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Faltan pocas horas para que expire este año: 2. 016,
y en este periodo, tan solo se puede destacar mucha miseria,
confrontaciones, enredos, componendas, trampas y sus efectos subyacentes.
Pesimismo. Dudas. Incertidumbre. Desasosiego. Intrigas.
Pareciese que esta sociedad se está rebajando a los mas oscuros y tenebrosos resentimientos generalizados encriptados en las almas sucias y degradadas.
Han abierto la famosa Caja de Pandora y todos sus nocivos efectos los estamos presenciando… ¡Es una lástima el comprobar esto!
Jóvenes que ya no creen que   Venezuela     se vuelva a levantar.
¡Qué  equivocados  están  creyendo  que  esto  es  el  final!
Esta noble Nación se ha de levantar de sus cenizas.
(…A lo mejor no soy realista. Pero esos son mis deseos.)
Y cuál “Ave Fénix” volverá a su esplendor.
Nuestro Creador el Poderoso Rey de Reyes,
habrá de escuchar estas letras.
Y que los Ángeles digan: ¡Amen!












“En una reunión”








Se encuentran en forma casual varias amigas en un Centro comercial muy concurrido. En un principio hubo sorpresa, y luego se abrazaron, se besaron y aprovechando el momento decidieron acudir a un café, para un coloquio entre todas.
Mientras ellas andaban en sus cosas, a su alrededor se encontraba con un ambiente un tanto distinto. A pesar de ser en una época decembrina.
Poco colorido y sin la publicidad que ostentaban en épocas pasadas.
Se sentía en el ambiente, esa sensación de impotencia.  
Riadas y riadas de personas de todos los colores, vestimentas y de clases sociales. Cada uno andaba en la búsqueda de sus compras navideñas.
…Pero en los negocios…Todos sus precios son muy elevados.
El personal que atiende a los futuros compradores, se afanan en convencer a los visitantes a que compren…Pero…
Y es que la negativa iba acompañada con esa sensación que produce la impotencia.
Y la respuesta era la misma: “No alcanzo. No llego. No me alcanza”
Ajenas a todo lo que pasaba a su alrededor las alegres y espontaneas féminas, se enfrascaban en su conversación.
Llamaron al mesonero y cada una pidió lo que mas le apetecía.
- Mira Olga, me tiene extremadamente preocupada lo que está pasando, ¡ya nuestros chicos se están yendo de este país! – Al instante todas ellas se sintieron animadas a continuar con el mismo tema.
- ¡Si chica! – Le respondió muy preocupada. – Fíjate que mi vecina Ana Luisa, está llora que llora.  ¡Y no es para menos! Tiene cuatro hijos y ya ¡tres se le han ido!  ¡Se imaginan ustedes…! ¿Cómo podrá festejar esta navidad? – Con la espontaneidad que acompaña a este tipo de tertulia, Ana una de las presentes intervino, casi pisándole las últimas palabras pronunciadas por una de ellas…
- Pues yo tengo dos hembritas…Y también se fueron. Tan solo hemos quedado los viejos, porque… ¿Cómo podremos irnos nosotros? – Todas se miraban con signos de preocupación  muy evidentes.
No encontraron solución al dichoso problema que les aqueja.
- ¿Y quién podrá comprar algo, hoy en día? ¡Con esos horrorosos precios con que pretenden vendernos los productos!
Un par de zapatos: ¡60. 000 bolívares!  ¡Quién puede comprar?
Tendría una que ser millonaria. – Maritza repicó casi al instante…
- ¡Pero si hace poco valían menos de Mil…! – Unas asintieron mientras otras fogosas insistían en dar su opinión.
Y mientras discutían cada una en la posición que mas las entretenía, una de ellas se levantó y haciéndoles señas les pedía que guardaran silencio ya que ella deseaba expresarse, poco a poco logró un espacio en el cual todas callaron y esperaron a que dijese lo que a bien tenía…
- Ya. Ya.  ¡Cállense  todas por favor! – Verificó a que todas guardasen la composturas indicadas a su petición y cuando ya todas le estaban prestando el cien por ciento de la atención, les dijo…
- Chica, nosotras somos mujeres y nuestros temas deberían ser: ¿Qué vamos a comprar? ¿Qué vestido me voy a poner?  ¿…Y qué es lo que están haciendo…?
Hablando de temas que solamente les compete a los hombres.
A nosotras no nos interesa la política. Nos guía el bienestar de nuestros hijos, nuestros esposos y nuestras casas. ¡Nada mas! – Al instante unas estuvieron a favor y las otras protestaban en forma enérgica.
- Ante todo: Soy mujer. Y me enorgullezco de ello.
Pero también es cierto esto: Ya la situación se está escapando de nuestras vidas.
Nos destroza nuestros hogares. Los esposos pelean por razones políticas. Los hijos también.
Y ahora: ¡Se están yendo de este hermoso país!
¿Y por qué?
Porque ya perdieron la fe que nosotros sus padres, aun mantenemos.
A mi nunca me ha llamado la atención la dichosa política.
Pero ella ya está destruyendo mi propia familia.
Y al igual que muchas ¡me encuentro desesperada! Mis hijos que tanto amaban a este país. Que es el suyo, se sienten desplazados. Burlados y engañados.
Tanto que estudiaron ¿y para qué? Ahora se tuvieron que ir a otro país a: lavar platos. A limpiar sanitarios. ¿No es horroroso esto…? – Todas se quedaron pensativas por un rato. La realidad circundante se expresaba con lo mejor de su repertorio.
No se puede tapar el sol, con un dedo…Ni siquiera con la mano entera.
Pasado unos instantes mas…Irma rompió el silencio diciéndoles esto…
- Vi un vestido precioso y quisiera comprármelo. Pero en verdad, no me alcanza.
En todo caso, ya veremos. Ya le daré vueltas a este asunto  ¡Y ya verán que me lo llevaré a mi casa! – Todas festejaron su ocurrencia.
Y así fue  transcurriendo aquel ágape, entre sonrisas, discusiones y disimulos.
Mientras fuera de esa reunión, en el dicho centro comercial, se seguían discurriendo todo tipo de eventos. La procesión era intensa.
Todos veían, consultaban precios…Y luego se iban con sus manos vacías.
Son cosas que pasan en este mundo de Dios.
Aunque Él nada tenga que ver con las decisiones      -erradas o no-          que nosotros asumimos.
(Algunos invocan Su Santo Nombre ¡y hasta afirman!  que cuentan con su aprobación. Son cosas mundanas, pero que nos compete solo a nosotros.)
…Pero así somos nosotros “los mortales”







