¿...Será...? Porque puede ser...Cómo no...


        Bernardo Enrique López Baltodano
       










“Cuento impredecible”












“¡Qué indecisión!”











- ¡Qué estoy… ¿Salgo…O me quedo…?!
Y nada que logro tomar mi decisión.
…Y es cuando reviento en mi cólera…Muy justificada, ¡digo yo! Que me pongo este pantalón…Que no mejor me voy en bermudas.
Y me pongo a pensar… “¿Cómo fue que fui vestido la última vez…Que la vi…?
¿Será que me vio en mi pantalón de vestir o de vaqueros…?
Y recuerdo que a ella le gustó mucho y hasta me dijo: ¡Así quiero verte vestido todo el tiempo!”
¡Ah que agradable velada pasé a su lado!
Y para ser muy sincero…Quiero que me vuelva a ver “guapo” pero ¿cómo he de lograrlo?
Y es que de tan solo recordarme de ella…Me surge esa vena poeta, que nunca reconocí en mi.
Vamos a ver si me sale en esta ocasión…
“Amor de mis amores… (¡No le puedo decir eso!)
Mi amor por ti…Sobre pasa el firmamento,
Y sólo por ti, es que he sido capaz de sufrir…
(¡No! ¡No! ¿Estás loco…?)
…Y solamente por ti…
He sido capaz de sentir así,
porque me la paso suspirando
y sólo es por ti…”
…No está mal. Ahora debo afinar muy bien mi voz de “declamador” (¿Debo poner mi cara de baboso…?)
No. Y debo enseriarme, falta poco para irme y debo ponerme muy bien, de acuerdo a la ocasión.
…Probaré poniéndome mejor ese traje que compré…Ojalá que le guste.
¿Pero la volveré loco…? (¡Va a quedar prendada!)
¡Ah y los zapatos! ¿Y las medias? (Se va a quedar: ¡Prendada de mí!)
…Pero no sé si el perfume que compré, la volverá loca por mí. ¡Me costó bien caro! (¿Y si no la conquisto con esto…? ¿Perderé todo mi dinero…? ¡No! La voy a poner “de remate!)
Y la tipa que me la vendió me garantizó que la iba a poner…De boquita abierta. (Y si no es así… ¡La voy a demandar! Por jugarse con el sentimiento ajeno ¡Bandida!)
¿Será esto cierto? (Mejor que sea así. Es mejor para todos.)
Ya lo vamos a descubrir. (Espero no llevarme un fiasco.)
…Pero y si no le agrado…Habrá sido por ese perfume, pero me huele bien. (Baboso, a mí no es a quién tiene que gustarle. ¡Es a ella! ¿Estamos claros? Bueno pero no tengo mas opción que probar…)
Ahora que ya casi estoy listo… (Me voy a echar mas… ¡Para dejarla “mareadita” …Y ahí es cuando voy a aprovechar yo… Je, je, je Qué malo soy…)
Mejor me voy a chequear en el mentiroso… (Espejito, espejito…Dime la verdad ¡No, mejor no me la digas! Ya te dije…)
En el espejito que oculta todo…Espero que en esta ocasión, no me engañe de nuevo. (Mejor que no.)
Bien ya estoy listo. ¡Mejor no puedo quedar! (Eso espero…)
Ahora lo mas importante… ¿Me voy en mi Cadillac…O en mi bicicleta…? ¡Perdón en mi moto! (Mi carro es muy diminuto. Y lo utilizo para mis juegos. Y en la moto…Voy a llegar todo desvencijado. Mi ropa se va a volver un chasco. ¿Y el perfume? Se me va a perder el aroma. ¿Entonces…? Tendré que llamar un taxi. ¡Pero si no tengo real!
…Tendré que pedir prestado. ¿A quién? ¡A quién mas! A mi viejo. Tendré que llegarle a decir… Viejo ¿Quieres que tu hijo tenga descendencia…Y así tú puedas llegar a tener tu primer nieto…? Y me mirara con ojos agrandados: ¡Claro que si! Y sólo entonces me dirá: ¡Abre mi caja fuerte y saca todo el dinero que requieras!  …Y yo me haré  “el duro” y… ¡Le haré caso!  …Qué maloso soy…)
Bueno. Excelente. Ya he elaborado  “mi plan de ataque”  Y seguramente con esto…Caerá.
Así como caen las moscas con el insecticida…
¿Y qué haré cuando caiga rendida a mis pies…?
…Bueno. Eso será para cuando esto ocurra.
Por lo pronto debo decidir…Voy o no…
¡Ya basta de indecisiones! (¿Y si el viejo se opone y no me da el dinero que requiero…? ¡Eso también puede ser!  …Pero no creo que se me niegue.
Ahora bien… ¿Qué pasaría si la chica…Me invita a que la lleve a un hotel…?
¡Porque eso también puede ser! Es una posibilidad…No despreciable.
Me va a poner en un predicamento…
¿Adónde he de llevarla entonces? No vaya a ser que se me ofenda si la llevo a uno que sea…Baratico.
Mejor la llevo a uno caro. ¿Pero y el dinero…? Bueno puede ser que ella me ayude. Digo yo. Porque hay tipas que ayudan a su pareja…Ojalá que ella sea una de ellas…Porque si no…
Y me pregunto yo… ¿Tendré que cargarla antes de entrar a la habitación…? Cómo aparece en las películas… A lo mejor no le va a gustar.
¡Mejor! Porque no ¡“soy un levantador de pesas”!
…Creo que es mejor que me ponga ropa interior…Decente. Y no la que llevo encima. Que tiene “algunos agujeritos” Aja ¿y si no pasa nada…? Porque puede pasar esto también.
¿Pero cuánto me costará…?  Mejor no se lo digo al viejo.
…Pero… ¿Y si se queda embarazada…? ¿Qué podré hacer…?  Mejor es que…No sé.
¡A mí me gustaría mucho! ¿Cómo será mi hijito…?
¿Y si es una niñita…?
¿A quién se parecerá a ella o a mí…? Y si ella, tan solo quiere “hacer el Amor conmigo” pero no le guste la idea de tener hijos conmigo… ¿Puede suceder…?  …Puede suceder…
Pero mejor es no pensar tanto en eso. Porque a lo mejor yo soy el que me le niegue.
¡Muy difícil! Si ando desesperado. Angustiado.)
¡Bien! ¡Listo!  …Y me estoy disponiendo a enfrentarme “a esa fiera!
…Qué es muy linda…
Mas bien: ¡Hermosa! Y desde que la vi…He quedado…Babeándome por ella.
…Ojalá se acuerde mí… (¡Diosito lindo! ¡Has que se quede encantada de mí!  …Y que no me deje plantado. Qué me mire solamente a mí.
…Y que se acuerde de mí. ¡Y si me concedes ese GRAN FAVOR!  …Entonces… ¡Y sólo entonces…! Algo haré para pagarte ese favorcito…Hasta entonces. ¡Y no me falles!)






















