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¡Hola!
Ya casi he terminado este nuevo cuento, el cual publicaré en pocos días.
¡Saludos!

“Otro cuento de Juan”


- Y yo estaba agazapadito…Así (Y se colocó arrodillado. Acurrucado y en silencio, haciendo el gesto inequívoco de ¡shhhhh!) – Su público en esta ocasión eran los propios peones de su finca.
Y Juan aprovechando que su hermano mayor había salido al pueblo, y que mas nadie podía interrumpirlo.
Se aprovechó y los llamó a todos.
En total eran unos seis jornaleros.
Ya todos lo conocían. Era diametralmente opuesto a su hermano mayor.
Mientras que su hermano los ponía a trabajar arduamente y sin descanso alguno, él los refrescaba con sus “relatos anecdóticos” pero siempre a espaldas de su pariente.
(El cual no aceptaba bajo ningún pretexto que estos no hicieran su debida labor.)

Era muy popular entre todos ellos, y nunca lo divisaron como el “patrón mandón”, al contrario, era para ellos su “trapito de lágrimas”




"Asechanzas"
Todo cuanto me estaba aconteciendo; me llenaba de desasosiego. Sencillamente no puedo creerlo.)
Pude ver largas cadenas de tela araña.
(¿Telaraña? ¿Aquí? Si todo estaba limpio…
¿Cómo lograron hacerlo…Cómo?)
Algo en mí me instaba a tocarlo, como para comprobármelo yo mismo, pero una fuerza superior me detuvo en seco. Y finalmente obedecí.
(…Esto debe ser una trampa…Debe ser. ¡No entiendo nada! ¿Qué estará pasando…?)
Y no lo pude creer… ¡Hacía unos momentos no estaba así! Y en verdad, no me acuerdo bien…pero con toda seguridad, que así no estaba.
¿Qué demonios está pasando aquí?
Me están cambiando el mundo…y no me di cuenta… ¿Hasta este momento?
¿Quién o qué?
Todo me olía a conspiración.  Todos los elementos se alineaban para embromarme.
¿Pero…por qué a mí? ¿Qué les estaba haciendo?
¡Tan solo quería ver una película…no podía dormir!
¿Y qué hay de malo en esto?
Lo único cierto, es que ya estaba imbuido en algo extraño y ajeno a mí. Debía afrontarlo.
No tenía más remedio. Miré a través de la ventana del baño hacía afuera. Usualmente se veía las luces de la casa de al lado, distante a tan solo…dos o tres metros…
Pero para mí sorpresa… ¡No había nada! Solo esa sensación de lejanía. De abandono.
Sin embargo sorprendido, fijé mi atención hacía la dirección que dentro de mí, estaba segurísimo de que estaba la casa vecina.
Pero no pude distinguirla, me sentí como si estuviese en un barco en pleno mar y en una de esas noches cerrada y sin luna ni estrellas.
Solo inestabilidad y de zozobra.
¡Y para colmo ni una leve brisita…nada!
(No me estoy sintiendo nada bien.
Como si tuviese ganas de vomitar.
Un nudo en la garganta que me hace sentir con ganas de…vomitar
¿Vomitar?
¿Qué es esto? ¿Qué me está pasando?
Todo mi piso pareciese que estuviese desmoronándose…no más bien…como deslizándose…sí, como que estoy en el mar…y  todo está en un  horrible vaivén…)
¡Qué desagradable es en lo que estoy envuelto!
¡No es mi deseo estar aquí!
Ansioso busco una puerta de salida.
Es preciso huir de este pesado ambiente.
Me desespero. Me exaspero. Todo me parece pegajoso. Absorbente.
Es muy degradante y siento que me desgarra.
Me siento ínfimo.
Quedo allí. Como si fuese parte del decorado.
¡Pero es que soy un ser vivo!
¡No puedo seguir aquí!
Veo a lo lejos una vibración.
No es blanca. Tampoco es color claro.
Es más bien oscura. Su pasear se me asemeja al paso de una oruga.
- ¡Apesta! -  Me digo en lo más profundo de mí.
No quiero que me oiga, no vaya a ser que se vuelva en mí contra.
¿Y ahora qué será de mí?
Me quedo como en una nebulosa, nunca he estado allí, pero presiento que  así sea. No estoy seguro ya de nada. Hasta mis pensamientos me obnubilan. .
¿Por qué; de qué otra forma lo puedo describir?
Siento que aún estoy en mí cuerpo. Pero estoy consciente de que no lo estoy gobernando.
Más bien me siento como que si alguien más ha usurpado mi propio espacio.
¿Cómo poder definir una atrofia? ¿Con qué vocabulario?
Al parecer se me están deteriorando mis neuronas.
Ya que no logro estar al tanto de nada.
Y lo que se desliza en mí…lo hace con todo mi entorno. Ya no me siento seguro ni de mí mismo.
¡Qué horrible es todo esto!
¿Será cierto que me están desalojando de mí propio ser? 
A estas alturas ya no me altera los cambios a mí alrededor.
Han pasado a un segundo o mejor dicho… ¡poco me importa!
Me estoy comenzando a perturbar, al sentir que mi propia esencia; está como a varios pasos de mí.

