“Después de mí… ¡Nadie mas!”


- Corran pues y hagan valer los derechos de su amiga. Nosotras nos quedaremos aquí esperando y en cuanto traigan la orden, llamaremos al equipo médico de inmediato.
Susan  y  Carmen, corrieron con la póliza hacia la sección administrativa.
Después de salvado todos los escollos, lograron que finalmente la atendieran.
En la Sala de Espera, estaban: Susan, Carmen y Miguel  que se les unió una vez pudo conseguir en donde estacionar su carro.
Los tres estaban visiblemente molestos y nerviosos. La  tensión nerviosa y el duro desenlace al cual se tuvieron que ver precisados los dejó marcados, pero la preocupación de que la amiga tirada en la  camilla de esa clínica y sin pronóstico médico, los angustiaba aún más.
-  ¡Tiene que levantarse de ésta situación! – Precisaba Susan.
- Ya verás que de esta se salva. ¡Ella es muy fuerte! – Le aseguraba Miguel.
- ¡Qué de vainas está sufriendo Gersy!
- ¡Y ese desgraciado! ¿No se fijaron cómo se quedó? – Preguntó Susan.
- ¿Y vieron como se puso Mireya y su madre? – Les preguntaba Carmen.
- ¿Y el suegro? – Preguntaba Miguel.
- Pero Gersy y nosotros…Le tumbamos la porquería de ese tal Román. – Sentenció Susan muy contrariada.
- Sí, pero esta situación se cobró la salud de Gersy…Y esperemos que de esta se logre levantar y  ojala  que  supere  este  duro  impasse  al  cual se ha visto sometida. - Concluyentemente sentenció Miguel.
Las amigas, callaron.
Un mayor número de lágrimas emergió de sus parpados ya enrojecidos por el dolor y el coraje.
- ¡…No solamente se va a levantar…También va a salir de este duro trance…Tiene que hacerlo! – Sostuvo muy decidida Susan.
- La vida no le ha sido fácil a nuestra amiga.
Recuerden todo lo que se ha visto obligada a pasar y ahora esta locura de su esposo. –Recordó Carmen.
- ¿Y a propósito…No logramos llamar a Marisela? – Preguntó Susan de repente.
- Ah,  vaina…Se nos olvidó…Miguel,  aquí  tengo  el  número  de  Marisela,  pero no tengo saldo en mi telf.  ¿Podrías llamarla e informarle todo lo que nos ha pasado?  - Le preguntó de repente Carmen.
Miguel anotó el número y buscó  un  teléfono  público para llamarla.
-  …Cuando lo sepa Marisela… -  Comentó apesadumbrada Susan.
- A ella nunca le cayó muy bien Román…
- ¿Verdad que no, Carmen?
- No, ella siempre desconfió de él.
- ¿Será cierto que ése tipo la cortejó, Carmen?
- …Eso siempre me lo dijo a mí, pero se inhibió en contárselo a Gersy, ya que sospechaba que nunca se lo iba a creer y fíjate  ahora, con todo esto que nos acaba de pasar… ¿Qué dirá Mary de todo esto?
- Bueno Carmen  ahora que hemos pasado todo esto  en verdad te digo, que no me gustaría estar en el pellejo de Gersy. ¿Verdad Carmen?
En medio de tantos conflictos.
Allí estaban las dos, esperando que la administración aceptara la póliza y de que llegara Miguel, después de llamar a la amiga ausente.

En esos minutos de espera, apareció el administrador en compañía de uno más de su departamento y preguntaron por algún familiar de la paciente.








“Después de mí… ¡Nadie mas!”
¡Hola amigo(a)! Ya hoy es: viernes 11 de abril del 2.014
Y por este mismo medio, quiero agradecerles su presencia a diario en esta página. ¡Gracias…Un millón de gracias a todos(as)!
Nota aparte:
Celebro con entusiasmo el dialogo que anoche transmitieron por cadena nacional en entre el gobierno y los diferentes grupos de oposición. (Y mas lo celebraría si todo se hace una hermosa realidad y llegue la paz a Venezuela.)


