Viajero...No tienes espacio ni tiempo para andar...


                                                               -Google imágenes-










“De  precisión  carezco”




Este es uno de esos momentos en qué nada sé.
Lo que a mi alrededor acontezca, de mí no depende, en nada contribuyo a que esté o se vaya.
El tiempo y el espacio se me confunden.
No tengo motivación alguna.
No siento interés alguno, pero en una especie de vigilia me mantengo. O me mantiene. Precisarlo me es negado, ¿o será que no me es preciso…?
Presiento que nada sé, como tampoco me interesa.
No me motiva conocerlo. Tampoco el ignorarlo.
Imperturbable en posición me encuentro.
Incertidumbre no tengo, aunque en algo me intereso, pero no me es conocido alguno, marcho dentro de mi inmovilidad.
No preciso la oscuridad, como tampoco lo iluminado.
Interés alguno acude a mí. Nada sé. Nada me importa.
Y en esta especie de limbo en que imbuido me encuentro que me sumerge, me rodea y me bordea, pero que en nada preciso. No encuentro lógica, pero es que nada me motiva a pensar siquiera.
Incierto dentro de la ambigüedad.
En la sinrazón, pero con alguna razón me acude pero precisarlo no me es perentorio.
Reconozco que pensamiento tengo, pues algún sentido ha de prevalecer, seguro no estoy de cuál es el que tiene la batuta en este preciso instante.
En el tiempo transcurro, pero ninguna alarma en mí se enciende. Miedo no tengo. Incertidumbre traspasa mi sentir.
La rueda de la vida, desconcierta y confunde mi sentir, mis pensamientos vagan sin precisión alguna.
Pienso que no siento. Inmóvil espero, pero en verdad, desconozco su origen o su destino, tampoco me es lícito saber su recorrido, como consciente no estoy del sitio en qué estoy.
Pero algo si de decir, pero sentido a ello no acude.
No obstante, mi visión en una parte imprecisa insiste.
Preciso es que no despegue mi atención, que aunque nada sé, pero insiste en que no cambie de sitio.
He de seguir en posición de atención. No sé qué será, ni el por qué estar, pero algo muy dentro de mí, como que sujeta mi cabeza y en esa dirección me precisa a que pendiente esté.
Trato de cubrir el espacio indicado, ignoro su proceder, pero insisten en que no pierda instante alguno. Consiento en obedecer   -pero determinación carezco, y sé y consciente estoy que eso es así-     sin embargo como sometido me siento, algo en mí muy lejano se revela. No logro cuantificar su esencia.
Tampoco interés alguno despierta.
Y en ese batallar sin sentido me encuentro, cuando uno de mis sentidos me alerta, preciso mi visión y al sitio en cuestión acudo, aunque consciente estoy que me movilizo en mis sentidos.
Uno me alertó y el otro asumió su vigilia, moví mi cabeza y capturar pude el origen de ese alboroto.
Absorto pude contemplar que “algo” en medio de la penumbra su aparición hizo.
No preciso su volumen, como tampoco su contenido.
Pero sin embargo, uno de los elementos su presencia me encuadró y me refiero en esta ocasión que el viento impetuoso su origen me hizo patente.
Sin saber a qué atenerme, mi sentido visual se fue incrementando y aunque reconozco que mi sentido humano, nada logró visualizar, otro me indicó que algo allí se genera.
Ha de ser así, puesto que comprendo que el viento en dos partes se divide, y así lo percibe una parte de mí, con insistencia me lo indica.
Ciertamente un bulto de impreciso contenido ante mí se presenta, y lo sé porque el viento no lo traspasa.
Y si no lo transfiere, sino que lo bordea, por deducción lógica debo asumir, que ese “algo” su consistencia posee. Seguramente algún tipo de vida lo sostiene.
Pero mis ojos no me precisan. No me aclaran ese misterio tan enigmático que enfrente se me presenta.
¡Un momento! Hay otro elemento que su presencia delata. Veo con cierto estupor que los insectos que allí convivían, espantados salen. No sabía de su presencia, ni que moraban allí, pero ahora se me hacen visibles pues huyendo despavoridos están…Luego algo en ese sitio especifico se ha alojado.