Es decir, no tengo injerencia ya allí. 

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¡Hola! Ocupo nuevamente estas páginas para informarles que ya estoy en este nuevo cuento, que próximamente publicaré para ustedes.
¡Saludos!



“Otro cuento de Juan”


- Y yo estaba agazapadito…Así (Y se colocó arrodillado. Acurrucado y en silencio, haciendo el gesto inequívoco de ¡shhhhh!) – Su público en esta ocasión eran los propios peones de su finca. Y Juan aprovechando que su hermano mayor había salido al pueblo, y que mas nadie podía interrumpirlo. Se aprovechó y los llamó a todos. En total eran unos seis jornaleros.
Ya todos lo conocían. Era diametralmente opuesto a su hermano mayor.
Era muy popular entre todos ellos, y nunca lo divisaron como el “patrón mandón”, al contrario, era para ellos su “trapito de lágrimas”

- Aja don Juan… ¿Y en que estaba usted? – A pesar de su corta edad, lo trataban de “don”, siendo el hermano del dueño…era también su patroncito.

                                                                                                             


"El Guegüence"
- Tengo mucha hambre y requiero comer. Todo mi capital se lo tuve que dar a ese estúpido. Así que: ¡Denme de comer ya! – Les gritaba con su rostro deformado, corriendo comenzaron a sacar de su cartera cada una de ellas, entregándoselo todo cuanto poseían. Con la mano tendida recibió cuanta moneda y billete le suministraban, lo contó todo.
- ¿Y “Esto” es todo lo que le van a regalar a papito? – Ellas voltearon sus carteras en señal de que no tenían nada más. Las miró detenidamente. Se lo metió  todo en su  bolsillo.
Dio muestra de estar complacido. Nuevamente comenzó a sonreír, y canturreando las nalgueaba y muy solícitas,  les esquivaban aquellas muestras que  para ellas eran de aprecio y de confianza.
- ¡Tú mi bailarina de sorteo…allí, en la otra esquina! Ven acá mi pechugona, ¡ricota!  Tú estarás entre la bailarina y la “Trituradora”. Las tres se me van a hacer compañía. ¿Ok? Yo iré a comer una bala fría por allí. Ya saben: Nada de crédito. Nada Gratis.  Todas  las especialidades tienen su precio. Y en cuánto vuelvan… ¡Aquí mismo me dan toda la plata! ¿Ok? – Amenazándolas con su pistola en una de sus manos y en la otra, tendida les hacía señas que allí era en dónde depositarían la paga por cada cliente.
- Tú mandas Guegüe. – Obedientemente se ubicaron. A cada carro que pasaba en dónde hubiera solo hombres, mostraban todo su arsenal.
- ¡Toda mi vida he sido el único macho! – Se quedó el tiempo necesario para chequearlas bien y se dijo muy quedamente, como para escucharse nada más que él y sin que nadie lo escuchase:
- …Son brutas y nada más entienden a los golpes. Son potras medio salvaje que seguramente andarán buscando la forma de deshacerse de mí.
¡Por eso es que las castigo!