- ¿Y mientras tanto? …La tenemos en observación…Pero apúrense…Que no se ve nada bien.
¡Apúrense! Yo no sé…
Pero es mejor, que paguen de contado aunque solo sean  los primeros auxilios…
Mientras buscan  la clave del Seguro.
Y  eso, dependiendo del Seguro y la cobertura que tenga la señora…
- ¿Pero no la puede ver algún médico?
- ¡Claro, claro! Después que pasen por la administración. Y nos traigan la factura ya pagada…De lo contrario…
- ¿De lo contrario…Qué? – Preguntaba Susan sumamente nerviosa.
- De lo contrario…Aquí se quedará…
¡Nada podremos hacerle!
No se preocupen: Nosotros la estamos “Observando”, nada más podemos hacer.
- ¿Nada?
- Nada podremos hacer. Mejor la dejan acá en observación. Esperando.
- ¿Y no hay conciencia de médicos aquí?
- Claro, que la hay.
Y hay muy buenos médicos…Pero…
- ¿Pero qué?
- Tienen que pagar primero.
- No se enojen con nosotros, somos médicos que nos hemos formados para salvar vidas…
- ¿Y entonces, por qué no ejercen?
- Estamos agarrados de las manos.
Normas son normas.
Y la principal es: Paguen primero…
Y tendrán la mejor Asistencia Médica de toda la bolita del mundo.
- Además aquí  contamos con todos los equipos médicos de punta. – Le aseguró otra enfermera.
- El mejor Staff  Médico, con la  mayor cantidad de especializaciones, los mejores para-médicos, la mejor infraestructura diseñada solamente para la especializada atención: Médico-Paciente, la conseguirán aquí…Pero…
- ¿…Primero: Hay que pagar? – Afirmó  Susan.
- Usted lo ha dicho.
- Y mientras tanto…Nuestra amiga se está muriendo… ¿Y para qué nos sirve: Estar en la “Mejor Infraestructura diseñada solamente para la mejor atención: Médico-Paciente, con el mayor número de Especializaciones y con el mejor Staff médico de toda la bolita del mundo”?
Igual…Nuestra pobre amiga…
Está grave  y como no tenemos dinero en efectivo y  del Seguro de HCM, aún no aparece el comprobante…Ustedes solamente la tienen: “En Observación Médica” – Concluyó Susan.
- Disculpen si insisto: ¿Pero de qué sirven que nos estén descuartizando a nosotros?  - Preguntó una de las enfermeras.
- ¡Vayan y: Busquen el dinero necesario o resuelvan lo del Seguro HCM!
- Y no peleen con nosotras, que tan solo somos enfermeras… Vayan a la administración y negocien con ellos.
- ¿Carmen ya conseguiste el comprobante del Seguro?
- ¡Sí, aquí está! – Le contestó triunfante con papel
- Corran pues y hagan valer los derechos de su amiga. Nosotras nos quedaremos aquí esperando y en cuanto traigan la orden, llamaremos al equipo médico de inmediato.
Susan  y  Carmen, corrieron con la póliza hacia la sección administrativa.
Después de salvado todos los escollos, lograron que finalmente la atendieran.

En la Sala de Espera, estaban: Susan, Carmen y Miguel  que se les unió una vez pudo conseguir en donde estacionar su carro.









“Después de mí… ¡Nadie mas!”


