Discusiones...







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“Discusiones”



-         En la medida en que nos acaloramos en este tipo de discusiones, en las cuales da la impresión: De que nos encontramos encajonados… - Luis terminó su exposición levantando en forma desahuciado ya que a pesar de las tantas horas en que se han mantenido en beligerancia…Aun no han coincidido…En casi nada.
-         …Sí así lo dices… - Replicó Alejandro de muy mala forma.
Los demás solo escuchaban…Analizan...
Y es que al tratar asuntos que es de la competencia masiva…
¡Cuesta entender! Entender, por ejemplo: Que o beneficia al colectivo…O perjudica a los mismos.
Comprender que lo que hay que ansiar es la mejora para toda una colectividad.
Pero: ¿Cómo lograrlo…? Cuando las pasiones nos inhiben.
Cuando persisten los llamados irreflexibles (Los que arrebatan…) que solo benefician a unos cuantos, en detrimento de todos…
Y en esta ocasión, unos cuantos vecinos se dan a la tarea de “tratar de arreglar” este mundo tan convulso. Tan estereotipado. Tan cangregado…Que casi nadie lo ve, son escasos los que así lo perciben.
…Y en este preciso caso…Ninguno de ellos está en disposición de resolver nada.
Alejandro, que también participa de este tipo de periplo; hizo un ademán de hastío.
Miguel se hizo el que no oía nada. (Pero pendiente de todo)
María los miraba con cierta penumbra, a pesar de que no mantenía ninguna posición fija. Notaba que Luis, su vecino, movía su cabeza en forma dramática.
-         ¡Ya esto me mantiene: En ascuas! – Dramatizaba Alejandro quién fingía mirar a los ojos a sus contertulios…Pero que en realidad, ansiaba ardientemente escapar de ese tipo de enfrentamientos.
-         Yo digo y lo sostengo: Nosotros los que actuamos dentro de la revolución no vamos a permitir nunca. ¿Me oyen bien…?
-         ¡Claro que te escuchamos!  Alejandro…Creo que a diez kilómetros a la redonda te están escuchando con nitidez… - Le aseguraba Luis, mientras oteaba a su alrededor.
-         Pues óiganme bien: ¡Nosotros no nos vamos a dejar matar así como así! ¿Ok? – Alejandro giraba las orbitas de sus ojos, temeroso de que por algún intersticio apareciese…Alguien…
-         ¿…”Matar” eso creo que es un tanto…Dramático, no…? – Preguntó Miguel.
-         A mí, me importa un bledo “ustedes los revolucionarios” a mí me preocupa más es…Tanta gente que estamos padeciendo los rigores de “la revolución” que ustedes propagan por doquier. – Le asestó Luis.
-         Sin ir muy lejos…Yo lo que aspiro es que Venezuela (Mi querida Venezuela) vuelva a ser lo que era antes… - Por un instante Miguel calló y miraba instintivamente a Alejandro mientras este hacía más señas que un fiscal de tránsito.
-         ¡Ya va! ¿Me vas a dejar que yo hable…? – Le recriminó Miguel.
-         Nadie te lo prohíbe. – Acotó cortante y de muy mala gana Alejandro, mientras ostentosamente comenzaba a pronunciar ruidos muy molestos para todos ellos.
-         …Estamos en país… ¿”Democrático” no…? – Puntualizaba Alejandro.
-         Ustedes tienen: ¡20 años! Haciendo lo que les viene en gana. – Reclamó Luis
-         ¿Qué 20 años…? – Alejandro se burlaba, haciéndose el que analizaba…
-         ¡Sí! 20 años gritando y vociferando. – Recriminó Miguel.
-         Ustedes nos boicotean todo… - Señaló Alejandro mientras los que habían guardado silencio rompieron su mutismo para protestar.
Alejandro les hizo gestos autoritarios para que todos se callaran y guardaran prudente silencio.
María     -que se había mantenido en silencio-     prorrumpió en gestos y en vocablos muy reveladores de su agitación que la hicieron levantarse y protestar en voz alta.
-         ¿Y de los enfermos…Qué…? ¡Eso es inhumano!
