Algo tendré que hacer




                                       -Rayo del Catatumbo...En: Maracaibo - Venezuela-












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-         Tengo esa extraña sensación de que haga lo que haga…No voy a cambiar las cosas. Y es curioso, puesto que por lo que estoy viendo, oyendo y hasta sintiendo: ¡Así lo compruebo! – Su forma de exponer era muy dubitativa. Dando siempre esa curiosa impresión de que no estaba dispuesto a colocar una palabra de mas o que ocasionase que lo mal interpretaran.
Miguel lo observaba, mientras  José meditaba, y esto se debía a que estaban en su casa, y estaban conscientes de que este matrimonio, tenían y mantienen muchas diferencias…
No obstante, Juana (su esposa) que también estaba presente, le inquirió con esa su forma de ver todo cuanto se le enfrentase y alegó…
-         Estás muy filosófico maridito mío,  Andresito de mi vida... – Guardó silencio, ya que estaba al golpe y cuida, y corroborando la actitud del ya nombrado, y de inmediato le agregó…
-         ¿La verdad, verdad? No entiendo: ¡Ni jota!
-         Y… ¿Qué es lo que no entiendes mujer? – Le respondió con cansancio, mientras ella gesticulaba con su rostro, sin mirarlo.
-         Qué no te entiendo: ¡Nada nadita de nada! ¿Qué es lo que te angustia ahora…? – Los presentes guardaron prudente silencio.
Conocían muy bien sus desavenencias,  y esto podría ser el inicio de otra guerra termo nuclear. Por lo que se mantuvieron a la expectativa.
Andrés percibió este sentir. Miró de soslayo a cada uno de los presentes y les hizo un gesto mímico a ellos…Los aludidos sonrieron.
-         …Me estoy refiriendo a la actual situación política en nuestro país.
(Y aunque tú seas: “Devota” de todo esto… ¡Pero yo NO!!!)
 Y alegaba que…Llega un momento en que: “Hagas lo que hagas…No vas a cambiar nada”  Tan solo eso, fue lo que quise expresar. (¿Te gustó o no…?)
-         Dime: ¿Qué te falta? Comida acaso…Porque déjame decir: Aquí todos comemos…Y comemos bien. Quizás no tanto. Pero comemos.
-         Bueno es público y notorio que lo que antes ganaba me alcanzaba hasta mas de un mes. Y podía comprar: Comida, medicinas, ropa, pan…Salir a comer una o dos veces por semana fuera, en la calle.
Podía planificar un viaje. Ir al cine, caminar y hasta comprar todo lo que mi bolsillo me lo permitía…Pero es que ahora…
-         Volvemos a lo mismo… - Giró sus ojos hasta cubrir los trescientos sesenta y cinco grados, para luego hacer una especie de retorno, y casi en el acto, continuó así: - Pero estás comiendo… ¿O no?
-         He rebajado unos veinte kilos de peso…
-         ¿…Y eso es malo…? – Ella lo miraba con una mirada medio cómica, haciendo que el hombre se sintiera molesto.
Hizo un gesto de fastidio mirando a sus compañeros, mientras ella seguía en su exposición alegremente…
-         Yo te veo: ¡Hasta mas guapo!! Mira ya no tienes ese grasero, fofo como estabas y  que afeaban tu físico. Y eso es muy bueno. – Él se le quedó mirando fijamente y le dijo lo siguiente…
-         En efecto: Ha sido muy beneficioso. Pero ¿A qué precio?
-         Al precio que sea: ¡Te ha sido benéfico! Hasta a mí me ha caído muy bien. Yo también he bajado de peso. Y déjame decirte que me ha sido mucho provecho. Ya puedo ponerme ropa que ya había considerado que tendría que regalarla, pero que ya las estoy utilizando de nuevo.