- ¡Aguanta…Aguanta, ya estamos llegando! – Clamaba Miguel en medio de su desesperación.
- Nosotras estamos seguras de que en cuanto lleguemos, te van a atender como te lo mereces: Una reina. ¡Aguanta amiga!
- ¡Recuerda a tus hijos! ¡Recuerda a tu bebecito!
¡Tienes que vivir! ¡Tienes que vivir! ¡Tú eres guerrera! ¡Aguanta! ¡Tienes que vivir para tus hijos! ¡Nunca te abandonaremos!
Sé fuerte. Sé fuerte.
Lograron llegar  y entraron gozosos. Ya tendría toda la asistencia médica a su alcance.
Entraron por la  emergencia.
Médicos y enfermeras, corrieron a recibirla.
Un gran aliento, se alegraron.
- ¡Ya está en manos profesionales!
- ¡Ahora si se va a salvar! ¡Aleluya!
- Ahora esperemos a que la atiendan los profesionales – Opinó  Susan
- ¿Y qué  crees que le  pueda pasar? – La acortó Carmen.
- Recuerda que ésta clínica, funciona tal como funcionan las empresas privadas…
- Ellos están  obligadas a atender a todo el que toque a su puerta – Avanzó Carmen.
- Ese Juramento Hipocrático…Es letra muerta.  – Sentenció Susan.
- ¡Están obligadas por la ley…Y por la conciencia colectiva…
No creo que dejen morir a ¡nadie en su recinto! ¡No lo creo!
- …Eres muy optimista Carmen. Esperemos entonces.
Pero después de la alegría desbordante…Comenzó el cruel interrogatorio.
- ¿Vienen por Seguro?  ¿O de contado? – Les preguntaron el mismo personal.
- ¿Sí, ella tiene Seguro? – Le indicó Carmen, en medio de su nerviosismo.
-  ¿Ah, qué bien?  ¿Cuál?
- No se…Busca en su cartera Carmen, - Le indicaba Susan.
- …Voy…Voy.
- ¿Pueden atenderla ya?
- …Primero la póliza…La póliza…O al menos, que pasen por la caja y paguen en efectivo…
- ¿Efectivo? Esperemos que llegue Miguel.  (Pero dudo que tenga como para pagar)
- ¿Cuánto tendremos que pagar para que la puedan atender?
- Vayan a la caja en Administración y pregunten… Nosotros somos empleados y por lo tanto, solamente obedecemos órdenes.
- ¿Y mientras tanto?
- ¿Y mientras tanto? …La tenemos en observación…Pero apúrense…Que no se ve nada bien. ¡Apúrense! Yo no sé…Pero es mejor, que paguen de contado aunque solo sean  los primeros auxilios…Mientras buscan  la clave del Seguro. Y  eso, dependiendo del Seguro y la cobertura que tenga la señora…
- ¿Pero no la puede ver algún médico?
- ¡Claro, claro! Después que pasen por la administración. Y nos traigan la factura ya pagada…De lo contrario…
- ¿De lo contrario…Qué? – Preguntaba Susan sumamente nerviosa.
- De lo contrario…Aquí se quedará… ¡Nada podremos hacerle! No se preocupen: Nosotros la estamos “Observando”, nada más podemos hacer.

- ¿Nada?










“Después de mí… ¡Nadie mas!”


Miguel, corrió y sujetó a su amiga Gersy. Carmen y Susan, la sujetaban.
Ella se asemejaba a un cuerpo gelatinoso.
Sin vida.
Se les diluía y era casi imposible sujetarla.
Carmen, se ocupó de la cartera y de las pertenencias de su amiga. Susan y Miguel, forcejeaban para sacarla de allí en el acto.
El suegro  trataba de sujetar a su hija, pero al parecer su fuerza se disminuía ante la ferocidad de su hija. Estaba impotente.
- ¡El portón! ¡Ábranos el portón! – Le gritaba Miguel, pero el viejo no atinaba a comprender su pedimento.
- ¡El candado…El candado! – Insistía Miguel.
Hasta que al final, el viejo reaccionó y sacando la llave de su pantalón…Logró abrirlo.
Miguel y Susan, sacando fuerzas de donde no la poseían, lograron cargar en vilo a Gersy. 
Ésta iba totalmente inerme, sin ningún tipo de resistencia.
Por esa razón, les costaba cargarla.
Carmen  una vez con todas las pertenencias de su compañera, los ayudó y finalmente la sacaron.
- ¡Vamos a la Clínica! – Gritaban sus compañeras.
 - ¡Vamos! – Gritó Miguel, abriendo las cuatro puertas de su carro.
Susan y Carmen, se montaron atrás con ella.
Miguel, cerró la puerta de su carro y encendió su vehículo. Partieron raudo y veloz.
Zigzagueando y como todos los locos…Y con la corneta y todas las luces prendidas….
El trayecto, pareció una eternidad.
Gersy seguía sin dar muestras de vida.
Estaba toda flácida e inconsciente.
Rebasaba carros como un loco.
Peleaba con cuantos se le atravesaban.
Jamás había sonado su sirena con tanto ahínco, como lo estaba haciendo.
En su  desesperación lloraba y gemía, maldecía y gritaba. No aceptaba el que se le muriera su amiga. No, no lo aceptaba.
Tenía que aguantar y ser atendida con probidad y diligencia.
Cuando visualizaron la cercanía de la asistencia médica…
Ya lloraban pero era de la alegría y así se lo decían.
- ¡Aguanta…Aguanta, ya estamos llegando! – Clamaba Miguel en medio de su desesperación.
- Nosotras estamos seguras de que en cuanto lleguemos, te van a atender como te lo mereces: Una reina. ¡Aguanta amiga!
- ¡Recuerda a tus hijos! ¡Recuerda a tu bebecito!
¡Tienes que vivir! ¡Tienes que vivir! ¡Tú eres guerrera! ¡Aguanta! ¡Tienes que vivir para tus hijos! ¡Nunca te abandonaremos!