¿Y de las medicinas…En dónde la esconden ustedes…?
Sin tomar en cuenta el hambre que estamos padeciendo.
¡No se consigue comida!
-         ¡Eso es culpa de los gringos! ¿Y el boicot del Imperio qué…? – Replicó Alejandro muy enojado, pero con un cantico en tono burlón.
-         ¡No seas imbécil Alejandro! – Increpó Luis de inmediato.
-         ¿Imbécil…Yo…? ¿Porqué…? – Se pavoneaba Alejandro.
-         Todavía estás creyendo en que es por los gringos…Por una famosa: ¿“Guerra Económica…? – Intervino Luis.
-         La famosa “Guerra Económica” es de este gobierno comunista en contra de su propio pueblo. – Señalaba en forma violenta Miguel, mientras todos le increpaban a Alejandro y este, cómo si no fuera con él.
Alejandro contorneaba y bailoteaba en forma grosera, mientras el resto lo interpelaba.
-         Y ahí están…Con la sorna, con su burla estúpida.
Boicoteando a varias naciones que están tratando de socorrer a este pueblo sediento de medicinas, de tratamientos médicos, de comida de todo género.
Claro ustedes dicen: “Eso es un show de la derecha” “Eso es una limosna” ¡…Pero eso es todo! – María se le notaba que había perdido la sindéresis y los buenos hábitos.
-         Todavía no me queda claro algo… - Asomó Luis, mientras el tal Alejandro se encontraba un tanto alejado.
Miguel y María lo observaban y notaban que este se mantenía un tanto alejado.
María se le acercó y le hizo señas para que se expresara mejor…
-         Pues…Veo que Venezuela ha logrado alzar su voz en medio del gran concierto mundial. Ya en todo el mundo se conoce de nuestras penurias.
Pero…Lo que veo es: Confrontación tras confrontación. Pareciera que ya el problema no es por la necesidad aberrante de todo un pueblo.
De tantos que se han ido a probar suerte en otros países.
De estar llevando tanto sin sabores nuestros nacionales, como lo que nos está pasando allá en la lejana: Ecuador.
País que al parecer: No nos quiere. (Y es una lástima)
…Pero ya eso como que está pasando a un lado. Ahora el problema es: Izquierda versus la derecha. ¿Entonces en qué quedamos?
-         Si parece ser cierto eso. (Esa es la impresión que quieren dar, pero…)
Ahora los países comunistas…Quieren dialogar. – Convino Miguel, mientras un aliento de desagrado recorrió todos los lares.
-         …Y los chavistas también… - Acotó María
-         Claro. Claro…Dialogar mientras el pueblo padece.
Mientras esté penando en ese mar de confusión en que los políticos someten a sus pueblos. – Sopesó Miguel.
Luis pidió la palabra y expuso lo siguiente…
-         Los que piden dialogo…Es porque se sienten: Perdidos. Y piden calma.
Para darse un segundo aire y poder arremeter con toda su furia.
Observemos lo que está pasando en España, en donde el presidente actual, está tratando de entretener a sus conciudadanos…Para que lo dejen “gobernar”.
…Mejor dicho: Para que lo dejen en paz. Mientras él esté mandando, con todos los beneficios que esa presidencia le da.
-         …Si mientras los comunistas independentistas hacen lo que ellos quieren…
-         ¡Eso mismo María! Eso mismo. – Repuso de inmediato Miguel.
-         Algo parecido está pasando en el Reino Unido. Con el famoso Brexit…. – Analizó Luis.
-         Pero. A nosotros lo que nos interesa es lo que está pasando acá en esta Venezuela…En plena revolución…Comunista. – Terció María, incitando a todos a que volvieran a su tema original.
Alejandro estaba muy sonreído y al ver que todos lo habían pillado, agregó…
-         …Este mundo tiende: Al comunismo. ¿Les gusta? ¿O no…?
-         A la Derecha, o a la Izquierda…Ustedes los políticos siempre le consiguen el acomodo… - Sentenció en forma lapidaria Luis. 
Los demás sonrieron y…








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Pensando...