-         ¿Y tú? Que le ves “bueno” a  todo lo que en el día de hoy: No tenemos; te pregunto…
-         Ajá… -  En las comisuras de sus labios  pintados  de rojo se le marcaba una tenue sorna…
-          ¿Y esa cantidad indeterminada de personas que no tienen nada para comer…Qué les puedes decir…?  Que hay que seguir respetando “tu revolución” que nos ha puesto de mendigos por doquier…– Ella no le respondió en el acto, y lo que hizo fue bailar una especie de danzón, mientras analizaba lo que le iba a responder, y luego de dar unas vueltas, se volvió  y le espetó…
-         Algo comerán. (Además: Eso no tiene ningún tipo de importancia.) Lo único que te debe importar es que tú esposa y tus hijos…Coman. Es todo. Lo demás…No me interesa. ¿Ok?  
Nadie se va a morir de hambre en esta vida.
Hasta los pajaritos en la naturaleza…Algo encuentran para comer. Qué trabajen.     Qué busquen.
¿Total? El que busca…Encuentra. – Terminó su última frase muy segura de lo que decía. Esto produjo un hondo quiebre entre todos los presentes. Ella intentó minimizar…Pero ya era tarde.
Uno de los presentes, le hizo señas de que quería intervenir y ella se hizo a un lado.
-         Creo…Juanita…Que estás equivocada…Y me perdonas que intervenga en esta conversación: ¡Que es de ustedes dos! 
…Pero…Creo que ya perdiste la sindéresis…Digo yo. – José creyó conveniente intervenir… - Ella hizo un gesto imprevisto para responderle en el acto, pero prefirió callar.
Masticó sus palabras en lo mas intimo de su ser. Bajó la cabeza. Movía sus manos en forma imperfecta, denotando su malestar…Pero no emitió sonido gutural conocido.
-         Me horroriza escuchar estas palabras…Y ¿Qué vengan de ti…?
Algo malo está pasando. No conocía esa forma de ver las cosas.
Discúlpame…Pero he quedado: Horrorizado. – Ella giró su cuerpo hasta colocarse enfrente de esta persona y señalándolo pomposamente, agregó…
-         ¿Te ofende que sea yo la que diga esto…? Cuanto lo lamento.
Pero así es la vida. ¡No hay otra interpretación!
Y la Ley de la Naturaleza es muy clara: “Sobrevive el mas apto”
¡Tan sencillo como esto! (Y si te molesta: ¡Cuánto lo siento! Pero de que es así… ¡Es así!  Así que ve ¡bajándote de esa nube, querido amigo!) – Y dando por concluida su intervención, dio la media vuelta y se marchó.
Todos quedaron silenciosos. Sin saber qué hacer.
Su marido, bajó su cabeza, pero no agregó palabra alguna.
En su rostro se evidenciaba su tormento interno.  
-         Cuando la política se mete debajo de las cobijas… - Vaticinó Miguel, tratando en lo posible, no ofender a nadie.
Andrés seguía sumido en sus intimidades, y ante su silencio, continuó Miguel…
-         Es muy feo. Hay cosas que siempre deben ser respetadas y el matrimonio es uno de ellos. – José asintió y tomó la palabra…
-         Realmente esto no deberías permitirlo, amigo mío. ¡Y lamento mucho que estés en medio de semejante drama! – Andrés levantó su rostro y parafraseó…
-         Y esto es un abre boca. He mantenido con esta señora un verdadero ring de boxeo. Ya no hay paz entre nosotros.
…Esto no es vida… - Concluyó pronunciando casi en susurro.
-         Esto es un martirio…
-         Tú lo has dicho José. Muy sabias tus palabras. – Reconoció el marido.  - …Algo tendré que hacer… - Lo que dijo,  no fue para ellos…Fue como una reflexión muy intima…Sólo para él.
Y se volvió a hundir  de nuevo en sus profundidades tumultuosas en las que últimamente se mantenía  naufragando…











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Fui al hospital público, ya que me habían informado que un amigo estaba hospitalizado allí. En cuanto me lo informaron; pensé: “Pobrecillo. Venir a caer enfermo en estos momentos tan bestiales. Ya que es conocido por todos, que no tienen ni gasa, ni agua oxigenada. ¡Nada!