Con cierto interés trato de agudizar, ya que algo me intriga, pero he de ser sincero…No logro visualizarlo.
Pero es que esos seres que antes no veía, ahora en despavorido accionar, huyen de allí.
Son muchas las evidencias. En término de colores, puedo alegar que lo que antes creí apreciar de oscuro, ahora se desplaza a una velocidad increíble.
¡Hasta su apariencia finiquitó!
Se me presenta ahora de una tonalidad mas clara, como si lavada la tierra fue, pero no de líquido alguno, una fuerza desconocida su presencia ante mí ha efectuado.
Cierta acción ha surgido dentro de mí, que me está indicando que alguna acción he de seguir.
Pero perturbable me aliento, aunque imprecisión tengo. Sé que respiro, pero es que no siento mi cuerpo andar. Aunque presencia he de tener.
Pero en la inmovilidad me he sometido. O quizás así me prefieran. En verdad, desconozco lo que me rodea.
Pero de lo único que apresa varios de mis sentidos, es que ese algo avanza sin dirección segura aparece. Y lo sé porque mi visión se somete a un espacio ya definido. La tierra que hasta ahora lo ha contenido, sus colores ha aclarado.
Un ecosistema ha sido desplazado.
No pude cuantificarlos, pero si apreciarlos.
Su mudanza violenta su proceder.
Una especie de inmovilismo apresa ese espacio definido, pero no puedo definirlo.
Al parecer el tiempo se ha detenido.
O quizás se ha permutado. Eso no lo puedo definir.
Una fuerza extraña su espacio ha sometido. No logro medirla, tampoco cuantificarla, pero sé que su fuerza inmensa, sometida en un espacio específico ha sido.
Me cansa tanta imprecisión. Mi atención se ve truncada, no me gustaría ser mas consciente, pero entiendo que de mí ya no depende.
Por lo que sin razón aparente, mi atención obligada se siente, no debo despegar de ese sitio en particular.
Testigo sometido me siento. He de certificar lo que no puedo calificar. Desconcierto me trae.
Pues no lo puedo ver   -por lo menos con mis ojos muy humanos que son-    pero es que algo me conciencia a que de este mundo no es. Luego mis dudas me asaltan.
¿Cómo puedo testigo ser, de algo que desconcierto me trae?
¿Qué interés despierta en mí, lo que no comprendo ni puedo encuadrar…?
No obstante, a pesar de que contemplo lo que no puedo ver, presiento que el tiempo transcurre, aunque nada de ello sé.
Sin embargo una presencia estática,  en posición inerme se encuentra encuadrada en un espacio físico que en nada mas me confunde. Intento despejar mi conciencia, pero las fuerzas en nada acuden a mi deseo.
No obstante carezco de la determinación necesaria para ello apartar, así que sin querer y sin conocimiento alguno de lo que ha de ocurrir he sido sometido a allí permanecer. Puesto que es así.
He de aceptarlo de esa forma. Pues de otra cosa no lo sé.
Contemplo lo que no puedo entender.
Veo con persistencia, que los vientos persisten.
Un vacío en el centro de ello, se divide sin sentido.
Ya en el tiempo así lo he percibido, luego cambio no ha habido. Mas mi intriga se acrecienta.
Sin sentido alguno me desorienta, a lo impreciso me conduce. ¡Si algo acudiera en mi auxilio!
¿Pero de qué será que me salva?
Algo lo delata, pero mis sentidos no me lo precisan.
Entiendo que confiarme no debo. Pero ¿de qué…?
Qué brutalidad me somete. A qué sentido ilógico me han sometido, no logro enterarme, pero las alarmas que conscientes deben estar, no se han encendido.
Luego…Entiendo que algún cambio se ha cernido, pero nada mas eso. ¿Sólo eso…?
Precario me encuentro. Entiendo que debo desplazarme, pero no logro asimilar si en huida o en escape he de asumir. O si de ellos, apartarme debo.
Pero he de asumir, lo que no entiendo, como tampoco mi comprensión ha de abarcar en lo que a mi seguridad debo asumir.
Pero sé que esa incontenible acción, que el elemento aire me indica, que su presencia de algún modo persiste en continuar allí. No sé si su presa he de ser.
O que por alguna razón me ha de traspasar.