De mí, ninguna se va a zafar. ¡Antes las mato!  …Y ellas se lo saben. Mientras me teman, estaré tranquilo. Mi hierro tiene que estar al rojo vivo. ¡Ninguna se zafa de mí así, tan fácilmente!  - Comenzó a caminar muy lentamente, siempre pendiente de su ganado.
- ¡Ah se paró un incauto…! – Contempló que la pechugona había parado a su primera víctima.
- Está bien pechugona…menéaselas aún más… ¡así! ¿Estás viendo….? ¡Ya lo calzaste! – Hizo una señal de triunfo, su pupila se montó en el carro y rápidamente se le abalanzaba a su cliente.  Decidió regresarse rápidamente. Se ubicó a la vista de todos, en forma ostentosa. 
Le hizo señas a las dos restantes para que exhibieran más sus dotes, para que atrajeran más clientela. La habilidosa trabajadora, se percató de que su jefe la estaba chequeando, así que apuró su faena. A los minutos, se bajó pomposamente y se dirigió hacia su manager. Ambos se apartaron. Le pasó un fajo de billetes y le informó en qué consistía ese pago. El Gue contó muy bien, lo recontó. Se cercioró la tarifa que él estableció.
Volvió a contar.
Quedó satisfecho. Le dio su correspondiente nalgada y le recomendó que no se tardara demasiado con ese iluso.
- ¡Regresa rápido, que hoy hay mucho trabajo! ¡Ah…y allá adentro…sácale más dinero! ¡Y me lo traes a mí…a tu papacito! – Y la despidió con su bien ganada nalgueada.
- ¡Si mí papacito lindo!
La aventajada regresó contorneándose vulgarmente y como mofándose con sus iguales, de que era la primera y la que más dividendos producía. Las otras se hicieron la que no la habían visto.
- ¡A ver Bailarina…Baila y traer biyuyo ya!
- ¡Ya verás que te doblo lo que te va a producir “esa”! – Afirmó muy convencida.
- ¿Y la Trituradora, qué me le pasó? – La mencionada comenzó a triturar y casi en el acto, otro se detuvo y haciéndole señas la llamó. Ni corta ni perezosa, como un rayo se le arrojó. Pronto sus risotadas se escuchaban. El Guegüe presionó haciéndole señas a la famosa bailarina, ésta le hizo señas de que ya le caería algo bueno.
- Mira mí Gue, acá te estoy trayendo todo este dineral. – Le anunció la Trituradora con aire muy triunfal. - ¡Quiere todas mis cualidades en su ser!
- ¿Y cuánto va a pagarme?
- ¡Aquí está! Cuéntalo todo y dime si me das el permiso para poder ejercer mis oficios… - Con minuciosidad y lentamente repasaba billete por billete. Buscó la tarifa, la sumó. Volvió a contar.
- ¡Ok! Puedes irte ya. Y recuerda: Tienes que ser precisa y concisa.
¡Ni un segundo más!
Pero eso si… ¡vente antes de tiempo! Ah y lo que siempre les digo: Cuando estés allá adentro con él… ¡Sácale más billete! Se generosa con tu cuerpo, pero rápida en tu empeño. ¡Regrésame rápidamente! Que hoy hay mucho trabajo. ¡Arranca ya!