“Mis letras”


En un día como Hoy, todo es alegría.
Las penas deberían ceder ante la sonrisa de nuestros hijos.
Su felicidad es indicio de que a pesar de todos los pesares, ¡algo bueno estamos haciendo!
Por mi parte les deseo a todos y a cada uno de mis lectores todo lo bueno que  este mundo les pueda otorgar.
Y que el Buen Dios     -Que siempre está en nosotros-      les prodigue todos sus dones de Amor y Paz para todos.
Que El Buen Padre, Nuestro Señor nos inunde de todas sus bendiciones.
Entiendo que hay quienes radican en sitios muy alejados de donde me encuentro.
¡Qué maravilla es la ciencia, que nos permite conectarnos todo el tiempo!
¡Qué bello es este planeta llamado: Tierra!
Que hermoso es poder comunicarme con usted mi querido(a) lector(a) a todos y a cada uno de ustedes les estoy profundamente agradecido.
He conocido personas muy bellas. Interesantes.
Algunos(as) se han dirigido a mí y personalmente les he respondido.
A todos les quiero expresar mi inmensa gratitud.
Sus comentarios me han sido de mucha ayuda.
¡muy agradecido por su atención!
Atte;

Bernardo E. López B.     
Belbaltodano




Porque en la vera de nuestro camino,
a veces no quepo en él,
aspiro lo que mi ser me guía,
ansio lo que menester me sea,
pues en el principio así lo ha sido
y en el final también lo será.
Amo esta Tierra Bendita
la misma que mis padres escogieron
tanto es así…Que aquí sus restos quedaron.
Venezuela Patria mía
aquí me tienes, en el mismo espacio
que El Buen Dios nos ha regalado.
Saludos amigos que al igual que yo
hemos nacidos en estos lares,
y también a los que vienen de tierras extrañas
pero que acá…Su nido han establecido.
En estas Tierras Santas cabemos todos
aunque algunos con sus procederes
al parecer de acá nos quieren echar… 