¿O será que mi presencia en algo lo obstaculiza?
¿O se siente intimidado por mí…?
He de moverme. Pero no siento la fuerza necesaria para poder cumplir con el objetivo a que me han sometido.
¡Qué sensación tan extraña, de mí se ha apoderado!
Sé, entiendo y comprendo, lo que en nada puedo cuantificar, ni mucho menos cualificar…Pero algo he de hacer. Aunque desconozco la forma, persigo su fin.
¡Qué cansancio acude a mí!
¡Qué desconcierto alienta mi existir!
Sé que algo he de hacer. No logro movilizar ni un solo miligramo de fuerza contenida. Como tampoco he podido cuadrar mi atención debida, ya que es muy profusa y dividida.
No sé qué he de hacer, ni en el espacio que me he de mover, el tiempo carece de sentido.
Pero de repente, y sin decisión aparente, fuerza extraña la embargó y hacia mi persona se dirigió.
Desconozco su destino, pero sé que en medio de su objetivo me encuentro, mas no logro asumir que de aquí he de desplazarme o hacia la derecha o a la izquierda, pero es preciso hacerlo.
Pero es que…No logro asumir el peligro que se cierne sobre mí…
Impávido contemplo lo que no logro ver.
Impreciso  destino me encumbre, ya nada he de hacer, y es que en primera instancia…Aludido no me siento.
Pero es que…Es que…
Ante mí se cierne lo que impreciso siento.
Una vorágine de pasiones acuden sin precisión alguna, se me desatan pasiones no conocidas, me tiran y me encogen sin aparente orden.
Algo se abulta en mí. Me desinfla, me encapsula y me escupe en aparente locura.
Dolor no siento. Pero alarma loca se me despierta, no sabía que se alojara en mi mundo,  ni en mi ser.
No preciso nada aun. Lo que desconcierta es que me vocifera, me insulta, me somete y…Nada hago para enfrentarlo, como tampoco para eludirlo.
Me siento preso, aunque cadenas no tengo.
Traspasa lo que considera mi parte sólida, y lo que no logro precisar, sometido ha sido.
No sé si floto, o me hundo. No tengo capacidad por saber, si lo que desconozco se ha hecho en mí o de mí.
Tiempo ha de transcurrir, pero no puedo afirmar lo que no me es lícito. Como tampoco ignorar lo que no conozco.
Sólo sé, que en nada sé. Sólo ando, aunque mi soledad no sea mi fiel compañera.
…Me he de declarar inseguro, aunque no estoy seguro.
¡En qué situación me encuentro, en que nada sé, nada comprendo ni a mi acude nada que conozca o desconcierto me ayude!
…He de seguir, aunque no me sienta en mí.
…He de pensar, aunque se me niegue pensamiento alguno.
No entiendo. No comprendo. Ni visible estoy.
Como tampoco acepte, lo que ignoro ser.
…Pero no importa…Sé que en algo he de continuar mi camino…Aunque destino no encuentre.
Desconfianza no siento, aunque la premura me apremie. He de hacer, lo que siento que no debe ser.
…El infinito se me hace finito. Lo grande por sencillez me consume. Lo ínfimo se me hace visible.
…Luego sé, entiendo y comprendo…Qué nada sé…














© Bernardo Enrique López Baltodano 2016








Nota:
Internet utiliza cookies para optimizar la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web.
Si continúa utilizando este sitio, asumiremos que está de acuerdo. ¡Gracias por su preferencia!


¿Te cuento otra mas de don Carmelo? ¡Allí va!



















"Hoy vi venir a don Carmelo"





Estaba descansando en una de las tantas esquinas de esta gran avenida, cuando vi venir allá a los lejos una figura que por el vaivén en su caminar   -producto de su prolongada edad-
Se fue acercando.
Lo relacioné muy rápidamente, su sombrerito, sus lentes de amplio espectro, su camisa siempre blanca, portando un periódico bajo su brazo. Mirando siempre a los lados, como queriendo descubrir a todo el que pase a su lado, sin lugar a dudas…Don Carmelo.
Camina muy lento, pero siempre pendiente de todo cuanto acontece a su alrededor.
