Y mientras cae la lluvia...

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Corto  en  relatos








“Recuerdos”








Guardo en mi mente, muchas escenas que me reconfortan, de cuando era apenas un párvulo. De mis cosas que de una u otra manera forman hoy en día mi personalidad.






Juan se encontraba en sus remembranzas.
Y a decir verdad, eran pocas las ocasiones en que se inmiscuía en ese tipo de momentos. Y ese, era uno de ellos.
Se encontraba esperando que terminara de llover. En la sala de su casa y desde una de las ventanas que dan con el frente de su residencia, contemplaba como caía por raudales esa intensidad de agua fría y vertiginosa.
Comenzaba a hacer sus propios surcos.
Con esmero seguía el curso de mayor a menor que se estaban forjando a merced de la caída de esa agua tan fría.
Y mientras tanto los rayos y centellas crujían en el firmamento   -aunque él poca importancia parecía darle-  Y en cada uno de sus estruendos, parecía que la tierra misma se abría en pedazos.
Afuera poco se veía. Esa sensación de humedad lo envolvía a cada instante.
En verdad, era copioso ese vendaval.
- En momentos como estos es cuando me viene a la mente, aquellas escenas…
(Y mentalmente se iba en sus añoranzas)
¡Ah qué de recuerdos tan bellos y sutiles fueron los que me tocó vivir!
Yo tenía que ir a la escuela en la mañana.
Y mis padres nos levantaban a eso de las seis de la mañana, para bañarnos, vestirnos, desayunar e irnos.
Nos tocaba caminar unas diez cuadras para llegar al sitio en donde escuchábamos nuestras clases.
Siempre me costaba mucho levantarme.
(¡Uyyy qué pereza!)
¡Necesitaban una grúa para poder levantarme!
Y es qué cuánto me costaba despertarme…
Pero cuando amanecía…Tal como estamos ahora en plena lluvia…Se me pegaban aún mas mis sabanas. Recuerdo aquella cancioncita que cantábamos nosotros…

“¡Qué llueva, qué llueva!
La vieja está en la cueva, los pajaritos cantan,
Los pajaritos cantan, ¡qué si, qué no!
¡Qué caiga un chaparrón!”

¡Y esa cobija!  …Es que se me pegaba a mi cuerpo y  ¡no me dejaba suelto! – Juan gozaba mientras rememoraba esos hechos, disfrutaba en cada instante y hacía con gestos la forma como se acobijaba en su camita de aquel entonces.
Sonreía de puro placer. (¡Y es qué sería de esta vida…Sin esos bellos recuerdos?)
Se sentía satisfecho de aquella vivencia, que en ese preciso momento lo traía a colación.
Suspiró de mera satisfacción y carraspeando emprendió de nuevo su evocación de esta forma…
- ¡Y era que el frío se me pegaba hasta en los tuétanos! No me podía levantar. Y todos nosotros nos uníamos en coro, y era cuando mi papa se nos acercaba y nos conminaba, mientras vociferaba…
- ¡Ah, pero si están bien despiertos…Será mejor que se vayan a la escuela! – Y se quedaba esperando nuestra reacción.
Me imagino que disfrutaba viéndonos.
Y de repente, como convenciéndose de que tal propuesta era demasiado pesada para nosotros, daba media vuelta y nos decía…Ya retirándose…
- ¡Bueno, por hoy es mejor que se queden durmiendo! – Y salía de la casa.
…Mis hermanos y yo, estábamos esperando que saliera…Y cuando alguno comprobaba de que ya había salido… ¡Nos levantábamos alegremente a jugar y a cantar!
¡Se nos quitaba el sueño, cómo por “arte de magia”!
Y era la única forma en que me despertara y no me diera mas sueño. Entonces nos poníamos a jugar y a cantar entre nosotros.
Y la señora de servicio, se ponía brava con nosotros y nos amenazaba con llamar a nuestros padres y  acusarnos…Pero todos sabíamos que era pura balandronadas.
¡Qué nunca se atrevería a hacer eso!
Qué bello es observar como cae la lluvia de los techos. Gotas espesas repletas de vida y de mucho frío.
Yo salía de la casa y me ponía a vagar en compañía de los muchachos compañeros míos. Nos poníamos a caminar y a disfrutar de la lluvia. Y me recuerdo que me la pasaba mirando el piso, porque estaba seguro que encontraría cualquier cantidad de monedas ¡Y era cierto!
Siempre encontraba centavos, que después guardaba para cuando fuera al colegio y poder gastármelo en la tiendita, compraba refrescos, galletas o golosinas. Lo que me alcanzara.
¡Ah qué de momentos tan agradables tuve en mi infancia!
Me reconforta el recordarme de todas esas experiencias, que este aguacero me está retornando a ello. – Calló.
Pero en su mente pululaban múltiples experiencias y todas ellas hacían renovar sus deseos de seguir viviendo ese tipo de experiencia y mientras tanto, ese temporal estaba cediendo.
Ya no se escuchaban los truenos caer, ni rasgar el firmamento.
…Era el momento de reanudar su labor.
Suspirando y en plenitud de ese tipo de felicidad que solamente lo siente, quién lo vivió…En sus remembranzas.
Lo cierto es que tenía que seguir en su faena diaria…Y así lo hizo.
Pero con una sonrisa de oreja a oreja.