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“Pensando…”



Mientras todos a su alrededor están angustiados…Portando sobre sí mismo  todo un bagaje de sin sabores, de insatisfacciones a granel…
Sobre llevando ingentes toneladas de hambre y desasosiego, ensombrecidos en cúmulos de moldes endurecidos por la desidia y el desdén…
Ellos por un lado, marchan ensombrecidos por nubarrones de soledad y desamparos…
Y por el otro…Muy lejos de esas muchedumbres…Está…
Él quién marcha con una sonrisa: “a flor de labio” ¡Siempre tranquilo y confiado en que todo es: Perfectible! – Ajeno a todo ese clamor popular, en dónde signa la desesperanza, el abandono…
Pero es que: ¿Por qué no aceptan que el destino para ellos…Es…Así…? Mientras que el salvador de tantas angustias (des angustiadas)…No tiene por qué contaminarse. ¡No señor!
…Es precario que Él mantenga la Ecuanimidad. El decoro….
Que es cuestión de paciencia.
¿Paciencia…? (Sí: Paciencia. ¿Es que no pueden entender?
Qué con el sólo hecho de: E n t e n d e r…
Se entiende mejor. Se asimila mejor… (Y todo marcha: ¡Mejor!)
¡Paciencia! Confía en que todo. ¡TODO! (Él lo resolverá.)
En algún momento…Se ha de arreglar. ¿Ok?)
¡Claro que sí! Siempre es bueno confiar. En creer. En ¡Él!
¡Sobre todo en ÉL! ¿En…ÉL…? Sí en él. Siempre en Él.
Pues desde que él ganó. En elecciones ¡Limpias y transparentes!
…Y que nadie lo ponga en dudas. (¡No Señor!)
-      ¡Yo voy a resolver todos los problemas! – Al escuchar con qué seguridad, aplomo y determinación les habla, les comunica su más firme determinación…
-      ¡Qué Macho! – Una voz femenina…Se hizo sentir…
Que en verdad, nadie dudó en que pronto. (Porque el tiempo se mide…De acuerdo a ciertos parámetros…Es cuestión de: Sapiencia)
Muy pronto, haría (o hará) realidad su promesa. (Solamente hay que tener FE. Qué pronto Él…Lo solventará. Y nada más.)
Sí se tranquilizaran. Un incipiente (Aunque sea…un)  halito de fe. (Sería fenomenal)
De seguridad inundaría a toda una población hambrienta de eso…
(De esperanza. De anhelos.)
El dirigente (Rellenito por cierto) terminará en su exhortación.
Los inundará en sus proclamas. Apelará al patriotismo.
Al Intenso Amor que Él les prodiga…A ellos, su pueblo preferido.
Su sonrisa será de profunda felicidad.
Porque hay seguridad en sus planteamientos.
Los inundará  en espacios futuristas.
-      ¡El mundo es bello! – Sus acólitos lo escuchan embelesados.
-      ¡Se ve que habla claro! – Afirmó alguien en medio de la multitud. Hubo un instante de asimilación…Y después: Una ovación a todo dar.
No saben de lo que les hablaba… (Sospechan que los va a ayudar.)
Porque  ansiaban eso, aunque en el mundo que les tocaba vivir…Todo es exento. La aridez es notoria. Pero hay que seguir escuchándolo…Quizás, tal vez en algún momento o instante, aterriza y les dice lo que con tanto fervor esperan… (Solución a sus problemas inmediatos.)
Él les ahondó en sus prédicas, todas pletóricas de muy buenas y sanas intenciones tanto en los mejores deseos…Como en sus ensueños. (Pero aun así…)
-      Sí tan solo ustedes entendieran… (Bajó su cabeza. Dio la impresión de que los problemas de todos ellos, lo está agobiando.    –Los que lo conocen bien-    Se persignaban. En sus rostros refleja su enorme angustia.)
Pero el mundo es así. – Reflexionó él, en lo más profundo de su ser.  Contempla a todos sus seguidores, y en cierta forma, los ve con cierta angustia. Pero en un rápido análisis, que él se realiza, ve…Contempla la enorme angustia lo que ellos le transmiten y en lo más profundo…Él los analiza. Los somete a su más frío análisis.