No se tardó nada en volver a su faena. Pronto partieron. Ahora quedaba la bailarina. La apresuró. De repente, dos automóviles se detuvieron. La trabajadora miró a su jefe, como ratificándole que era muy bien cotizada. De reojo comenzó a detallar bien a los clientes. Le hizo señas que acudiera al auto más costoso y allá contorneándose se le acercó. Aguardó unos minutos más. Al cabo de los cuales, le regresó muy sonreída. Un fajo de billetes en su mano le depositó mientras distraídamente se chequeaba sus pestañas y con ese chicle en su boca produciendo un horrible sonido.
- ¿Qué te pidió?
- Todo.
- …Pero son dos tipos… ¿A los dos? ¿Por el precio de uno? ¿Estás loca? ¡Quiero más dinero!
- Si.
- ¡Entonces que te den el doble, sino no hay nada! ¡Mi mercancía no la rebajo, ni  mucho menos la regalo!
- Si papacito lo que tú digas. – Masticando con más fuerza…taconeó regresando a sus clientes. Hablaron entre ellos. Notó que le repetía lo de que la mercancía tenía su precio y que su jefe no la regalaba. El segundo accedió y sacando su dinero, se lo dio.
- Papi… ¿Qué te parece? Pidiéndome una rebaja que porque eran dos…
- ¡Ni un solo centavo! ¡A ver, déjame contar! – Chequeó las tarifas. Contó cada paquete. Sacó su sumadora, sumó. Volvió a contar y cuando ya estuvo conforme, le dijo:
- ¡Rápido…dales un mateado a los dos ya! ¡Y te me regresas ya! ¡Y nada de darle ñapa, ni regalo alguno! ¡Vente ya mismo!
Se apartó y en la soledad del sitio, volvió a contar y re-contar. Sumó todo. Y una vez que hizo su arqueo de caja, y en vista de que todo cuadraba a la perfección. Se lo guardó distribuyéndoselo en todos los bolsillos tanto de su pantalón como de su camisa. La sonrisa era de oreja a oreja. Estaba satisfecho. Su faena iba por buen camino. Chequeó detenidamente su entorno. No se confiaba de nadie y tal como estaba la situación del país, había muchos ladrones que siempre querían quedarse con el dinero ajeno. Una vez que se tranquilizó al percatarse de que nadie lo espiaba. Comenzó a silbar alegremente. Se recordó que tenía hambre y que ahora, si podría darse su buen banquete. Pero era preciso, no tardarse demasiado…esas pícaras se podían aprovecharse de su ausencia y atender sus clientecitos sin pasarlo por la caja, o sea por él.
- Tengo mucha hambre… ¡Pero muchos negocios que seguir atendiendo! – Se decía a sí mismo mientras caminando miraba hacía todos los lados. Nunca se podía confiar, ya que por cualquier rendija podía aparecer un pillo.
A los pocos minutos llegó a otro de sus centros de negocios. Allí ya lo estaban esperando.
- ¡Hola jefe! – Se le adelantó uno de muy fea apariencia, con la cara llena de moretones y cicatrices. Era alto y fornido. Quién se había desempeñado como boxeador, teniendo un débil desempeño, aunque con fama de boxeador. El licor, las drogas y las mujeres terminaron de opacar su fama de noqueador nato. Ya en ocaso final de su carrera pugilística y para mantenerse tuvo que servirle como matón de poca monta. Constantemente lo buscaba para que le diera algún que otro “trabajito” demoliendo a golpe a todo el que el Guegüence le señalara. Y lo poco que le “pagaba” lo gastaba en sus vicios destructivos.

