Bernardo Enrique López Baltodano
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+Bernardo
Enrique López Baltodano
“Relato
corto lleno de: Amor”
#belbaltodano #belbaltodanonarrando @belbaltodano
#BernardoCuenta
“Bernardo cuenta…”
“Porque
en el
viento se esfuma
y
se gesta muchas de nuestras ilusiones
cómo
también…Desilusiones…”
En la medida que voy caminando por estas calles se me van
acumulando una cantidad considerable de viejos recuerdos.
Unos son de mi agrado y otros son “un tanto” ácidos.
Ellos llegan y refrescan mis alicientes.
Y entre tantos (y recurrentes escenas) que me hacen suspirar y me retornan con un enorme
placer a esos mis años juveniles y sin darme cuenta…
¡Me veo a mí mismo, tal como era en aquellos tiempos tan divinos para mí!
‘En piloto automático’ sigo en mi recorrido y en apariencia
sigo con rigor todo cuanto acontece a mi alrededor, pero en mi mente comienzo
con ese fragor, con esa intensidad que me embelesa y me somete a hundirme en
tan agradables momentos…
“En ese entonces tendría unos…Doce años.
¡Mis primeros años de existencia!
Llegan mis amiguitos de ese entonces y me comienzan a
invitar y hasta a empujar, para que a toda velocidad vayamos al terreno -cerca de mi casa- ya que hay muchos vientos y que por su
impetuosidad, nos daba la oportunidad de poder elevar: Petacas, cometas, papagallos.
Emocionado les alego…
- ¡Pero yo no tengo nada de eso! – A lo que sin darle
importancia alguna me dijeron…
- No importa. Pídele a tus padres dinero y nos vamos a la
tienda a comprar: papel, pega y el cordel para amarrar y poder elevar.
- ¿Y cómo se hace “eso”? – Les pregunto asombrado.
- Nosotros te enseñamos. – Me dijeron con la mayor
tranquilidad posible. Tanto así, que me vi precisado a acudir a mis viejos.
…Pero como mi viejo: ¡Nunca tenía dinero! No me quedó mas
remedio que agarrar betún, un trapo sucio y un cepillo para lustrar zapatos.
Y me tocó salir a trabajar…Pero con la frustración de mis
añitos, me tocaba contemplar al resto de mis compañeros como acudían a ese
bendito terreno y los contemplaba con el asombro necesario…
Veía como decenas y decenas salían con esa alegría tan
espontanea.
Con esa emoción. Observaba como reían. Como discutían entre
ellos para proclamar cuál era el mejor. ¡Cuál era el mas grande y vistoso!
…Mientras yo resabiaba… ¿Por qué mi viejo nunca tenía
dinero para satisfacer a su hijito…? ¡Nunca lo entendí!
Y no era que “estábamos pasando hambre” sino que cuando me
tocaba pedirle algún dinerillo…Para mis gastos en la escuela o para comer
alguna cosa en el camino.
Y siempre que le pedía, me respondía igual: “No tengo”
…Y pensaba yo: ¿Cómo podría yo convencer a alguna chica que
se fijara en mí…A este cristiano tan pobre…?
Y me daba mucha cólera y le reclamaba yo…
- Tú eres culpable si no logro casarme.
- ¿Y yo…Por qué? – Me respondía haciéndome las mismas
preguntas, mientras lo veía como se moría de la risa. (¡Me daba mucho coraje!)
- ¿Y qué muchacha se va a fijar en un pobretón, como yo…? –
Y le reclamaba que él y solamente él, era el culpable que a las horas de los
recreos…Me tenía que apartar: ¡Pues nunca llevaba ni un céntimo en mis
bolsillos!
En cambio veía con mucha rabia como mis compañeros,
invitaban a sus chicas y les brindaban refrescos o golosinas… ¿Y yo…?
Escondido. Apartado.