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016












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Palabras impresas en fuego...












¡Un  Poema  Mas…!







“En mis…”





En la plenitud de mi soledad
Me muevo sin cesar pues
asidero cierto no tengo,
entre tinieblas, borrascas e indefiniciones me someten a las peores resacas
producto de fuerzas que me controlan
me achican, me alargan…Me espantan.
Mis gritos se pierden en lontananza.
No están en mí
me someten a su albedrio
ansío el viento que se transforma en tempestad y me encantaría poder ser parte de ello…
Pero virtud en mí…
No consigo,
debilidad y desasosiego me atizan
y cual brizna soy poseído por algo que no es mío…Aunque no sé descifrar lo que en mí está…Me bate de un lado a otro,
perdido en mi ansiedad cabalgo sin destino fijo.
En algún momento,
en algún instante…
He de permutar en la inmensidad de mi ocaso.
Tiempo escapas sin explicación audible, tan solo mis sombras de mí se acuerdan,
y me persiguen…Recuerdan mi debilidad.
Piso fijo carezco,
el mar…Su aroma me enternece…
La inmensidad me atrae…
Mi espalda está agotada,
en tierras fangosas se hunden mis ilusiones,
he de ser un vago en las constelaciones vastas,
he de irme como el viento…Ojalá se transforme en un huracán que me aquiete…
…En eso…Espero…
  






Bernardo Enrique López Baltodano



…En  algún  instante…

¡...Mis antaño recuerdos...!