© Bernardo Enrique López Baltodano 2016






                                     
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...En esos momentos...


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“Las narraciones de:
Bernardo”


“En  la  tempestad”










Cuando  las  marismas  amenazan  con  azotar  tus  limitaciones.
Cuando  te  desborda  lo  que  nunca  debería.
Circunstancias  que  te  son ajenas…Pero  que  te  pisotean.










Me encuentro en una situación a la que en verdad, no se la deseo a nadie. En principio estoy en una zona  que no es la llamada “zona de confort” es mas bien una especie de “arena de conflictos” de esas en las que   -aunque lo intentes-    jamás logras el sosiego requerido como para “sentirte a gusto”
Estoy en la casa de mi actual esposa y es en momentos que como este en especial…Que me gustaría mas estar…Pescando o escalando cerros o vagando por las inmensidades de mis pensamientos copiosos.
Escucho     -porque no lo puedo obviar-    cómo me está despellejando, pieza por pieza, tramo a tramo.
¡Qué certeras cuchilladas! …Conque precisión me está trasquilando. Y en mi propio presencia…
¿Cómo me desgarra, con ¡qué precisión!?
Qué frialdad muestra en esta trituración.
¡Estoy pasmado…Inmundo me siento!
…Esto es horrendo. No parece tener fin.
Desglosando en mi presencia, situaciones que para mí me cuesta recordar    -pero que ella las mantiene viva…Demasiado para mi entender-    mi mente viajera se embelese  en cuadros vividos, pero que en alguna vez los disfruté.
Y mi imaginación se soslaya en esa pléyade de sucesos, concatenándolos con esa ansia mía de desperdigarme de mi momento actual.
¡Cuánto no daría… ¿Por no asistir a este festín?!
¿…Me es lícito huir de esta masacre…?
No obstante, en ocasiones sus destemplados y atropellantes verbos y epítetos, me arrastran al momento y al sitio que ansío borrar.
Vuelve el ímpetu avasallante a sustraerme a otros momentos que he disfrutado a rabiar.
Me entretengo en ese tipo de veleidades, que satisfacen a mí entender.
Y cuando mas atraído y absorto me encuentro, siento como silban a mi alrededor aquellas exclamaciones que aruñan mis sentidos. Trato de aparentar que estoy escuchando toda esa horrible retahíla…Pero es que no me da oportunidad cierta.
Entro en agitación expectativa, ya que pretendo mostrar una actitud que no es la mía…
…Pero no sé por qué razón…Me encuentra dislocado.
Me llevan a una sucesión de escenas que en un principio me enfadan, puesto que pretendo mantenerme en este presente tan agresivo y agreste, en el que en verdad… ¡Ansío apartar! 
…Pero en mi actual connotación…Debo estar.
Me incita entrar en esta barbarie…Pero es que las veces en que he participado, ¡todo se ha agravado!
Y consciente como me encuentro   -si soy inteligente-   lo mejor que debo hacer, es “poner mi otra mejilla”   aunque para ser honesto…No está en mí el soportarlo.
Esto es una mezcla entremezclada con humillación, con desmembramiento de mi personalidad, como con mi forma de ser, con la imagen que pretendía tener…Pero que esta señora mancilla a placer.
Me encuentro con una sensación de haber sido violado, con la semejanza de haber sido reducido a cenizas cuyo olor es nauseabundo y que hiere mi ser.
Esto no es humano. Mas bien parece ser Masoquismo, morboso, con semejanza a destrucción masiva. Extemporánea. Algo que carece de la civilidad requerida.
Por lo que es mejor tratar de mantener mi atención en una especie de “piloto automático”   solamente para disipar las pasiones, pero he de reconocerlo… ¡Cómo me cuesta!
Es prudente mantenerme alerta.
Chequeo mentalmente mis recursos.
¡Algo debo hacer!
…Pero con consternación e imbuido en mi propia angustia debo reconocer ¡lo que no quiero aceptar!
 Con el horror e ignominia…Vuelvo a caer en cuenta…Que mis finanzas en nada me resuelve.
¡No puede ser!  …Pero es.
Contabilizo con estupor…Que nuevamente estoy en desventaja.
¿Qué he de hacer ahora…?
No tengo fuerza para poder partir de tan ominoso escenario. Tengo demasiadas cosas que impiden que vuele a mejores escenarios.
He de morir allí. Como si fuese una planta vegetal.
Por lo que con el estupor necesario he de someterme.
(¿He de bajar mi cabeza…? Qué sumisión. Repulsión, aberración, repudio. ¿Qué cartas mantengo en mi poder aun…?)
¿He de negociar o re-negociar lo que nunca he querido ni siquiera aceptar…?
Y mientras me encuentro sumido en mis elucubraciones…La tempestad continúa impertérrita.
Y me pregunto: ¿Cómo una persona puede albergar tanto este tipo de…Cosas…En su propio ser…?
No lo entiendo. Es mas no deseo hacerlo.
Pienso en mi futuro. En lo inmediato.
En mi situación actual, y no le encuentro la salida ideal.
He de hacer, que algo estoy haciendo, pero sin saber con certeza el camino que he de tomar.
…En algún momento, circunstancia o razón, habrá de aparecer mi sendero ideal. Pero mientras tanto…
No sé qué he de hacer.
(¡Qué de atajos tiene este vivir…Qué cuando ansío ha de aparecer…En mundos complacientes, pero que no toleran mi vivir.)


