Ellos…Son testigo de su inercia, pero a su vez…Asumen: “Debe estar muy angustiado, ya que ve nuestro sufrimiento.”
Y…Es entonces cuando entre ellos mismos se dan ánimo. Se aúpan entre ellos.
-      “Hay que tener fe. Con seguridad…En algún momento, él vendrá a nosotros y nos ha de ayudar.
-      ¡Aahhhh! -  Responden entre ellos mismos.”  
El dirigente, El más grande de los conductores de masas…Los contempla desde lo lejos, y una sonrisa de eterna satisfacción inunda su rostro.
¡Al fin entendió! ¡Al fin cuenta se dio! – “Ya entendí. Ya los comprendí” – Y se congratuló en lo más profundo de sí mismo.
Así que dubitativo y con un pasito entrecortado, se puso las dos manos en la espalda. Los miró durante un largo rato. Luego levantó sus manos en señal de saludos. Brincaba de alegría.
¡Transmitió pasión! ¡Determinación!  …Y se retiró.
Sus más cercanos colaboradores, lo siguieron más rápido que inmediatamente. Una comparsa rompió todos los silencios.
Ráfagas de estribillos se dejaron sentir por doquier.
Y toda la muchedumbre…Entendió.
-      Se va.
-      Se retira. – Voceaban entre ellos mismos.
Y entre ellos surgió una voz que clamaba paz. Tranquilidad.
Se escuchó como un eco muy sonoro:
-      “Él se va… ¡Porque en lo inmediato se pondrá a resolver todos nuestros problemas ingentes!”
…Y por otro ángulo, otros anhelaron…
-      “…Ojalá que se apure…Pues nuestra hambre…Supera nuestra paciencia…” 
…Fue un grupo que padecía, pero en lo inmediato, otros se apresuraron y declararon…
-      “¡Ah! Pero es que Él no trabaja con apuro. Hay que dejarlo tranquilo. Él nos va a ayudar. Paciencia. Paciencia.” 
…Aconsejan esas sabias voces. (“Ellos sabrán…” - Suspiran y así lo aceptan.)
Los que están padeciendo…Callaron.
Asimilaron que había que tener paciencia.
Porque…Qué cuesta esperar…Un poco más. ¿Total?
Hambre tienen, desde hace mucho. ¿Qué cuesta esperar…Un poco más…? 
…Y aplaudieron. En un principio con cierta timidez…Pero después…
¡El eco, la ovación subió hasta las nubes repletas de alegría!
-      “¡Alegría! ¡Muestren su cara alegre!” – Se contaminaban unos a otros…
¡Eso! ¡Eso es lo que deben hacer! Porque cuando aplauden…Lo saludan. Le muestran el debido respeto.
Y a los líderes: ¡Hay que mostrarle el respeto Requerido!
Las cosas son como son. Las reglas se hicieron es para respetarlas.
Esa es la forma que ellos disponen. Esa es la fórmula elegida por ellos. Tan solo es cuestión de tenerles paciencia.
…En algún momento. Instante. Segundo. Minuto o quizás hora. Resolverán.   (No seas necio. No seas impaciente. Aguanta.)







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Mi comandante...








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“Mi comandante…”








-      ¡Atención! – Al escuchar la voz de mando, todos se colocaron en posición de firmes.
No respiraban nada. Todos metieron su panza e hincharon sus tórax. Quién fungía de jefe, los observaba detenidamente. Y encontró     -A su sapiencia-     que todos estaban “pasaditos” de peso…Y pensó…
-      “Esto no está bien” Pues si se aparece de repente el enemigo…
¿Adónde van a correr…? Están tan obesos…Que a la primera de cambio…Se caerán. Además que no correrían ni cien metros…
Esta situación no era de su agrado. Pues al parecer en tiempos de paz…Todo tiende a relajarse. El espíritu no siente el apremio. Nos vamos acostumbrando a la…Buena vida. A dormir más tiempo de lo indicado…En fin.