Bueno, me veía fajado cepillando, quitándole el barro y el
polvo del camino a esos zapatos apestosos…Pero que debía hacerlo: ¡Claro si
quería darme ‘el lujo’ de poder elevar mi papagallo!
Volvió a mi mente el momento en que le reclamaba airado a mi
padre y él riéndose de mi impotencia me decía con la mayor de las
tranquilidades…
- Pues sal a trabajar. Para que te des ‘tus gustitos’ – Y
en aquel entonces me parecía cruel y despiadado. Colérico me marchaba.
- “¡Qué viejo tan agarrado!” – Decía mientras lo dejaba
atrás.
- ¿Qué me dijiste? – Me reclamaba muy enojado, a lo cual le
respondía…
- No he dicho nada. – Le aseguraba muy asustado, pero
mentalmente seguía en mis reconcomios. (¡Ah que viejo el que me tuvo que tocar
a mí! ¿Y por qué a mí…Precisamente…?)
- ¡Ah me pareció haberte oído algo…! – Lo veía burlándose
de mis angustias.
(Claro en esta época tan actual, ya entendí el porqué de su
actuación para conmigo.)
Y en cuanto pude limpiar unos cuantos calzados, logré
reunir el dinero suficiente. Pero claro está, el tiempo corría y mis cuates me
reclamaban…
- Para cuando logres reunir el dinero…Se van a ir los
ventarrones.
- ¿Y qué hago? Nadie me va a fiar nada. ¡Tengo que pagar
mis cosas!
- ¿Y por qué no le pides a tu papa…?
- Me dice que no tiene.
- Qué raro. Siempre lo vemos llegar a tu casa con bolsas y
cajas de comida. ¿Será que no confía en ti…?
- ¡Será! – Mientras tanto seguía caminando y buscando con
desesperación el dinero que me hacía falta.
¡Qué de momentos! Qué de instancias tuve que recurrir…Pero
a la final cuando lograba reunir…Apenas quedaban “algunos días mas de vientos”
¿Qué mas podía hacer…?
¡Pero lo lograba! ¡Al fin, buscaba a mis panas de aquella
época y los apremiaba para poder construir mi petaca!
Le puse hojillas al final de su cola… (¡Qué malo era!)
¡Para tumbar a mis adversarios!
…Y cuanto disfrutaba cuando lograba ‘tumbarle’ a uno de mis
adversarios…
¡Qué placer! El ver como corría con esa desesperación para
recuperar su…Papagallo. (Y estos salían corriendo en su búsqueda… ¡Porque si
llegaban sin esto…Los castigaban!)
Amanecía primero que los demás. Y para cuando ellos
llegaban, yo ya tenía ‘rato’ disfrutando de tan agradable placer.
Es muy beneficioso
-para mí- sumergirme en tan elocuentes instantes. El
verme emocionado. Ilusionado en participar en esas delicias tan infantiles…Pero
que me regocijan.
Me fortalecen…En medio de estos tiempos tan difíciles.
…Bueno esto forma parte de mi bagaje. De mi existencia.
Hoy en día…Me recrean. Rellenan esta existencia, y me hacen
recordar que estas vivencias robustecen mi existir.
¡Son mis recuerdos y los atesoro a plenitud!
¿…A quién no?
Dígame amigo(a) ¿a quién no le satisface recrearse en sus
recuerdos infantiles o juveniles…?
Es un bagaje de satisfacciones. Un caudal de ilusiones.
Una caja fuerte que al momento de abrirla…
Nos salpica ese caudal inmenso e intenso de ensoñaciones ya
pasadas…Pero que nos refrescan en la actualidad.
…y ¿qué sería de nuestras existencias? Si no tenemos esa
facultad de retornar a tan entrañables sueños… ¿Estamos de acuerdo?
Me sentiría muy agraciado si podría leer algunos
comentarios, en donde, por ejemplo:
Aquel noviecito (o noviecita), travesuras de nuestra
infancia…
En fin…Cualquier recuerdo es importante.
¡Saludos!
© Bernardo Enrique López Baltodano 2017
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