- ¿Moliste a golpes a la rata asquerosa? – Ése ejemplar le estaba trayendo ciertos problemas y por esa razón le envió ese regalito.
¡Hola!
Próximamente podré publicarles este manuscrito. 
(Aún no lo he terminado)
Les anexo una pequeña parte.
¡Saludos!

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               Belbaltodano


“Esto es mío…Y aquello también”


- ¿Y por qué usted no acepta “mi” ofrecimiento…? – Aurelio la observó mejor.
Era una mujer ya “pasadita” de los años mozos.
Pero se resistía a aceptarlo. Atractiva aún…
En un “descuido” al parecer intencionado de ella misma; él la pudo detallar mejor:
Morena, mas bien algo clara. La tez de su rostro, aún se le notaba lisa, salvo unas tenues “patas de gallina” que se le afloraban.
Ella pretendía ocultarlas…Pero.
Un ruido oportuno, hizo que ella desviara su atención y se colocó de espaldas. Coquetamente hizo unos pequeños saltitos, mas para impresionarlo que para otra cosa.
- …Tiene buenas…Posaderas. Parecen que todavía están duritas. Es chiquita de tamaño. Aunque portaba unos tacones, demasiados altísimos y extravagantes…
Su cabello es largo. Tiene una buena melena. La tiene pintada de un rojo…Muy chillón, para mi gusto.

Está demasiado pintarrajeada…Es muy resaltante. 

                                                                           








"Asechanzas"

Entré rápidamente. Escrudiñé bien todo. El frente, la sala…los lados…Nada.
Corrí al baño, porque creí escuchar un ruido imperceptible pero como ya era media noche, los ruidos se magnifican. Al llegar…Nada.
¿Entonces…qué carajo pasó?
- ¡Ahora menos que entiendo!
¿Quién abrió la pesada puerta? La toqué, es maciza. Fuerte. Pesada.
O será mejor preguntar: ¿Qué pudo hacerlo?
- Todo está cerrado por dentro. Los perros están rendidos.
No veo actividad ni peatonal, ni vehicular.
Las ramas ni se mueven.
¿Qué estará pasando entonces?
Un rayo muy fuerte y devastador emergió desde mi espalda; de la cintura hacia arriba en mi médula espinal, hasta lo más alto de mi cerebro. Un pasmoso temblor agitó mi azotea.
Una especie de comezón irritó mi ser. Intenté rascarme mi cabeza, pero algo en mí desechó esta acción.  Sentí una fuerte punzada, al parecer se me estaba incendiando mi rascacielos.
Estaba próximo al paroxismo. Al abismo sin fin.
Ya mi intelecto se había quedado sin argumentos científicos a todo cuanto acontecía. Y entré en la fase de la sin razón.
Y sin el sentido lógico.
Un mundo tenebroso se abría ante mí.
Sentí algo muy frío que recorrió todo mi ser. Seguido de una oleada de calor infernal.
Me sentí sofocado.
¿Y ahora qué carajo me está pasando? 
Allí estaba en plena oscuridad, rodeado de los mismos muebles que todos los días veía. Pero que en este preciso instante…se me antojaban extraños.
Sentí que me espiaban. Mejor dicho, me veían con suma insistencia. Volví mi rostro hacía el sitio hacia el cual, algo interno me decía que era allí.
Pero no pude ver nada. Físico, tangible a mis sentidos no pude ver nada ni a nadie.
Sentía que debía movilizarme, no quedarme en el mismo sitio.
Me parecía que ya era un blanco demasiado visible y que seguramente enfocarían su ataque hacía mí en cuestión de…No se… ¡Quién sabe!
(…Pero si es cierto que nada veo…todo está a oscuras. ¿Cómo me podrán ver a mí?
¿Cómo lo pueden hacer? 
…Mejor comienzo a no estar erguido.
Ok, ahora estoy encogido…nadie me podrá descubrir…ni siquiera quiero respirar…Ojala pudiera hacer como la hacen esas iguanas… ¿Cómo es que se llaman…?