Sé fuerte. Sé fuerte.








“Después de mí… ¡Nadie mas!”


Gritos de espantos se escucharon. Gestos y palabras y nadie se comunicaba.
El pandemónium. Aquelarre. Todo era confusión, barahúnda.
Román se escabulló aprovechándose de ese barullo. Poco le importó ni su esposa encinta, ni su novia, ni de sus suegros. Huyó de la forma más silenciosa que pudo.
Miguel, corrió y sujetó a su amiga Gersy. Carmen y Susan, la sujetaban.
Ella se asemejaba a un cuerpo gelatinoso. Sin vida. Se les diluía y era casi imposible sujetarla.
Carmen, se ocupó de la cartera y de las pertenencias de su amiga. Susan y Miguel, forcejeaban para sacarla de allí en el acto.
El suegro  trataba de sujetar a su hija, pero al parecer su fuerza se disminuía ante la ferocidad de su hija. Estaba impotente.
- ¡El portón! ¡Ábranos el portón! – Le gritaba Miguel, pero el viejo no atinaba a comprender su pedimento.
- ¡El candado…El candado! – Insistía Miguel.
Hasta que al final, el viejo reaccionó y sacando la llave de su pantalón…Logró abrirlo.
Miguel y Susan, sacando fuerzas de donde no la poseían, lograron cargar en vilo a Gersy. 
Ésta iba totalmente inerme, sin ningún tipo de resistencia.
Por esa razón, les costaba cargarla.
Carmen  una vez con todas las pertenencias de su compañera, los ayudó y finalmente la sacaron.
- ¡Vamos a la Clínica! – Gritaban sus compañeras.
 - ¡Vamos! – Gritó Miguel, abriendo las cuatro puertas de su carro.
Susan y Carmen, se montaron atrás con ella.
Miguel, cerró la puerta de su carro y encendió su vehículo. Partieron raudo y veloz.
Zigzagueando y como todos los locos…Y con la corneta y todas las luces prendidas….
El trayecto, pareció una eternidad.
Gersy seguía sin dar muestras de vida. Estaba toda flácida e inconsciente.
Rebasaba carros como un loco. Peleaba con cuantos se le atravesaban.
Jamás había sonado su sirena con tanto ahínco, como lo estaba haciendo.
En su  desesperación lloraba y gemía, maldecía y gritaba. No aceptaba el que se le muriera su amiga. No, no lo aceptaba.
Tenía que aguantar y ser atendida con probidad y diligencia.
Cuando visualizaron la cercanía de la asistencia médica…
Ya lloraban pero era de la alegría y así se lo decían.
- ¡Aguanta…Aguanta, ya estamos llegando! – Clamaba Miguel en medio de su desesperación.
- Nosotras estamos seguras de que en cuanto lleguemos, te van a atender como te lo mereces: Una reina. ¡Aguanta amiga!
- ¡Recuerda a tus hijos! ¡Recuerda a tu bebecito!
¡Tienes que vivir! ¡Tienes que vivir! ¡Tú eres guerrera! ¡Aguanta! ¡Tienes que vivir para tus hijos! ¡Nunca te abandonaremos!
Sé fuerte. Sé fuerte.
Lograron llegar  y entraron gozosos. Ya tendría toda la asistencia médica a su alcance.
Entraron por la  emergencia.
Médicos y enfermeras, corrieron a recibirla.
Un gran aliento, se alegraron.
- ¡Ya está en manos profesionales!
- ¡Ahora si se va a salvar! ¡Aleluya!
- Ahora esperemos a que la atiendan los profesionales – Opinó  Susan
- ¿Y qué  crees que le  pueda pasar? – La acortó Carmen.
- Recuerda que ésta clínica, funciona tal como funcionan las empresas privadas…
- Ellos están  obligadas a atender a todo el que toque a su puerta – Avanzó Carmen.
- Ese Juramento Hipocrático…Es letra muerta.  – Sentenció Susan.
- ¡Están obligadas por la ley…Y por la conciencia colectiva…

No creo que dejen morir a ¡nadie en su recinto! ¡No lo creo!



“Después de mí… ¡Nadie mas!”




