Fallecer...




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Me encontraba en una escuela de barbería, de esas que hacen su servicio a todo el que se presente: Sin cobrarle un solo centavo.
Encuentro que una muchachada   -muy infantil, por cierto-     son los que se prestan a hacerle el servicio a todo el que allí se presente.
Estoy en primer lugar   -pues llegué de primero-    pero siempre hay los que con su viveza   -muy habitual, por cierto-      logran colocarse de punteros, y también lo permití.
El caso es que comenzaba a llegar personas de surtida edad y entre esos estaba una pareja, se veía a leguas que eran de la tercera edad. Él visiblemente mas anciano que ella.
La doña llegó y le indicó a su pareja el sitio que debía ocupar.
Solicito, se sentó en el sitio asignado.
Llegaron grupos de jóvenes ansiosos por recibir su clase de barbería y al ver el local full de gentes, entre ellos mismos comenzaban a escoger a sus posibles clientes.
La profesora estaba pendiente de todos y cada uno, tanto de los que ya estábamos en espera, como de los nuevos.
Y a todas les dedicaba una palabra y una sonrisa.
Pronto ella misma fue seleccionando a su personal.
En un escritorio estaba su asistente, quién preguntaba el nombre y su edad, a cada uno de los que llegábamos a que nos corten el cabello.
Y para cuando le tocó el turno a la pareja, ella le dio un codazo a su pareja, ordenándole…
-     Levántate. – Y mirando de reojo a la que anotaba, le agregó…
-     Es que él es muy penoso. Bueno cuando encuentra jovencitas se pone: ¡Un pájaro bravo! – Y miraba de reojo a las jovencitas. Pero es bueno destacar, que ninguna le prestaba atención ni a ella, ni mucho menos a su pareja.
Pero la dama ignoró ese pequeñísimo detalle y sin esperar a que él se levantara, lo empujaba con fuerza, mientras le dedicaba una sonrisa cómplice a la que anotaba…
-     Él se llama: Juan Pérez. Anda apúrate que la señorita te está esperando.   -¡Pero no vayas a hacerle una de las tuyas! ¿Ok?- El susodicho con evidente esfuerzo logró levantarse, se sujetó mejor su pantalón, y se enfiló al sitio en cuestión.
-     ¿Edad? – Le consultó la empleada, sin mirarlo.
-     ¡Él tiene 75 años! Aunque en presencia de lindas muchachas, él tiende a quitarse años. – Yo que estaba en ese preciso instante, preparándome para que me acicalaran a mí mismo, no quise perderme de tal espectáculo.
-     ¡Corre “viejito”! – Le gritó con mucha sorna, pero evidenciaba su malestar.
-     Él “se ofende” cuando lo tratan de “ancianito”   (¡Cómo que se cree que es “un quinceañero”!) – Se burlaba mientras el hombre llegaba al escritorio.
-     Pero ya la señora había tomado nota, por lo que no le prestó atención alguna, quedando el pobre como un monigote parado. Sin hacer nada mas.
-     ¿Y qué estás haciendo allí, parado como un tarado, ah? – Le gritaba su señora, el hombre dio media vuelta y se volvió a ella, pero antes de que pudiera abrir su boca, ella lo rebanó así…
-     ¡Ya estás “cómo un pájaro bravo”! Y aquí nadie te va aprestar atención alguna… ¿Y sabes por qué…?
Porque eres un hombrecillo todo arrugado e inservible.
¿Entendiste? – El viejo bajó su cabeza y se dirigió a sentarse a su lado, mientras ella se sacó un trapo y comenzó a agitarlo con fuerza, para utilizarlo como un ventilador.
Fui testigo de cómo el mencionado, con su cabeza gacha, procedió a obedecer a los mandatos de su señora.
Y dentro de la gama de jovencitos allí presentes, un par de féminas muy jóvenes, comenzaron a mirarlo con una especie de lástima.
Él disimuladamente les devolvió una sonrisa, pero bajando su cabeza, para no ser pillado…
Y ya para entonces, ya habían finiquitado conmigo por lo que al ver que me levantaba la mencionada madame procedió a agarrar por el hombro a su marido y a gritarle…
-     En vez de estarle haciendo “caritas” a esas mujeres fáciles, deberías ir a sentarte allá donde se está levantando aquel caballero. ¡Corre! No se te vayan a adelantar alguien. – Y levantándose en el acto, se alisó su vestido mientras me lanzaba una muy elocuente sonrisa   -la cual evité-    y acto seguido lo empujaba a que se sentara en el puesto que recién unos segundos antes ya había abandonado.
Solamente pude contemplar cómo lo sujetaba a la silla en cuestión, mientras ella misma decidía quién iba a cortar el pelo a su marido.
Y una jovencita a la que tocaba el turno, en el acto le pasó su equipo a otro alumno, que fue el que asumió tal tarea.
Cuando salí, me di cuenta que el “pica flor” me miraba con un tipo de mirada, que me hizo conmover.
-     No puedo. Esa es tu vida. Bueno. –Pensé- Cada quién busca su manera de fallecer… - Solo que algunos su disolución arranca aun cuando todavía respiran…













