Y ahora...




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-         Te soy sincera mi amorcito, desde que te conocí…Mi vida cambió radicalmente. – María elevó sus ojos al cielo, mientras suspiraba y se llenaba de valor para expresar sus sentimientos a Raúl, que la escuchaba con mucha atención.
Ella, lo miraba y en esta acción intentaba  abarcar el cielo con la tierra, tomó aire de nuevo y en uno de sus gestos de impotencia para expresarse mejor,  le agregó…
-         Mira es algo que no sé cómo explicártelo, ¡pero créeme, es así como te lo digo! ¿Te recuerdas cuando nos conocimos…? – Él pareció no recordar  y se quedó en sus recuerdos, pero ella muy presta le agregó en el acto…(Y para no perder tiempo alguno)
-         Tú tenías la camisa blanca con rayas azules. De manga larga. Ibas muy sereno cuando te divisé. ¡Mira y aquí en mi corazón se me clavó esa flechita que me volvió loca! – Él se sonrió    -pues con precisión tan milimétrica, no se acordaba-    pero trató de disimularlo.
Mientras en su efervescencia, la enamorada le declaraba su amor.
Se le acurrucó a su pecho con suma ternura, mientras le decía al oído unas palabras preñadas de amor.
Ambos se sonrojaron y se prodigaron múltiples caricias amorosas.
-         …No sé qué es lo que me hizo perder la cabeza contigo…Pero te amo.
Y lamento profundamente lo que le estoy haciendo a mi propio marido.
¡Él no se lo merece!  …Pero es que no está en mí…Me da lástima serle infiel. Pero… ¿Por qué tuviste que aparecer en mi vida…? – Él aludido la miraba y en señas le quiso decir: “¿Qué te puedo decir yo…? Son cosas que pasan.”
-         Pero es que a quién amo en verdad ¡es a ti! Nunca antes le había sido infiel. ¡Te lo juro! Llevo veinte y ocho años de casados. Nunca.
Jamás por mi mente me pasó hacerle esto.
…Pero apareciste tú…Y en verdad: ¡No me arrepiento!
Es mas, si tú quieres…Te divorcias de tu mujer y yo de mi marido y nos vamos a vivir aparte. Solos los dos. Bien lejos.
En un sitio en que nadie nos conozca. Para que podamos ser: ¡Felices! ¿No te parece…? – Por la forma como él se le quedó mirando…Su camino se le comenzaba a complicar.
Porque: ¿Cómo podía él abandonar a su esposa e hijos…?
“Debe estar loca esta mujer”- Pensó mientras trataba de que sus pensamientos no se le enredaran con lo que iba a pronunciar.
Pero era evidente…Que su mundo se le había dislocado.
Pues comprobó que su amada, le hablaba en serio.
Mejor dicho; que su propuesta iba en serio.
Y esto no estaba en sus planes.
No obstante prefirió callar, mientras resistía la mirada inquisidora de la fémina que tenía enfrente.
Una cosa es tener unas salidas furtivas…
Y otra diametralmente opuesta es: Romper con su matrimonio.
No. No era lo mejor.
Y en el acto, comenzó a analizar este punto.
No conocía al marido de esta mujer, pero se imaginaba que sería celoso. ¿Y cómo lo tomaría él…?
Con toda seguridad que buscaría al hombre que le desgració su hogar y que le arrebató a su mujer de toda su vida.
Estas son cosas…Muy delicada.
Por lo que comenzó a moverse y a hacerle señas, de que aguardara…Qué ya le hablaría…
-         …Espera mi amorcito…Espera.
Recuerda que tú tienes un hogar muy estable.
Cómo yo también lo tengo.
Y en verdad: Me agarraste fuera de sitio.
…En principio…No creo que sería lo mejor.
Recuerda que tus hijos te idolatran.
Y qué jamás te perdonarían el que los abandonases y te fueras con un desconocido. Quizás hasta le de un infarto a ese pobre hombre.
Pienso que…No debemos actuar a la ligera.

¿No te parece…? – Ella no parecía entender, y lo miraba con sus grandes ojos, y en esta ocasión denotaban tristeza.
Bajó su cabeza, su larga cabellera se esparció en medio de sus hombros.
Y se quedó sin habla.
Lentamente se fue levantando de la cama en la que unos instantes anteriores se expresaban en sus carnes esa vivacidad de su intenso fogueo.
Sin decir  palabra  alguna, comenzó a buscar su ropa interior y comenzó a vestirse.
Ya ambos no se buscaban.
Había habido un intenso choque y ambos lo habían percibido así.
-         Creo que no debí decirte eso…Fue un pensamiento que expresé en voz alta. ¡Mejor dicho: Un deseo reprimido…Que ya no puedo ni quiero cejar en ello! Porque te amo de verdad y te quiero para mí.
Y me muero de celos al pensar que tú mujer está contigo…Y yo con otro. ¡Y no es justo! No es justo… - Sus últimas palabras sonaron como si el viento se hubiese expresado. Una fiera quietud se asomó…
Fue un aliento, una ilusión, que ya no podía ser tal.
Y esto la entristeció mas aun.
…Y él, cuenta de esto se dio…Solo que no le convino, acceder a su petición. Ahora era él quién le bajaba su propia cabeza, mientras ella se seguía vistiendo. Lentamente. Y era que en verdad, no quería partir.
¡Ansiaba seguir con ese amor…Qué tanto la hacía sufrir!
-         Mira, es un hecho cierto, que cuando nos conocimos: ¡Tú ya eras casada! Y yo también. Ambos lo supimos desde un principio.
…Y lo aceptaste. Al igual que yo mismo.
No te engañé, como tampoco tú a mí. Y en eso hemos estado claros. ¿Ok? – Él se le plantó enfrente, mientras le acariciaba su cabellera.
Ella asintió en completo silencio. Sin levantar sus hermosos ojos.
-         Eso es cierto. Perdóname. Ambos lo supimos desde un principio.
Pero es que…Me enamoré  de ti. Y no puedo controlarme.
Solo quiero estar contigo. Y ya no quiero seguir así.
Me gustaría dormir contigo. Ser tuya. De nadie mas.
Es mas, cuando mi esposo me busca, siento un deseo instantáneo de rechazarlo. No quiero ser de mas nadie: Solo de ti.
¿No me entiendes…?
¡Me siento sucia! Y quiero redimirme.
Me enamoré locamente de ti… ¡Fue un amor a primera vista!
Y nadie me va a quitar esa idea de mi cabeza. Pero te entiendo.
No lo acepto. Tan solo, lo voy a dejar pasar… - Ya se encontraba lista para irse. Y así se lo hizo saber, desde la puerta de esa habitación.
-         Tú serás mío, cómo yo soy solamente de ti. No lo olvides amor de mi vida. – Volvió a él, lo besó con intensidad  y luego haciéndole un mohín, fue a la puerta, la abrió.
La luz de ese día se coló al interior de ese cuarto y de inmediato la cerró. Y se esfumó.
Las sombras volvieron a su alrededor.
Un silencio se posesionó de ese lugar.
Y allí sentado se quedó ese hombre…Muy ausente…Preocupado.
-         ¿Y ahora…? – Se preguntó receloso. - …Y ahora… - Una sombra de sentimientos y de dudas se esparció a su alrededor…
-         …Esto no me gusta… - Se dijo a sí mismo, mientras sus pensamientos huían espantados…



 



















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