© Bernardo Enrique López Baltodano 2016









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- Me cuentan    -por ahí-    que anduviste por esos espacios sólidos, en dónde se percibe mucho de lo que la gente habla y siente, pero que no refleja lo humano. – Quién así me habla es una persona que poco he visto en mi vida.
Es de sexo: Masculino. De avanzada edad. Me mira como si me conociese.
Su dentadura es de color amarillo quemado. Tiene pocos dientes y cada vez que emite sonido sus labios se mueven de una forma muy superflua.
Por lo visto ha de tener algún problema fonéticamente hablando, pues me cuesta entenderle cada palabra que pronuncia. No sé el por qué, pero siento un rechazo visceral hacía esa persona.
Es mas, presiento que está al tanto de lo que me desconcierta, pues se ríe para sí mismo.
Me mira con una picardía ya añeja. Y esto me desconcierta.
Trato de ignorarlo, pero insiste. Hasta me toca con sus temblorosas y muy arrugadas manos. (Cosa que me irrita.)
Y no es que me cause repulsión, pero en verdad, no lo quiero cerca.
- No te me hagas el loco, ni te huyas de mi…Que peste no tengo.
Ciertamente que mi presencia te es extraña. Lo sé y lo percibo por tu forma de escabullirte. Pero te pido que no cedas a tus impulsos.
…Mas adelante sabrás quién soy yo…En tu vida.
Y por mas que te cueste creerme; te soy indispensable. Ji, ji, ji.
- ¿Indispensable…Para qué? – Acerté a preguntarle, pues me encontraba incrédulo.
Puesto que pensé: “¿Y en que me será  ’imprescindible’ este anciano de pacotilla? No entiendo ni jota. Pues no recuerdo haberlo conocido.
Ni siquiera me es grata su presencia”
Pues de repente este vejete recuperó mi atención a él, cuando de una forma ya violenta me agregó…
- ¡Pues no te he de ser ‘un extraño’ en el sentido etimológico que digamos!
Te he conocido aun cuando tú tenías poco tiempo en esta vida.
¡Allá tú si ahora ante mi presencia, me desprecias! 
…Pronto, muy pronto te arrepentirás de esto…
Aunque te reclamo que siendo cristiano…Cómo lo soy yo también me trates con ese desprecio que me lo dicen los gestos con los que me tratas y me miras.
– Yo me quedé en una sola pieza. Pues de alguna extraña forma este ser cómo que adivina mis pensamientos.
“¿Será un brujo distante? O en verdad me conoce como dice hacerlo” Me agité por dentro, ya que estaba como un volcán en plena erupción.
…Pero en atención a su extensa edad, accedí a evitar mas confrontación, por lo que le dije en plan conciliador…
- Usted habrá de disculparme, pero no me recuerdo haberlo conocido.
¡Es que no tengo conciencia de esto! – El roble anciano se acercó y me posó su temblorosa mano derecha sobre mi frente…
¡Y en el acto entendí!
Pues una profusión intensa de recuerdos vividos en alguna época de mi vida fueron retransmitidas a una velocidad muy rápida.
Violenta y sin escatimar escena a escena se iban sucediendo…
¡Y todo giró a una velocidad muy cercana a la velocidad de la luz!
Pero creo   -a mí manera de ver estas cosas-   que quizás no pasaron en esta mi vida actual…Eso creí.
Hechos que ya habían entrado a mi subconsciente, retornaron a mi conciencia y aunque en un principio no entendí…Poco a poco se me fueron revelando.
Y por lo que entendí, aparecieron seres que en antaño existieron y que mis padres me narraron, se sucedieron en cámara lenta, ¡todos ellos me reconocían como tal!
…Y lo mas extraño era que allí aparecía con ellos.
