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@Belbaltodano +BernardoEnriqueLópezBaltodano
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Vi pasar a don Carmelo, por mi vista contemplé estupefacto
una gama intensa de tantos lustros vividos por este noble anciano.
Pesadamente se desplazaba, apoyándose de las cercas que a su
lado estaban.
Con aquel esfuerzo que ya sus débiles piernas le podían
prodigar. Respirando con forzada marcha.
Con esa mirada lánguida, en el que no oculta la carencia
visual de la que hace gala.
-
¡Don Carmelo! ¡Don Carmelo! – Y pienso que a lo mejor
escuchó allá a lo lejano, quizás de alguna época de su remota existencia.
Y asumo que aunque haya escuchado un
silbido, o tal vez un eco…No le prestó
atención.
¿Y para qué…? …A lo sumo en su nublada y ya caduca mente,
habrá escuchado una bulla. O tal vez un susurro.
…Aunque ahora que lo analizo: Con
seguridad…Nada escuchó…
Recuerdo la última vez que nos vimos, estábamos
charlando en una esquina. Y como hacia tanto sol, le dije que nos pusiéramos debajo
de una sombra, en un portón metálico. Alto. De unos dos metros de altura. Y él,
se recostó del dichoso portón y este cedió deslizándose hacia un lado y de repente:
¡Un enorme perro nos salió atacando!
Dicho animal era de raza. Alto y
robusto. Y ladró y se nos acercó con la finalidad de atacarnos. De modernos.
De destruirnos, ya que nos consideró su
enemigo.
Instintivamente yo pegué un salto
atrás. Cuando me percaté de que mi vetusto amigo, se quedaba impávido.
Lo halé con toda la fuerza que pude…Tomando
en cuenta lo débil de su anatomía, intenté varias veces. Pero él, al igual que
yo mismo, estábamos aterrorizados por el inesperado ataque canino.
Y en una de esas, escuchamos otro ruido
dentro de esa propiedad.
Y en ese preciso instante, el viejo colérico
me increpó:
-
¡¡¿…Qué clase de
amigo sos vos…?
¡Qué me estás empujando? – Y en ese
momento se asomó el dueño y al comprobar que éramos nosotros, regañó a su cuadrúpedo
y lo metió dentro, cerrando tras de sí el portón.
Fue cuando el don me miró y se echó a reír…Terminamos
la faena muertos de la risa.
Feliz de verlo como se agarraba la
panza y se carcajeaba mofándose de mí…Y yo de él…
Pero hoy, después de estos recuerdos…Asumo
que el reloj biológico de este don, ya está dando muchas muestras de cansancio.
-
¿Y para qué quiero
seguir viviendo, ah…? – Me golpea ese recuerdo. Quizás porque en ese señor veo
a quién en vida fue mi padre. Y recuerdos acuosos inundan mi ser.
Cuando yo salía con mi viejo allá, en
aquel plácido pueblito llamado: La Victoria, en el estado Aragua.
Cuando salíamos a Maracay -“La ciudad Jardín de Venezuela”- la hermosísima
capital del estado Aragua.
Mi viejo acudía a todas las plaza
Bolívar del centro del país.
A la de Turmero. La de Cagua.
A la plaza Bolívar de Maracay.
La de: Valencia, la bella capital del
estado Carabobo.
A la plaza Bolívar de Caracas la
capital de Venezuela.
Fueron muchas las vivencias que mantuve
con mi anciano padre.
A él le fascinaba andar en buses,
recorriendo todos los pueblos de esa Venezuela tan enorme y vasta, tanto en
tierras como en la humanidad de sus gentes.
…Y bueno…Será que don Carmelo al verlo,
contemplarlo con ese su carácter tan jovial. Tan luchador, tan audaz.
Me retrotraiga a aquella época en que
yo, siendo un chavalo andaba siempre detrás de mi viejo.
…Son recuerdos que hoy me causan mucha
alegría, regocijo y tristezas.
Ojalá don Carmelo dure un poco mas. ¿Cuánto?
No depende de mí.
…Pero si fuera por él…
-
Ya no quiero seguir
viviendo mas. ¿Y para qué? Ya mis piernitas no me quieren servir mas. Ya estoy
muy viejo. No vale la pena seguir viviendo… - Y cuando le escuché hablar así…Comprendí…
Asumí muchas cosas. ¿Cuáles…?
El vivir mucho tiempo, cómo que causa cansancio. Hastío.
Una vez le pregunté:
-
¿Qué piensa de la
muerte…? – Y él, a pesar de que escuchó muy bien mi pregunta, sentado en la
sala de mi casa.
Alzó su cabeza y se quedó mirando
alelado a alguna parte del techo.
Y no me respondió. Miré que escurría
responder.
Luego…Bajó su cabeza y sin mirarme un
solo instante me dijo, mirando hacia la puerta de salida…
-
Quiero largarme Besnaldo…
- Y se levantó.
Prácticamente abrió él mismo la puerta
y sin decirme nada mas…Se largó…Me quedé absorto.
No supe ni qué decirle, y ni siquiera
se despidió…Se fue. Sencillamente eso.
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