A distenderse. Comen más. Se relajan…Demasiado.
Se alimentan de más y… (Cierto que hasta él mismo…Notaba que su panza…Era ya muy  voluminosa…Pero es que… ¡Él era el Comandante en Jefe! Él no debía dar ese tipo de ejemplo…Pero sus generales sí. ¡Ellos sí están obligados!)
Se dispuso entonces a hacer un seguimiento…
Llamó a un Consejo de Guerra. Y para tal efecto…Debían acudir todos sus generales, sus comandantes de fuerza.
Era preciso…Debía chequear ese punto.
Y como era de esperar: Todos asistieron.
Visualmente se percató que el común denominador…Eran gorditos.
Sus papadas…Les llegaban hasta su voluminosa panza.
Pasaditos de peso. Y sus más fieles ayudantes…O eran todos panzones o es que sus uniformes ya les quedaban muy chicos…
-      No es normal que nuestra Fuerza Armada…Esté muy obesa…
¿Por qué mis generales están…”pasaditos de peso…”? – Todos inmediatamente encogieron el volumen de sus cinturas.
-      …Mi Comandante en Jefe… ¿No será que nuestros uniformes…Se habrán encogidos…?
-      ¡Ah caramba!  …No había pensado en esa opción… - Todos lo miraban angustiados.
Este se tardaba demasiado en eso de “su pensadera” asumiendo la posición del “eterno pensador” y mantenía sus ojos cerrados.
-      Mi Comandante en Jefe… - Murmuró uno de ellos, siempre temiendo ser…Indiscreto. Todos se miraban entre sí.
El horror cundió entre ellos. Nadie se atrevía ni a respirar…
Ni se movían. ¡Qué angustiosa es la espera!
Su jefe seguía en sus cavilaciones. Los demás lo miraban angustiados. Todos se enchufaron en ese tipo de angustia.
-      …Permiso para hablarle… - Se irguió cuan alto y redondo era.
Pero al jefe cuando está callado, no era muy buena idea, interrumpirlo…Nunca se sabe, pues de repente está analizando cosas muy delicadas. Como por ejemplo: ¡Cosas del Estado Mayor!
Pronto todos se conectaron a la angustiosa espera.
Temían el mal genio de su superior. Sabían que este era capaz…Hasta de degradarlos…Y mandarlos al paredón.
No querían eso. Pues el haber llegado allí, cargaba una cantidad inmensa de prebendas. Beneficios en todo. Buena comida.
Buena vivienda. El respeto de toda la colectividad…Y cosas parecidas.
Así qué……Esperaron. Nadie se atrevía ni a respirar.
¡De pronto! Se hizo la luz…
-      ¿…Sí…? ¿Alguien quería hablarme…? – Y cuando chequeó vio a uno de sus ayudantes…Lo detalló minuciosamente…
Pero lo que más le llamó su atención de buenas a primera…Era lo voluminoso que era. No solamente por delante…Sino también por los lados. Notó enormes bolsas de grasa…Que pendían por doquier.
-      Permiso para hablar
-      Habla pues. – Con un gesto displicente…Le indicaba que arrancara mientras él, con la mayor de las informalidades tomaba un rico bocadillo de la mesa.
Lo degustó con el mayor de los beneficios. Rechinó con satisfacción y hasta eructó. Los más cercanos corrieron y le llevaron un pañuelito…Muy limpio, por supuesto.
(El general encargado de la cocina…Suspiró agradecido. Ya su cometido había triunfado.¡Ufff qué alivio! Se dijo así mismo…Pero todos lo escucharon.)
Luego decidió verificar el estado del techo. Comprobó que andaba muy sucio. Arqueó muy bien sus ojos. Se puso sus gafas y chequeó…
Y todos se angustiaron más de lo debido. Por supuesto el encargado del ornato del sitio en donde se encontraban…Tragó saliva con mucho sacrificio. No podía creer…Pero ¿Será que algo anda sucio…?
Un halo de terror se cernió entre todos los presentes.
Temían lo peor…Pues podía arrancar con ese puntito negro…Y distenderse…Por otros confines. No era lo mejor: Para todos ellos.