Foto
                               Bernardo Enrique López Baltodano














Las narraciones de:
Bernardo”










“MI  TÍA  MER”











Era en aquella época en que mi visión era muy risueña.
En los momentos en que todo me parecía bello y hermoso.
Instantes que han quedado plasmados…En mis años posteriores…













Por aquella fecha…Mis padres habían decidido regresar a su patria…Nicaragua.
En  esos días…El  “Tachito”  Somosa, era el “Dueño y Señor” de lo que él (y toda su familia…Y todos los que en esos días…Así se lo creían.) asumía que era “su propia” hacienda, toda una comarca, con centenares de miles de habitantes que nacieron y se criaron en lo que hoy conocemos como: NICARAGUA.
Recién estábamos llegando a ese pequeño y hermoso país…Tierra de lagos, volcanes y ríos. 
Con un clima pletórico de frescura y de intenso sol. De gente bregadora y trabajadora.
Con su capital, bordeada por hermosas montañas y por su amenazante: MOMOTOMBO.
Recuerdo que (apenas llegábamos de mí “ya lejana” tierra de nacimiento: Maracaibo – Venezuela) y todo ese nuevo panorama se me antojaba como una especie de retroceso, me refiero en cuanto a la estructura elaborada por el hombre…Porque en cuanto a la naturaleza se me antojaba: ¡Hermoso espectáculo!
Y por primera vez  (en mis días de mozo) fui testigo de lo hermoso y radiante que es ese gran pueblo…Managua.
Y llevándonos  a conocer un mercado que era por aquella fecha, (nos dijo que se conocía como): El Mercado Oriental de Managua, y acudíamos allí porque mi padre en sus remembranzas nos contaba (A mí y a mis hermanos) que  “en sus años” de estudiante, iba en auxilio de su “ya famosa” para nosotros,  de su tía Mer.
Entramos en sus estrechos pasillos, rodeados por diversos tipos de comerciantes, los cuales cada uno de ellos exponía sus mercancías y ante la presencia de posibles clientes, pues los promocionaban con furor, y tratando de llegar al puesto de mi tía Mer una mujer me dijo con expresiva exclamación…
- ¿Me vas a llevar “Amooooor….? – Y me enseñaba lo que portaba en su mano y con una mirada muy expresiva y elocuente (Yo asombrado miraba a mi viejo y le preguntaba, ¿Qué era lo que me quería decir esa mujer?)
Y mi viejo me dijo con cierta molestia…
- ¡Es para que le compres su mercancía! ¿No entendés…? – Me espetaba en medio de su molestia.
- Es lo que vende, el que ella te trata de decir… ¿No lo entendés todavía…?
…Es como si “El Vigorón” (un plato muy delicioso, muy popular y por demás: ¡Suculento! Que una vez que lo probé….Lo seguí consumiendo. ¡Hum! ¡Qué delicia!)te estuviese “hablando” ¡Invitando pues a que te lo comás! ¿Ya? ¿Entendiste baboso…? – Fue entonces cuando asumí, que lo entendí.
Y en “ese” ínterin…Que por fin habíamos llegado al famoso puesto de verduras de mí tía Mer. Y por primera vez fue cuando conocía vistosas frutas y frutos que antes no conocía.
Mi tía nos compró diversos jugos, que con mucho agrado consumimos.
Recuerdo que sus colegas de puesto, cuando se dirigían a ella, la llamaban: Niña Mer y yo siempre de imprudente, le pregunté en el acto a mi progenitor…
- ¿Y por qué la llaman “Niña Mer”? Tu tía ya es una mujer…Grandecita… - Mi viejo me otorgó una mirada que me fulminó   -pero que en ese momento no entendí- y en pocas palabras me hizo señas a que me callara y en voz baja me dijo en tono amenazante…
- ¡Porque ella es señorita! ¡Y te callas y dejas de ser imprudente! – Y por el jalón de orejas, entendí que había preguntas que no se debían hacer…Y que esa era una de ellas…
Era una mujer que había nacido en la lejana: Chinandega y había emigrado a la capital, y desde entonces vivía con su hermana, mi abuelita.
Mi tía Mer, nunca se había casado.
Nunca conoció hombre alguno, por lo tanto era virgen de nacimiento.
Muy devota. Muy fervorosa en sus creencias cristiana, católica de nacimiento, murió en sus creencias.
Siempre fue muy trabajadora.
Pulcra y decente. Callada y hacendosa.
No le gustaba pedir, acostumbrada como siempre a ganarse “el pan diario” nos enseñaba con su forma de ser a que lo primero que una persona debía hacer es a sudar y a trabajar siempre lo que uno se iba a consumir.
Y así fue como la conocí.
Siempre fue un modelo a seguir.
En silencio. Dedicada a lo suyo.
Y en esa ausencia…Se marchó.
Atrás nos dejó…Que hay que ser siempre: Trabajador. Hacendoso. Laborioso. Decente.
En mis pensamientos quedaron plasmados aquellas palabras que se fundieron en mí ser…
- “Siempre uno tiene que ganarse con el sudor de su frente…Lo que se va a comer.”






