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El que esté...















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Encontré a Andrés en una tasca. Estaba sentado consumiendo cerveza y solo.
Me le acerqué ya que me llamó poderosamente mi atención, pues en ocasiones ya pasadas, lo encontraba siempre reunido con un grupo de amigos…Pero hoy no fue así.
Extrañado lo veo que está muy pensativo. Silencioso. Apagado.
(¿Pensativo…Meditando? Si este hombre es siempre un faro de luz, sonriente y alegre. Pero hoy no está así…)
Me armé del valor necesario y lo interrumpí…
-         ¿Estás bien amigo…? – Él se extrañó mucho y en el acto se volvió, dándome la impresión de que lo sorprendí.
-         ¿Ah? ¡No! Estoy bien. – Me dijo tratando de mostrarme su mejor sonrisa, como para no levantar ningún tipo de sospecha.
Y casi al mismo instante, apartó su cara a otro lado. E ignoró mi presencia.
Me dije: “Esto no es normal. No señor” – Y me le quedé parado a su lado, en espera de que se volviera a fijar que yo estaba allí.
Transcurrieron unos segundos, muy tediosos para mí, y lo confieso.
Y luego como si se estuviese percatando de que yo seguía allí mismo, parado a su lado, se despertó de su extraño letargo y levantándose se inclinó hacia mí y sujetándome me dijo, casi rogándome…
-         ¡Amigo mío! Qué mal anfitrión soy contigo. Perdona mi pésima atención. Por favor siéntate a mi lado. Y perdona mi mala educación.
Ven, por favor. ¿Quieres una cerveza? – Y dándose un manotón en su cabezota, me dijo…
-         ¡Claro que vas a beber unas cuantas cervezas conmigo!
Ven. Siéntate a mi lado. Por favor. – Y luego que se cercioró de que ya me había sentado, hizo señas a la gente de la barra y pidió una ronda mas de licor. Y se sentó a mí lado y abrazándome me dijo,  en susurro…
-         Compa…Estoy mal. ¡Muy mal! Y a ti no puedo disimularlo.
Sé que eres amigo, de los buenos. Y por eso no te voy a ir con rodeo: ¡Estoy en el peor momento de mi vida! – Y diciéndome esto se bamboleó estrepitosamente  -tanto que temí que se cayese al suelo-  
-         Perdona. Pero estoy hecho un asco. – Se pasó su mano derecha por su ojo, se lo restregó y ya sin poder soportarlo mas, me espetó…
-         Broder…Hoy he descubierto, algo que me ha destrozado el alma.
¡Algo que me tiene…Destrozado! – Acto seguido comenzó a llorar en mi presencia, ¡cómo nunca antes nadie lo había hecho…Y menos él!
-         Pero… ¿Qué te ha pasado…? – Correspondí angustiado. Temiendo lo peor de lo peor.
La persona que trajo las botellas, obvió lo que presenciaba, aunque noté su mirada de extrañeza. Pero me imaginé, que ya estas personas, deberían estar acostumbradas a esta clase de ebrios, en su negocio.
Por lo que no le presté mayor atención alguna.
Y esperé a que dejara lo que iba a dejar y retirara las botellas vacías   -que el amigo ya había consumido-    cosa que hizo casi en el acto. Dejando en un vaso un papel con la cuenta…