No era un espectador…Era un actor con participación activa y veraz.
¡Eso lo vi con mis propios ojos!
Intercambiaba esas facetas tan alejadas de este tiempo.
En verdad, quedé anonadado. Me costaba entender que para aquella época existiera algo así y que en edad mía, me la estuvieran reviviendo.
Con una realidad tan sangrante. ¡Cruda y verídica!
Y mientras este personaje me tocaba, sentí en carne viva todos los sentimientos característicos de aquellas épocas.
Mi bisabuelo, mi bisabuela, en compañía de los que serían sus hijos, pero que para mí resultaron ser mis abuelos…Qué extraño mundo este.
Quedé estupefacto. El verlos. Sentirlos tan cerca de mí.
Pude convivir con seres tan anónimos, que en este momento mismo en que estoy tratando de recapitular ¡No los recuerdos para nada! Pero sé que ‘algo’ nos unió y que posiblemente nos esté uniendo.
Sólo que no sé cómo asimilarlo y mucho menos explicarlo.
He quedado loco. Sin palabra alguna que pueda definir esto que estoy sintiendo.
El revivir esos antaños momentos  que superan mi capacidad de asombro.
Y si, como que este señor su razón tenía.
Al principio quedé anonadado, pues me sorprendió la rapidez de sus movimientos, pero después me extasié…
 Creo que esta imposición de su mano apenas habrá durado algún que otro minuto, no creo que mas. Pero la intensidad con que viví esos momentos me indican que duró…Unos cuantos años. ¡Y quizás mucho mas!
En cuanto me quitó su mano…Todo se me revolvió.
Mi mundo actual estaba en completo caos. Todo parecía desparramarse y disolverse en instantes. Anomia. La sin razón.
Y como un volcán en erupción…Una sucesión extraña revoloteaba en mi mente. Todo giraba dentro y fuera de mí.
Y con tal velocidad que me produjo náuseas y en el acto vomité.
Caí al suelo y perdí el conocimiento, cuando ya me hube recuperado, traté de levantarme, pero el vómito ya estaba espeso.
Me costó zafarme de  eso que ya estaba adherido y pegajoso en mi rostro y en mi camisa.
¡Qué asco y repulsión!
Con fuerza logré quitarme las costras.
Sentí un rechazo inherente a esos olores que producía mi propio vómito.
Al instante volvieron a mí, toda esa multitud de escena que desfiló ante mi atónita presencia.
Pero es que fue tan vivido. Tan real, que me costaba aceptar negarlo.
Ya el anciano no estaba. Apenas pude recordarme de la apariencia de su presencia, pero  ya en estos momentos, me parece tan cercano a mí.
Que me causó aprehensión.
He estado tratando de revivir toda este tan extraño y pasajero hecho en esta mi existencia. He tratado de encuadrarme en todo lo vivido.
…Y en este momento…Después de tanto y tanto atar cabos.
Me cuesta aceptar lo inevitable.
De unir ese rompecabezas, que estoy llegando a la certera precisión…
Me resisto ferozmente. No está en mi patrón de ideas.
Me causa indignación y me niego ante ese panorama que por fuerza echa por la borda lo mejor de mis pensamientos y sentimientos.
¡No está en mí!   ….Pero todo parece encausarse, enfilarse ante una realidad que cuestiono. No puede ser.
Una y otra vez. Centenares de pruebas: Error y volver a empezar.
Todo parece encajar, ante mi impávido y certero convencimiento.
Pero por mas que lo he puesto en mi análisis lo mas objetivo posible…
Me cuesta aceptarlo. He de reconocer que no es mi agrado.
Pero ciertamente…Ese anciano en cuestión…Soy yo mismo…