© Bernardo Enrique López Baltodano 2016        









                                     
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...Por esos lares...

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“Relatos  misteriosos”











“En ocasiones”











Como te decía…
No todo el tiempo necesariamente estoy en este presente, hay oportunidades que estoy en la nebulosa, departiendo en medio de situaciones que me es difícil explicar.
Y lo peor, no sé si entiendes lo que trato de expresar… (Y eso me llena de angustia.)















Tomó aire. Disfrutó este efecto tan natural.
Se acomodó mejor y  aguardó unos momentos, en los cuales pareció entrar en meditación. Cerró sus ojos, una tenue sonrisa afloró en su rostro.
Se sentía algo cansado pero estaba a gusto.
Mientras hacía esto, su compañera y amiga, aprovechó para levantarse e ir a la cocina.
Chequeó muy bien todo lo que tenía sobre las hornillas.
Estaba cocinando en el momento en que se le apareció Rolando, un amigo muy de su afecto.
Levantó una tapa, esperó a que el vapor de lo que estaba haciendo le expresara el aroma que portaba.
- ¡Uhmmm! ¡Esto huele muy rico! – se felicitó así misma. Sacó una cuchara y limpiándola con un trapo, la introdujo y lo batió, todo esto lo hizo tratando de producir el menor ruido posible.
Probó. Le agradó el sabor. Le volvió a colocar la tapa. Aprovechó para bajarle intensidad al fuego. Revisó el resto. Apagó una hornilla, al comprobar que el arroz que estaba haciendo ya estaba en su punto. Miró hacia el sitio y comprobó que el hombre seguía en su trance.
Fue al baño, se retocó su maquillaje.
Se alisó su cabellera.
Y se regresó, a tiempo ya que el amigo en cuestión comenzaba a dar indicios de regresar a este mundo. Se quedó mirándolo y luego le susurró al oído…
- ¿Te sientes mejor? – Él la miró a los ojos y agradeciéndole su gesto le respondió…
- Si. Un poquito mejor. Veras… - Comenzaba a hablarle cuando oyeron que alguien tocaba a la puerta.
- ¿Quién será? – Se preguntó ella, mirándolo a él. – No espero a nadie. – Dijo mientras se retiraba a abrir.
- Alguien a quien el rico olor de tu comida a atraído… (¡Y lo dejó “loco…o loca”!) – Sugirió sonriéndose  mientras se acomodaba en su asiento.
- Iré a ver quién es… - Resolvió ella ya en camino.
Él chequeó todo cuanto ella  hizo.
La vio cuando abría, mientras preguntaba quién tocaba a su puerta.
No esperó, ni verificó quien llamaba.
Vio cuando ella, al ver que no había nadie, se asomó al borde y chequeó por fuera.
- No hay nadie. – Dijo le, mientras salía al frente. Una fuerte brisa fría se dejó sentir, y ella instintivamente se frotó sus brazos.
No obstante se restregaba mientras daba muestras claras y visibles de que estaba sufriendo los embates repentinos de oleadas de frio intenso.
Presintió algo extraño en el ambiente, se quedó pensativa…Pero nada mas dijo.
(Ella no vio a nadie. Pero él sí. Es mas le extrañó una extraña sombra oscura…Se le permutaba, escondiéndose subrepticiamente.
Estuvo tratando de seguirla, pero guardó silencio. No quiso alarmarla.
Quien llegaba era una fémina, que lo saludó con una señal de saludos. Él le respondió.)
- Debe ser algún “gracioso” ¡porque no era nadie! – Dijo a manera de explicación. Trataba de despejar algo de su propio cuerpo, y eso la molestaba enormemente.
- ¡Uff qué frío tan extraño! – Se dijo así misma.
Este guardó silencio y le respondió ladeando su cabeza. (Y en ese preciso momento la recién llegada comenzó en un dialogo secreto con él.
Y ella,   -la que cocinaba-    por lo visto en nada se dio cuenta.)
“- He venido en tu búsqueda – Le dijo la que había entrado y él aprovechando lo entretenida que estaba su anfitriona, susurró a manera de respuesta…
- ¿Y para qué soy bueno? ¿Quién te acompaña…? – Le consultó mientras trataba de determinar quién era…Pero por lo visto…No pudo lograrlo.
- Nadie parece querer hablar conmigo, solo tú. ¿Por qué no me quieren atender…? – La notaba visiblemente sentida. Su tristeza era notoria.
- Bueno. Tienes que entender que tú estás en un nuevo estado. Y todos ya te dan por ida.
- ¡Pero, si aquí estoy! – Le respondió con resolución.
Pero él no pudo responderle, ya que María, su anfitriona le estaba hablando y en vista de que no le respondía, le estaba mirando con ojos de mucha incredulidad, por lo que decidió volver a ese presente físico, del cual tuvo que abandonar, para responderle a la que había llegado”
- ¿Qué te está pasando…? ¿Volviste a escapar a tus mundos invisibles...? - Le preguntaba con una mirada de reproche.
- ¿Te parece? ¿No viste a nadie cuando abriste la puerta…? – Él la sondeó, con la posibilidad de que ella…Hubiese visto quién era la que entró.
- No. No había nadie. Tú mismo fuiste testigo.
Hasta salí al frente. Pero no había nadie. – Y luego pensándoselo mejor, le añadió- Por lo menos eso creo. ¡Al menos que yo sepa! ¡Ay qué frío está todo esto!  …Frío de muerte…Mejor me voy a mi cocina. – Dijo esto mientras literalmente corría hacia el calor de sus ollas.
“¿Por qué María no me quiere ver…? Huye de mí…
- Porque no te ve- Fue la respuesta inmediata. – Pero tú no viniste sola. Dime: ¿Quién te acompaña? No lo veo, pero lo siento. ¿Está contigo? – Ella le oyó, pero omitió todo y le respondió con una pregunta…
- ¿Será que no me quiere hablar? Yo no le hice nada malo a ella, al contrario, ¡la quiero mucho! – A él le molestaba esa presencia oculta. Veía un resplandor oscuro. Presentía algo funesto, pero ella no lo admitía.
Rolando se encontraba en una situación muy molesta.
Ambas habían sido muy amigas, sólo que en este preciso momento, no se podían ver, ni oír y por lo visto…Tampoco se comunicaban.
Le hizo señas, para poder atender a María… ¡En su mundo!
- Pues para serte sincero…Me estoy sintiendo algo cansado. – Fue su manera de expresarse.
María lo miró con profunda extrañeza y ya ella se encontraba entre sus fuegos, pero seguía atenta a su invitado.
Le molestaba cuando utilizaba este tipo de evasivas. Supo que de allí no podría sacarlo.
Por lo que decidió ensimismarse en sus oficios culinarios.
Mientras Rolando trataba de poner orden en esos mundos…Yuxtapuestos.

