Andrés no dio muestra de haberse dado cuenta de nada, pues seguía en una especie de limbo, con su mirada extraviada.
Cuando se dio cuenta, procedió a tomar una botella y ofrecérmela mientras tomaba la suya y con ojos vidriosos me confesó…
-         Hoy ha sido un día…Qué hubiese preferido no haberlo vivido.
O por lo menos…No haberme dado cuenta. Pues lo que fui testigo, se me ha clavado una flecha en el corazón. Y creo que de esta no me salvo.
…Y te estarás preguntando: ¡Y qué es lo que has visto…?
Y debo confesarte: ¡Qué me da vergüenza!
Y digo vergüenza, porque ¡maldigo el momento en que lo vi! – Preferí guardar silencio y esperar a que él mismo me lo fuese narrando.
-         Déjame contártelo desde un principio…
¡Yo no debí haber llegado hoy de viaje!
Realmente debía haberlo hecho el viernes, pero adelanté todo, ya que habiendo recibido una invitación para el enlace matrimonial de un gran amigo…Pues preferí adelantarme, sin decirle nada a mí esposa.
Tú sabes, para llegarle de sorpresa. Sorprenderla, ya que siempre se me ha quejado de que me la paso viajando y que la descuido a ella.
Llegué a mi casa, temprano. No eran ni las ocho de la noche.
Entré sigiloso. Para no llamar la atención de mi esposa ni de mis hijos.
…Pero cuando entré…Todo estaba en penumbra.
¿Y mis hijos…? No los escucho. Y fue cuando decidí ir a la habitación de mis chicos. ¡Y nada! No estaban en sus camas.
Sigo caminando a tientas. Todo estaba apagado.
Y cuando entro al pasillo de la alcoba nuestra…Empiezo a oír un sonido muy extraño…
Cra…Cra…Cra… - Y yo me digo: Suena el colchón de mi cama.
…Pero es que yo no estoy… Y pienso: ¿Será que mis hijos están brincando en mi cama…? ¡Porque son capaces!
Voy en puntillas y comienzos a escuchar gemidos.
Y mas gemidos.
¡Son de mi mujer!
Entro a mi cuarto… ¡Y fue cuando los vi!
…El mundo se me detuvo. Me dio un sofocón.
Confieso que no supe reaccionar.
Allí estaba mi mujer…Y otro tipo.
-         ¿Y qué hicieron?
-         Se quedaron pasmados. – Y no  bien había terminado de hablar y entró de nuevo en un túnel muy oscuro y silencioso.
 Sus ojos vidriosos comenzaron a destapar en lluvias intensas.
Fui testigo de cómo ese pobre hombre…Yacía en su tragedia.
Vi a un infante llorando y contándome su recién desgracia.
En un principio me costó creerle, pues conocía muy bien a su señora…Digo: ¡Creí conocerla! 
Cuando en la realidad…Solo conocí una careta.
Una faceta muy hermosa. Pero máscara al fin y al cabo.
¡¡Ayyy la vida!! Algunos no estamos preparados para sus vaivenes.
Otros lo que nos queda, es vernos en un posible escenario.
Y rogar, rezar porque no seamos los próximos.
Y de esto, nadie lo puede afirmar, ni mucho menos…Negar.




“Porque en esto de vivir…
Nadie sabe.
Ni cómo han de empezar,
cómo tampoco ha de finalizar.
Hemos venido inocentes…
Aunque otros ya dejaron de serlo.
Y el que esté libre de culpas…”















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Se esfumó...