Pero ninguno se atrevió a interrumpirle su inspección.
De repente…Cesó en su acometido.
Y mirando de repente, se percató de que el rechoncho ese…Seguía en su posición de firme…Y dirigiéndose en forma imperiosa…
-      ¡Ajá? ¿Qué parte me quieres indicar…?
-      Mi Comandante en Jefe…
-      Habla.
-      Bueno. Tan solo le quería informar…
-      ¿Qué?
-      Que ya todos estamos listos y esperando sus instrucciones.
-      Ok. Ok. – Hizo gestos grandilocuentes.
Y se recordó que los había convocado, sin agenda firme.
Pero él es su Comandante en Jefe y tan sólo él, podía darse ese tipo de…Privilegios.
-      Los he convocado…Porque me angustia mucho “el qué dirán” de nuestro pueblo. Noto con mucha angustia…Que mis generales están: Muy obesos. Redondos. ¡Demasiados gordos!
-      ¿Quién “nosotros” solamente…? – El resto lanzó un “¡Ah!” de sorpresas. Jamás nadie lo había hecho.
-      ¿Habré escuchado bien…? – Se preguntó mientras su rostro denotaba su inconformidad. Los demás tragaron saliva…Bien gruesa.
-      …Quise decir…Que nuestro pueblo…Está demasiado pasado de gordo…
-      ¿…Será…?
-      ¡Sí! ¡Su excelencia les da demasiada comida! – Todos asintieron.
Todos ratificaron que esa era la respuesta requerida.
El mandante. Le pareció muy correcta y a tiempo.
-      …Pues viéndolo de esa forma… - Y aprovechó para verificar entre todas las delicias, tantas delicadezas.
Unas más riquísimas que otras…Pero era tal la variedad  que estaban para el servicio de ellos…
-      Felicito muy efusivamente al general encargado de estas delicadezas… - Pronto se levantó uno de ellos, y haciéndole el saludo militar requerido, le agradeció por su excelente opinión.
Tomó una. La olió. Le pareció bien. Y se la engulló. Luego de degustarla…Re buscó otra. E hizo lo mismo.
Ya todos percibieron que lo peor…Estaba pasando.
-      ¡Qué rico! ¿Y cómo se llama…Lo que acabo de comer…? – Nuevamente el mismo general levantándose y pidiéndole el permiso requerido para responderle…
Le informó de su nombre y exaltó cada uno de los bocadillos…Hasta le informó que todo lo que allí estaba, había sido hecho…Para su gusto tan refinado.
Ya todos se encontraban complacidos.
…Pero conociéndolo, como lo conocían…Esperaban expectantes…
-      Pues…Si mi pueblo está muy obeso. Me pregunto: ¿Qué pensarán los extranjeros cuando pisen nuestro Sagrado Suelo…?
-      Se maravillaran. Se asombraran de la sapiencia de Nuestro Comandante en Jefe… - Asomó otro que no quiso quedarse atrás…
-      ¿Eso crees tú…? – Su pregunta fue tan directa y precipitada…Que el susodicho…Tragó saliva. Y fue tanta que se puso rojo, e impotente…Prefirió callar…
-      ¿Eso piensan todos…? – Hizo la pregunta a todo su Estado Mayor Conjunto.
-      Lo que crea nuestro Comandante en Jefe: Eso mismo creemos todos. ¿Verdad? – Hizo la pregunta en general.
Todos asintieron. Todos aprobaron.
Él Jefe, los observaba. Y guardando otro silencio…
Pensó y lo analizó…
-      ¡Pues entonces: Debemos poner a dieta a nuestro pueblo! – Todos se levantaron alborozados.
-      ¡Qué brillante opción! – Clamaban algunos.
-      ¡Lo que decida nuestro Comandante en Jefe! – Corearon otros.
-      ¡Aprobado! – Les dijo luego que hubo probado otros suculentos bocadillos.
-      ¡Se levanta la sesión! – Ordenó de improviso. Y retirándose, le
indicaba a sus edecanes, que les trajeran tan ricos y suculentos platillos.
El Estado Mayor Conjunto…Ya había deliberado.




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