Los políticos se lo han llevado todo. Son unos depredadores del Erario Público. Se llenan los bolsillos. Y nos dejan a todos en el estero.
¡Qué lástima!” -  E iba lamentando en todo el camino.
-         ¡Qué maluco es ser pobre en este  país que lo tratan de meter al comunismo!  …Es muy triste… - Rezongaba conmigo mismo, ya que no es prudente hacerlo con mas nadie. Hay que cuidarse…
(He conocido muchos casos en los que los familiares hasta han tenido que caer en manos de los prestamista     -¡Empeñando hasta su casa!-    para poder hacerle frente a todo cuanto medicamentos es requerido.
Pero… ¿Qué puedo hacer? ¡Solamente lamentarme! Amargarme al ver cómo todos en este inmenso país…Nos están devorando.)
Pero: ¿qué podía hacer…? Total. Todos estamos “pasando aceite” como esos carros viejitos, cuyo aceite es quemado al instante, dejando botes de ese apestoso liquido maloliente y apestoso  en todo sitio en que lo estacionen.
Logré entrar. Y en verdad: El espectáculo es muy deprimente. Desolador.
Sigo insistiendo mentalmente lo mismo: ¿Cómo puede un país: ¡Tan rico en riquezas naturales! ¡Tan hermoso! Con playas exquisitas. Con una población tan trabajadora y decente…Y venir a caer en “esto”…?
Contemplo todo al ir transitando por las distintas dependencias hospitalarias y en verdad: ¡Lo que me provoca es…Ponerme a llorar!
A berrear como si fuese un ternero. ¡No puede ser posible! 
…Pero es lo que estoy presenciando.
Pareciera que en vez de ser un instituto hospitalario en tiempos de paz…Lo hubiesen transformado en una “Tienda de campaña en tiempos de guerra”
Pero esta es la realidad con la que todos nosotros, los que no estamos enchufados, ni pertenecemos a este gobierno déspota y corrupto.
(¡Gracias a Dios, que ni siquiera tengo trato con ninguno de ellos! ¡Ni los conozco, como tampoco pretendo ir a conocerlos!  …Por sus frutos los conoceréis…Y estos son frutos de su “Revolución bonita”)
Trato de no seguir mirando mi entorno…Porque me entristece mucho presenciar todo esto.
…Pero he de hacer “tripas corazón” o algo parecido…
En eso escucho a un hombre muy delgado, de tez blanca   -pero quemado por este sol muy tropical, por cierto-   que insistentemente reclama mi atención. Lo veo que está en una situación muy deplorable.
Veo que no se suelta sus manos de su estomago flácido. Pero manchado en un color ya negruzco   -asumo que es su propia sangre-    pues lo veo que se está desangrando.
-         Por el Amor a Dios…Ayúdeme… - Escucho su voz muy quebrada. Suplicante y expectante. Acudo a él   -Pero yo no soy Médico-  Me digo a mi mismo. Pero aun así…Me acerco.
-         Señor…Ayúdeme. Por el Amor a Dios. Qué alguien se conduele de este pobre hombre. – Ya estoy a su lado, y sin quererlo me mancha con su sangre.
-         Señor. Yo soy venezolano. Nacido y criado aquí. – Estaba ansioso porque alguien le escuchase, aunque ninguno de los internos, pareciera condolerse de ese espectáculo tan deprimente.
Me armé del valor necesario y estuve presto, aunque sea para escucharlo y no sé…
(¡Qué impotencia tan enorme! Entiendo y sufro con su dolor, pero ¿Qué puedo hacer yo…?)
-         Yo no soy un mendigo. Soy un Padre de familia. Que caí en la desgracia.
Perdí mi empleo, ¿y sabe por qué? Porque fui a comprar la leche de mi menor hija, ¡de apenas seis meses de edad!
Y resulta que los bandidos, esos desgraciados, ¡le habían echado cal!
¿Usted sabe eso?  ¡Cal! La cal que se utiliza para albañilería.
Esos muertos de hambre, le echaron eso. ¡Desgraciados! ¡Malditos!