Que pueden camuflarse…
…cómo…
¡CAMALEON! Ése es su nombre.
Pues bueno…quisiera ser un…camaleón…y así nadie me podrá descubrir…)
Comencé a moverme, pero en cuanto lo pude hacer, me sentí extraño.
Nadaba como en aguas pantanosas, pero ni estaba nadando, ni en aguas pantanosas.
De pronto me sentí como si estuviese flotando. Pero mi intelecto lo negaba. Me recordaba que estaba caminando.
Pronto todo se me nubló aún más. Se me antojaba que andaba en sitios escabrosos.
 Algo en mí estaba pendiente, recordándome en dónde me encontraba.
Mis sentidos se alteraron.
No pude discernir a ciencia cierta, qué era lo qué estaba pasando a mí alrededor.
Una sorprendente dicotomía se disparó riesgosamente, por un lado sabía que andaba en mí sala, pero algo me perturbaba indicándome que mis sentidos me estaban mintiendo.
No estaba en la misma dimensión. Todo cambiaba drásticamente.
- ¡Algo o alguien salió corriendo en dirección del baño! – Me dije como para salir del atolondramiento en que me habían sucumbido.  Y corrí.
(¡Vi algo, vi algo!
Pero fue demasiado rápido.
No sé qué habrá sido…)
Me quedaba a unos escasos tres metros.
Pero no sé por qué razón se me hizo tan largo  y  arduo. Sufrí sin entenderlo, a la finalidad logré llegar.
Nadaba, al menos eso fue lo que mis sentidos me decían que estaba haciendo… ¿Pero cómo? No me siento en un medio acuoso… ¿Qué raro todo esto?
Entré como a una dimensión desconocida.
(¿Pero cómo podía ser cierto esto? Si estando en mi conciencia plena
¿Cómo pudo ocurrir esto? No logro asimilarlo.
Sin embargo… ¡Ahí estaba la evidencia cierta…! Luego qué más podía hacer)
La atmósfera ya no era la misma.
(Es increíble…sigo en estado de shock.)
Todo se me antojaba como en cámara lenta.
(¿Pero cómo puede ser cierto todo esto?
Asombrado no lograba asimilar nada.
Todo cuanto me estaba aconteciendo; me llenaba de desasosiego. Sencillamente no puedo creerlo.)
Pude ver largas cadenas de tela araña.
(¿Telaraña? ¿Aquí? Si todo estaba limpio…
¿Cómo lograron hacerlo…Cómo?)
Algo en mí me instaba a tocarlo, como para comprobármelo yo mismo, pero una fuerza superior me detuvo en seco. Y finalmente obedecí.
(…Esto debe ser una trampa…Debe ser. ¡No entiendo nada! ¿Qué estará pasando…?)
Y no lo pude creer… ¡Hacía unos momentos no estaba así! Y en verdad, no me acuerdo bien…pero con toda seguridad, que así no estaba.
¿Qué demonios está pasando aquí?
Me están cambiando el mundo…y no me di cuenta… ¿Hasta este momento?
¿Quién o qué?
Todo me olía a conspiración.  Todos los elementos se alineaban para embromarme.

¿Pero…por qué a mí? ¿Qué les estaba haciendo? 


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Pronto publicaré otra parte de este cuento.
Estén pendientes...Y casi lo estoy terminando.
(¿Cuánto no me gustaría poder dedicarle mas tiempo a estas letras? 
¡Mucho! 
Me encantaría poder hacerlo.)

“Pilin sale de viaje”


Aprovechando que sus hermanos están cerca, ella aprovechó y le pidió permiso a su madre para ausentarse.
¿El motivo?
Se estaba recibiendo como Maestra y requería viajar a la capital, para tramitar su Titulo, que la autenticara como tal.
Su hermano mayor Conrado no estaba muy de acuerdo, pero accedió: Era por motivo mayor.
Su madre siempre recelosa, al principio se negaba a dejarla ir, pero en verdad era perentorio.
Ya la estaban esperando, para darle su famoso legado en el cual la autorizaba a ejercer la docencia, un sueño muy añorado por ella.
Su hermanito Juan, casi estuvo por aguarle su viaje; no paraba de llorar y de querer