- ¡Ay Dios! – Clamó Carmen
Muy pronto se sintió el inconfundible aroma del café. Inundando todo el recinto.
- ¡Ah, qué agradable es el olor del cafecito recién colado! ¿Verdad suegrito?
- …Aja…
- ¡Ya se está colando!  …Paciencia…Paciencia…Ya lo estoy sirviendo…Taza por taza…
Una…Lista…Dos…Lista…Tres…Lista… ¡Mi amor…Mi dulce amor! ¿En dónde te escondes?
Que no vienes a mí…
¿Te estás escondiendo de mí?
¡Ya verás cuando te agarre! ¡Ya lo verás!
Suegrita, si no me vienen a ayudar…Entonces tendré que hacer por lo menos…Dos viajes.
¿Y en dónde está mi adorada y lo más bello de todo este universo?
- …Acá, afuera…Esperándote…Ansiosa….
- ¿Ah, al fin apareciste? ¡Ya voy corriendo con unas cuantas tazas de café en mis manos!
¡Abran  paso, abran paso!
- ¡…Es un loco, es un loco…! – Se lo festejaba su suegra y al recordarse del motivo de esa visita, se puso seria y bajó su cabeza.
Ya la llegada de Román era inminente.
Todos se quedaron tensos.
Adentro  éste continuaba con su canción, parloteando y silbando a todo dar.
“Ya voy raudo y veloz como el rayo
Y a la velocidad del sonido,
En busca de lo más amado por mí”
Miguel sintió que su corazón se le brotaba de su pecho.
Carmen, seguía refunfuñando al ver el tremendo descaro de su amigo.
Susan no cabía  de su pesar…Chequeaba a su amiga.
El Sr. Arenas, agarraba con todas sus fuerzas el bendito candado, sin soltarlo.
La dueña de la casa, aún albergaba  por allá…Bien lejos, que su Romancito se mofara de toda esta gente y ya con hacer eso, era prueba más que concluyente para ella.
Gersy, sentía como se le abría la tierra en dos…Y la dejaba a ella misma en un profundo y muy oscuro abismo.
Mireya  la novia, no lograba descifrar sus sentimientos ya que en el fondo…Para ella, las pruebas eran más que concluyentes…Pero  su sabia madre siempre sabía qué hacer ante cualquier caso. Y si ella, lo aprobaba… ¡Boda segura!
Román por su parte, estaba muy contento preparando el café. No se había puesto aún su pantalón y en su lugar se amarró la toalla grande de su querido y amado suegro.
Aún estaba mojado.
El desodorante de su suegro era de bolita y aún no se le había secado y por esa razón…Andaba sin camisa.
Cargaba unas sandalias de su adorada suegra, por lo que caminaba con mucha dificultad. Y por otro lado, en su cuero cabelludo tenía una toalla de mano…De su suegrita. Ya que aspiraba a que su noviecita le secara su cabello.
Inocente de todo  se apresuraba a salir, ya que sus suegros lo llamaban y llamaban.
(Alguna grata sorpresa me tendrán. Ya la veré. Ya la veré)
Agarró una bandeja grande. Puso unas ocho tazas de café. La azucarera a un lado. Varias cucharitas, que consiguió en la alacena. Colocó varias toallitas de papel. Y arrancó unas flores del ramillete que le había entregado a su novia y las colocó en un vaso con agua y corrió a servirle su café a toda esa gente.
Tarareaba y bailaba, su felicidad era desbordante.
Apareció como un rayo veloz ante todos ellos.
Nunca se imaginó encontrarse con su propia esposa, así de frente y menos en esa condición tan pecaminosa. Un frío de muerte se enseñoreó allí.
Su mundo y el de todos los allí presentes…Se paralizó.
La sonrisa que cargaba de oreja a oreja…Quedó petrificada.
Una sonrisa  opacada, desvirtuada. Distorsionada.
La alegría…Se le desapareció. Ya no existía alegría.
La confianza…Se le heló. Todo se detuvo al instante.
Quedó como una mole de piedra.
La bandeja y todas las tazas, junto con el café, las toallas, las flores y todo cuanto tenía…Se le desplomaron.  Junto a la toalla que lo vestía. Allí quedó totalmente desnudo y con las manos flojas y al garete.
Aparatosamente todo se diluyó. El escándalo fue apoteósico.
Se destrozó al caer y partirse en un sin número de trizas.
Gersy, viró los ojos y se arqueó.  Allí mismo comenzó a convulsionar.
Sus amigos corrieron a auxiliarla. Todo era gritos y confusión.
La desolación y la rapiña…Ondearon su existencia.
La novia en una forma brusca, arrancó a reírse, paraba y arrancaba a llorar, sus ojos viraba de un lado a otro, como si hubiese perdido su control.
El suegro, corrió en auxilio de su hija.
La suegra, comenzó a chillar y a brincar, halándose sus cabellos y ropa.
Gritos de espantos se escucharon. Gestos y palabras y nadie se comunicaba.
El pandemónium. Aquelarre. Todo era confusión, barahúnda.
Román se escabulló aprovechándose de ese barullo. Poco le importó ni su esposa encinta, ni su novia, ni de sus suegros. Huyó de la forma más silenciosa que pudo.
Miguel, corrió y sujetó a su amiga Gersy. Carmen y Susan, la sujetaban.
Ella se asemejaba a un cuerpo gelatinoso. Sin vida. Se les diluía y era casi imposible sujetarla.
Carmen, se ocupó de la cartera y de las pertenencias de su amiga. Susan y Miguel, forcejeaban para sacarla de allí en el acto.
El suegro  trataba de sujetar a su hija, pero al parecer su fuerza se disminuía ante la ferocidad de su hija. Estaba impotente.