Sin querer una sonrisa se afloró en mi rostro.
Ese señor siempre me ha agradado cuando tenemos la dicha de encontrarnos, y siempre con una sonrisa a flor de piel.
Me sorprende puesto que   -a mí en lo personal-
me pega mucho ese vapor que se condensa en la carretera, producto de tan elevado calor que se produce, pero a él no parece interesarle en lo mas mínimo.
Todavía lo diviso algo retirado, aunque estoy claro que él no me ha reconocido, y pienso que sea por su escasa visión.
Lo veo que se pone una mano sobre sus ojos, ya que el resplandor y esa sensación térmica que está imperando en esta ciudad, lo debe estar sintiendo   -aunque no disminuye su fortaleza-    ya que parece “un tractorcito” siempre caminando y caminando.
Faltando ya una cuadra, veo que pasa una jovencita a su lado y aprecio que él se coloca como si fuese un torero en el momento de hacer una de sus tantas piruetas ante el toro bravío, algo le pronuncia mientras se quita su sombrerito y la invita a pasar, echándose él a un lado de la acera. Contemplo que la muchacha en cuestión, le responde con una amable sonrisa.
Y el viejo metiendo su panza, se queda inmóvil mientras ella transita a su lado.
- ¡Ah que viejo tan romanticón! – Expreso en voz baja, y noto que una vez que pasó la dichosa fémina, él se pasa una toallita por su frente ya repleta de sudor, y desde lejos creí escucharle decir…
- ¡Ave María Purísima! Y venir a tocar “esta belleza” ¿Para mí solito…A estas alturas de mi vida…? -  Los que estaban mas cerca, comenzaron a chulearlo, para que arrancara con un poema o algo alusivo, por respuesta pude presenciar, que se persignaba una y otra vez, mientras la susodicha taconeaba con frenesí mientras iba riéndose de las gracias de ese viejo roble.
Por unos segundos mas, pude verlo que se pavoneaba ante su público, para luego emprender de nuevo su camino.
Pronto la vorágine de la hora y el sitio, fue absuelto por lo rutinario.
El anciano venía ya mas cerca, pero aún no me había divisado.
- ¿Viste esa mujer tan hermosa…? – Me preguntó cuándo ya estaba mas cerca de mí, y sonriéndole le hice señas de que si, que había sido testigo de todo.
- Mi corazón comenzó a retumbar y ¡casi que se me sale del pecho! – Me dijo mientras con una de sus manos la llevaba a sus labios, y soltaba una risotada de esas que acostumbra a obsequiar cuando es descubierto “en una de las suyas”
- Me hizo recordar a varios episodios en mi “vida de galán”  ¡chico pero venir a pasarme esto ahora…? -  Me dijo en medio de uno de sus constantes ataques de risa, se arqueó y con la misma se volteó para ver si la podía divisar aun, pero ya  “la mencionada” iba muy lejos.
- Era yo todavía jovencito, cuando un compañero de trabajo me invitó a salir a una discoteca  ¡de esas en donde “uno baila”! y me dijo que iba a ir “su noviecita” y una prima de ella.
¡Y cómo estaban dispares, me invitó para que fuéramos un dos, para dos!
…Yo le acepté la invitación   -porque por otro lado… ¿A dónde iba a ir yo…? -    y recuerdo que él me dijo…
- Mira chico, yo te la voy a presentar… ¡pero ten mucho cuidado con la mía! ¡La mía es caca!
Tú te vas a ir con la prima, y a la mía   ¡ni me la mires! – Yo le hice saber, que yo era muy respetuoso y que jamás yo podría “quitarle” a su mujercita y no sé por qué él temía que le fuese a quitar lo suyo.
¡Bueno el caso es que le tuve que escuchar todas sus indicaciones al respecto!
A la hora convenida, nos fuimos los dos a esperar a las chicas. ¡Yo bailaba en una pata!
Iba muy perfumadito y me eché bastante brillantina en el cabello y me había hecho un peinado a la forma que se utilizaba en esa época   ¡tú sabes, con el copete sobresaliendo!
¡Ja, ja, ja, ja!  …Parecía “un muñequito de torta”
¡Las cosas que tiene uno que hacer, para lograr el favor de una linda mujer! – Me dijo como en secreto, mientras su panza le brincaba en medio de sus risotadas. ¡Ja, ja, ja, ja!