© Bernardo Enrique López Baltodano 2016















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                                                          Bernardo Enrique López Baltodano









“Relato corto lleno de: Amor”





“Cuentan por ahí…”







Él era ya un hombre ya envejecido por los muchos años de vivencia.
Viviendo en muchas partes y compartiendo con algunas féminas.
Ella mucho mas jovencita que él.
¡Pero es que se quedaron prendados!
Amor a Primera vista.












Dime dulce amor de mi via…
¿Qué me has dado para enloquecerme?
No puedo digerir comida.
Me es difícil hasta respirar.
Y desde el momento en que te vi…
¡Suspiro sólo por ti!
Y yo que me consideraba:
“Un Hombre de la vida”
Que por mis años vividos, jamás podría enamorarme, tal como lo estoy ahora mismo.
¡Y eres tú la única responsable de todo!
Por ti, soy capaz de escalar los mas altos picos, que aunque se vistan de blanco…
Que aunque los vientos impetuosos me lo quieran impedir…La fuerza de tú mirada, me catapulta y me da bríos.
Por ti, soy capaz de sumergirme en las mas profundas e inhóspitas aguas, sean saladas o dulces, ¡eso no me importa!
Con tal de que estés a mi lado y de mí no te vayas.
Y yo…En estos años…
Suspirando como un crío.
¿Habrase visto esto…?
Por ti he retoñado en intensidad.
Tu solo recuerdo, me inspira a escribir y a sentir sensaciones y pasiones, ¡nunca sentidas por mí!
Y en nada miento,  ni falto a la realidad, cuando reconozco ¡qué no me reconozco!
Heme acá…Suspirando…
Gimiendo…
Y sufriendo con un delirio…Y sólo por ti.
¡No te vayas mi dulce bien!
Sé que doblo tus años juveniles.
…Pero es que siento un resurgir…
Cómo nunca lo he sentido.
Dulce afecto que me embarga…
Sensación etérea de algo marchito.
Con que ternura te miro, admiro tanta belleza junta.
…No sé si sea menester…
Duda malsana que me aparta de lo que mas quiero.
…He de mirar…
Mis ojos te habrán de abarcar y como el viento susurrante…A tu lado estaré…

















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016        










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