Con mi hija: Cristina y sus niñas, mis nietas.
“Era muy oscuro…”
Era muy oscuro, como
esas noches en que no puedes ver nada, ni siquiera tus propias manos. Que la
neblinas obnubilan tu visión y parecieras que anduvieras caminando, pero sin
pisar tierra sólida alguna.
Como cuando te dejas
guiar por esas manos invisibles, en qué asumes lo que no te es dable, y andas
por donde no sabes.
En esos momentos en
que el calor no te abraza, ni el frío te rechaza.
Como cuando eres feliz
sin saberlo, y las preocupaciones no hacen mella en tu ser.
Y me encontraba en un
camino. No divisaba absolutamente nada. Reinaba la quietud, el no sé qué, pero
que poco te importa.
De esa clase de
estatismo en que te hace pensar siempre en lo peor, aunque poca importancia
radica en tu ti.
Iba a tientas, y en lo
mas profundo de mi ser, temía que se me atravesara una serpiente -aunque
a decir verdad, la ansiaba- me sentía
muy desconsolado. Me encontraba en medio de un ataque de locura repentina y por
esa misma razón me lancé así de esa forma.
En esa clase de
estado, en que poco te inspira, pero que te hace andar, a seguir, no importando para nada…Lo
que ha de ser.
Quería en lo mas
profundo de mis pensamientos en que de ese camino, no regresara con vida.
Ansiaba volar, sin saberlo.
Brotar de esta tierra
árida en medio de sus enormes riquezas naturales.
Estaba desesperado.
Agobiado. Atragantado.
Solo, triste y
profundamente desairado.
Pateaba con furia loca
la vera del camino.
Recuerdo que caminé a
campo traviesa. Sin tomar ningún tipo de medida precautoria.
Traté de mirar al
cielo infinito y recuerdo que comencé a lanzarle toda clase de imprecaciones al
Dios en que hasta hace poco creía y le decía…
- Tú en quién siempre
he confiado…Hoy me estás dejando absolutamente solo.
Tú que desde mi mas
tierna edad, he seguido con devoción.
¿Por qué me castigas
dejándome en este abandono…?
Y dime… ¿En qué te he
ofendido para que me hagas esto…?
Todos tus mandamientos
los he cumplido a cabalidad.
He ayunado y he
ayudado al prójimo…
¿Y para qué me ha
servido ese sacrificio…?
¿Acaso te estás
burlando de este pobre ser…?
Ciertamente -y bien lo sabes- todo lo que he hecho es para ayudar a quién
de mí requiera.
Pero ¿De qué me ha
beneficiado esto…?
Mis propios amigos me
dan la espalda.
De mí se mofan y se
aprovechan.
Siento su profundo
desprecio.
Me ofenden y hasta me
retan.
¿Y qué les he hecho?
¿Acaso les he quitado
algo?
¿Me he aprovechado de
ellos…?
Ahora ellos se están
uniendo en mi contra, me persiguen. Levantan falsos testimonios en mi contra.
¿Por qué?
Me quieren quitar mis
tierras.
¿En qué les
perjudico…?
¿Qué mal les he
hecho…?
Ahora se unen y me
roban mis cosechas.
Ellos se esconden en
las sombras y a mis espaldas, buscan alianzas solo con la intención de
destruirme…Y yo me pregunto Mi Señor…
Si tú todo lo sabes.
Si todo lo oyes.
Si eres el Señor de
todo, dueño y poseedor de todo lo que existe y lo que ya fue.
Si no se mueve una
sola hoja de una planta, sin tú permiso… ¿Por qué se los permites?
¿Es que me estás
entregando a mis enemigos?
¿Acaso te enorgulleces
de sus falacias…?
¿Son mas poderosos que
tú mismo?
…No aprecias mis
sufrimientos.
¿O es que sus
argumentos tumban mi posición Ante ti...?
Dime mi Buen Dios,
porque mi sangre me hierve, mis brazos están inquietos y en lo mas dentro de mi
ser: ¡Clama venganza!
El por qué respirando,
me siento tan solo y abandonado, que en los momentos de desasosiego…Te busco y
no te encuentro.
¿O es que ya me
entregaste a mis enemigos?
…He de valer muy poco,
cuando de ti me echas a las peores bestias para que me consuman.
