio: Mi propia madre.
- Pero…Ella ¿fue feliz?  Y me disculpas mi pregunta tan brutal.
¡Te explico! Te voy a hablar de mi propia madre,
Ella siempre fue: ¡mujer!
Mi padre una vez “salió a comprar kerosene”  ¡y nunca mas volvió! Mi madre aun siendo una profesional y con su sueldo podía mantenerme…
Pues se sintió desdichada. Sola.
¿Yo como hijo suyo? No llenaba el vacío que le produjo la ausencia de mi padre.
Ahora… ¿Por qué sé dio a la fuga, mi padre…?
¡No lo sé! Y lo mas probablemente es que nunca lo sabré…Mi madre me da su versión.
Aja… ¿Y la razón por la cual él decidió irse y abandonarme a mí…? Nunca me lo explicó.
Y un buen día…Se apareció con un colega suyo.
¡Y el hombre se quedó en la casa!
Mas adelante se casaron y tuvieron sus propios hijos. Y cuando eso sucedió…
¡Se olvidó que yo era también su hijo!
Y abrazaba y amamantaba a los hijos de su nuevo esposo.
¿Ella fue feliz? Para mí que no lo fue.
Quizás en breves espacios de su existencia.
De manera que la maternidad, no es para todas las mujeres. No señor.
Insisto: Al igual que muchos hombres…Muchas mujeres nunca deberían tener hijos.
¡Porque no todas las mujeres son madres!
Como tampoco todos los hombres, somos padres.
Claro está, que las mujeres son las que se quedan con el bojote…Y a veces pienso que los hombres les ganan a muchas…Porque: Desaparecen primero que ellas…Je, je, je, je.
Y en honor a la verdad: Conozco a hombres cuyas esposas…Se le escaparon y les dejaron todo el bojote a ellos solos. Y muchos de estos pues, se apretaron el cinturón y se dedicaron a ser: Padre-Madre.
Así que mi estimado amigo:
¿Es feliz una mujer siendo madre? 
Volvemos con: ¡Los depende!
De…Que el hombre escogido…Sea el indicado.
Que el susodicho sea: Un padre. Que sea amable. Que las haga reír. Que les dé todo lo que le pidan.
Que la situación económica sea estable, quiero agregar: Buena o por lo menos suficiente como para darle todos los caprichos que ella pueda tener. Porque se han visto infinidades de casos en que la mujer, aun teniéndolo todo en la casa…Sale de cacería. ¡Y eso es un hecho verídico!
No es por levantar falsos testimonios.
…Pero es que el pobre hombrecito trabaja y trabaja…mas de quince horas diarias…de lunes a lunes…Y no descansa nunca: para darle el pan, techo, ropa y alguna cosita adicional…
¡Pero no le queda para nada mas!
…Y es cuando la fémina…Comienza a mirar a sus amigas, que si son resueltas y que salen a auto- abastecerse ellas mismas. Usan zapatos, carteras y vestidos de la última moda.
Comen en muy buenos restaurantes, hasta tienen servicio en su casa, en fin. Viven una vida mucho mas holgada que las que ellas mismas llevan. Siempre lavando pañales sucios, fregando la losa, limpiando la casa y los carajitos ensuciando y peleando entre sí…¿Y su hombre: dónde está?
¡En la calle: Trabajando!
…Y cuando llega es una piltrafa humana, que lo único que aspira es a descansar, porque mañana debe volver a lo mismo: Trabajar.