© Bernardo Enrique López Baltodano 2016









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“Caminando me encontré…”




A decir toda la verdad; iba caminando mirando acá y acullá, sin nada en especial, cuando de un lado se me apareció Joan, y en verdad, no lo vi llegar.
El caso es que me llegó con un rostro de indecisión que en un principio me asustó y esto fue lo que me dijo…
- ¡Hola amigo…! – Acto seguido se sumió en uno de sus gestos muy característicos ya que se hundió en sus tenebrosos recuerdos y de repente mirando hacia arriba me preguntó…
- ¿Cuál es tu nombre? ¡Es que esta memoria mía, siempre dejándome en pena! – No le respondí ya que lo vi muy ofuscado, y en efecto, pasado unos segundos cambió de tema y me dijo…
- ¿Sabes lo que me está pasando?
- ¿Y cómo he de saberlo? Si apenas te estoy viendo.
- ¡Cierto! Muy cierto. Ok. Déjame explicarte. – Y se quedó pensando mientras movía su mano derecha encima de su hombro…
- ¡Estoy empavado! Estoy que no pego una sola: Buena.
En esos días… ¿Qué para que te cuento? – Y mirándome en forma sombría…
- ¿Estás interesado en saberlo?
- Claro. Claro. – Le respondí en el acto, sin saber en realidad lo que le estaba atormentando.
- Ok, ya que insistes: Tengo ya seis días de mala suerte.
Hoy es mi séptimo. ¿Qué te parece? Logré sobrevivir a todo. Te cuento.
En estos días, saliendo de mi casa, se me atravesó un gato negro.
¡Y no me dio tiempo de echarlo a un lado!
Después me dijo mi esposa:
“Amor, no hay comida en mi casa”
Yo le respondí: Bueno déjame ir al banco.
Así que fui. Hice mi cola y logré sacar una cantidad de dinero que estimé que era el necesario.
Y cuando salgo… ¡Me salieron al encuentro!: Tres ladrones, me encañonaron y ¡me quitaron todo!
Hasta me dieron unos cuantos golpes.
Bueno. Me levanté y regresé al mismo banco.
Volví a sacar mas dinero.
Pero en esta ocasión, decidí irme por otra vía.
Y cuando ya iba acercándome al carro… ¡Otra vez!
Me volvieron a atracar.
…Entonces decidí irme a mi casa. Y cuando llego a mi carro y lo abro. Salieron de quién sabe dónde, un tipo con una escopeta… ¡Y se llevó mi carro!
Me fui a la casa. Y le dije a mi esposa: Hoy no compraré comida y le conté el por qué.
Al día siguiente: Revisé bien el horizonte   -para que no volviera a aparecer el pavoso gato negro-    y en vista de que no lo divisé…Salí.
Pero cuando iba cruzando la esquina de mi casa…Apareció el desgraciado gato.
¡En fin! Consideré que ya que iba en camino, no me afectaría en nada. Y seguí.
En esta ocasión fui a otra agencia del banco.
Y saqué dinero.
Miré por todas partes…Y en vista de que no vi a nadie cerca de mí, salí.
¿Y para qué salí? Pasó un carro y me atropelló ¡en plena vereda! Ni siquiera había llegado a la carretera.
Al parecer se le fueron los frenos.
El caso es que caí y cuando estaba tirado, llegaron unos zagaletones y metieron sus sucias y asquerosas manos en mis bolsillos y ¡zúas!
¡Me dejaron mas limpio que el alma de Cristo!
Volví a mi casa, y en esta ocasión todo resquebrajado    -por el choque-   y le conté a mi esposa.