No les interesa la salud de nadie. Solo les interesa llenarse sus bolsillos a costa del pueblo. No somos nada señor.
Y mi esposa le hizo su teterito y se lo dio.
¿Y qué íbamos a saber que llevaba ese veneno?
Y a partir de esto…Comenzó mi desgracia.
He tenido que hipotecar mi rancho, vender mi casa.
¡Regalar prácticamente todo lo que tenía…!
Para recibir una tontería para poder hacerle frente a tantos medicamentos. Esto no es vida, señor. Y me disculpa que le esté contando mis problemas. Pero aquí nadie se conduele de mí.
¿Y sabe el por qué?  …Porque ya no tengo dinero…Por eso. – Hizo un silencio prolongado. Pienso que los dolores lo tienen atenazado.
Pobrecito este Padre de familia.
¡Qué situación la que estamos padeciendo todos!
(Soy sincero: ¡Mi deseo era salir: Volando. Esfumarme de ese antro de pobreza y de tristezas!  …Pero era que me sujetaba como si yo le representase a él, su tabla de salvación. ¡Vaya “tabla de salvación: Yo!)
Ya toda mi ropa estaba contaminada con su sangre.
Por primera vez en mi vida, me veo en este vía crucis.
Los minutos sobrepasaban en medio de la crudeza humana.
Imbuido en tanta miseria humana. En la mayor de las degradaciones que humano alguno…Se ve sometido a caer…
-         Pero esto debo resolverlo yo mismo. Yo no puedo aumentar las desgracias a mi señora. ¡Pobrecita ella!  …Pero me han herido de gravedad…Ya mis fuerzas me fallan. Mi visión se me está nublando.
¿Sabe por qué estoy así…Herido…Agonizando ya…? – Con mucho dolor intenté responderle. Pero era que mi corazón lo tenía hecho añicos.
¡No supe, ni pude articular palabra alguna…Ni siquiera un suspiro!
-         Me he dado a la tarea de estar mendigando.
De montarme en los buses, en todos los que me consigo en la calle. Para contarles mi drama. Para que me ayuden…Con un bolívar aunque sea…Y cuando me bajé de un autobús…Unos asesinos. Me siguieron.
Me despojaron de todo el dinero que había logrado reunir.
Y como les presenté resistencia. Me apuñalaron. Una y otra vez.
Me han matado amigo. Me han quitado la oportunidad de poder seguir ayudando a mi hija y a mi esposa.
…Y ahora… ¿Qué puedo hacer…? Voy a morir, desangrado. Sólo. Triste. ¡Gracias a Dios que me ha enviado a uno de sus ángeles!
¡Ayúdeme! – Le escuchaba su ya menguada voz pidiéndome auxilio.
Y yo gritaba: ¡Enfermera! ¡Enfermero! ¡Doctor! ¡Auxilio!
Pero al igual que al agonizante ser…A mí tampoco me escuchaban.
…Del resto…Ya no puedo seguir…
En mis brazos quedó…














   









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-      Ciertamente. Hay muchas cosas en este mundo que no llego a entender  (Y al parecer: ¡Me iré! sin poder asimilar muchas cosas que pasan o están por pasar…) – Emilio terminó sus últimas silabas, tomó aire   -¡Con esa sensación de que no había podido expresar todo cuanto ansiaba hacerlo!-   Juan que ya lo conocía, así lo asimiló. Pero calló.
Y quizás fue lo mejor, porque: ¿Quién era él para interpretar lo que su amigo, no quiso o no pudo decir?
-      Por ejemplo: ¿Qué es lo que está aconteciendo en Venezuela?
Sabemos apenas, lo que se ve. (Los guisos de los políticos: ¿Cómo podemos saberlo?)
¡Pero muy lejos estamos de la cantidad de marramuncias que están subyacentes! Recuerda querido amigo; que nosotros a los que nos endilgan: “pata en el piso” ¡no tenemos derecho a nada!
Y los políticos (Porque los hay con uniformes militares, policiales, ¡además de los ya tradicionales…!)