Se vuelve un aburrido. Ya no hablan.
Ya no le hace el amor como en un principio lo hacía y no la saca a comprarle cosas, ni llevarla al cine o a pasearla.
¡Nada! Es un holgazán.
No quiere salir ni a la puerta de su casa!
Y nunca está en la casa para que al igual que ella:
¡Venga a hacer los oficios del hogar!
¿Conclusión? Se siente frustrada. Amargada.
¡Sola para todo! ¡Sola para ir a hacer las compras!
Para ir a la escuela, para atender y reprender a sus propios hijos. Siempre: Sola.
Y entonces se hace la misma pregunta que se hacen todas: ¿Para qué me casé?
¿Para fregar platos?
¿Para estar limpiándole el rabos a mis muchachos?
…Entonces mi apreciado… ¿Es feliz…?
Y tiene a todos sus hijos con ella.
Y tiene a su maridito allí.
Duermen juntos todas las noches.
Hacen o no hacen su amorcito, pero allí están.
Y es cuando se siente: Fea.
Comienzan a aparecerle las primeras arrugas.
Y comienza a renegar de todos.
Y hasta piensa que: ¡no es feliz!
La felicidad mi amigo… ¡Es una panacea!
Todos ansiamos ser: Felices.
¿Y quién no quiere ser feliz…?
– Y diciéndome esto le entró una llamada telefónica por su celular, la cual una vez haberme pedido un momento para atender su llamada, procedió a apartarse para poder concentrarse mejor en lo suyo.
Yo me quedé sentado.
Y en verdad que me hizo reflexionar  ¡y mucho! sobre  este tema, el cual para ser sincero…
Poca importancia le había prestado.
Y comencé a analizar caso por caso, las distintas mujeres de mi propia familia, incluyendo a mi propia madre.
Y en eso andaba cuando, le escucho que ya se está despidiendo  y con los gestos que hacia me indicaba que ya estaba concluyendo su entrevista vía telefónica.
Así que rápidamente anulé mis elucubraciones con la finalidad de concentrarme a seguirle el hilo de su disertación.
Trancó su llamada y lentamente se fue acercándose a mí.
Pero antes, dio media vuelta y se dirigió a su escritorio.
Lo vio por encima y como hablándose él mismo, me hizo señas de que ya se le estaban acumulando muchas labores.
Entendí que ya la conversación le quedaba muy poquito tiempo, por lo que me preparé para dar por concluida  esa imprevista: “sesión matinal”
- Mira – Me dijo una vez que hubo puesto su rodilla izquierda sobre su propia silla y continuó mientras le notaba que estaba muy ensimismado…
- …En verdad el tema es: Inagotable.
Como inagotable es mi trabajo diario…Así que…
- ¡No te preocupes! Yo también tengo que seguir mi camino. ¡Será en otra oportunidad! – Le dije levantándome de mi asiento, él me miró algo perplejo y me añadió…
- …Bueno esto no termina aquí. Debemos continuar en el tiempo este tipo de conversación, que a mí en lo personal: me apasiona. ¡Pero el deber me apretuja!
Y debo atenderlo.
Al igual que a ti…Debemos seguir trabajando.
- ¡Así es: Habrá otra oportunidad!
- ¡La próxima iremos a almorzar!
- Ok. – Nos despedimos en la puerta de su oficina y yo continúe mi camino y él el suyo.






© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

Una mirada...







“Su mirada”





Lo que me recuerdo fue que mientras estábamos celebrando en esa muy amena reunión, nos encontrábamos muy alegres.
                                              
Allí nos reunimos en el frente de la residencia familiar.
Todos alegres, brindábamos por una noche por lo demás muy placentera.
(Sin motivo aparente. Fue espontaneo.)
Pero algo me incomodaba.
No lograba acertar cuál era la causa.
Pero sin duda, me abrasaba por mi espalda.
Me rascaba la tela de mi camisa.  
No era comezón.
Comencé a sospechar, no era normal.
Es mas de repente se me desató.
Y me dije a mi mismo: ¿Pero cómo puede suceder esto…?
Toda la gente que está en esta reunión son familiares y si a cuentas vamos, el único extraño era yo.
Y me encontraba en la casa de mi novia.
Reunidos con sus hijos, y parientes cercanos de ella.
…Sin embargo esa “molestia” seguía persiguiéndome con insistencia.
Fue una sensación de que alguien me tenía fija su mirada…Sin saberlo.
¡Y cuando me llegó esa información a mi cerebro!  Comencé a poner atención.
Fui lo mas cauto y sigiloso que el caso ameritaba.
¡Y en un momento inesperado!
Mientras todos reían y celebraban…
¡Sentí como una flecha ardiente que me picaba por alguna parte de la tela…!
…Volví mi rostro en el acto…
¡Quedé anonadado! No lo podía aceptar.
…Me hice el desentendido y le sonreí…
Ella me miró con atención.
(…Me ruboricé… ¡Me sentí un tonto!)
Sin rehuir un solo instante.
(Mi sonrisa se congeló…)
No noté nada extraño. Su mirada no iba cargada con ningún tipo de resentimiento.
Ni recelo. Tan solo me miraba.
Sus grandes ojos, ni parpadearon.
Ni respondió a mi saludo.
¡Ni pestañeo siquiera!
De repente viró su atención a otra escena y se hizo partícipe de lo que acontecía, pero sin perder ni un solo instante de su elegancia.
…Pensé que eran ideas mías…
No le concedí mayor atención y me sumergí nuevamente en la emoción de una reunión familiar.
Ya habían transcurridos unas dos horas y muchas copas encimas, y vuelvo a sentir “esa sensación apremiante” y la busqué con la mirada…Y la encontré exactamente detrás de mí, a pocos metros.
Estaba sola. En esos momentos en que una reunión logra una pausa aparente y que cada quién se envuelve en otras menudencias.
No desvió en ningún momento su mirada.
Y al verme que me le acercaba, se cercioró de que nadie estuviera cerca. Se movió unos pasos y se dirigió a otra zona, en donde aparentemente no había mas nadie cerca.
La seguí con interés.
- Esta alegre la reunión… - Fue su comentario.