Ellos nunca me han
querido bien.
Y te consta, que la
hipocresía ha sido su manera de acercarse a mí.
No han sido nunca de
mi agrado y si los he aceptado es porque esgrimen tu Santo Nombre, y sabiendo
como lo saben, de esto se han aprovechado.
Pero ya me tienen
cansado. No los tolero mas.
O haces algo rápido o
mis manos pronto se van a llenar de sangre. Caliente o tibia, fría o helada.
Para mí serán igual.
Nunca se han
interesado ni por mí, ni por las cosas que con tanto Amor me has dado.
Pero ya mi paciencia
tiene su límite.
No los tolero mas. Mi
paciencia se ha agotado.
Mi sangre al igual que
mi espíritu pide: ¡Venganza!
Y tal como lo
instauraste en tu Antiguo Testamento, hoy lo quiero esgrimir: “Ojo por ojo” No
hay otra forma como tratar a esa gente.
Se meten en las
tierras que tú me has regalado, se roban las frutas de mis plantas.
Se ensucian y sus
porquerías me dejan.
Me hacen el reguero de
su vaguedad.
Malbaratan el fruto
que me has dado.
En la tierra dejan mis
plantas mutiladas, la maldad que radica en sus corazones, me dejan sus
desperdicios. Ya no lo soporto mas.
¡Señor hazme justicia!
Desbaratan mis matas
mas productivas.
Todo el solar me lo
dejan desolado.
Mis animales me los
asesinan o me los dejan mutilados. No tienen piedad alguna. Y ese odio
acumulado se lo cobran con lo mas valioso que me has otorgado.
¿Te recuerdas el
carnero que me regalaste…?
Se lo han llevado, y
para ello todo me lo han destrozado, he sabido que lo han destruido, para sus
prácticas satánicas que ejecutan en la sombra de sus tierras, muy bien
escondidas, y todo para hacerme el mal.
¿Podrá un ser humano
ensañarse salvajemente a unos pobres animalitos?
¿…En dónde yace tu
cólera…?
Porque eres tan lento
para hacerme justicia.
Que de mí te olvidas.
Y en el estero me dejas.
Me estás obligando a
ejecutarlas yo, ya que al paso que van, me están destruyendo todo.
Pronto no me va a
quedar ni siquiera una casa para guarecerme.
Me han roto las
ventanas.
Las puertas me le han
caído a piedra.
¿Qué ha de ser de mí,
cuando ya solo esté…?
¿Es que acaso quieren
mi vida, y tú se la has dado…?
Házmelo saber. Ya que
es preciso para mí.
Desolado como estoy
busco mi fin.
Te ruego que acabes
con este mi suplicio.
Esto ya no es vida que
me inspira.
Y si en algo te he
ofendido, entonces quítame tú mismo mi diario existir.
Porque grato no me es,
ser mofa de todos.
Ahoga mi espíritu y no
le des alimento a mi cuerpo.
Que mis pulmones no
reciban mas de tu oxígeno.
Que mis piernas se
nieguen a caminar.
Que mis brazos se
sequen.
Que mi mente deje de
emitir pensamientos. Que mi alma se espante de mí y vaya a algún sitio en donde
sea bienvenida.
Ya no quiero seguir en
esto.
Es muy vergonzoso.
Con llagas me siento,
y aunque no las veo, con ellas me siento.
Presiento que la lepra
se ha apoderado de mi cuerpo, poco a poco he de extinguirme.
Mas tu piedad invoco.
Acaba de una vez por todos estos suplicios.
Ya no me es grato este existir.
Espero ansioso ese
momento.
Por ahora me regreso a
mi casa, ya que ningún animal o bestia de esta noche sin luna ni siquiera me ha
mordido. Aunque los he buscado, no los he podido encontrar.
En tus manos
encomiendo nuevamente este existir
-aunque esperanza ya no me queden- solo tú sabrás por qué sucede…lo que sucede.
Y si no ha sido así,
no me queda nada mas que acostarme y esperar a tú Ángel de la muerte, que tarde o temprano
habrá de hacerlo.
Yo me sentaré o me
acostaré a esperarlo, y ansío que cuando
mis ojos abran…Ya no esté aquí.
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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