© Bernardo Enrique López Baltodano 2016        







                                                                                                                                     




                                     
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Este es un relato de un hecho cierto.

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Corto  en  relatos










“Era aún de día…”











Salíamos del “La Vereda del Lago”
En Maracaibo, por la av. El Milagro.
Serían un poco mas de las 6.30 pm, y empezaba a caer el sol.
Venía con mi esposa e hijos.
No sospechaba nada malo…












- Cómo te venía contando…Apenas habíamos salido de La Vereda. Toda la avenida estaba desértica.
Poca concurrencia de vehículos tanto los que iban, como los que iban de una dirección a otra.
¡Mucho menos transeúntes!
Que como nosotros estábamos deambulando por ese sector.
…Bueno en nuestro caso   -muy particular-    recién estábamos saliendo.
Y siempre    -por las tardes-    acudimos allí para hacer los deportes que mas nos gustan: caminar y trotar, amén de que si conseguimos desocupados utilizamos las barras. Pero es muy raro encontrarlas solas.
¡Bueno el caso! Es que nos dirigimos a nuestra casa    -recuerda que vivimos cerca-   
¡Pero! Ahora que me recuerdo vi a unos tipos dentro de unos árboles  que están a un lado de la salida       -pero pensé que eran unos chamos que se entretenían allí-        ¡Pero bueno! Dejé de prestarles atención, porque ninguno de ellos estaba pendientes de nosotros. Así que continuamos.
Cuando ya me toca tomar una de las vías que conducen a mi residencia…
¡De repente y no sé de qué parte surgieron!
Aparecieron  ¡5 elementos!
Venían de muy mala gana.
Uno de ellos sujeta con fuerza a mi hijo mayor de apenas…17 años de vida.
Y yo veo, que me lo sujeta con fuerza y lo zarandea de un lado a otro.
Cuando yo percibo en el peligro en que estábamos… ¡Veo a otros que amenazan a mi esposa e hija!        -Debo decirte que estábamos distanciados a mas o menos unos cinco metros uno de otro-          Porque veníamos en nuestra charla, despreocupados y sin esperarnos un ataque de esa naturaleza…Cayendo la tarde y a escasos metros de la casa de mi papa.
Volviendo a mi relato…Uno de esos desgraciados sujeta a mi esposa y veo que otro hace lo mismo con mi hija de apenas 16 años de vida… ¡Me inmovilizaron en el acto!
¡Temí lo peor!
Y como te estaba narrando, nos encontramos acorralados.
Cuando veo que otro de ellos, me ataca y me conmina a que me rinda porque si no lo hago…Mis hijos y mi esposa lo van a lamentar.
…Yo me entrego. ¿Qué otra cosa podía hacer, ah?
Mi hijo, que está maniatado le responde al ladrón…
- Chamo no tengo nada encima.
- ¿Y qué era lo que venías oyendo…?
- ¡Yo lo vi con un aparato en los oídos! – Gritó otro de los cacos. Mi esposa se adelantó y le dijo…