Cuando ya se hubo serenado un poco, se sacó nuevamente su toalla y se secó todo el sudor que tenía, y se sacó sus lentes y comenzó a secarlos y a aclararlos con su prenda.
Riéndose todavía finiquitó toda su tarea y procedió a colocarse de nuevo sus gafas y a guardar en su bolsillo trasero de su pantalón la ya sucia y mojada pedazo de tela.
- Cuando entramos    -pero antes tuve que escucharle de nuevo todas las instrucciones del amigo en cuestión-   ¡Bueno, el caso es que logré llegar a la mesa, en donde estaban esas dos hermosas chicas!
Ya él me había indicado cual era la suya   -por si acaso-   me dijo.
Yo le hice caso, y me di cuenta que la suya era mucho mas bella y hermosa que la que me había tocado  ¡Pero bueno, yo soy del tamaño de lo que se me presente! Y no me iba a amilanar por eso. ¿Total…Lo que me interesaba es…?  ¡Ya tú sabes! ¿Cierto? ¡Ja, ja, ja, ja!
- ¿Y su amigo creía que usted le iba a quitar la suya…?
- ¡Sí…! Y para serte sincero: Cuando la vi, ¡me dieron unas ganas locas “de robarme” a esa mujer! ¡Y es que era…Bellísima!
Pero debía respetarla. ¡Ese fue mi compromiso!
Ya él me había dicho, que nos íbamos a tomar unas tres cervezas y que cuando él me avisara  ¡debíamos salir rápidamente!  
…Claro pero primero yo debía pagar todo el consumo…
Y así pasó. Me dijo que ellos se iban a ir en su carro y que yo los siguiera atrás. Que él conocía una zona aledaña y que primero ellos se quedarían en una parte boscosa y que yo debía seguir a otra parte…Lejos de donde ellos iban a estar.
¿No te había contado que a mí me tocó una indiecita…?
- No.
- Pues sí, era una goajira que recién había llegado a la ciudad y que era un “poco adusta, brusca, ¡salvaje pues!”
- ¿…Un poco…? – Le pregunté al verlo que se había hundido en sus recuerdos, él pareció haberse dado cuenta que debía seguir en su relato, ya que de inmediato me agregó…
- ¿Un poco? ¡Bastante indómita! Y ella no se dejaba que le tocara ni siquiera la mano.
¡Y yo no hallaba que hacer! ¿Te imaginas que no hubiera logrado nada…? ¡Me mata el carajo ese!
¿Y quién le hubiese aguantado las burlitas de él…? No yo debería “domesticar a esa india”
Comencé a tocarle la mano…Y me la retiraba.
Le dije que se acercara mas a mí… ¡Y casi se iba saliendo por la puerta!
¡Qué mujercita la que me tocó!
…Pero yo no iba a permitir que se me escapara.
Hice unas maniobras rápidas en el carro y ella se asustó…Y allí aproveché y le tomé una de sus manos y la jalé hacia a mí, mientras le decía…
- ¡Mira por esta zona salen espíritus malignos!
Que se llevan a las mujeres que no complacen a su hombre.
Ella me miró asombrada y como era de noche, yo creo que se lo creyó.
¡Esos diablos que le hacen maldades y que aparecen muertas a los días!
¡Con la boca llena de moscas!
- ¿De verdad? – Me dijo ya asustadita, mirando a través de la ventana.
- Son demonios horribles. Que puyan con su tridente a todas las que no quieren complacer a su novio. – Ella no me respondió nada, pero vi que se había lo había “tragado” todo, porque ya no estaba tan reacia.
Y fue cuando comencé a aprovecharla…
Y en una de esas, paré violentamente el carro y de un empujón la bajé…Y ella ya estaba mansita.
Y entonces la agarré por las manos y la puse en el suelo y comencé…
Y cuando ya estábamos en “tú ya sabes” siento que me tocan por la espalda   -yo pensé que seguramente era el amigo en cuestión-   Y no le presté atención alguna.
Y sentí que ya la cosa era mas fuerte   ¡y me voltee de repente!
¡Muchacho…! ¿Para qué lo hice…?