Lejos estamos nosotros de las realidades que esa gente maneja. Tan sólo vemos, alguna que otra cosa. (Sólo cuando a ellos “les interesa” que nosotros sepamos: Algo.)
Por ejemplo: Ayer  -nada mas-   estuve en el mercado periférico y me llamó la atención; que últimamente he estado viendo carnicerías que se han mantenido cerradas.
Y le pregunté a uno de los carniceros    -de los negocios aledaños-    ¿Qué pasa con esa carnicería que está cerrada?
Y el tipo estaba pasando una tarjeta de debito por el teléfono, se me quedó mirando y me respondió: “Están de vacaciones” Le comenté: ¿Vacaciones? ¿Y de cuando acá, se van de vacaciones? Ya llevan mas de dos semanas cerrados.
Hizo como si no me hubiese escuchado y se distrajo en otra cosa. Y yo, esperándolo. ¡Y cuando se percató de que seguía en espera! Me volvió a mirar y me dijo: “¿Quieres la verdad?
Bueno, claro que sí. – Le aseguré y mirando a todos lados, me dijo casi en susurro: “Ya se están largando del país. Aseguran que ya no pueden seguir vendiendo” – Calló.
Tomó aire y mirando a todas partes, como para cerciorarse de que nadie lo estuviese oyendo, me agregó    -en mucho sigilo-   ¡Estamos esperando a los Guardias! Cómo ya no les estamos dando nada.
Nos amenazan con que van a pasar “raqueta” ¡a todos los comerciantes que trabajamos aquí! - ¿Cómo así? – Le pregunté algo molesto.
Y él me respondió: ¿Y por qué crees que se están yendo de este país? Ya esto no se aguanta. ¡Este país se lo llevó el diablo! – Y se dedicó a seguir en lo suyo.
Yo me alejé y comencé a darme cuenta: ¡Y es cierto!
(Compañero cuando uno comienza a ver este tipo de cosas…)
Ya se está sintiendo esa especie de desidia. De desazón…
Y es que cuando tú entras a un centro comercial (Que ya se está viendo lo mismo) o un mercado popular y comienzas a ver negocios trancados…Es porque algo muy perverso se está gestando.
Algo muy malo y fraudulento se nos está viniendo encima.
(Y es que cómo nosotros estamos viviendo esto, el día a día, quizás no nos percatamos de la dimensión real.)
Juan se quedó pensativo y analizó lo siguiente:
“Eso cómo que es muy cierto. Pero como nosotros somos los que estamos padeciendo esto…No nos damos cuenta.
Y ¿Por qué será esto? Pues la lógica nos indica que viviendo esto desde “un primer plano” ¡pues con mas vera, que seamos los primeros en percibirlo…Pero al parecer: No es así!”
Y tosiendo un poco, le hizo señas y arrancó con su exposición:
-      Hoy estuve en la mañana por la av. 5 de Julio, aquí en Maracaibo y estoy parado en una esquina, esperando el bus.
Cuando veo a una mujer que se para y le pregunta a unos tipos en un establecimiento comercial, a unos quince metros de donde me encontraba. Y cuando la veo, ella está al lado mío y me dice: “¡Qué de cosas están pasando aquí! Me detuve en ese negocio, porque me urge hablar con uno de sus dueños y le pregunté al señor, por él y me dijo: Ya ellos se fueron. Nos dejaron este negocio a nosotros. (Y le pregunté: ¿Para dónde se fueron?) Y me respondió: Fuera del país Parece que esa es la nueva moda. Se van y dejan el negocio al cuido de otros.”
Y me quedé pensando: “Así estarán las cosas de grave. ¡Bueno! Nos quedaremos…Los que no nos podemos ir. ¡Qué vaina!”
Y los dos amigos guardaron un silencio. Pendientes siempre de que mas nadie los oyera.
…Y es que la situación (Tal cual se presenta: De delicada) además que transforma y destruye las buenas cosas…También hace que  desconfíen: Hasta de la misma sombra.
Porque de que los hay: ¡Los hay!
…Que Dios nos agarre confesados…













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