- Mira, mi hijo no tiene nada, pero toma llévate mi celular…Pero no nos hagan daño por favor. – Y diciéndole esto, le arrebataron de su mano su teléfono.
A todas estas, el que me estaba amenazando    me     arrancó                                 -literalmente, hablando-    el bolso de mano que llevo cuando voy a hacer ejercicios   -en el cargo: mis llaves, unos guantes viejos y desgastados que utilizo para levantar pesas…Y mi celular  (Que nunca lo llevo, pero en esta ocasión…Se me ocurrió llevar)-  Bueno ¡nos atracaron! A menos de tres casas de la de mis padres.
…Y me pregunto: ¿Qué podía hacer…?
¡No nos dejaron tiempo para poder reaccionar de ninguna forma! 
Y en cuanto nos hubieron quitado todo lo de valor que llevábamos encima…Nos vociferó uno de ellos:
- ¡No se atrevan a seguirnos…Porque los matamos! ¡Nosotros sabemos quiénes son ustedes! – Y sin decir nada más…Corrieron.
Y en menos de un pestañeo… ¡Desaparecieron!
…Y cuando logramos llegar a la casa, veníamos temblando de tan fea impresión.
¡Qué espantosa experiencia!
…En verdad…Quedamos petrificados.
Después nos cuenta un vecino, que vive como a unas cuatro cuadras del mismo sitio en que  nos emboscaron…
- Yo estaba sentado en el frente de mí casa cuando vi que pasaron corriendo unos bichos feos…Y me dije: “Esos tipos vienen huyendo… ¡Quién sabe qué delito habrán cometido!”  - Pero ¿qué mas podíamos hacer…?
Vivimos en medio de tanta inseguridad. Zozobra. ¡Esto es terrorífico!
Su esposa intervino para comentar…
- …A pocas cuadras y en un intervalo de media hora…Atracaron a otro
¡Qué venía solo! 
Desconozco si fue la misma banda que nos atracó a nosotros… -  La esposa calló unos instantes mientras su rostro se le ensombreció y luego como pensando en voz alta, me dijo…Cómo para finalizar… - No solamente nos robaron nuestras cosas materiales…Pero además nos raptaron nuestra tranquilidad. Ahora me siento en una indefensión y eso me llena de terror. Hemos perdido la paz.
Y a partir de ese momento…Vivimos en un trauma delirante. Con espasmos de terror.
…Y eso no tiene valor comercial…Es algo que solamente lo puede experimentar quiénes al igual que nosotros han sido robados. ¡Esto es una locura! – Hubo un momento de silencio, el marido la abrazó, y sus dos hijos se arremolinaron junto a sus padres y en silencio…Lloraron. Con esa especie de llanto, que muy pocos pueden comprender y asimilarlo como tal…
El jefe de esa clan familiar, me miró, pero en su forma de mirarme  comprendí que no era a mí a quién deseaba transmitir este mensaje…
- ¡Gracias a Dios! ¡Qué no tocaron ni a mi esposa, ni a mi hija…Y que no me dañaron a mi hijo!      
Qué vaina estamos padeciendo…Y me encuentro en situación de minusvalía…



















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016












                                     
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Narración amorosa...