Al día siguiente, quise hacer lo mismo…Pero en esta ocasión caminando no me percaté de que había una escalera… ¡Y pasé debajo de ella!
(¡Y todo por estar pendiente del malayo gato!)
Pasó una mujer y me acusó de que yo la estaba tocando en sus partes…Pasó una patrulla de policías: ¡Y me entraron a golpes! Y me metieron en la cárcel.
Allí me siguieron golpeando como les daba la gana.
¡Hasta me violaron! Pasé preso varios días.
Bueno, gracias a mi linda esposita, que logró sacarme de ese infierno. Allí estuve como tres días.
Volví a mi casa y descansé de toda esa desgracia.
Al otro día…Me dije: Voy a salir. No le haré caso al miserable gato negro, como tampoco si paso por debajo de otra escalera.
¡Y así hice! (Y te cuento: ¡Los vi de nuevo!)
El caso es que fui ¡a otra agencia distinta!
Y saqué la misma cantidad de dinero. Me los metí en mi interior.
¡Delante de todos los presentes! No me interesó.
Y cuando estoy comprando en el supermercado, llegó una cuadrilla de ladrones y nos robaron a todos.
Nos mantuvieron de rehenes mientras ellos escapaban.
Y cuando llegó la policía… ¡Me volvieron a arrestar!
Y la explicación que me dieron: Es que ya te conocemos.
Nuevamente: Esa zarabanda de golpes…Y las violaciones también.
Cuando recobré mi libertad, me vuelvo a la casa y en cuanto doblo la esquina para llegar, ¡a pocos metros de mi casa!   …Veo que en mi casa hay un hombre adentro.
Me asomé por la ventana de mi cuarto y lo vi que se estaba poniendo el pantalón y su camisa. Entonces corro a la puerta y comencé a golpear con toda la fuerza que tenía. Mi esposa se tardó unos minutos en abrirme y cuando lo hizo, le grité:
- ¡Lo vi!
- ¿A quién amorcito lindo y bello, a quién?
- ¡A un hombre que se estaba vistiendo!
- ¿Un hombre, en tú casa? ¡Jamás! El único Hombre que entra en tu casa… ¡Eres tú! Nadie mas.
- ¿Seguro?
- Segura.
- ¿Y entonces a quién vi vistiéndose en mi cuarto?
- A mí misma. ¿Y a quién mas? Mira como tienes los ojos. Los tienes hinchado. ¿Por qué? – Y yo me quedé pensando, ¿será que los muchos golpes me están haciendo ver cosas raras…?
Y ella como que me adivinó mis pensamientos, porque en el acto me dijo…
- Seguro que sí. ¿Te volvieron a encerrar…?
- ¿Cómo lo supiste?
- Porque estás todo golpeado. Con tus ojitos hinchados. Todo amoratado. ¿Te volvieron a…? – No la dejé terminar cuando le respondí con toda mi rabia…
- ¡Sí! Esos malayos me tienen ya fastidiados.
…Aunque pensándolo mejor…Todos como que se me parecen.
- ¡Ay mi vida! Los golpes que te han dado te están haciendo visiones. Entra que te voy a curar. Y eso hizo.
…Bueno, la suerte comenzó a cambiar…
Porque me atendió deliciosamente.
Mas de lo que yo le había pedido todos estos días.
En resumen: He perdido cualquier cantidad de dinero.
Me han robado. Atropellado.
Y…Bueno eso mejor es no traerlo a colación.
Ah a propósito…Necesito ir al banco de nuevo.
¿Serías capaz de acompañarme…?
- No gracias. Verás, tengo muchas cosas que hacer. – Le respondí en el acto. Y salí como alma que lleva el viento.
Y me di cuenta que el tipo se me quedó mirando sin entender por qué salí así tan rápido.

