Parado frente a nosotros, estaba   “una aparición de algo”  ¡que hoy en día no sé qué era!” ¡Altísima! ¡Grande y descomunal!
Con unos ojos… ¡Qué parecían “fuego ardiente”!
Y con un velo que le cubría todo su rostro.
Y le escuché…
- ¡Uuuuuuuu! ¡Uuuuuuuuuuu! - ¡Y la carne se me puso “de gallina”!  …Y se me bajó todo.
…Pensé que era  “La pelona” que me estaba buscando para castigarme...Yo estaba “a chorrito puro”  ¡No te lo niego!
¡Chico y venir en el momento mas inoportuno!
…Para mí que era “un espanto”… ¿Por qué si no cómo nos pudo descubrir en medio de ese monte…?
¡Y es que en ese preciso momento comenzamos a escuchar risotadas macabras!
Los árboles giraban de un lado a otro.
¡Hasta escuché silbidos, de esos que te “penetran por la piel”!
Lo que era, levantó sus dos brazos e intentó pegarme con algo… ¡Qué no supe que era!
Acto seguido, me vi montado en mi carro y partiendo como  ¡un bólido!  De allí.
- ¿Y la mujer qué…?
- ¡Ella ya estaba montada! Así que como pude, salí   ¡en dos ruedas!
¡Una polvareda se produjo detrás de mi vehículo!
Por el retrovisor pude ver que nos estaba persiguiendo.
Sentí unos fuertes golpes que me le pegó en la maleta del carro.
¡Pero yo seguí como loco!
Cuando ya íbamos como a mas de cien metros de allí, veo que un pajarraco inmenso se me vino de frente  ¡nos atacó! Y tuve que desviar rápidamente, porque si no    ¡nos voltea allí mismo! Me hubiera destrozado el carro.
Ella me comentó que sintió como “la manoseaban” mientras huíamos.
Me hizo correr.
¡Ja, ja, ja, ja! Las cosas por las que me vi precisado a hacer.
- ¿Y cómo terminó eso…?
- ¿Qué cómo terminó…? – Me miró a través de sus vidrios y tomando aire prosiguió…
- Logramos huir. Y ya como a los varios kilómetros de recorrido y ya sintiéndome seguro, bajé la velocidad y comencé a respirar con mas calma. Nos detuvimos en un negocio de carretera, y cuando la vi, ¡seguía “blanca” del susto!
…Y no hubo forma ni manera de que ella accediese a seguir conmigo.
Lo intenté… ¡Pero qué va!
Estaba muy asustada la pobre.
- ¡Llévame a mi casa! – Me gritaba ya desenfrenada. No aceptaba que ni siquiera la mirara. Me echaba la culpa de todo. Y hasta me recriminó…
- Si por lo menos me hubieses llevado a un hotel  ¡pero no, allí en el monte como si yo fuese una burra! – Me recriminaba muy molesta.
- ¿Y qué hizo…?
- ¿Y qué mas podía hacer…? No me quedó mas remedio que llevarla. Ya estaba muy violenta conmigo. No quería saber mas nada de mí.
- ¡Yo soy “una Dama” y merezco respeto! – Me gritaba y hasta me insultaba…No me quedó mas que llevarla rápidamente y salir de esa loca que ya estaba fuera de sí.
¡Ja, ja, ja, ja! Y después, al día siguiente…
El amigo me llamó para informarme que la famosa prima    ¡estaba furiosa conmigo!
¡Así que tuve que aguantarle “sus burlitas”!
¿Qué otra cosa podía hacer…?
Perdí todo lo que me tocó “invertir” y para colmo… ¡Quedé “rayado”! – Muerto de la risa, se fue retirando mientras se despedía con un saludo de su mano derecha.
¡Ja, ja, ja, ja! – Le escuché reírse mientras se desplazaba con su lento andar.
- …Este viejito… ¡Siempre con sus historietas!
No se cansa. – Me dije a mi mismo, mientras veía ese cuerpo ya cansado por el transcurrir de su larga y extensa vida.









© Bernardo Enrique López Baltodano 2016



Nota:
Internet utiliza cookies para optimizar la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web.
Si continúa utilizando este sitio, asumiremos que está de acuerdo. ¡Gracias por su preferencia!