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“Las narraciones de:
Bernardo”












“Papapa”









Es  un  hombre  cercano  al primer  centenario  de  vida.
Vigoroso  a  pesar  de  su  edad,  afirma  que  el  secreto  de  su  longevidad  es…
Beber  unas  copitas  de whisky.
Además  de  ejercitarse  día  a  día.
Es  fundador  junto  a  su  extinta  esposa: Mamama  de una  buena  prole,  que  hoy  en  día  lo  han hecho:  Bisabuelo.














- Papapa se encuentra perdido, no reconoce nada. Ni siquiera sus propias cosas. – Su hijo estaba muy angustiado.
No podía entrar a la casa de su viejo pues este le coloca unas trancas atravesadas a su puerta desde adentro, impidiendo que por fuera alguien  aunque las forzara, pueda entrar.
- ¡Hay que llamar a los bomberos! – Asomó Miguel   -su nieto-   su padre lo miró fijamente pero no atinó a responderle nada.
- ¿Tú crees…? – Le preguntó (Sopesando rigurosamente esta opinión.) pasaron  unos minutos en que trataron de forzar la puerta, pero sin resultado evidente.
El caso es que no pudieron entrar. Pero veían    -a través de una ventana-      al anciano roble, quién no parecía  darse cuenta de lo que afuera pasaba. Y por mas que lo llamaban, él parecía no estar allí.
- ¡Pero…! ¿Por qué no nos atiende? – Se preguntaba angustiado uno de sus bisnietos.
Absortos todos lo miraban sin atinar qué era lo que estaba ocurriendo…
Miraba como tratando de recordar en el sitio en donde se encontraba. Daba la impresión de que no reconocía nada, ni a nadie.
Ensimismado miraba todo y sin  ningún tipo de gesto de estar consciente de su entorno.
El tiempo pasaba y la angustia de sus familiares fue creciendo de forma exponencial.
- Papapa… ¿Me escuchas…? Ábreme la puerta para poder entrar… - El aludido comenzó a dar muestras de que estaba oyéndole, giró su cabeza lo mas lento posible y posó su mirada sobre la persona que lo procuraba.
Ningún tipo de gesto. Su mirada era lánguida.
Fija. Sin sentido alguno.
Pronto le llegó el otro hijo, acompañado por parte de su propia prole. Le comentaron todo lo que le estaba pasando a su progenitor.
- Papa… - Lo llamó el recién llegado. Pero él no daba muestra de ningún tipo de interés.
De repente se irguió sobre sus piernas oscilantes. Su cuerpo se bamboleaba sin sentido aparente.
Giró su cabeza por todos los ángulos.
…Era evidente que se encontraba dislocado.
Se llevó sus manos a su rostro, se frotó con parsimonia. Y luego se interesó por el grupo de personas que le estaban llamando.
Y por su forma de mirar, arqueando sus parpados, les preguntó…
- ¿Qué quieren?
- Papapa, ábrenos la puerta por favor… - Le suplicó su hijo mayor. Viró su mirada hacia uno de los jóvenes y dirigiéndose a él, le inquirió…
- ¿Quiénes son estos…?
- Papapa, somos tu familia. Aquí está mi padre, que es tu hijo, tu otro hijo y nosotros tus nietos, además de tus bisnietos.
- No los conozco. – Dijo de una forma terminante. Sus dos hijos se miraron sin pronunciar palabra alguna.
- Ábrenos Papapa, por favor… - Por la forma como su nieto le repetía su petición, hizo que se moviera y accediera a abrirles la puerta.
Asdrúbal su hijo mayor, junto a su hermano entraron y detrás  Miguel   -el nieto que él reconoció como tal-    y el resto, compuestos por sus bisnietos que allí se encontraban también.
- ¡Me hacen el favor…Y no se vayan a llevar nada que sea mío! – Les gritó en forma autoritaria.
- Papa… ¿No me reconoces? Soy Asdrúbal   tu hijo mayor. – Se le quedó mirando sin mostrar ningún tipo de interés.
- ¿No me reconoces…?
- No. – Fue la respuesta terminante.
- ¿Y a mí…? – Le preguntó su otro hijo.
- No. ¿Quiénes son ustedes…? – Le respondió molesto.
- ¿Y a quién reconoces de nosotros…? – Le volvió a preguntar su  hijo  mayor.