- Cierto. Todos la estamos disfrutando lo mejor que podemos. ¿Quieres que te sirva algo…Refresco, cerveza…? – No obtuve respuesta. Tan solo me miraba.
(…No supe ¡ni como pararme ante ella…!)
En su rostro no presagiaba emoción alguna.
(Algo debe estar pasando- me dije a mí mismo)
- ¿Tú amas a mi hermana…? – Su pregunta me dejó fuera de base.
Confieso que me dejó desarmado.
Pensé un instante, mientras hacía que revolvía el hielo en mi vaso, que contenía whisky.
- Si. – Le respondí sin entender el sentido de su pregunta. Me miró largamente sin pronunciar palabra ni gesto alguno, y luego dejó arrastrar sus siguientes palabras…
- Lo sé. Pero debes saber que aunque yo esté casada y amo a mi esposo.
Nunca le he sido infiel. Ni lo haré.
Bueno… - Guardó silencio sin bajarme ni un solo instante su mirada, luego dio un vistazo por toda la habitación, dio un paso atrás y caminó en semi circulo.
- Como dama que soy...Nada podemos hacer.
¿Yo, casada? Y muy bien casada.
¿Y tú de novio con mi hermana? Que también la amas. Y me consta. – Y después de meditarlo un largo rato, me dijo casi en susurro y retirándose…
- …Sigamos así. Nada ha pasado…Ni pasará.
Cada cual con lo suyo. – Y volviéndose a mí de repente me señaló con su mano derecha y me dijo como midiendo cada una de sus silabas…
¡Jamás hemos conversado! 
…Y esto nunca ha pasado… - Y por primera vez la vi partir visiblemente nerviosa.
He de confesar que los grados alcohólicos que
me estaban impidiendo mis movimientos normales, haciéndome torpe…
Fueron desapareciendo en una forma muy acelerada.
Partió de mi presencia. Me quedé solo en esa habitación que se me hizo inmensamente grande por primera vez.
Y como por arte de magia, comenzaron los muchachos a retozar por todos los rincones.
Busqué una silla, ya que requería recapitular paso a paso todo lo acontecido.
La conseguí y en el acto apareció mi novia siempre tan solicita y abnegada…
Que disipó el estupor que me había embargado unos segundos antes.
Venía a buscarme para que la acompañara a despedir a su hermana que ya le había anunciado que se retiraría.
Accedí.
La acompañé hasta el frente en donde ya todo el resto de su familia se encontraba rodeando a la hermana que se iba.
Los abrazos y besitos de rigor, pero cuando me llegó el turno…
Me detuvo extendiéndome su mano y despidiéndose con un formal y muy protocolar apretón ligero de manos.
(Sus dedos apenas rozaron la punta de los mío.)
- ¡Ha sido un placer! – Me dijo e inmediatamente abrazó y besó a su hermana.
Y me dio la espalda y se montó en su carro, lo encendió y partió en el acto. Todo normal.












© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

Tengo algo sobre mis hombros...












“...Tengo algo sobre mis hombros…”




  • Todas las noches cuando me dispongo a irme a dormir, siento como que si un mocho se me monta a mis hombros.
(Comprendo que no me puedan entender.)
No logro verlo, pero sé que es un mocho por cuanto no le siento sus piernas.
(Me domina  como si fuese “su esclavo”)
Y me controla. Me obliga a hacer cosas que normalmente nunca haría.
Como por ejemplo; y eso me está sucediendo muy a menudo, me coloca pensamientos de posesión a mi propia esposa. (Por su culpa: ¡La he ofendido en su pudor!)
También me dicta que debo “deshacerme” de alguna persona, por el simple hecho de que discutió conmigo en mi trabajo.
En ocasiones me domina y me hace hacer cosas para él, me niego y es cuando me hace doler la cabeza, hasta tal punto que las venas en mi frente, se hinchan.
(No tolero ese horrible dolor.)
Debo obedecerlo. Y no me gusta, pero nada puedo hacer.
En muchas ocasiones me previene de algo que me va a suceder.
O “me sopla” al oído, algún plan perverso de mis enemigos laborales  -Ya  hasta  estoy empleando sus palabras: “enemigos” cuando debí haber dicho: “Adversarios” porque en verdad; eso son- y así por el estilo.
En ocasiones me hace “faltarle el respeto” a alguna mujer…
¡La que sea! Y si está “jugosa” o “bien buenota”
generalmente  ¡me está obligando a hacerle cosas sucias”
...Esto me tiene muy preocupado.
Tanto; que tuve que confesarle a mi esposa.
¡Si y con mucha vergüenza!
Pero tenía que enterarse.
No está en mi; y ella me conoce desde hace muchos años y se percató de ese cambio tan horrendo.
Me confesó  que no encontraba la forma de tratar este tema...Porque me ha llegado a tener: miedo.
Y tuve que hacerlo porque cuando estamos en nuestra relación...Ella me afirma que no soy el mismo.
¡Qué la miro de una forma muy lasciva!
¡Que la trato como si ella fuese “mi esclava sexual”!
¡Y hasta a llegado a tenerme miedo! ¡Terror!
¿Cuando yo, la he tratado en esa forma tan denigrante…?
¡Nunca! Y ella es consciente de esto.
...Pero esto se está saliendo de control.
¿Y qué puedo hacer…?
Me obliga a “usar en forma sucia” a mi propia esposa, a la madre de mis hijos.  
¡A ella a la que amo mas que a mi propia vida!
La estoy tratando como si fuese “una cosa”
...Esto se me está saliendo de control.
No encuentro la forma de quitarme de encima a ese mocho.
(Y yo he peleado con “eso”, pero siempre me domina.)
Menos mal que ya mi esposa, ha comprendido que no soy yo.
Hemos ido a centros de brujos.
Nos han consultado en todas partes.
Tabacos. Cartas. Sesiones. ¡De todo!
¡Menos mal que ya ella me apoya!
Pero no está en mí. Él se posesiona de mi cuerpo.
No sé cómo evitarlo.
Algunos brujos  -de los tantos que hemos tenido que consultar-   nos dicen que “ese muerto me lo colocaron”  y hasta me han dicho que es una mujer que está enamorada de mí. ¿...? ¿De mí…?
Y que debido a que no le hago caso, me ha echado ese embrujo. ¡A mí! ¿Por qué a mí?
¡Nada malo le he hecho a esa señora! ¡No es justo!
(¡Dios qué problema tan grande tengo!)
...Pero lo cierto es que hasta el día de hoy…
¡Ninguno me lo ha podido quitar!
Está enquistado como si fuese mi propia carne.
¿Qué hago?
No tengo vida. Ahora me la paso con la tensión a millón.
El nerviosismo me ha hecho su presa.
Y lo peor es que no sé ¿en qué momento se mete en mí?
Y estoy escribiendo estas letras, para dejar constancia por escrito.
Puesto que de seguir tal como sigo, ¡he decidido matarme! ¡Si acabar con esta vida miserable!
Ya no soporto mas. Estoy agotado.
Su control ahora es incuestionable.
Por eso es que debo hacerlo.
Debo hacerlo para no seguir dañando a las personas que mas amo.
Pero antes quiero que la(s) persona(s)
que tenga(n) acceso a esta carta, me logren comprender.
Y si los he ofendido o molestado, sepan que no fue por mi causa...Y que he sido obligado.
A mi esposa...Que me perdone. Su culpa no ha sido.
Pero no puedo seguir en este martirio.
¡Esta no es vida!   
...Y no se la estoy deseando ni a mi peor enemigo.
¡Nadie es culpable de lo que me toque hacer!
Nadie me ha inducido a esto.
Y el único culpable es: ¡Ese muerto que cargo en mi hombro!
Él y sólo él, me ha hecho hacer las cosas que ¡jamás hubiese hecho!
Pido perdón a todos, por ese proceder.
...Pero he de hacer...Lo que no debo hacer.
Pero mi esposa y cada uno de mis hijos no deben seguir llevando este calvario.
Y ojalá que una vez que lo logre…
¡Lo pueda ver cara a cara y enfrentarme a él!
Porque ese desgraciado, ha desgraciado mi existencia.
Y estoy seguro que si puedo hacerlo…
¡Le voy a terminar de romperle hasta su alma!
Dios quiera y me de esa oportunidad.
...Y si está(n) leyendo esta carta…
Es porque...