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“En  ocasiones…”






- En ocasiones quisiera ser libre como una codorniz. Andar y circular sin traba alguna.
Poder moverme como el viento, sin que nadie note mi presencia… - Beatriz se expresaba de esa forma, pero Andrés la interrumpió considerando que andaba como una cabra loca, sin medir para nada la consecuencia de lo que intimamente aspiraba a decir, pero que no se atrevía.
Así que mirandola de una forma    -un tanto-    incredulo le dijo, en un tono suave, pero decidido…
- Pero si aspiras a andar como el viento, pues debo informarte que    -aunque no lo has tomado en cuenta-   puede ser que no te vean, pero de una forma u otra te van a sentir. – Ella lo miró de una forma extraña, en un principio no le encontró una forma lógica para lo que ella trataba de elucubrar, guardó silencio y le indicó de esta forma…
- Que no me van a ver, pero si me van a sentir.
Dime: ¿Y cómo podrán hacer esto?
Porque  no entiendo el punto de vista que me quieres decir esto… ¿Qué es lo que realmente no te gusta de mi exposición?
- No. No me entiendes. No es que me guste o no.
El caso es que toda acción acarrea una reacción.
No puedes      -como tampoco debes-   andar por el mundo haciendo lo que te plazca. Debes andar siempre pendiente de que algo tendrás que dar u ofrecer, para que puedas negociar.
- ¿Negociar? ¿Yo…Con quién? No me interesa para nada negociar. Si es mío, no veo el porqué deba hacerlo.
Pienso que no me entiendes. – Le dijo en forma terminante sin darle oportunidad como para que este le replicara o por lo menos darle la oportunidad para justificarse del porqué le había dicho lo que ella había oído.
- No te vayas. No huyas. No seas cobarde y enfrentate a lo que te estás enfrentando. – Pero ella ya se estaba retirando de una forma concluyente.
Andrés se encontraba muy molesto e indignado y se volteó ante Isaura quién es una persona de la tercera edad y sin miramiento alguno comenzó a presentarle todas las fallas que él consideraba de esa niña, a la cual ya consideraba: Malcriada y mal educada.
La señora   -quién fue testigo involuntaria, pues se encontraba en la misma habitación, pero que en ningún momento tomó parte alguna, tan solo oía todo lo que ellos charlaban-   le escuchó en silencio y luego con la sapiencia que le dan sus añitos de vivencia, le resolvió de esta forma…
- Andrés pienso que ante todo, debes tener un principio: Entre tú y la jovencita, hay una diferencia de unos cuantos años    -como la que tengo yo, en relación con la tuya, por cierto-   y tomando en cuenta esto, tan solo me atrevo a decirte:
Ella trataba de expresarte algo, pero tú asumiste otra posición.
No tuviste   -ni tampoco lo intentaste-   tratar de comprender lo que ella quería decir.
Asumiste desde tu posición, lo que creíste correcto.
Para ti.
Pero para ella, no.
Y aunque hablamos el mismo idioma, no se entendieron, como tampoco trataron de comprenderse.
En conclusión    -pienso yo y espero que no me crucifiques por exponertelo-   No debes asumir nada.
Deja que ella se soslaye en su exposición.
Porque pienso que trataba de decir algo   -que en medio de su edad y de sus cosas-   ella asume que es muy importante. Pero no lo son, para ti.
Y desde mi posición: No se entendieron.
No se tuvieron paciencia. Y esto es lo mas normal entre muchos de nuestra misma especie.
Pienso    -y espero que no te molestes con lo que te estoy diciendo-   que hay que dejar que los que quieran expresar: ¡Pues lo hagan!
Sin presión, sin condicionamiento.
Bueno estas son palabras de una vieja   -que no quiere entrar en litigio alguno, por cierto-    tú le estás pidiendo su opinión. Y con esto me despido, ¡hasta otra ocasión! – Y diciendole esto, lo dejó con la palabra en la boca, ya que el amigo en cuestión iba a responderle, pero que ella no se lo permitió. 

















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016









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