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-         Me siento extraña. – Pensó en medio de la oscuridad aberrante de esa noche,     -muy oscura por cierto-    viviendo en: La Isabelica,  esa antiquísima urbanización en la lejana Valencia, la capital de este hermoso estado: Carabobo -  en Venezuela.
Y es que habiendo vivido toda su vida allí, en la misma casa en que vio cuando su madre se despidió de esta vida, hará ya algunos años, (doña Coco) y quedando ella sola,  viviendo con su padre: don Abel.
Pero ya su viejo, hace algunos meses atrás…También se fue.
La soledad se dejó sentir en esta hermosa familia.
Ya esa casa se había transformado en un caserón…Por su soledad.
Quedando ella solita en esa casa, en la misma que en años anteriores fue vivienda para toda su familia.
Pero cada uno va creciendo y por “Ley de Vida”,  cada uno su camino agarra.
Ella decidió quedarse allí. Nunca se casó.
Vivió para ser: la tía de todos sus sobrinitos.
Su vida giró a través de su función de abogada.
Ejerciendo con prontitud cada vez que alguien la contratara.
-         ¿Qué me estará pasando…? Esto no es normal…
No sé, pero me siento muy extraña.
¡Cómo si me estuviesen encajonando! 
…No me gusta esto… -  Comenzó a tratar de ver, ¿qué era lo que la mantenía así “encajonada”?
Pero era que la oscuridad se le hizo demasiado patente.
Forcejeaba con toda la incomodidad que le producía esa especie de “asfixia” que la arremolinaba. Enfurecida. Luchaba sin cesar.
-         No me gusta esto. – Se dijo ante su total indefensión.
Y de repente sintió como fue cubierta por un halo frío.
Extremadamente gélido.
Su piel comenzó a erizársele. (Sintió pánico.)
Quiso mirarse…Pero nada pudo ver. Todo estaba en negro.
Con sus manos requisa su piel.
¡Y sí! Unas enormes erupciones brotaban por doquier.
Asustada, se sobaba sus brazos.
¡Pero era que nada podía hacer!
…Descubrió con mucho espanto, que sus brazos ya no le querían obedecer.
¡Impotente! Trató a lo sumo, de  reunir todas sus escuálidas fuerzas.
…Pero algo le indicaba que ya no podía…
-         ¡Esto no me va a dominar! – Se repetía con toda la intensidad que sus fuerzas (regresaran) y que en algún momento le volverían.
Y ella podría   -como siempre-   controlar su propio cuerpo.
Su vida. Sus compromisos.
Pasaron largos e intensos instantes.
…Y ya su cuerpo demostraba el grado de su impotencia…
Forcejeaba con toda la tozudez que siempre imponía en todo lo que se proponía…Pero algo superior a sus fuerzas: Se lo impedía.
-         ¿Qué estará pasándome…? – Ya angustiada, se dio el tiempo necesario para re-editar su intención: ¡Salir de ese hoyo!
En el que asumía que por algún extraño sortilegio…Había caído.
Su respiración se le hizo muy dificultosa.
Estaba muy incómoda. Insatisfecha.
Trata de asimilar aire…Pero eran vanos sus intentos.
-         ¡No puedo! ¡No puedo…Me ahogo!
Me siento sofocada… - Una señal muy interna, le avisaba que debía salir de allí…O…
¿Pero cómo hacerlo…? Se rebeló contra “eso”
Toda su vida fue así…Nada había logrado sin el esfuerzo necesario.
¡Hay que luchar, nada se consigue sin sacrificio! Así ha sido…
…Pero es que…Algo también dentro de ella misma; se estaba replegando. Se doblegaba.
No estaba en ella…Pero así se fue sintiendo.
…Fue cediendo. Dejándose llevar, quizás su cansancio la rebasaba.
Ya no querían seguir en “esa luchadera”  ya estaba a punto de dejarse…
Toda su vida fue de esa forma.
Su  soledad era abismal. Gigantesca. Se sintió aprisionada.
Sometida. Doblegaba todo sus intentos.
…Y sencillamente…Se dejó ir.
¡Ya no quería seguir luchando contra la corriente!
Perdió el control…Abandonó…
Y se fue diluyendo. Un vacio inconmensurable se hizo en ella.





Y Mary…Se esfumó…
Cómo brisa fugaz que al pasar su aroma impregnó.
En recuerdos de muchos quedó…
Sus muchas acciones, ya hoy,  historia son.
Se juntó con los que ya se han ido.
Atrás ha dejado a todos anonadados…
En algún momento será que nuestras sendas
a confluir vuelvan.
Eso si el destino así lo desea…















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