© Bernardo Enrique López Baltodano 2015







“Lo que aquí se hace…”




  • Ten muy bien en cuenta aquel adagio muy
viejo y antiguo que dice...Mas o menos así:
“Lo que aquí se hace…”
  • ¡Aquí se paga! - Le replicó Carlo
visiblemente emocionado, interrumpiendo a Ricardo, que en ese momento le reclamaba al amigo en común José.
Éste los miró con cara de pocos amigos. Y no se atrevió a responderles con palabras, pero por medio de gesto, les anunció a ambos, lo enojado que se encontraba, ante el agravio que estos dos le estaban infringiendo.
Se puso en guardia, dando dos pasos hacia atrás y poniendo una “cara de pocos amigos” y moviendo su mano derecha en posición de amenazas, les espetó en tono muy soberbio…
  • Y no es porque sean dos los que me atacan
que “se estén creyendo: ¡Que les temo!”
Porque “para Macho: ¡Yo!”
...Que aunque ustedes sean dos… ¡Yo me bato sin temor! - Los presuntos atacantes se miraron entre si y sin poder contenerse se rieron de la actitud de ese amigo que no les entendió el mensaje que les estaban transmitiendo.
José se consideró ofendido y en el acto los retó de esta forma…
  • ¡Mi cara se respeta!
  • No es de tu cara que nos reímos. - Le aclaró
Ricardo.
  • Es de tu actitud agresiva. - Le agregó
Carlo. - Nadie te está faltando el respeto que te mereces, pero debes entender que las cosas tienen su valor.
  • Y no te creas que porque te “sientas muy
machote” nos vas a venir a resquebrajar.
En este mundo… ¡Lo que se hace: Se paga!
Y si tu tienes una deuda: ¡Debes pagarla!
  • ¡Yo no les debo un centavo a ninguno de
ustedes!
  • En muchísimas ocasiones no son los centavos
los que molestan.- Le adelantó Carlo.
  • Es la “actitud” y mira que lo que te digo
no es con la intención de ofenderte, como tampoco la de humillarte. Y date cuenta, que aunque tú no te lo creas: ¡Arriba hay un Dios que todo nos lo escucha! Y que en cada latido de tu corazón te está advirtiendo:  ...Portate bien. No hagas mal. Sé bueno y condescendiente y
procura hacer siempre el bien.
  • ¡A nadie estoy molestando! Además yo tomo lo
que es mío.  ¡Por derecho propio!
Además: Para que alguien mas se lo lleve ¡me lo llevo yo!  Que bastante falta que me hace.
  • Pero eso no te da “el derecho divino” para
pasar por encima de otro.
Debes ser consciente de que estás actuando mal.
  • ¿Yo: ¡mal! Contra quién?  Además: ¡No me importa!  ¿Acaso alguien se ha condolido de mis penas?
  • ¿Y por qué ahora...Será que te estás
creyendo a que tienes a Dios agarrado por las barbas? - Le recriminó Ricardo.
  • ¡No me importa nada, ni nadie! Y si es
cierto: ¡Me llevo por delante a quién sea!
¿Ok?
Cuando yo era pobre: ¿Quién se acercó a auxiliarme?
¿Ustedes acaso?
¡Nadie!
En mi casa ¡las pasé de Caín!
¿...Y ahora...Qué tengo poder…?
¿Ah ahora sí?
Pues les digo a ustedes dos: ¡Es mi momento!
Es mi hora.
¡Todo el Poder del Mundo, me acompaña!
Hoy soy muy Fuerte y Poderoso.
Y si ustedes, que antes tenían mucho mas que lo que ahora tengo.
¿Qué: Necesitan de mí ahora?
Pues vayan a comerse un cerro de… ¡de lo que mas les guste!
¡No me importa nada!- Y diciendo esto se alejó antes de esperar alguna observación que estos le iban a hacer.
Ricardo miró colérico a Carlo y le espetó:
  • ¿Te estás fijando? ¡Ahora se está olvidando
de todo lo que hicimos por él!
  • Y seguramente que sus vecinos o alguna otra
persona algo bueno le habrán dado: ¡Cosa que echó al olvido!
...Pero así es el género humano.
Impredecible y vengativo.
Inmensamente malo, en lugar de generoso.
Guarda lo malo y desecha lo bueno.
Y en este preciso momento que todo lo tiene, haría mucho bien si por lo menos ayudase a los suyos.
...Y en lugar de hacerle el bien...Los escupe y les echa en cara toda su maldad.
Todo ese odio que ha venido acumulando.
Toda la bajeza del ser que llamamos “humano”
Su pobreza espiritual. Su hambre antigua la está llenando ahora de mucho dinero y poder, creyendo que con eso...Pasará a la posteridad.
¡Pobre José! No se da cuenta que se hunde cada vez mas y mas...Pobrecito. Lo lamento mucho.
...Porque no es lo que entra lo que daña al ser humano...Sino lo que por su boca sale: ¡Porque de su corazón procede!
¿Qué se le puede hacer…?
...Humanos somos.
Y nos contentamos con decir: ¡Que las bestias son inhumanas!
¡Ja! ¿Quién se merece ser llamado y tratado como
“humano”?  
...Qué tristeza me da...Pero debo reconocer que él, tiene brazos y piernas como los tengo yo.
Tiene cabeza, camina y habla como yo…
Esto quiere decir...Que...
...En eso nos parecemos…(...Qué emoción…)
Morfológicamente somos iguales...Mejor dicho: Parecidos...





© Bernardo Enrique López Baltodano 2015