“Después de mí… ¡Nadie mas!”

- Vente pronto yernito… (¡Ay qué de gozadera con ese “Loco” Aunque esta gente se ponga como locos, a mí en lo personal, me sigue causando muchísima gracia!) – Paradójicamente la señora estaba disfrutando de todo ese drama.
- Primero, lo primero... ¡Voy a preparar un rico y suculento cafecito! ¿Quieren?
- ¡Sí yernito…! Prepara bastante café… (…Si supieras la “Grata” sorpresita que te tienen preparada… ¡Ja, ja, ja…Qué gozadera la mía!)
- ¿Cuánto suegrita? ¿Y mi querido suegrito, también quiere?
- ¡Sí!
- ¿Cuántas tazas?
- Aparte de las nuestras… ¡Cuatro más!
- ¡Chanfles! Tendré que preparar la olla entera. ¿Con azúcar para todos?
- …Sí, tendrás que echarle bastante azuquita.
- ¿Y dónde está la Reyna de mi Corazoncito?
Mi capullito de Alelí…
La que me tiene con la empalizada en el piso…
- …Aquí la tengo a mi lado…
- ¿Segura,  suegrita?
- ¿Segura? ¿Cómo así?
Gersy sufría en su silencio. (Qué  horrible me siento. Qué bochorno. Qué humillación. Y pensar que mi Román  se porta exactamente así en nuestra casa. ¿Por qué me haces esto amor de mi vida? Siempre me ofreciste a mí el cielo. ¡A mí era a la que mimabas! ¿Qué te está faltando conmigo? ¿Acaso no te he apoyado siempre? ¿En qué te he fallado? ¿En qué…? Dímelo mi amor y ya terminemos esto. Te perdono esto…Te juro que lo olvidaré. Pero ya terminemos esta farsa. Vente conmigo. Con nuestros hijos. A nuestra casita)
Y mientras ella rememoraba su pasado y su presente.
La reunión seguía en espera del galán.
- Que si está segura. Que me importa, más que nada en este mundo… ¡La adoro y jamás le haré ningún tipo de daño! ¡La amo con todo mi corazón!
- Apúrate yernito…Apúrate…
- ¡Ya voy raudo y veloz como el viento! En cuanto tenga listo el café para todos.
“Hoy todo me parece más bonito
Hoy canto más alegre que el ruiseñor
Y siento la canción del arbolito
Y siento como brilla más el sol
La – la – la”
¡Qué voz tan bella y armoniosa tengo!
¡Qué bonito es estar enamorado!
Pero más bonita es la novia mía,
¡Es lo más grande y bello que Dios me ha creado!
- …Por lo visto, ni  siquiera se lo sospecha… - Opinó Susan.
- ¡Ay Dios! – Clamó Carmen
Muy pronto se sintió el inconfundible aroma del café. Inundando todo el recinto.
- ¡Ah, qué agradable es el olor del cafecito recién colado! ¿Verdad suegrito?
- …Ajá…

- ¡Ya se está colando!  …Paciencia…Paciencia…Ya lo estoy sirviendo…Taza por taza…