- A  Miguel – Dijo señalándolo. Él es el hijo de Asdrúbal, o sea su nieto mayor. Sus bisnietos se le colocaron enfrente, con la finalidad de que los reconociera como tal, y de pronto, en forma colérica acusó a uno de ellos y reclamándole lo siguiente…
- ¡Este carajito fue el que me robó todos mis interiores! – Todos quedaron estupefactos, porque días antes él lo había reconocido.
De repente se percataron de que sus ojos se le viraban de un lado a otro, cayendo sin sentido, pero gracias a la acción rápida de sus hijos, no cayó al piso. Corrieron y lo llevaron a la emergencia del hospital mas cercano.
Al rato, salió la enfermera y les informó sobre el estado de su familiar…
- El señor está muy descompensado.
Por orden del médico lo están  hidratando. Pronto se verá como nuevo.
Tengan paciencia y esperen a que los llamemos para que se lo lleven a su casa.
…Y así pasó.
A las pocas horas, retornaron con él.
Cuando entraron a su casa, Papapa comenzó a hablar con alguien…Pero a nadie veían.
Todos se quedaron en suspenso.
- …Está conversando con mi madre… - Concluyó el hijo mayor.
Y todos lo contemplaron como había cambiado de tono. Ahora se le veía mas alegre y resuelto. Y por su cuchicheo, se dieron cuenta de que estaba en una amena charla.
Todos callaron y esperaron.
Pronto lo escucharon que le estaba declamando los versos mas puros y elocuentes.
¡Qué elocuencia! ¡Qué inspirado estaba!
Se erguía sobre su propio cuerpo y luego descendía…Susurraba al oído de alguien y luego cerrando sus ojos se inspiraba y de él brotaban las mas dulces y bellas expresiones de ese Amor puro y celestial.
Todos trataron de encontrar a “ese” alguien…Pero no había nadie mas.
Todos fueron testigos silentes como se le declaraba con gestos y palabras muy hermosas cuya rima hacía presagiar los mejores sonetos amorosos.
- Mamama está con él… - Concluyó  Miguel, pero sin ver a su abuela (Qué había partido al mundo de Dios.)
- ¿Será que vino a buscarlo…? – Preguntó  Carlos, uno de sus bisnietos.
Pero fue acallado de forma inmediata.
- No. Vino a visitarlo, desde el cielo ha retornado para ver al amor de su vida.
…Yo lo sabía…Lo percibí…No lo dejaría solo…
(Porque ellos en vida se amaron con mucha intensidad…Fueron muchos los años que vivieron juntos…Se amaron de verdad.)
Y con toda seguridad vino para infundirle confianza…Para mostrarle el camino…Para recordarle que no está solo. ¡Ella está con él! – Dijo Alejandra, quién de inmediato con lágrimas en sus ojos comenzó a persignarse y a orar en silencio.
…Una sombra entre mezclada de alegría comprimida con un profundo pesar se esparció por todos los presentes.
¡Con ese dejo que inspira a los amores eternos!
…Su novia eterna ha venido en búsqueda de su noble poeta.
¡Su galán eterno! ¡El Amor de su vida!
Un manto que los envolvió y los inmovilizó a todos.
Y esa sensación tan fuerte y opresora, entre reír, llorar y explotar esas emociones tan condensadas al sentir que tanto su desaparecida Mamama, estaba con el único amor de su vida: Papapa…Los únicos fundadores de esta familia que durante varias décadas se han jurado el amor eterno y que por causas de la vida, se habían separado.
Pero ella ha vuelto para reafirmar esa unión que siempre han mantenido.
Quedó impregnado una sensación de vacío…
Papapa estaba extasiado…En su rostro arrugado, sus manos temblorosas, y en su sensibilidad repotenciada…Se dejaba seducir por su hada real…Por su única y fervorosa…
Todos enmudecidos estaban. Se podía hasta oír las suaves pisadas de las hormigas.
Un nuevo mundo se abría…
…Sus familiares estaban compungidos.



















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016        







                                                                                                                                     



                                     
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